Cosas por entender de la pequeña burguesía

Transitar por los intersticios del proceso político venezolano de estos últimos catorce años, tratando con ello de entender sus causas y derivados, no es cuestión de poca monta y fácil digestión. Los comunes argumentos de insatisfacción respecto a las políticas del gobierno de Hugo Chávez, se esgrimen como causas para apostar al proyecto del candidato de la ultraderecha, Capriles Radonski, viendo en este último una suerte mesiánica de promotor de un “nuevo modelo político” que, al mejor estilo de un rápido cambio de canal de televisión, le permitiría a Venezuela dar un giro de 1800  en materia de concepción del Estado. Todo esto, pasando por encima de incuestionables avances económicos y sociales del actual proceso político, que se superponen a la intención de  pseudo estadistas, que buscan justificar, retomar y aplicar en Venezuela demostrados modelos generadores de debacles sociales.

De toso esto surge una pregunta ineludible: ¿qué intereses podrían defender las clases sociales menos favorecidas - llamadas por Marx “Pequeña Burguesía” - al ampararse en modelos económicos cuyo propósito ulterior es el beneficio de ciertas minorías, a partir del trabajo de las mayorías? Parece ilógico suponerlo, pero la razón nos asiste al ver a sectores sociales de esa “pequeña burguesía”, defendiendo en Venezuela a la representación de intereses económicos de orden señorial, como el encarnado en grupos económicos que demostradamente apoyan la candidatura de Capriles Radonski, es decir, Gustavo Cisneros (Venevisión, Univisión, Venevisión Plus, Vmas TV, Ve Plus TV, Novelísima, ViendoMovies, Venus, SAECA Viajes y Turismo, etc.), el grupo Phelps  (RCTV, 92.9 FM, Radio Caracas Radio, Recordland, Aerotuy, etc.), Lorenzo Mendoza (Grupo POLAR, Productoras de maíz S.A, Refinadora  de Maíz Venezolana, entre otros tantos.

¿Cómo entender los exabruptos sociales de apoyo a los grupos de poder económico por parte de ciertos sectores de las clases menos favorecidas? ¿No es más fácil sostener el que estas clases sociales - de manera absoluta e irrevocable - atiendan a desmontar el sistema de poder que las ha arrinconado y ha atentando en contra de su movilidad social? ¿Cómo explicar el hecho de saberse dominado, explotado y tercerizado  por los propietarios de los medios de producción, y ser a la vez un defensor de tales prácticas? La alienación como categoría socio-histórica puede darnos pistas para entender tales destemplanzas, que terminan por asimilarse, confiriéndole a lo “propio de otro”, lo “extraño a uno” y lo “ajeno”, características de bondad, que no son más que la liquidación del ser crítico y su conversión en eunuco político, lo cual castra la posibilidad de ver - tal como lo sostuvo Ernesto “Che” Guevara -  la necesidad de erradicar la miseria, a partir de la lucha en contra de la alienación. Miseria no sólo económica, sino crítica, racional y política, siendo que fortalecida, el trabajo de dominio se facilita y la desventura económica se justifica, sin encontrar responsables reales; miseria sostenida a partir de discursos abstractos como los del candidato de ultraderecha Capriles Radonski que, esgrime un plan de gobierno al que cataloga de “progresista”, desde una maquillada arenga discursiva que oculta su compromiso y dependencia con grandes grupos capitalistas nacionales e internacionales. Así, el efecto de tal eufemismo “progresista” se repite en la historia y actúa como una suerte de “atrapa-bobos” que, agazapada, le impide a sus seguidores leer entre líneas y descodificar la opacidad de los mensajes.

Lo que sigue a todo lo anterior ya es conocido: incautos soñando con una, ya no “Vuelta a la Patria”, sino “Vuelta a Miami”; cándidos simpatizantes del candidato burgués clamando por una intervención militar, so pena de ser ellos mismos víctimas de un genocidio. Crédulos militantes del partido ultra-derechista aplaudiendo la desaparición de los alcances del proceso revolucionario, entretanto que sueñan  con el FMI, el ALCA y la Corte Interamericana de Derechos Humanos como los garantes de la seguridad nacional. En fin, son actos que responden al trabajo ideológico de una derecha que, arteramente  justifica, tal como lo sostuvo Marx, la desvalorización del mundo humano, a partir de la valoración de las cosas, en nombre de un “Camino del Progreso” y valiéndose de la anemia ideológica de algunos ingenuos actores de la pequeña burguesía.    luisjosemotta3@gmail.com



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