Micro-análisis de discurso del programa neo pornográfico televisual 12 corazones

El menú televisual en Venezuela presenta una muy vasta variedad de programas y de nuevos géneros discursivos neo-televisuales. Uno de los programas con mayor audiencia se denomina 12 corazones, un programa transmitido en horario estelar y clasificación horaria todo público, los días domingos de 4 a 5 de la tarde por el canal Telemundo.

El programa se dirige a todo público, pero muy particularmente al segmento infanto-juvenil que sintoniza dicho canal. No es casual que hace año y medio un programa análogo, trasmitido por Televén haya sido refaccionado al alterar los protagonistas del mismo para incluir a jóvenes y muchachas menores de edad, incidente que evidencia que el rating preferencial se orientaba y orienta mayoritariamente a dicho segmento etario. Desde luego Venevisión cuenta también con un programa análogo.

Algunos rasgos del género:

¿Pero qué rasgos caracterizan este nuevo género de programa? Caracterizaremos primero la estructura formal el programa para luego derivar en algunas conclusiones.

12 corazones es una nueva modalidad de talk show, conducido por una figura femenina quien organiza la lógica del programa y modera las interacciones sociales entre los participantes. Consiste en una situación simulada de encuentros amorosos entre jóvenes, organizada para todos los fines por una conductora que funge como juez moral y a la vez celestina mediática de amoríos instantáneos.

El programa se compone de 12 concursantes fraccionados en dos grupos (generalmente de cuatro hombres y ocho mujeres, pero a veces al contrario). Cada concursante se identifica, habla precipitadamente de sus gustos, signo zodiacal, etc., ante el grupo del otro género y ante un público en estudio, mientras un supuesto experto en el zodiaco imparte diversas orientaciones sobre la naturaleza de cada signo y de su posible compatibilidad.

Primera vuelta:

Después de su presentación, los hombres interactúan en una suerte de prototipo de juego, o se les exige llevar a cabo un simulacro, comúnmente (cantar una balada, declamar un poema grotesco, etc.) Luego, la anfitriona entabla una mesa redonda de discusión sobre un determinado tema. Y una vez terminado el tema exige al grupo mayor que debe eliminar a uno de los 4 concursantes.

Segunda vuelta:

Poco después de la eliminación, la anfitriona elige a un concursante de cada grupo para interactuar de manera más íntima: bailar, tocarse, besarse, etc. Para zanjar qué tipo de interacción se llevará a cabo, la anfitriona recurre a algún tipo de juego como la ruleta de los "besos", o dos dados especiales. Tal dinámica es seguido por una segunda mesa redonda de discusión. Luego, cada uno de los concursantes masculinos elimina a una concursante femenina del otro grupo (o viceversa ). Esto deja generalmente sólo tres concursantes en el grupo masculino y cinco en el grupo femenino.

Vuelta Final:

Para el segmento final, la anfitriona va seleccionando participantes para que escojan su corazón entre los restantes participantes. El concursante elegido a continuación, tiene la opción de aceptar o rechazar a quien lo ha elegido. Tal vez lo más interesante de esta variante del “juego de la botellita” es que las parejas que se van conformando pasan a un lado diferente del set, mientras que los “no elegidos” quedan en sus lugares, a excepción de los que son rechazados que quedan automáticamente eliminados.

Ganadores/as:

Generalmente los integrantes que eligen a su media naranja son correspondidos positivamente por la pareja elegida, conformando así parejas tras besarse inmediata y profusamente en público.

Pero los siguientes electores/as pueden elegir entre los participantes no electos o pueden también elegir “robarse” una pareja entre los integrantes de las parejas previamente conformadas. Tras pasar al centro del set y ser instados a tomarse de manos, el participante nuevamente elegido tiene la “opción” de quedarse con la pareja ya elegida o “traicionar” su promesa de amor hecha a la pareja precedente.

¿En que consiste este talk show?:

El programa consiste, primero, en que un grupo mayoritario (generalmente de jóvenes muchachas entre 18 y 20 años son expuestas ligeras de ropas, usando un lenguaje verbal y corporal insinuante y hasta procaz) como mercado de elección de 3 jóvenes hombres quienes son impuestos del poder autocrático/ patriarcal para “eliminar” a las participantes que deseen con base en sus particulares prejuicios, manías o consideraciones arbitrarias.

Las jóvenes eliminadas pueden elegir irse calladas o tienen la opción de formular comentarios, que generalmente aluden de forma procaz al haber perdido el joven la ocasión de tener sexo inmediato con ellas.

Los o las jóvenes llamados al set suelen ser instados a exhibirse (venderse) insinuativamente ante el grupo del otro sexo, la audiencia en estudio y la audiencia.

