El agotamiento de la "opción diplomática"

Final de juego / EEUU e Irán, listos para la Guerra

 
 
 
Por Manuel Freytas*
La perspectiva del conflicto iraní combina dos escenarios fluctuantes y simultáneos: El "frente diplomático" y el "frente militar" que sobrevendrá inevitablemente si EEUU y las potencias aliadas no alcanzan una fórmula para presionar a Irán a abandonar su programa con las sanciones económicas en la ONU.

El juego diplomático
En un nuevo paso que quema etapas hacia un desenlace militar del conflicto, el Consejo de Seguridad de la ONU se apresta este jueves a votar nuevas sanciones contra Irán después de que la nación islámica no acatara la última resolución de la ONU para que detenga su programa nuclear de diciembre pasado.

Según fuentes diplomáticas citadas por agencias internacionales, las nuevas sanciones barajadas contra Teherán podrán incluir un embargo a la exportación de armas iraníes y la congelación de activos de un mayor número de individuos y compañías vinculadas al programas nuclear y balístico iraníes.
Asimismo, se podría impulsar la prohibición a los Gobiernos de brindar préstamos a Irán, si bien fuentes diplomáticas aseguran que la prohibición de entrada y tránsito de ciertos iraníes en la 'lista negra' de la ONU no será finalmente aprobado, presumiblemente por oposición de Rusia y China.
Tampoco se espera que estas dos potencias suscriban el bloqueo a la importación de armas por parte de Irán ni a la supresión de las garantías de los créditos a la exportación para las compañías que comercian con Irán, debido a sus acuerdos comerciales con Teherán.
Para los expertos y analistas, tanto de la prensa estadounidense como europea,  está claro que las nuevas sanciones que están a punto de ser votadas en el Consejo de Seguridad -más allá del alcance que tengan- no amedrentarán a Irán ni detendrán su programa nuclear.
En el interjuego de presiones y negociaciones diplomáticas, se demostró acabadamente que Rusia y China defienden con uñas y dientes sus acuerdos globales con Irán que rozan tanto el plano energético-comercial como el militar-estratégico, en particular en el caso de Rusia.
Por otra parte, el ajetreado proceso de negociación de más de dos meses, demostró los límites y la división existente en el Consejo de Seguridad (en cuyos niveles de decisión sólo intervienen EEUU y cinco potencias más)  a la hora de sacar decisiones tajantes contra el "eje del mal" representado cabalmente por el régimen de Teherán.
A Washington y a sus asociados, tanto como a los expertos, siempre les queda la duda de la actitud que adoptarán finalmente Rusia y China ante el agendado ataque militar a Irán por parte del eje Washington-Tel Aviv-Londres, al que se agregarían casi con seguridad Berlín y París.
La retórica desafiante del presidente iraní y del régimen de los ayatolás se basa principalmente en la relación estratégica -y dependencia mutua- que mantiene con Rusia, India  y China.
Potencias con diente nuclear, a las que, tanto las sanciones impuestas por la ONU como un ataque de EEUU a Irán, obligarían a actuar en defensa  de sus propios intereses estratégicos con la nación islámica.

Si no hay espacio para nuevas negociaciones "distractivas", señalan muchos analistas, se ingresará en la etapa del "ataque preventivo" a las usinas nucleares de Irán que se visualiza como desenlace inevitable  del proceso.

El juego de la guerra

Mientras tanto, y simultáneos
al "frente diplomático", los "movimientos militares" forman parte de la acción psicológica que le permiten -tanto a Washington como a Teherán- mensurar y valorar, mediante la resonancia mediática, la repercusión real de un enfrentamiento militar en la opinión pública internacional.
Los ejercicios militares de Irán, Siria e Israel, son simultáneos a los movimientos y las "señales" militares en el Golfo -registradas por la prensa norteamericana- y son indicativos de que el eje Washington-Israel-Unión Europea se aprestan a dar un "desenlace militar" al dilatado conflicto con Irán, una pieza central en el tablero del Medio Oriente.

