Suena el teléfono insistentemente, pero el tipo no atiende. El que llama desea decirle que le pareció noble que se haya solidarizado con Ismael, incluso que no se transmitió en vivo el discurso del excandidato presidencial y gobernador ausente del estado Miranda: Henrique Capriles, debido a que la campaña por la silla en Miraflores había terminado hace seis semanas, es más, lo llamaba para explicarle que los cambios en el canal de televisión, obedece a que ya no van seguir haciendo el papel de partido político, sino de un medio de comunicación, tal como es; pero el dueño de aquel número telefónico no respondía, se daba la importancia del que se reconoce como un Dios, como el que tiene la verdad absoluta y única, como aquel tiene el derecho divino y universal de decir lo que le da la gana, sin asumir la responsabilidad de lo que dice.
Tras cinco o seis llamadas infructuosas, el que llama reflexiona, se queda pensativo... esto es una empresa privada, yo soy el dueño, ellos son los empleados, el que no le guste que se vaya, además lo estoy llamando porque no quiero que a raíz de los cambios que he propuesto, piense que fue el gobierno que me ordenó y aunque así fuera, ¿cuál es el problema?, somos una empresa lucrativa, de servicio al público, pero lucrativa; yo si soy bolsa de verdad, bueno que no atienda el teléfono, que mañana no salga en rueda de prensa diciendo que lo botamos o peor, que utilice el comodín de llamar a un amigo “ciudadano” para “descargar toda esa arrechera” en contra de la nueva política de dirigir a este medio de televisión, que no es otra que informar, educar y entretener. Lo antes descrito pudiera ser una situación entre el accionista mayoritario de Globovisión: Juan Domingo Cordero y Federico Bautista, “Kiko”, sin embargo, Juan Domingo consulta con el impopular Leopoldo Castillo, “El Matacura”, éste entiende que los cambios deben ir antes que la empresa televisiva se declare en banca rota y sus años de transmisión vayan a reposar al baúl de los recuerdos; no es casualidad que haya dicho “Depositen confianza en Globovisión como lo han hecho estos últimos 20 años”.
La quiebra es inminente, sus anunciantes no pasan de 37 firmas comerciales, deben cancelar por tener un espacio en la grilla (programación) de las cableras, su infraestructura tecnológica para transmitir en señal abierta es pobre, poca, deficiente, majunche, escuálida y vetusta; sin olvidar que la concesión se les vence en 2015, sin embargo ellos aseguran que es en el 2022.
El punto es que la salida de Bautista, así como del mediocre programa: Buenas Noches, no estuvo condicionada por la solidaridad de sus moderadores con Ismael “audiomaníaco” García, así como tampoco por la imposición de Cordero en la forma de presentar el “programita“ en cuestión y menos por querer poner en práctica los principios éticos y básicos del periodismo, sino por que ellos: Kiko, Carla y el “señor” Roland, no han entendido que “Globovisión, canal de información 24 horas”, no es plataforma política para nadie, no es un partido político y menos una bodega que se administra, según el criterio de aquel que logró graduarse de periodista.
La revisión de la podredumbre televisiva, perdón, quise decir programación, ha traído consigo la eliminación de dos espacios: “Aunque usted no lo crea” y “Usted lo vio”, no sé si la musiquita de Drácula la mantendrán o si los anclas: Nitu Pérez Osuna, Jessica Morales, José Vicente Antonetti, en fin, seguirán con sus caras largas leyendo el teleprompter; lo cierto es que otro Gouvella -el que disparó contra los “demócratas” y pacifistas” de la plaza Francia en Altamira- jamás veremos, por cuanto el veneno y la maldad que esta planta de televisión destilaba en los tiempos de Zuloaga y Mezerhane, no volverá.
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Representante de Periodista por la Verdad, miembro de la Plataforma de Periodistas Socialistas y del Frente de Comunicadores Socialistas en el estado Portuguesa. 29-05-2013
