En honor a la verdad, María Corina es experta en estas cosas de la franqueza impulsada por el afán del poder a como dé lugar. Su pasado, ni tan pasado, es categórico al revelar detalles.
La Maricori no tuvo empacho en respaldar el golpe de Estado del 11 de abril de 2011. Su nombre reposa aún –así será por siempre– en el decreto infame del que se valió Pedro Carmona Estanga para validar aquella avanzada fascista, derrotada por la también franca disposición del pueblo a impedir su éxito. Sincerota la Machado, pues.
Tampoco tuvo empacho para intentar públicamente que una cosa llamada Súmate, desplazara de la psiquis del colectivo la autoridad que en la materia puede tener sólo un ente como el Consejo Nacional Electoral. Hay que reconocer que se movió como verdadera avispita y que en determinados sectores, sobre todo del este citadino, alcanzó buena parte de su aterrador propósito.
Ni hablar de su encuentro con George Bush, el mismo que ahora es solicitado por Amnistía Internacional señalado de violar el derecho mundial cuando autorizó que sus soldados torturaran a detenidas y detenidos en países invadidos. ¡Vaya amigo tienes María!
Ahora, la Machado nos sorprende (en realidad no; es un decir) con otra “audaz” declaración: fomentaría desde Miraflores (palacio del que salió en carrera hace más de 9 años) un disparate que bautizó como “capitalismo popular”. ¿Qué es lo bueno de que nos diga esto?: que despeja –ella solita– cualquier duda que algún inocente haya albergado sobre sus intenciones como –hipotética– presidenta de la República.
Dejémonos de cuentos: capitalismo es capitalismo donde sea, póngale el apellido que le ponga y más peligroso aún si apunta a las clases populares como lo abandera la susodicha.
Lo bueno de la Maricori es que no teme a la verdad. Entiéndase: que de llegar a la presidencia (¡susto!), encendería el motor del retroceso en el que nos mantuvieron durante 507 años, de Cristóbal Colón para acá.
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