La Verdadera Historia de un Asesino Internacional

La industria cultural estadounidense constituye uno de los pilares más importantes del todopoderoso conglomerado empresarial-financiero-militar de la mayor potencia del planeta, cuyos tentáculos operan tanto dentro como fuera de los Estados Unidos de América.

Las grandes corporaciones del espectáculo (Universal, Disney, Warner, Paramount, Fox) son verdaderas herramientas de dominación ideológica. Sus producciones copan cine, televisión e internet, cautivando a las audiencias de todo el mundo y generando "realidades" de acuerdo con los intereses del coloso del norte.

Netflix es otra de esas empresas de producción y distribución de series y películas (Stranger Things, The Flash, House of Cards, The Ridiculous 6), que ya ha tomado una gran porción del mercado audiovisual global, sobre todo a través de internet.

Precisamente, Netflix produjo un engendro seudopropagandístico llamado "La Verdadera Historia de un Asesino Internacional" (True Memoirs of and International Assassin, 2016). La cinta, dirigida por Jeff Wadlow, narra en tono de comedia de acción, la historia de una conspiración para asesinar al presidente de Venezuela.

El film, que ya ha sido visto por millones de personas a través de Internet, muestra una Venezuela absolutamente decadente. Es decir, refleja el concepto de "república bananera" que tienen los estudios estadounidenses de América Latina. En esta oportunidad, la trama gira en torno a un escritor, interpretado por el popular comediante Kevin James, quien es confundido por un ¡¿movimiento guerrillero venezolano?! con un implacable sicario.

La guerrilla, una especie de FARC comandada por "El Toro" (Andy García) busca derrocar al dictador, quien ha eliminado todo proceso electoral en Venezuela y se comporta como un títere de los militares. Además, esta caricatura de presidente está al servicio de un traficante de heroína ruso (no podía faltar un villano de la tierra de Vladimir Putin), quien ha aprovechado la corrupción del país para levantar un imperio criminal. También, el jefe de Estado es mostrado como un tirano servil a Washington, que rinde cuentas a unos agentes de la CIA, quienes definen a Venezuela como un "basurero donde ellos se esfuerzan por mantener el equilibrio del poder".

Sorprende que ni guionistas, ni productores se hayan tomado un tiempo, al menos, para buscar en Google cómo luce Caracas (la cual es identificada como la urbe más peligrosa del mundo). De hecho, la capital venezolana parece una ciudad costeña (¿será que se confundieron con La Guaira?), rodeada por una espesa selva, donde está enclavado el campamento guerrillero (que todos conocen pero nadie ataca). Igualmente, el palacio de gobierno tampoco sé de dónde lo sacaron.

En resumen, la ambientación es un fiasco, la trama es totalmente absurda y las actuaciones son nada convincentes.

Pero, lo realmente peligroso es poner en la mente de audiencias internacionales la idea de un país estereotipado y caótico, que requiere que un estadounidense promedio resuelva sus problemas mientras, además, se queda con la chica de turno.

El poder político-militar de Estados Unidos siempre ha empleado a Hollywood -o más bien ha mantenido una relación simbiótica con la industria cultural- para caricaturizar, satanizar y destruir la imagen de gobiernos adversos e incomodos a su estrategia de dominación. Y ya sabemos cuál es el resultado final de las naciones "marcadas" como "villanas" por producciónes al servicio de los intereses de Washington, camufladas como inocentes cintas y programas de evasión y esparcimiento ¿familiar?

Comunicador Social

carlosaquino75@gmail.co



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