Gracias a la Misión Vivienda “tengo plena libertad”

Gonzalo Roa y su testimonio

Gonzalo Roa y su testimonio

Credito: Hector Lozano

20 oct. 2013 - La camioneta blanca rotulada con el logo de la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada (Unefa) se detiene frente a la entrada del edificio. Cuatro habitantes del urbanismo voltean hacia el transporte y observan como, con la ayuda de una rampa mecánica, desciende del vehículo un individuo en silla de ruedas.

Culminada la maniobra el hombre da las gracias al chofer, se despide y deja que una mujer adulta tome el mando de la silla y lo ayude a recorrer los escasos metros que hay desde la avenida Fuerzas Armadas hasta la puerta principal. Los vecinos, un hombre y tres mujeres, saludan a Gonzalo Roa del Puerto (46 años) y a su madre, Teresa de Jesús Puerto (66 años), quienes se detienen en la entrada y esperan que seque el piso recién coleteado. Son las 5:30 pm.

“Cuando vivía en el barrio todos los días llegaba a mi casa entre nueve y diez de la noche. Era muy complicado el tener que trasladarme desde mi trabajo, en la sede de la Unefa, en Chuao, hasta la parte alta del barrio El Cardón, en el sector Carapita, en la parroquia Antímano”, señaló Gonzalo, y agregó que quizá habría vivido en ese lugar “el resto de su existencia” de no ser por el giro que tomó su vida después de la vaguada de 2010.

Gonzalo nació y se crió en la casa número 11 del Barrio el Cardón. A los 12 años sufrió un accidente por arma de fuego. “Mi papa dejó el revólver sobre la mesa del comedor y mi hermano mayor lo agarró y se le disparó. A partir de ese momento estoy en silla de ruedas”, explicó.

Gonzalo, su madre y su sobrino integran una de las familias que habitan el urbanismo Fuerzas Armadas Sur (Apartamento 1-06). Es un edificio de ladrillos rojos con una altura de 12 pisos que en total alberga 96 viviendas dignas construidas por el Gobierno Nacional mediante la Gran Misión Vivienda Venezuela. Los apartamentos son de dos habitaciones, un baño y con una cocina-comedor y una sala amplia. Fueron entregados con una nevera, una lavadora, la cocina, una cama matrimonial y una litera. En cuanto al juego de muebles. Los vecinos informaron que la entrega “se retrasado un poco”.

Entre los equipamientos que contiene el urbanismo están cuatro locales para el desarrollo de empresas de producción social, un parque infantil y 19 puestos de estacionamientos y una plaza con áreas verdes donde -mediante diversas actividades- se promueve el encuentro de la comunidad.

CONOCIÓ AL PRESIDENTE

Roa relata que una vez tuvo la oportunidad de compartir con el presidente Chávez en una actividad en el teatro de la Academia Militar de Venezuela con motivo de la celebración del doceavo aniversario de la Unefa

Recuerda que en esa oportunidad el Comandante eterno se molesto debido a que los portanombres que identificaban al grupo de personas con discapacidad decían “discapacitado”. “Él se molestó muchísimo, le llamó la atención a los organizadores y después dio una cátedra sobre la diferencia entre estas dos apreciaciones. Era un hombre con un criterio amplio”.

“Ese día el comandante me preguntó de dónde venía yo, y solo respondí que de Antímano. Nunca le comente que era un refugiado de los que había perdido su casa durante la vaguada de 2010. Cuando llegué al refugio por la noche los vecinos me contaron que me habían visto por la televisión y me preguntaron por qué no le había contado a Chávez sobre mi situación. Ellos estaban seguros de que si el Presidente se hubiese enterado acerca de nuestro estado la adjudicación de vivienda hubiese sido más rápido”,

ZONA EN ALTO RIESGO


En el año 2010, el 29 de noviembre específicamente, el cerro que se encontraba al frente de la vivienda que compartía con su familia cedió ante las intensas lluvias “y tapio una buena parte de la casa”. “Allí vivíamos mi mamá, mi hermano, mis dos sobrinos y la esposa de uno de ellos. También la habitaban mi sobrina de un año y mi papá Martiniano Roa (72 años). La casa era grande, tenía 6 niveles: tres plantas desde la carretera haciua abajo del cerro y tres pisos más desde la carretera hacia arriba. Tenía 10 habitaciones, de las cuales 8 estaban alquiladas”, señaló.

En 2008 la casa fue declarada en alto riesgo por funcionarios de Protección Civil. Variadas y profundas grietas habían debilitado la estructura y representaba un peligro permanente para sus habitantes. Al respecto Roa apuntó: “No habíamos salido de ella porque no teníamos para donde irnos, pero después de los sucedido en noviembre de 2010 no nos quedó otra alternativa”.

Recuerda que aquel día llovió intensamente. “No paraba de caer agua”, dijo. El cerro del barrio el Bicentenario “se desplomó por completo” y parte del derrumbe tapio metro y media su casa. “Todo el frente”. Relató: “El pantano bloqueó la puerta principal, solo pudimos salir gracias a la ayuda de un grupo de vecinos quienes hicieron una trocha y abrieron la entrada. Salió mi familia y a mí me sacaron cargado”.

