Degradación y catástrofe son los procesos imperativos de la sociedad actual, según el sociólogo francés Edgar Morín, es el fin de una cultura y sus postulados ante la supremacía de lo técnico, lo que el pensador francés denomina la muerte perenne de los espacios de la comunicación , "cara a cara", interpersonal, donde hemos irrumpido ante un nuevo escenario a partir de las pautas impuestas por los mass media, internet, el teléfono celular, la mensajería de textos, el chat y los blogs.
Esta muerte ha venido arrastrando de forma inevitable a los periodistas tal como los conocemos hoy día, declarando su fin después de más de 100 años (periodismo moderno, de haber mantenido, casi inalterable su supremacía y el monopolio de la intermediación entre los hechos y el público.
La metástasis que sufre el periodismo, se hizo evidente cuando se comenzó a diagnosticar su anquilosamiento estructural sobre la realidad, y comenzó a agotarse la pretendida formula de postular y valorar lo que era noticia, mecanismo a través del cual se ponía en movimiento ese carrusel de contenidos preformateados –el viejo truco de la circularidad de la información-, aunado a esto su consabida imposibilidad de promover procesos de intercambio (salvo los controlados por ellos mismos) "…e integradas al proceso de emisión – como indicó Jean Baudrillard una década atrás", a través del cual lo político delegaba en los Mass Media del establishment, el control y el dominio social. Ya el periodista no le es útil a los estratagemas del poder para codificar una realidad que les resulte "manejable", ya el periodista ha perdido todos sus privilegios.
Para otros pensadores que han venido reflexionando en torno a la figura del periodista, como Ignacio Ramonet, esta profesión bajó de estatus y se "obrerizó", son como recipientes que trasladan información la trascriben –las más de las veces- según cierta recetas y pautas: "los periodistas, son hoy obreros anónimos de una cadena de montaje, igual que Charlot en la película «Tiempos modernos» (Charles Chaplin), trabajadores que retocan partes de agencia y comunicados de políticos, alimentan la maquinaria, envasan mercancía informativa, sin identidad en el oficio y sin gozar de ningún estatus social. No lo tienen fácil los nuevos licenciados".
Como todo organismo guarda en si mismo el germen que lo aniquila, "el modelo civilizador -como apunta Juan Barreto- no deja nada al azar", de allí que ante la "extremaunción" del periodismo por el intermedio tecnológico, se haya generado toda una plataforma que prefigura un nuevo sistema y propone una aparente disolución de las fronteras (entre el periodista y sus audiencias), que permite, a través multiplicidad y la metamorfosis mediática el uso del ciberespacio para promover la contigüidad y lo simultaneo de la información en todo el orbe: "La Internet es una metáfora de la nueva realidad del conocimiento, que no está ya concentrado en unos pocos centros sino disperso en toda la red" (E. Morin).
Esta nuevo formato de la información que algunos nostálgicos se empeñan en llamar periodismo digital (On Line), no es ejercido por periodistas, son ciudadanos comunes que con teléfonos móviles en mano toman fotografías, escriben breves crónicas, emulando el lenguaje de la mensajería de texto, muchas veces, y frente a los teclados de sus computadoras la ponen a circular en una red abierta donde miles de internautas podrán leerla, analizarla, discutirla, adicionarle, reenviarla, haciendo de ella, minuto a minuto, todo un acontecimiento global, sin que el periodista aparezca en ella por ningún lado; y haciendo que el ciudadano común crea, "ilusoriamente", estar permeado en ella, al hacerle seguimiento a cada agregado y estar permanentemente actualizado", cuando en realidad está adentrándose, sin darse cuenta, en la nueva trampa de la industria cultural.
En su libro "Crítica a la Razón Mediática", Juan Barreto señala: "La información actualizada de la industria cultural es el gesto de disuasión interplanetaria de la ingravidez de los signos de una cultura en su proceso de mundialización. La asepsia fascinante de semejante dispositivo de dominio no es comparable con los rudimentos de poder de ninguna cultura anterior, pues el modelo informativo-comunicativo, bajo el pretexto de objetivar la realidad para que resulte manejable, se ha convertido en el mayor punto de control que jamás haya existido: un hipermodelo de control de la opinión. Ante lo cual sólo queda como opción "la guerrilla asimétrica" del campo alternativo…"
Morín expone que el internauta al creerse parte de una comunidad global con el manejo de la información, cae en un contexto referencial aparente, limitante y contradictorio: "…es una ilusión creada por la ilustración y esconde, detrás de su aparente atractivo, una actitud reduccionista. Siempre estamos anclados en una cultura, en un contexto, y desde allí tendemos a mirar lo demás y a los demás. Lo que el desarrollo de las comunicaciones han permitido es la ilusión de la disolución de las fronteras. Pero la contradicción subsiste".
Cuando estamos finalizando estas líneas, no podemos dejar evidencia de que hay realidades donde se ven acelerados estos procesos, ya que no hay final sin decadencia previa: así parecen demostrarlo algunas de las actividades gremiales convocadas por el Colegio Nacional de Periodistas, seccional Carabobo, cuando anuncia un Teleradio para recoger fondos para periodistas con problemas de salud.
Es más fácil pedir limosna que sentarse con los grandes empresarios de la comunicación, para discutir el bajo salario y la negativa de pagarle horas extras a los profesionales de la comunicación, un Colegio que a nivel nacional, cuya elección fue promovida por el aparataje mediático, encabezado por Globovisión para hacer un uso político del gremio –empresa que por demás picherrea cada bolívar que puede a sus periodistas.
Porque el CNP no convoca a los señores del Bloque de Prensa –que agrupa a los mil millonarios propietarios de medios en Venezuela- y les insta a financiar recursos para el Instituto de Previsión y Seguridad Social para beneficio de todos los periodistas: jubilados y no. ¿A quien le están cuidando los reales? ¿A gente como los de El Nacional que recientemente botaron a un periodista de larga trayectoria en el área deportiva, que trabajó en esa casa editora por casi 30 años, sin ninguna consideración, como si fuera un verdadero miserable? O los de El Carabobeño, que no pagan sobretiempo, quizá los de Notitarde que boicotean y aplican terrorismo patronal cuando muy legítimamente los periodistas han intentado crear un sindicato para luchar por sus reivindicaciones? Mario Benedetti escribió una vez que cuando una mano se acostumbra a estirarse para recoger dádivas, es difícil que vuelva a cerrarse.
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