Será verdad que: ¿Sin tetas no hay paraíso?

He seguido por Aporrea y algunos programas de RNV, la pequeña algarabía mediática que se ha formado por una novela que tiene un título sonoro y una temática social fuerte, pero que en el fondo es muy cierta: se llama así, Sin tetas no hay paraíso. Es un título simple pero cierto, con una verdad que incomoda. Vivimos en una sociedad en la que todo ha sido reducido a mercancía negociable y transable: los zapatos, la casa, el carro, los estudios, la salud, el agua, el conocimiento, la vida, el amor y...las tetas.

La mayoría de las críticas que he escuchado me parecen más bien que defienden una cierta estética burguesa del lenguaje y de los estilos. Al parecer la teta es ahora grosería, esa teta que nos alimentó y nos abrigó es tremenda grosería. No debe aparecer como título de una novela porque ahora los adolescentes se pueden empezar a preguntar para qué
sirven las tetas. En realidad lo del título es lo de menos, pues, es entendible que en una sociedad falocéntrica como la nuestra, se perciba como amenaza que este vocablo surja y se exprese sin miramientos ni decencia ante el falo opresor. Es una grave afrenta a la falsa moral, propia de una sociedad machista, y para colmo de males, orgullosamente machista.

Por otro lado, y en ese mismo sentido, la novela es una dura denuncia a esa sociedad de antivalores que se ha conformado desde el poder y ante la cual no hemos sido lo suficientemente críticos. ¿Qué le podemos criticar a esta novela que no debamos criticarle primero a nuestra sociedad?¿O viceversa?

¿Cuáles son los valores de familia que genera el "Miss Venezuela"? Nadie ha criticado el papel de objeto que se le asigna a la mujer venezolana en este tipo de concursos mediáticos. En ellos se nos impone un estereotipo de belleza que no todas las mujeres podemos ni tenemos por qué ostentar. Se
margina lo que realmente somos, y con el bisturí en manos de un buen cirujano se reconstruye un patrón de belleza, de mujer helénica, delgada y de busto talla 90, porque sin siliconas en el Miss Venezuela, tampoco hay paraíso ni corona. Pero esto nadie lo ha cuestionado como un antivalor, sino que, por el contrario, en boca de políticos, comediantes y faranduleros de postín , Venezuela es el reino de la belleza. Este concepto lo transmite la televisión y lo consumen por igual hombres y mujeres ávidos y ávidas de este circo mediático, sin cuestionar lo que hay detrás de esta banalización del cuerpo de la mujer. Así, tenemos academias juveniles e infantiles para adoctrinar a las misses del futuro y a nadie le parece que eso esté mal, o deba ser criticado. ¿Cuántos y cuántas de los que se rasgan las vestiduras por una novela-denuncia como la arriba mencionada no son ávidos consumidores del concurso para elegir a la Miss Venezuela? y ¿cuáles son los elementos edificantes de
Aprieta y Gana?

Anoche, sin ir muy lejos, retransmitían en La Hojilla, una pequeña parte de un programa de TV que se llama el Resuelve Infantil, en donde un grupo de niñas entre 4 y 7 años bailaban y movían sus cuerpos al ritmo de "Dáme más gasolina", y el perverso des-animador del programa le preguntaba a la criatura (de 5 años) si ella era virgo, le tomaba la mano y le decía al jurado: ¡sí, es virgo! mientras el des-animador y el jurado se burlaban y reían inmisericordemente de la niña. La verdad es que para los pedófilos ese programa no tiene desperdicio. La mente que creó ese programa y otros de igual calaña, cumplen en nuestra sociedad el mismo objetivo: reducir a los sectores sociales más vulnerables a un simple objeto de carnicería sexual. La mujer esta allí para gozar de ella, pues no vale nada.

Nuestras telenovelas con títulos más candorosos y menos sonoros que la palabra
"tetas", también nos prometen el paraíso, pero eso sí, después de 300 capítulos y de que la protagonista (modelo 90-60-90) haya sido lo suficientemente humillada, a veces violada, le secuentren el hijo, quede ciega, sorda, muda y salga del manicomio para, finalmente, conocer el verdadero amor encarnado en un chico rico y, por supuesto, buenmozo.

Igualmente, la publicidad nos promete el paraíso. No podría ser de otra forma en una sociedad racista y clasista como la nuestra. Así, como "Haces lo que sea" por una marca de cerveza, lo cual significa perder todo elemento de contención moral establecido por esta misma sociedad y un adolescente puede tomar su Hommer a las 3 de la mañana y destripar al incauto que iba por su carril. En este caso, la culpa es del incauto, de no entenderse así, ¿por qué, entonces, ha sido tan dificil castigar por homicidio intencional al joven Detto? ¿Se acuerdan? Es el que mató a nuestro medallista olímpico. Para decirlo de
manera ácida: "Hommer mata medalla olímpica".

La publicidad que consumimos es quizá más peligrosa que el contenido-denuncia de la novela de nombre impronunciable. La publicidad nos inocula racismo. Según la publicidad venezolana en Venezuela no hay negros ni negras, y cuando aparecemos es para hacer el papel de malandros, deportistas o servicio. La publicidad nos enseña clasismo y desprecio por el pobre, ellos no consumen, no compran, nunca van al mall, todo lo que tienen es robado o sólo viven pariendo y esperando que el gobierno les dé todo (recuerden las declaraciones del candidato Rosales a un canal de Miami). La publicidad es la apología de la muerte, esto es, de la sociedad de consumo alienante y alienadora por la que respira y se alimenta la sociedad capitalista.

Digo todo esto porque he escuchado a algunos revolucionarios criticar la novela, pero creo que no la han entendido. Es una cruel denuncia de la sociedad colombiana, en la que el Para-Narco-Estado es una costra asquerosa que todo lo ha tocado y todo lo ha pervertido. La chica que quiere unas tetas nuevas y grandes para ser aceptada y tener mucha platica, me recuerda a cierto presidente que ha vendido su alma al diablo y está a punto de entregar a su país atado de pies y manos en un perverso TLC que será el hundimiento (¿Será posible más?) definitivo de lo poco que queda de esa sociedad. A los políticos colombianos sólo les resta afirmar: "Sin TLC, no hay paraíso".


Esta nota ha sido leída aproximadamente 5505 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter