El medio es el mensaje

El ideal democrático que engloba al proceso revolucionario en Venezuela, se retribuye en la voluntad de cambio que el pueblo expresa al apreciar los valores familiares, el derecho a la vida y en la práctica del amor propio. A través del espíritu pacifista, se eleva una luz de esperanza, que obliga a recorrer los senderos de la razón y a desechar los vicios que interfieren en la sana relación del Hombre con el entorno.

De allí, que el civismo se define como la pauta de comportamiento social que promueve la armonía, el sentido común y la cortesía entre los miembros de una colectividad. La búsqueda de convivir en paz con el prójimo, exige que la gente reconozca el patrimonio cultural, preserve los recursos naturales y respete la diversidad biológica. Si existe una brecha temporal en el seno de la ciudadanía, debido a factores políticos, económicos, electorales o comunicacionales, que afecten las normas de conducta establecidas por las personas, pues se produce una digresión social y un estado de tensa calma, que se afianza en el circo de la impunidad, la desobediencia popular y el laberinto de plomo.

En ese sentido, el ancestral show mediático de los medios privados en Venezuela, ha contribuido con la voraz destrucción del civismo, la tolerancia y el buen juicio de los televidentes, radioescuchas y lectores en toda la geografía criolla. Por desgracia, la revolución tecnológica que trajo consigo la llegada de la televisión, fue confundida por la mayoría de los venezolanos, quienes adoptaron la intencionalidad de los mensajes en blanco y negro, como verdades absolutas que dictaminaban el rumbo informativo, recreacional e introspectivo de los pueblos. El pensamiento crítico quedó al margen de una campaña publicitaria, una borrosa imagen en primer plano y una noticia que venderle a la audiencia. Todo era tan real, novedoso e inédito para los espectadores, que no existían motivos para desconfiar de los contenidos transmitidos en la TV. Se afloraban los tiempos modernos, llenos de voces, jingles y cortinas de humo que fueron ocultando el placer de leer un libro, el arte de conocer al primer amor y la magia de tocar el Araguaney.

La industria comunicacional en Venezuela, ya sabía los beneficios del plan de ataque audiovisual, empleado en los medios estadounidenses y europeos, para esclavizar en vivo y directo el discernir de la opinión pública, por lo que no dudaron en trasladar la política del consumismo irracional, los infames antivalores, la transculturización y las miserias espirituales, que por décadas corrompieron la integridad de los venezolanos. Fue un secreto a voces, que tuvo la complicidad de los televidentes y los directivos de las plantas radioeléctricas. Ambos estaban transmitiendo y viendo basura en primera fila, pero el pacto de alienación los obligaba a refrendar esa farsa, para no caer presos de una presión social que les exigía difundir en señal abierta y a full color todo el montaje de oprobio.

Con el paso del tiempo, la rochelita de vidrio se arraigó en la multiculturalidad de Venezuela. Cualquier actividad laboral, académica u hogareña estaba condicionada al día, la hora y el minuto exacto en que iniciaban esos programas de TV, que todos disfrutaban en familia. Tan sólo la sindéresis del control remoto, es capaz de revelar cuantas veces se sintonizaron esas atroces telenovelas, partidos de béisbol, noticieros, comiquitas, loterías, películas de guerra y el furor de los especiales playeros, que justificaban la indiferencia de los padres con sus hijos, los gritos que se ahogaban en el licor de una lágrima y el trasnocharse los domingos para no volver a ver al espectro achocolatado. Todo se resolvía dejando que el Sol de un nuevo día, fuera la promesa de olvidar el pasado y empezar de cero. Pero, con tan sólo lanzar la moneda al aire, todo el círculo vicioso de la noche taciturna, pasaba nuevamente frente a los ojos despiadados de la TV.

Por eso, creemos que los medios privados son culpables de atentar contra la sana convivencia de la familia venezolana. Se aprovecharon del auge masivo de la televisión, para vendernos violencia, violencia y mucha más violencia. Esa nociva realidad, sigue siendo palpable en los contenidos audiovisuales que se transmiten en el año 2013. El problema, es que los padres de hoy, crecieron observando esos programas de TV, por lo que ahora sus hijos son la principal carroña de los medios privados, pero con otros slogans, marcas y atracciones en alta definición. Pasan los gobiernos de turno, las políticas editoriales y las reglamentaciones. No obstante, el libertinaje televisivo es un flagelo que destruye la salud mental de la juventud.

No se trata de renovarle o impugnarle la concesión a un medio privado, ni obligando a pagar multas monetarias por la indisciplina legal, ya que tarde o temprano, los legendarios canales de TV, regresarán al ruedo público, pero disfrazados de nuevas ofertas programáticas. La discrepancias van más allá de lo dicho y hecho por Conatel, el Sibci y el Minci. Si dejamos el futuro comunicacional de Venezuela, en manos del sagrado manuscrito Voynich, pues tendremos que ajustar el tono grisáceo de la estática. Es probable que los funcionarios públicos del siglo XXI, quieran seguir jugando con la botellita, escuchar el festival de los chistes obscenos y ver a un tigre de bengala cruzar tres aros de fuego, para incrementar los niveles de audiencia.

