Simulacro de victimización

Tal como estaba previsto en el cronograma diseñado por el CNE, para el proceso de elecciones parlamentarias del 26 de septiembre, el pasado domingo 22 se llevó a cabo el simulacro. El objetivo fundamental de esta actividad era la puesta a tono de la plataforma electoral, a través de pruebas piloto para el acto de votación, escrutinio, transmisión de datos y totalización. Además de ser aprovechado por las organizaciones políticas que postularon candidatos, para movilizar a su militancia de manera de familiarizarla con el sistema.

Pero una vez más el oposicionismo, que no desperdicia oportunidad para hacer galas a su conducta fascista, acudió con la única finalidad no de ejercitar y familiarizar a sus electores con el proceso, sino de asumir en todo el territorio nacional una conducta de provocación a la militancia revolucionaria y agresiones a los dignos miembros de nuestra Fuerza Armada Nacional, que también adiestraban a sus integrantes en el Plan República. Buscando constantemente el conflicto, claro está, siempre escoltados por cámaras fotográficas y de TV.

Obviamente, al tratarse de una sistemática y recurrente conducta en todos los centros de votación del país, aplicando el método deductivo se establece claramente que este guión forma parte de un plan orquestado en conjunción con sus grandes medios, que se ponen en evidencia cuando en sus noticieros y primeras páginas de los diarios de circulación, tanto internacional como nacional y regional, la noticia relevante de éxito logrado por el CNE en la puesta a tono de la plataforma tecnológica que garantiza la fiabilidad y transparencia de proceso electoral, fue censurada por sus líneas editoriales. Paradójicamente, la noticia que copó la escena mediática fue el simulacro de victimización de los opositores. Aplicando al pie de la letra la receta de los enemigos históricos de los procesos emancipadores de los pueblos, quienes antes de ejecutar acciones para someterlos a su interés nacional, aplican a la opinión pública intensos bombardeos comunicacionales, buscando anuencia para emplear cualquier tipo de intervención a través de la criminalización del gobierno y sus seguidores.

Si alguien tiene dudas del uso de la criminalización como arma política, basta con revisar la historia de América Latina y encontrará innumerables ejemplos. Los más recientes son el caso Zelaya en Honduras, la satanización de Rafael Correa como protector de la insurgencia Colombiana por decidir soberanamente retirar la base militar de Manta, y para el caso Venezuela, no sólo han apelado a los tradicionales métodos como asociación al terrorismo, el narcotráfico y la inestabilidad de la democracia, sino que en los días previos al 11 de abril de 2002 le acuñaron la matriz de violentos a los círculos bolivarianos y de esta manera emplazar a sus francotiradores para acusar al comandante Chávez y materializar el golpe de Estado.

Por esta razón, ante la violenta, incívica y antidemocrática conducta asumida por la oposición durante el simulacro electoral hay que estar claros, que tanto ellos como sus amos entraron en conciencia de que por la vía electoral no van a derrotar a la Revolución Bolivariana. Por tanto, debemos activar las antenas y prender las alarmas de alerta temprana, revistiéndonos de mucha conciencia para no morder el peine de la provocación, estando claros que los opositores, ante la falta de votos, buscarán la más mínima oportunidad para apelar al expediente de la violencia y tratar de enlodar el proceso.

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Pedro Carreño


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