Es una convención que los llamados al set den la vuelta, bailen seductoramente o hagan gala algún atributo físico. En este punto un camarógrafo hace un acercamiento por “zoom in” que termina en toma de primer plano de la zona púbica de las muchachas participantes. La toma que se mueve de los pies de la joven hasta la parte de abajo de su vestido, típica del género fílmico pornográfico, sugiere el efecto de desnudamiento en público (mirada ginecológica).

En medio de cualquiera de las interacciones es permitido y hasta promovido que el grupo de los hombres emitan comentarios o calificaciones generalmente descalificatorias o denigrantes respecto de las mujeres o de una mujer en particular del grupo de integrantes del grupo femenino. O viceversa. Jugando en ocasiones una suerte de teatro bufo de “guerra de los sexos”.

El papel de la “animadora”:

Un papel central en la construcción de este neo-género televisual lo cumple la animadora/ celestina. Sus comentarios entre instigadores del encuentro carnal frívolo y desechable entre los jóvenes concursantes y sus llamados repetidos a respetar los códigos sociales establecidos de acercamiento y apareamiento concuerdan con el papel de la alcahueta o trotaconventos nacida de la literatura de la edad media y recuperada por la industria pornográfica de Hollywood.

Pero esta actitud sistemática en prácticamente cada interacción provocada por la conductora/ celestina del programa habla de una coerción típica del género pornográfico. Coerción discursiva que consiste en emplazar una apología de la falsa moral —o moralina— funcional a una escala valorativa que inicialmente se resiste a la tentación para, acto seguido, caer gustosa e n la línea de una vasta producción invariablemente en él.

 

Los jóvenes televidentes frente al mercadeo televisual de carne humana:

Obviamente todos los participantes del programa saben de antemano el papel que debe cumplir  cada cual en el decurso de esta comedia melo-sexualizada. No así el público infanto-juvenil que ve y reputa como verídicas y plausibles las interacciones “amorosas” representadas en este tipo de representaciones mercantiles/ neo-televisuales.

 

Conclusión:

En la línea de una nueva y vasta producción capitalista de discursos en torno a las nuevas relaciones de pareja, el erotismo y los usos de la sexualidad —y particularmente la sexualidad infanto-juvenil— el programa 12 corazones postula y a la vez prescribe una modalidad colectiva, banal, mercantil y espectacularizada de despliegue de una nueva moralidad post y de nuevas formas permisibles y válidas para imaginar/ experimentar la sexualidad como experiencia alienada/ cosificada.

Tal como lo dice la investigadora Blanca Elisa Cabral en su brillante título: Sexo, poder y género (2013):

“En una sociedad de logros, de rapiña consumista, el sexo es siempre la mejor carnada para satisfacer las necesidades que el sistema moldea colectivamente a fin de satisfacer su propias necesidades. No hay contradicción entre la sociedad de consumo y la sexualidad, el sexo se ha vuelto objeto de consumo, sexo invasivo que vende todo (el sexo reprimido, ahora nos lo devuelven en sexismo publicitario y pornografía). (...) “

“Resultado: relaciones entre hombres y mujeres a lo postmo, subsumidos en un collage surrealista, que no termina de despertar de su húmedo onirismo de retaguardia vacilante, entre recogerse en pareja y volver al redil de códigos y normas ante el estrés implosivo del SIDA, o desandar la experiencia sexual hasta llegarle al hilo de su densa madeja o, sencillamente liberar la “energía” sexual en la dispersión de sus placeres rentables.” (125-6).

 

Preguntas sin respuestas...

La pregunta obvia que salta a la vista es esta: ¿es imaginable construir un socialismo con tal tipo de despliegue neo-pornográfico disfrazado de “esparcimiento” infanto-juvenil?

¿Cómo hacer conciencia de clase en una población tempranamente alfabetizada en este tipo de bazofia simbólica?

¿Como remontar el rating de los programas éticos y edificantes cuando el Capital y el imperialismo apela sin remilgos a este bombardeo metódico de discursos basura con aptitud comprobada para degradar a la juventud y colocar a todo el costoso despliegue político y simbólico televisual del proceso revolucionario en un rating de menos de un dígito?

Otro programa que ornamenta la televisión por cable de la República Bolivariana de Venezuela es The Girls Next Door o Las chicas  de la Mansión Playboy. En tal serie la media docena de novias oficiales de Hugh Hefner —con edades entre 18 a 20 años— se enorgullecen de haber sido distinguidas para compartir todas la cama del magnate Hefner quien casi corona las 90 primaveras.

¿Será que podremos valorar la gravedad de casos como estos y poner coto a esta ofensa y degradación sistemática de los valores de nuestra juventud?

¿No se banaliza, degrada, confunde y despolitiza todo cuanto se ha hecho y cuanto es menester acometer, especialmente por las jóvenes generaciones?



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Luis Delgado Arria


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