Liderazgo mediatizado

La exagerada influencia de dos gremios ha mediatizado la capacidad de análisis del liderazgo político. Ciertamente, las reminiscencias medievales de dos instituciones que agrupaban mercaderes y artesanos pobladores de los burgos, y pregoneros y juglares han dominado la mente de aquellos que se dedican a la función política. Por ello, los estudios de estos se van a los contenidos de los mensajes de aquellos que tienen por ocupación actividades mercantiles (los propietarios de medios de comunicación masivos) y por los burócratas (periodistas) que configuran sus cuadros empresariales. Unos textos que indican intenciones, que en todo caso expresan deseos, nunca realidades. Pero cualquier mortal conoce que hay una distancia sustantiva entre los apetitos y su satisfacción. Que entre unos y otros está el poder, expresión de capacidad de esfuerzo y voluntad de logro. Y la politología no puede confundirse con la preceptiva literaria, porque no estudia ni los patrones ni las reglas que informan la prosa y la poesía, explica y predice la capacidad de los agregados sociales para producir un orden que permita la convivencia entre sus miembros.

Analiza el poder público capaz de crear estructuras organizativas que contengan las tendencias al desorden, siempre presentes en una realidad material dinámica productora de entropía.

Por esta confusión, los políticos venezolanos de todos los signos están cometiendo un grave error desde la perspectiva de la teoría del conocimiento. Le están atribuyendo al contenido de la información transmitida por los medios masivos la causa de la alienación de la población.

Y una causa no es causa. La alienación, como patología mental, es el efecto de un sistema causal que incluye condiciones de indefensión del enfermo, además de todas las variables que están presentes en el proceso de socialización (para los escuálidos alienados, este no tiene nada que ver con la presunta cubanización de los venezolanos) del individuo. Y esa equivocación tiende a colocarlos en esa condición malsana. De allí que sus decisiones, producto de análisis realizados desde la óptica del preceptiva literaria, sean ineficaces e ineficientes desde la perspectiva política. Los unos y los otros creen que envenenando los mensajes van a acentuar una polarización que sólo existe en sus mentes, creada por la influencia de esos anacrónicos gremios. Tal situación no existe en la opinión pública venezolana, que como toda conducta social se ajusta a la curva normal. 42% de la población adulta no está ni con una ni con otra de las posturas políticas que se disputan el poder.

Por ello tal polarización es un mito. La realidad es que hay que persuadir a ese inmenso porcentaje de venezolanos sobre la racionalidad de las posiciones. Y en ese sentido, por su raíz científica, tiene mayores probabilidades de éxito la postura socialista. Sin embargo, nuestra fracción está embarcada en esa guerra virtual, perdiendo el tiempo para la acción didáctica y el esfuerzo constructivo implícito en el establecimiento de esa contracultura que es la antitesis de la bárbara cultura impuesta por el capitalismo.

alberto_muller2003@yahoo.com


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Alberto Müller Rojas


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