Los ataques al camarada Mario Siliva

Empiezan el discurso estos señores por distinguir la sinonimia de las voces absolutismo, tiranía, despotismo, vulgar, que el pueblo según ellos, confunde, y si realmente las confunde del todo, que lo dudo, no van del todo descaminados, por aquello de que estos señores son los mismos perros con distintos collares. El pueblo podrá no ver siempre las sutiles diferencias que aprecia el ojo de estos señores, pero tiene un fino instinto para ver la verdad real bajo la variedad aparente.

Esta primera parte de los discursos de estos señores tienen poco de notable, sólo veo en ellos un pasaje en que dan a entender que la hipótesis tirana puede llegar a imponer la dictadura como un bien relativo.

Estos señores desean se sustituya la confrontación del proyecto socialista, con la autarquía nacional. Pero, es el caso, que hemos leído despacio sus discursos y aún no sabemos qué sea esa autarquía, gracias a la indecisión, vaguedad e inconstancia de las ideas que andan por los tales discursos.

Entran estos señores por fin en terreno. Ya en más adelante nos dicen que, incompatibles la filosofía y el derecho nuevo con el dogma de la caída del hombre, por la culpa primera, y del estrago que produjo en las potencias del pueblo, apenas se avienen a reconocer que la libertad sea pecable; nos dicen también que la perfección y hermosura, como deíficas del hombre, constituyen la tesis, el postulado y el corolario de las metafísicas anticristianas que necesariamente han de trasladar al pueblo los atributos divinos.

De este pasaje se deduce que estos señores creen que vivimos en pleno panteísmo y que todos los socialistas somos krausistas o hegelianos al modo de Hegel. Y ni aun esto, porque deben saber de sobra que eso de que los panteístas hacen a todo Dios y dan al hombre atributos divinos no pasa de ser un juego de palabras basado en doble sentido del vocablo de Dios, juego de palabras que ha procurado a los tratadistas neoescolásticos argumentos pueriles y ridículos, haciendo ver la contradicción que hay entre las cualidades humanas y los atributos del Dios personal, que no es de quien se trata.

Otra cosa que olvidan estos señores con harta frecuencia es la importancia de la asociación para la lucha, que hace que, uniéndose por sentimiento de solidaridad los débiles, puedan resistir y aun con el tiempo vencer a los fuertes.

Cada día se ve mejor el inmenso número de seres degenerados que han retrogradado. Lo son la enorme muchedumbre de los parásitos. Animales de cierta inteligencia y vivacidad dan con otros a cuyo arrimo pueden mantenerse, se les incrustan, se alojan en ellos, toman de ellos su alimento ya preparado y, como no tienen que ingeniarse para hallarlo y se encuentran muy a gusto, se les va atrofiando la inteligencia y casi todo lo que no sea el estómago y sus dependencias y anejos. Así acaban por convertirse en un saco membranoso, en animales-estómago, totalmente estúpidos.

Pero estos señores no se dan por vencidos, dicen que todos los distingos y evasivas ideadas por la filosofía y el derecho naturalista para liberarse del colosal absurdo, el de la impecabilidad, han sido intentos vanos, y añaden que, aunque muchos sonrían de desdén, no es razón de ocultar que, a las alturas presentes de evolución racionalista, el problema del derecho natural se halla en el mismo estado en que lo encontraron. Es natural, el que está gozando de lo que robó su padre o abuelo, o de lo que recibe del robo ajeno, se presentan siempre más moralistas que los que están robando más o menos claramente; el usurero es más moderado que el estafador.

Hasta en los más mínimos detalles se descubre el carácter de la lucha. Estos señores de espíritu conservador, apegados a lo tradicional y viejo, que están añorando los tiempos idos del puntofijismo; y los que sentimos impulsos hacia los tiempos nuevos, estamos por el socialismo. ¿Y estos tranquilos pesimistas podrán ser molestados por un hombre del pueblo al que agrede Globovisión y todos los medios de comunicación comercial diariamente? Por mi parte, veo en la soberanía de Mario Silva el santo deber de defender con toda la fuerza de sus convicciones, que a la larga se identifican con el instinto ciego del pueblo, que vale mucho más que la razón de estos señorones por lo mismo que es instinto.

Salud Camaradas.

Hasta la Victoria Siempre.

Patria. Socialismo o Muerte.

¡Venceremos!

manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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