Imposible que un premajunche haga lo que piensa y que aún trata de disimular

Se puede o no simpatizar con Chávez, pero negar que el país ha
cambiado, que la pobreza y la miseria han disminuido enormemente, que
el pueblo tiene hoy mucho más acceso a la salud y a la educación; que
por fin, millones de familias tienen justificados motivos para soñar
con una vivienda digna es de imbéciles y de fanáticos.

Lo mencionado obviamente no recoge ni la mitad de la gestión del
gobierno de Chávez, pero sin lugar a dudas representa la base del plan
de gobierno que el Presidente ofrecerá a los venezolanos en la venidera
campaña electoral. No necesita más, sólo tiene que mostrar sus logros
y proponer seguir trabajando en cada uno de ellos, para mejorar la
calidad de vida de las inmensas mayorías.

Esto, sumado a la falta de propuestas; poca imaginación, formación
intelectual y carisma de los candidatos de la derecha es lo que le hace
la vida de cuadritos a la oligarquía venezolana. No tienen ninguna
posibilidad de derrotar a Chávez en este, ni en ningún proceso
electoral cercano.

Hagamos, sin embargo, un ejercicio de imaginación y supongamos por un
momento que la derecha, con cualquiera de sus seis candidatos, ganara
las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre, ¿Qué ocurriría
en Venezuela?

Para nadie es un secreto, pues ellos mismos lo han vociferado a los
cuatro vientos, que el primer objetivo de la oligarquía venezolana, y
por ende de sus candidatos, es desmontar lo que ellos han dado por
llamar el andamiaje chavista en el Estado. Mas ¿Es esto posible? ¿Qué
posibilidades de éxito tendrían de intentarlo?

Lo primero que hay que considerar es la posición que asumiría el
chavismo en la oposición y con ello, la millonada de gente que en él
milita. Suponer que los pobres se resignarían sumisamente a perder
todo lo que en los últimos años han logrado es por lo menos de
pendejos.

Eso es lo que no ha hecho la oligarquía venezolana. Ellos piensan que
su problema es Chávez y que le bastaría con ganar unas elecciones
presidenciales para volver a sus andanzas del pasado y confinar a los
pobres nuevamente a sus cerros y sus ranchos.

Esa tesis es una demostración de que lo burguesía venezolana, además de
apátrida, es torpe y sin visión política. No en balde sus actuales
representantes crecieran dirigiendo una clase política que lo único que
aspiraba era a una parte del pastel. Nunca se prepararon para enfrentar
un movimiento dispuesto a desplazarlos del poder y a quitarle sus
privilegios.

Siguen jugando a una política de tontos; sin planes, sin estrategia y
sin ver la realidad en su justa dimensión. Menosprecian el trabajo de
organización política del chavismo en estos últimos doce años y la
capacidad de respuesta del pueblo. Tal pareciera que en su torpeza no
ha pasado por sus mentes que hay una mayoría indiscutible de chavistas
en la Asamblea Nacional, que saben que se juegan la vida con la derecha
en el poder... Allí encontrarían su primer freno en el intento de
volver al pasado.

¿Qué lo van a hacer a sangre y fuego como les enseñó Rómulo, Caldera,
CAP y otros? Esa pendejada significaría que la Fiscalía General de la
República, el Tribunal Supremo y de la Defensoría del Pueblo estarían
pintados en la pared, lo cual obviamente no está cerca de la realidad.

Es que aún si el chavismo pasara a ser minoría, su capacidad de
respuesta, organización y movilización sería enorme ¿Cómo
controlarían a millones de pobres convocados a defender sus derechos y
conquistas?

Pensar hoy en una Fuerza Armada reprimiendo y asesinando el pueblo para
defender los intereses de una oligarquía sedienta de venganza y poder
es una ilusión irrealizable. Allí se toparían no con un freno, sino
con una amenaza muy seria.

Ahora, pensar como algunos lo hacen en otro decreto al mejor estilo de
Carmona, sería un suicidio.
Aquí no hay manera de volver atrás. Las condiciones aquellas de una
izquierda débil y desorganizada que les permitió saquear el país ya no
existen.

En resumen, un retorno de la derecha es por ahora imposible; pero
apegándonos a nuestro ejercicio de imaginación, solo tiene dos vías: O
respeta los logros del pueblo o promueve un caos del cual saldría con
las tablas en la cabeza. El país ardería por los cuatro costados si al
pueblo intentaran arrebatarle lo que ya considera suyo.

Esa es la razón por la cual Chávez afirma que lo que más le conviene a
la derecha, a los empresarios y a la misma oligarquía es que él
continúe en el poder.

arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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