Empanadas con la carne por fuera

 El aspirante de la ultraderecha, Henrique Capriles Radonski, en su campaña electoral no logra un estilo propio, original, y en su empeño de conseguirlo y convertirse en un candidato de altura con todas las de la ley, imita al presidente Hugo Chávez, pero es demasiada su mediocridad.

 Lo vi a través de la TV reunido con un grupo muy reducido de gente en el estado Miranda, y era sorprendente la forma como emulaba al candidato de la Patria en la contradicción más grande que se pueda ver. Criticaba la gestión revolucionaria calcándole a Chávez movimientos, la forma de abordar a la gente, de hacerla intervenir; obviamente sus ademanes le resultaban muy fingidos porque sencillamente sus carantoñas y expresiones de cariño no le salen del corazón.

 Pero lo más grave para él es que en esa copia al máximo líder de la revolución bolivariana que pretende hacer, son cada vez más desproporcionados sus disparates. Lo último que dijo fue que se había comido “unas empanadas con la carne por dentro”. No sé quien ha visto unas empanadas con la carne por fuera. Y en Ciudad Bolívar anunció que iba a degustar cabeza de “suapara” y no de sapoara.

 Antes en un discurso precisó: “aquí hay más de cuatro millones de personas que todas las noches se van a la cama sin dormir”; intuyo que quiso decir sin comer. En otros ha hecho señalamientos como: “me preguntan por qué no te has casado Capriles, la gente me tiene tan ocupado que no tengo ni tiempo para eso”, imaginen a un hombre con 40 años que no tiene tiempo para el sexo opuesto; igualmente ha dicho: “yo sé por quien van votar las mujeres el 7 de Octubre: chocolate nuevo” y “político gordo no camina, búscame uno”.

 De la misma forma ha expresado:  “por ahí dicen que hay chaca chaca (chavistas con Capriles)“; “ahora el desodorante vale menos, el problema es que nos vamos a poner como  los europeos, no usaremos desodorante” y “venía escuchando a quien hoy gobierna por Twitter, porque a Venezuela hoy la gobiernan por un teléfono”. ¿Cree que Twitter es un teléfono? ¿Tanto? ¡No puede ser!

 En algunos mítines ha vociferado: “Las misiones tienen un lugar importante en la vida de muchos venezolanos, por eso propongo una ley que garantice su funcionamiento”. ¿Y en que parte reside este candidato? ¿No se ha dado cuenta todavía de la operatividad de las misiones en Venezuela? Ha referido también: “yo he escuchado a los señores del gobierno que van a comprar un submarino, otro satélite, y uno dice ¡Dios mío! en qué país vivimos, habría que ver sin con un submarino van evitar que asalten a los pescadores yo no sé si con el telescopio.” Tremendo dislate, supongo que pretendió decir con el periscopio. 

 Desmintiendo las acusaciones que le hacen de la evidente violencia en su campaña, señaló con una seriedad que nunca antes le había visto: “A Ismael le pegaron una piedra, al otro le metieron un huevazo, explícame, dime tu, con lo cara que están los huevos, quien va a tirar un huevo. Seamos honestos”.

 Y en torno del revolcón que les dio Chávez con la Ley del Trabajo se sacudió diciendo: “Yo en estos momentos soy un empleador”; igualmente llegó a Chivacoa, estado Yaracuy y soltó: “saludo a la gente de Coquivacoa”. No conoce el territorio nacional. No sabía cómo se llama la población dónde llegó. ¡Ni remota idea! Es un turista en Venezuela.

 Como pueden leer entonces, mis amigos lectores, a Capriles Radonski sólo le falta decir: “si me matan y me muero”, “pedir peras al horno” o “llegar a una isla rodeada de agua por todas partes” y zambullirse.

albemor60@hotmail.com

@AlberMoran



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Alberto Morán


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