Los medios privados y la incitación al genocidio

¿RCTV = RTLM?

Acaba de salir publicado el informe “Los medios y el genocidio de Rwanda” editado por Allan Thompson (2007), con una declaración de Kofi Annan, publicado por Pluto Press y por el Centro Internacional de Investigación y Desarrollo de Canadá, disponible en la red en www.idrc.ca.

 

Señala Kofi Annan en la declaración, hecha ante la Escuela de Periodismo y Comunicación de la Universidad de Carleton en Ottawa, en donde se celebraba el Simposium sobre Los Medios y el Genocidio de Rwanda, que “los medios de comunicación fueron usados en Rwanda para diseminar odio, para deshumanizar la gente, y más aún para guiar a los genocidas hacia sus víctimas. Tres periodistas y propietarios de medios han sido encontrados, por el Tribunal Criminal Internacional para Rwanda, culpables de genocidio, incitación al genocidio, conspiración y de cometer crímenes contra la humanidad. Debemos encontrar una vía para responder a tales abusos de poder...”

Señalaba más adelante que “No puede haber asunto mas importante, ni obligación mas apremiante que la prevención del genocidio.”

 

Allan Thompson, en el prefacio del trabajo señala que los medios de comunicación, en el caso del genocidio de Rwanda, no respetaron los vivos y no fueron sinceros con los muertos[1]. “Los medios del odio en Rwanda—a través de sus periodistas, locutores y ejecutivos—jugaron un rol instrumental en el establecimiento de las bases para el genocidio, luego participaron activamente en la campaña de exterminación.

 

Este trabajo “explora el rol de los medios del odio en el genocidio de Rwanda... luego se refiere a una evaluación del veredicto de culpabilidad emitido por el Tribunal del Crimen Internacional para el juicio a los medios de comunicación en Rwanda y finalmente concluye con una sección sobre las consecuencias examinando el clima actual de los medios en Rwanda, las estrategias de intervención de los medios y el lugar que ocupa el genocidio de Rwanda en la cultura popular.”

 

“El propósito de revisar el rol de los medios en el genocidio de Rwanda no es solo para recordar. Aun tenemos mucho que aprender sobre este particular y examinar la manera en que periodistas y empresas de medios se condujeron durante la tragedia, esto no es solo un ejercicio histórico. Tristemente, da la impresión que no hemos discernido ni entendido completamente las lecciones de Rwanda.”

 

Al final del prefacio, Thompson señala a los lectores del informe que “para entender el número de muertos, imagine que cada palabra de este libro es el nombre de una de las víctimas. Este volumen completo listaría solo 200.000 muertos, una fracción de los muertos que se estiman cerca de un millón. Mientras usted lea este libro, mire cada palabra. Entonces piense en alguien que usted conozca.”

 

La situación que llevó a los medios a cometer el crimen de incitar el genocidio en Rwanda y que terminó con el salvaje exterminio de cerca de un millón de seres humanos, es brevemente la siguiente: El 18 de abril de 1994, dos semanas después que el avión del Presidente de Rwanda Juvenal Habyarimana se estrelló, el 6 de abril, acabando con la vida del presidente, Rwanda entró en un abismo. Antes de los exterminios y asesinatos que siguieron la muerte del presidente, virtualmente nadie prestaba atención a este diminuto país de Africa. Nadie había prestado atención al tratado de paz firmado en Arusha, Tanzania en 1993. Este tratado definía los detalles del acuerdo entre una población mayoritaria Hutu y la minoría Tutsi. Una fuerza de paz internacional fue enviada para velar por el cumplimiento del acuerdo. Sin embargo, poco se conocía de una “tercera fuerza” de opositores extremistas pertenecientes a los Hutu que no aprobaban el acuerdo firmado y no estaban interesados en la paz.

 

La voz de los Hutu era la estación privada de radio RTLM, establecida por esos extremistas. Esta estación de radio RTLM era también el eco de otro medio privado, igualmente extremista, el periódico Kangura. Una vez que el avión presidencial fue derribado por asaltantes desconocidos, el mensaje difundido por estos medios fue reiterativamente: “¡Los culpables son los Tutsi!, ¡ellos son el enemigo! y ¡Rwanda estaría mejor sin ellos!” Los asesinatos comenzaron casi inmediatamente en Kigali durante la noche del 6-7 de abril. Los representantes moderados de los Hutu, que estaban de acuerdo con la paz y la conciliación en Rwanda, fueron las primeras víctimas. Muchos cientos de miles de Rwandaneses fueron asesinados mientras se amontonaban en las iglesias para protegerse. Los escuadrones de la muerte lanzaban granadas por todos lados. En su frenesí, los asesinos cortaban el talón de Aquiles de sus victimas para luego regresar y finalizar su trabajo más tarde. Profesores mataron estudiantes, vecinos asesinaron vecinos...

