06-02.
ANPA, noticias del pueblo, Desde hace 5 años un grupo de maestras interinas
sostienen un precario ambiente escolar en un galpón, costeado con parte de sus
salarios, para atender a 357 niños y niñas que junto a sus familias trabajan
clasificando basura en le relleno sanitario del municipio Jesús Enrique Losada
del estado Zulia.
La
escuela de la Basura
La jornada diaria de estos
menores consiste en levantarse a las 5 de la mañana para asistir a la escuela hasta las 11 de la
mañana, de donde deben ir a trabajar junto a sus padres en la dura jornada de
clasificación de desechos para los intermediarios de empresas reutilizadotas
que pagan por peso el material clasificado, a la dos de la tarde hay un breve
descanso, para comer algo según las posibilidades que les de lo que vendieron
en la jornada matutina. Hay poco ahorro en el basurero, se come al día según lo
que se hace, no hay mañana para estos venezolanos y para sus hijos e hijas.
Luego de un breve descanso la tarde y la noche son otra oportunidad para “hacer
el día”, para completar la jornada, vendiendo lo que los desechos cuerpos de
los trabajadores de la basura necesiten para mitigar su cansancio y su
cotidiana desesperación.
La maestras de la Unidad Educativa Nacional “La Ciénaga”, han tenido una
dura experiencia, mitigada por lo que a nuestros ojos parece ser una vocación milagrosa,
difícil de entender en medio de tantas
limitaciones. Pagan el galpón donde imparten enseñanza de sus propios salarios,
dicho local no tiene instalaciones sanitarias y consiste en dos ambientes en
los que se acomodan trescientos cincuenta y siete estudiantes, de tal manera
que las siete maestras de educación básica puedan acomodarse con sus secciones
tratando de molestarse lo menos posible.
Una de las maestras, de
origen wayúu, Elizabeth Pirela (Epiayúu), enseña en su lengua originaria a sus
alumnos, los lleva para un terreno cercano, inventando dinámicas, juegos y
paseos para huir del bullicio y el calor del galpón, por sus estudiantes y
también para mitigar el hacinamiento de los que se quedan.
Para que estos estudiantes
puedan sostenerse en la escuela hay que trabajar con sus padres, visitarlos en
sus casas, ir a motivarlos y peleárselos a la dinámica laboral del basurero,
casa por casa en los barrios que rodean el relleno sanitario: Paraguachón,
Villa Jerusalén, Chicho Troconis, La
Marina, La
Amalia, 1ro de mayo y El Edén entre otros. Esa es una tarea
más de las muy originales que han asumido las maestras de la Unidad Educativa Nacional la Cienaga.
Una
conquista de la comunidad, los estudiantes y sus maestras…
Muchas solicitudes a gobiernos
e instituciones, empresas públicas y privadas recibieron y sellaron las cartas
de las maestras de “La Cienaga”,
promesas vanas y nada de respuestas efectivas a las urgentes necesidades de
infraestructura y dotación de esta escuela. Hasta que por fin la Empresa Chevrón, visitó el
relleno y se comprometió a aportar la construcción de la escuela, como parte de
la política de donaciones y desarrollo social de esa empresa. Única condición,
que el terreno que proponían los vecinos y las docentes fuera cambiado por uno
que tuviera propiedad regular, ya que la escuela, como todo el hábitat de la
zona, funcionaba en terrenos ocupados por la comunidad. Acudieron a la Alcaldía del Municipio
Jesús Enrique Losada, que anteriormente había desatendido todos los petitorios
de los afectados, y tratándose de la gran empresa, amablemente les cedió un
terreno.
Así comenzó a construirse la
esperanzadora sede de la U. E.
La Ciénaga,
en adelante todo iba a estar bien, por que tarde o temprano se mudarían a una
sede digna, que convocaría por si misma a un futuro mejor. La construcción duró
un poco más de un año, en un terreno lejos del Relleno Sanitario, al lado de
otra escuela, La U. E.
“El Molino”.
En la noche de hoy 06 de
febrero, mientras la comunidad se retiraba de la Alcaldía del Municipio
Jesús Enrique Lossada, despojada de su sueño, pero en pie de guerra, se escuchó
de boca de una funcionaria, “si querían una escuela bolivariana para ellos, no
debieron aceptar que se les construyera en un terreno municipal al lado de una escuela
estatal”. Tarde aprendió la comunidad del Relleno Sanitario que la mayoría de
las veces el estado y la burocracia tiene intereses distintos a los del pueblo.
Hace 4 meses en octubre,
escuchamos rumores de que nos iban a quitar la escuela, que iba a ser combinada
con la unidad escolar vecina, para suplir la necesidad de dotación e
infraestructura de esta. Los rumores se sostuvieron. El pasado viernes 03 de
febrero la empresa Chevron Texaco, plantó una valla anunciando la entrega de la
nueva sede de la U. E.
Nacional “La Cienaga”
y el mismo día llegó una cuadrilla del municipio, a borrar el nombre de la
escuela y colocaron el nombre de la vecina Unidad estadal “El Molino”.
Inmediatamente la comunidad
de representantes de la
Escuela “La
Cienaga”, se movilizó sobre la dirección de educación y
cultura municipal, a exigir una explicación a las autoridades esta anormal
situación, unos 100 representantes de la Cienaga asistieron a la protesta, acompañados de
algunos niños y niñas, (los más pequeños, no podían dejarlos solos), se
escucharon los discursos vecinales y la persistente consigna “queremos la
escuela”, y los gritos “ahora si hay alcalde, después que otro le hizo la obra”.
Mientras tanto en la oficina se realizaba una reunión a puerta cerrada, en la que
le fue negada la participación de los representantes y docentes de” La Cienaga”; adentro estaban:
El Alcalde, autoridades escolares nacionales, estadales y municipales. Una hora
de reunión y la directora municipal tomó vocería para informar que el acuerdo
al que llegaron todos los funcionarios era que la edificación no sería ni de
una ni de otra escuela, sino un “complejo” escolar que junto con la escuela el
molino, atendería los 352 estudiantes del relleno Sanitario y 650 estudiantes
del molino, y la ñapa, para los hambrientos: la merienda escolar ¡por un año!.
La comunidad indígena
trabajadora del relleno airada y dignamente rechazó la oferta para desconcierto
de los funcionarios, El Alcalde Mario Urdaneta se escurrió del lugar y nunca
dio la cara y la comunidad resolvió mantenerse movilizada y exigir la entrega
de la escuela a la comunidad educativa de la Escuela Nacional La Cienaga. “la escuela fue
bregada por nosotros y nuestros niños la merecen, requieren atención especial y
esto es una maniobra injusta” “no lo permitiremos y no dejaremos la calle hasta
que rectifiquen”, “Por las buenas o por las malas, nunca hemos tenido nada y
nada perderemos, vivimos en un basurero”.