Ellos dicen que se van pero no terminan de hacerlo, si te soy sincero yo sí quisiera que se fueran, que agarraran sus maletas y vivieran lejos de aquí, y que vivan la realidad de afuera para que aprendan, que sepan de verdad verdad lo que es humillación, lo que es pelar bolas, pasar trabajo y vivir en zozobra, que se vayan a Colombia, a España o a Miami, que aprendan lo que son los efectos del neoliberalismo, que vuelvan a sus Caracazos que hoy vive Europa y medio mundo, que se vayan, no a hacer turismo sino a vivir.
Ellos dicen que se van pero no terminan de irse a ninguna parte, que si hay dictadura, que no les alcanza para vestir a la moda, que si los dólares, la delincuencia, expropiaciones y un sinfín de cosas más, pero bien relajaos que van a las tres de la mañana a rumbear sin restricciones ni reservas, viajan fuera del país a disfrutar del mundo (alcanza con mercado negro y todo) y defienden al otro, a sus ricos explotadores, a sus verdugos y colocan muchas fotos de alegría en el Facebook al mismo tiempo que se quejan de esta dictadura.
Son indios, negros y feos, son igual a nosotros pero jalabolas, le acarician la mano al rico y se creen ricos, aparentan ser clase media, medio pobre medio pendeja; ojalá se fueran a trabajar doble turno, 25 horas diarias y 8 días a la semana; pero que de verdad se fueran lejos y agarraran vuelo bien apartados de nuestras fronteras, que se fueran lejos a cumplir sus sueños, a ganar en euros que allá no alcanza un carrizo pero aquí es alguito, que se vayan y vuelvan aprendidos, que vuelvan a la dictadura que los amarga, a la dictadura de la vida, de la igualdad y felicidad, a esta dictadura de oportunidades, la dictadura de la independencia y de la esperanza de un mundo nuevo, que se vayan y vuelvan, porque la mejor escuela no es la que se imparte sino la que es vivida; que se vayan, que vuelvan.