Más de 30 familias abandonaron el sector ese día. Fueron trasladadas hasta la escuela Miguel Otero Silva, en Antímano, la cual estaba había sido habilitada como refugio provisional por la Alcaldía del Municipio Libertador. “Era problemático, sobre todo para una persona con discapacidad. Eso lo entendieron las autoridades y tomaron la decisión de trasladarme hasta el modulo de Barrio Adentro ubicado en Antímano. Allí viví un mes”, refirió.

NO ESTUVO MAL

Al regresar a la institución educativa debió compartir un salón con otras ochos familias. “Pero sin embargo no la pasé muy mal”, acotó. En ese lugar se alojó junto a su familia durante cuatro meses. Después de los carnavales de 2011 fueron trasladados al edificio La Nacional, sede de la Alcaldía de Caracas y de Protección Civil ubicado en la avenida Baralt, frente a la estación del Metro de Capitolio.

En el nuevo albergue los ubicaron en el primer piso del edificio. Un espacio amplio con cubículos privados. Tenía cuatro baños. No había ascensor. Gonzalo había comenzado sus labores e la Unefa y tenía la necesidad de subir y bajar las escaleras del edificio por lo que requería contratantemente de la ayudada de sus vecinos. “Gracias a la intervención de un ingeniero graduado de la Unefa que trabajaba en la Alcaldía, fue considerado mi caso y se tomó la decisión de mudarme junto con mi mamá a una oficina ubicada en planta baja. Era más pequeña pero tenía un baño privado”, indicó.

Explicó que por su condición, y debido a su trabajo, participo poco en las actividades organizadas en el refugió. No obstante, formó parte de la vocería de salud del albergue, en la que admitió tuvo poca participación. Recuerda que inicialmente la alimentación corría por cuanta de la institución, sin embargo, a causa de la disconformidad de algunas de las y los habitantes, posteriormente, esta tarea fue delegada en cada una de las familias.

La estadía en el refugio fue de casi dos años y medio. La larga espera culminó con la noticia de su adjudicación en el urbanismo Opppe-48. Eso sucedió en febrero de 2013. “Fue uno de los días más felices de mi vida. Con la entrega de esta vivienda mi vida y la de mi familia dieron un giro de 360 grados. Antes, cuando vivía en el barrio me levantaba a las cuatro y media para tomar el yip, y muchas veces los choferes no se detenían al ver la silla de ruedas. De 40 transportes solo cinco se paraban”, explicó.

Asegura que ahora le es más fácil salir de su casa. El urbanismo se encuentra cerca de las estaciones del Metro de La Hoyara y de Nuevo Circo. “Yo no salía los fines de semana. Ahora acostumbro a pasear con mi mamá. Vamos a la Plaza Bolívar a tomarnos un chocolate o a participar en las actividades organizadas por las instituciones en los espacios públicos. Y todo esto sin estrés. Tengo plena libertad, algo que no tenía”, apuntó.


DE CRITERIO AMPLIO

En julio ocuparon el apartamento 1-01 del urbanismo. Comentó: “Ese día lloramos de la alegría y lamenté mucho que el Presidente no estuviese vivo para que viera la entrega de nuestro apartamento. Esto se lo debemos solo a él. Es primera vez que algo parecido se ve en Venezuela y hay que ser agradecido. Creo que el presidente se nos fue muy rápido”,

Gonzalo reitera que, solo con un gobierno como el del presidente Chávez, los venezolanos de pocos recursos pueden optar a las reivindicaciones sociales que le fueron negadas en el pasado. “Gracias a Chávez ahora el pueblo conoce sus derechos y los exige. El nos mostró el camino por ser un hombre de criterio amplio que con su ejemplo trataba de devolverle al mundo la creencia en los valores”, opinó.

CREYENTE DEL PROCESO

Este luchador estudia cuarto semestre de administración y gestión municipal en la Unefa, donde además labora como parte del personal de la sala tecnológica de atención para la usuaria y el usuario con discapacidad. Antiguamente cursaba la carrera de ingeniería electrónica, la cual debió abandonar por sufrir de retinosis pigmentaria (afección de origen genético y carácter degenerativo), afección que lo alejó de su ocupación como técnico en electrónica, y también de la práctica del baloncesto y del atletismo, otras de sus pasiones.

Como fiel creyente de este proceso de cambios, no desaprovecha las oportunidades. Es por eso que ha viajado dos veces a La República de Cuba para ser operado de su dolencia visual e intentar detener el avance progresivo de la perdida de la vista. “Estoy súper agradecido con el presidente Chávez por todas las puertas que esta Revolución ha abierto a las personas con discapacidad; sobre todo con la promulgación de la Ley para Personas con Discapacidad la cual contempla la obligación de las empresas de incorporar en su nómina 5% del personal con discapacidad”, explicó.


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