 

En el año 2003, el veredicto en el Juicio a los Medios de los ejecutivos de la estación RTLM y el periódico Kangura, el Tribunal Criminal Internacional para Rwanda confirmó sin ninguna duda el rol de los Medios privados de comunicación en los asesinatos:

El periódico y la estación explícita y repetidamente, de hecho incesantemente, apuntaron directamente a la población Tutsi para destruirla. Demonizando los Tutsi y acusándolos de poseer inherentemente condiciones diabólicas, igualando grupos étnicos con “el enemigo” y presentando sus mujeres como seductores agentes enemigos. Los medios llamaron a la exterminación de los grupos étnicos Tutsi como una respuesta a la amenaza política que ellos asociaban con la etnia Tutsi.” (Veredicto del tribunal 2003: parágrafo 72)[2].

 

El Editor del libro señala que tal vez gran parte de la matanza hubiera podido evitarse de no haber sido por el papel jugado por los medios. Habían muy pocos periodistas internacionales en Rwanda y los medios nacionales no reportaban lo que estaba pasando. Lamentablemente, los únicos medios operando eran la estación privada RTLM y el periódico Kangura, que resultaron fundamentales en encender las llamas e implicar decenas de miles de gente común en un horrendo genocidio. Esto no exculpa, según el autor, a los medios internacionales que durante demasiado tiempo ignoraron también lo que ocurría en Rwanda. “Mediante su ausencia y su falta de observación y transmisión de los eventos, los periodistas contribuyeron con el comportamiento de los perpetradores del genocidio—Los cuales fueron empujados por la apatía mundial y actuaron con total impunidad.

 

Desde el 6 de abril hasta mediados de mayo, hace exactamente 13 años, estaba ocurriendo el genocidio de Rwanda incitado por los medios del odio. El General Canadiense Roméo Dallaire, en comando de las tropas de las Naciones Unidas estacionadas en Rwanda para el momento del genocidio, argumenta en este trabajo que “los medios del odio funcionaron esencialmente como la pista del genocidio y fueron usados como armas de destrucción. Señala igualmente Dallaire que los medios de comunicación internacionales influenciaron los eventos con su ausencia, que los medios del odio localmente fomentaron el genocidio y los medios internacionales esencialmente facilitaron el proceso dándole la espalda.

 

En uno de los trabajos del libro, el historiador francés Jean Pierre Chretien traza la evolución de la estación RTLM en la sociedad de Rwanda y describe cómo los organizadores del genocidio conspiraron para usar el espectro radioeléctrico para inculcar la matriz de “coartada democrática”, justificando así el exterminio de los Tutsi con el argumento falso de que ellos representaban una amenaza para la mayoría Hutu. Otro de los coautores del libro, Dari Li, explora en profundidad el impacto de la estación privada RTLM en sus oyentes, entrevistando docenas de personas entre su audiencia, los cuales admitieron haber participado en el genocidio, movidos por el mensaje de la estación. Mary Kimani, utilizó análisis de contenido de la estación RTLM para demostrar que los propietarios y periodistas de las estaciones privadas—no sus anunciantes ni los funcionarios del gobierno—eran los que utilizaban el espectro radioeléctrico para diseminar el odio.

 

Todas estas contribuciones se organizan en varios capítulos: Los medios del odio en Rwanda, La cobertura de los medios internacionales del genocidio, Periodismo como genocida – El juicio a los medios, Después del genocidio y el camino a seguir. Al final se presenta un epílogo escrito en el 2006, doce años después del genocidio. En él Thompson reflexiona sobre qué es lo que ha cambiado, si es que algo ha cambiado en este tiempo y termina con un grito de la humanidad a los periodistas para que asuman sus responsabilidades. La cruel realidad es que después de todos estos años, escasamente comenzamos a aprender la lección de Rwanda.

 

El odio que en la actualidad emana de los canales RCTV y Globovisión y la incitación que se materializó durante el Golpe de Estado, el sabotaje petrolero y las guarimbas, es evidencia que los medios del odio quieren seguir incitando al genocidio. Por la humanidad, ¡YA BASTA!

 

Traducción libre de Gilberto Buenaño

gbuenano@hotmail.com



[1] Haciendo referencia a las palabras del filósofo francés Voltaire “Debemos respeto a los vivos, a los muertos debemos solo la verdad”

[2] El texto completo del veredicto del Tribunal se anexa en el trabajo comentado en el Capítulo Tres.


gbuenano@hotmail.com



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