Precisamente, el respeto por los derechos de los animales, siempre ha sido transgredido y rentabilizado por los medios privados venezolanos y extranjeros. Por culpa de los shows circenses que se transmiten en la TV, la gente disfruta mirando como “robotizan” el alma de los elefantes, leones, delfines y jirafas, para que cada aplauso, risa y gesto de diversión, siga auspiciando la tortura de la fauna silvestre, a costa de complacer el apetito caníbal de los televidentes. Con el advenir del receso escolar en los meses de julio y agosto, la familia se dispone a participar en cada una de las funciones que cubren el látigo del ecocidio. En paralelo, las granjas de contacto, los mundos marinos y la tauromaquia, están continuamente acechando el raciocinio de las personas, y lo que es peor, tentando a que los niños y adolescentes sean parte del delito. No te pedimos que seas vegetariano, pero NO te conviertas en cómplice de un lucrativo negocio llamado maltrato animal.

En Venezuela, existen instrumentos legales como la “Ley para la Protección de la Fauna Doméstica, Libre y en Cautiverio”, la “Ley penal del Ambiente” y la “Ley de Diversidad Biológica”. Sin embargo, en la tierra de Bolívar, siempre ha existido una arbitrariedad judicial y un manejo antiético que defiende lo indefendible. A su vez, se debe lidiar con la burocracia de los gobernantes de turno, que por temor a perder los votos de las mentes disociadas que asisten a los eventos de crueldad animal, se niegan a promover los referendos consultivos en sus respectivas ciudades. Además, las empresas que fomentan esas atrocidades en suelo patrio, se encargan de liberar una serie de retribuciones económicas, que los bolsillos llenos de sangre de los mandatarios, no están dispuestos a perder por culpa de la razón.

Si la Revolución es tan humanista y respeta el derecho a la vida ¿Por qué sigue amparando la muerte a sangre fría de un animal? Es cierto que el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, ha impulsado la proyección gratuita de obras teatrales, expresiones artísticas y actividades folklóricas, en espacios públicos del país. Así, se favorece el concepto de “civismo” que describíamos en párrafos anteriores. Pero, mientras los venezolanos sigan pagando en la taquilla de las Corridas de Toros, las Novilladas, los Circos, las peleas clandestinas de animales y demás lugares que glorifican la muerte, pues seguiremos estando frente a una monumental barbarie. Recuerda que detrás de toda la violencia que impera en Venezuela, producto del hampa común, de la manipulación de los medios privados y del crimen organizado, se esconde la destrucción psicosocial que se provoca al presenciar esas itinerantes aberraciones.

En Argentina, un país que en la actualidad tiene un claro acento socialista como el nuestro, NO se permite desde hace décadas la realización de las Corridas de Toros. En Colombia, se aprobó una ley en junio del 2013, que prohíbe el uso de animales nativos o exóticos en los Circos, la negación de tramitar licencias por parte de las autoridades locales y la entrega a organismos ambientales de las especies que posean en cautiverio. Ni siquiera en Cuba se acepta la Tauromaquia, pues la fiesta brava de raíces españolas, no refleja la idiosincrasia del pueblo caribeño. Mientras que en Ecuador, Nicaragua y Panamá, se han aprobado y reformado leyes en busca del bienestar animal, que intentan combatir la impunidad ecológica, con sanciones tributarias y la privación de libertad a quienes fomenten esos delitos.

Incluso en los estados mexicanos de Sonora y Veracruz, ya se prohibieron las Corridas de Toros, sin necesidad de realizar referendos consultivos. Hasta en España, que es la cuna del atropello a la fauna silvestre, se viene acabando con la atroz masacre. En el municipio vizcaíno de Sopuerta, recientemente se acordó castigar cualquier delito que atente la vida de los animales. Ambos países que padecen de la absurda herencia taurina, ya empiezan a entender que la glorificación de la muerte NO es buena consejera en el siglo XXI. Como vemos, no importa si son naciones comunistas, neoliberales, socialistas o fanáticas del cometa ISON. En casi toda Iberoamérica, se imparte una conciencia social en la gente, por la defensa de los animales.

Lamentablemente, en Venezuela NO se han realizado referendos consultivos ni imposiciones judiciales, que terminen con los eventos de crueldad animal vistos en todo el país. De hecho, en el ámbito comunicacional, podemos afirmar que Aporrea.org, es el único medio alternativo y revolucionario, que asume una posición crítica en defender los derechos de la fauna. Para el resto de los medios de difusión social, es un tema tabú o sin ninguna relevancia informativa. Debido a la cercanía del receso escolar, sería valioso que la Televisora Venezolana Social (TVes), transmita documentales y foros de debate, en los que se revele el ultraje que existe detrás de los shows circenses y taurinos. La buena televisión de TVes, debe contar con el apoyo del colectivo venezolano, pues es una propuesta audiovisual que respeta a los televidentes con espacios culturales y de sano entretenimiento.

No deseamos que la fábrica de antivalores hecha por los intocables medios privados, siga destruyendo la nobleza de los venezolanos y envenenando el alma de todas sus víctimas. Ya es hora que los televidentes abran los ojos y despierten de la pesadilla orquestada por el Tío Sam, para que las hiperactivas manecillas del reloj, nos marquen el compás de una Venezuela mucho más pacífica, cívica y ecológica por descubrir. www.ekologia.com.ar



carlosfermin123@hotmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2549 veces.



Carlos Fermin

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

Visite el perfil de Carlos Ruperto Fermín para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: