Cantos:

Recordando tantos caminos y una confluencia: 4 de febrero 1992.


Mi pueblo es tantas cosas…es una guacamaya, es una rosa, es orquídea tricolor, es alegría y dolor, mezcla de impulsos fraguados en los desvelos de redención. Es potro de trochas y travesías altivo sin soga, tan solo crines sobre el gollete, y mucho cielo para estorbar… imaginación, empeño, nuestro pueblo siempre será un sueño nacido de un árbol, de una madrugada, de una mañana fría, de un ave errante y disparatada aferrada al viento como niños en rayuela, asidos en las tantas horas de libertad inconsciente y de algarabía, molde limitado por los vientos de los horizontes, confluencia de todas las lejanías, donde los truenos de vida se dispararon amasando futuros jagüeyes de rebeldía…un pueblo son todas las ocasiones de arreboles trazados en el lienzo empíreo, manto y abrigo, resguardo de todos los rocíos que bañan muy temprano el alma vivaz que señala su destino…un pueblo es la hora alargada en siglos, y disparada en un día, cuando hizo un alto en la paciencia y tronó con insistencia incontenible, y aprendida en los recorridos de indocilidad renovada, suma de empeños tenaces, emergentes de tantas noches compartidas con el sobresalto y el silencio de las horas señeras con las alforjas repletas de alboradas de cantos… un pueblo es amo, señor de sus días, si solo canta a la contumacia sin sordina y con altanería…destino y pueblo se juntan cuando nada media en su camino de paso alado y firme hacia el doblegar de tanta historia escrita en la medianoche de las ciénagas malditas, donde medran la ignominia y el vasallaje que crepita… cuando su garganta no se arrienda en traspaso infame de demanda miserable y necia de quienes no le conocen, de quienes sólo le subestiman e invocan para la utilitaria asechanza frenéticos por su inmovilización…un pueblo es clarín, es alegría hasta en el más desigual combate convocado por su valentía…nuestro pueblo es tantas cosas, noches rumorosas en la soledad presagiosa de sabana testigo, de cordillerana atalayada y graznido avizor del cóndor sigiloso raudo y seguro, señor de páramos y serranías, heraldo de alboradas presurosas al galope de quimeras, redoblados pasos hacia otra era, entre el frescor y mil conciertos de inventarios sin nombre.


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