Según la prensa norteamericana, tres grupos de ataque aeronaval, incluidos los portaaviones Stennis, Eisenhower y el Nimitz , están desplegados en el Golfo Pérsico, frente a las costas de Irán.
El juego de la disuasión militar le sirve a EEUU e Irán para un "testeo de la guerra" por medio de la propaganda y de los cruces mediáticos explosivos para forzar las resoluciones en la ONU.
En resumen, "amenazar" (disuadir) o negociar (dialogar) son instrumentos alternativos y de aplicación simultánea que utilizan tanto Washington como Teherán para evitar una confrontación militar abierta que -inevitablemente- va a surgir cuando los intereses estratégicos en juego superen a la negociación y a la disuasión.

Tras  las sanciones de la ONU y el nuevo desafío de Irán, en diciembre pasado, las potencias europeas aliadas de EEUU e Israel consideraron que la nueva decisión iraní de  retomar las investigaciones sobre el enriquecimiento del uranio significa que se ha pasado de la raya y que de nada sirve, por ahora, la diplomacia.

No obstante, las potencias siguieron negociando una nueva resolución, y el  punto para los expertos está en saber cuando se agotará la negociación diplomática (por saturación) y se ingresará en el desenlace militar proyectado por los principales medios y analistas, tanto de Europa como de EEUU.
Desde enero del 2006, la mayoría de los medios, analistas y expertos militares de EEUU y Europa vienen coincidiendo en que EEUU, Gran Bretaña e Israel, ya tienen preparado un plan de ataque contra Irán, que se lanzaría luego de agotada la "opción diplomática" en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Citando fuentes del Pentágono, los más influyentes diarios de Gran Bretaña y Estados Unidos (The New York Times y The Washington Post, entre ellos) han publicado artículos y se han hecho eco de estas versiones,  precisando que EEUU  ya tiene todo preparado para un ataque a Irán.
Según estimaciones de la revista británica New Statesman, las fuerzas y armamentos ya instalados en la zona operativa de la parte suroeste del Indico y el Golfo Pérsico, hacen posible a EEUU "liquidar en horas contadas la infraestructura política, económica y militar de Irán".
Funcionarios tanto de EEUU como de Israel son renuentes a admitir que hay en marcha un plan de ataque, pero tampoco descartan esa opción, como lo hacen continuamente Bush y Olmert que no disimulan en sus declaraciones los planes militares que subsisten detrás de lo que llaman "salida diplomática". 

El desenlace estratégico


Pero, en definitiva, la  resolución de un ataque militar de EEUU a Irán no está determinada por el "capricho" de Bush y Olmert, o por el "fundamentalismo religioso" de Ahmadineyad, sino por una compleja trama de intereses en los que se mezclan el petróleo y recursos estratégicos de supervivencia, tanto para EEUU como para Irán.
La inevitable confrontación armada EEUU-Irán detonará como producto de una resolución de intereses estratégicos y de supervivencia, y no de un capricho temporal de eventuales administradores o partidos políticos en el gobierno.
Escribe Piotr Goncharov en la agencia RIA Novosti: "Ya es evidente que para EE UU el átomo iranio en modo alguno es el problema clave en sus relaciones con Irán. Washington dio a entender a Teherán que Irán no dominará en el Próximo Oriente ni ejercerá el control del Golfo Pérsico, que EEUU defenderá sus intereses en la región y no la abandonará de ninguna manera".

E
n primer lugar, el desenlace militar se hace inevitable porque  Irán es una pieza clave en el gran tablero de la guerra por el control geopolítico y energético mundial entre EEUU y Rusia.
En segundo lugar, Irán es una llave estratégica para el dominio y control militar de la región del Golfo Pérsico y del llamado "triángulo petrolero" (Mar Negro-Mar Caspio-Golfo Pérsico).
Y en tercer lugar,
el surgimiento de Irán como potencia nuclear-petrolera-islámica pone en peligro la supervivencia del Estado de Israel y la hegemonía del control imperialista del lobby sionista EEUU-Israel.

La cuestión se resume en una ecuación: el desarrollo nuclear-militar de Irán es directamente proporcional a una amenaza a la existencia del Estado de Israel y a la supervivencia de los intereses capital-imperialistas de EEUU en la región.

Que el régimen de Teherán, luego de las sanciones de este jueves,  se avenga, o no, a una "negociación directa" con EEUU, no implica que desaparezcan las contradicciones y el choque de intereses vitales en juego. Sólo se tratará -en caso de suceder- de una dilatación temporaria del conflicto, no de su desaparición.
La
renuncia de Irán a su programa nuclear y desarrollo armamentístico, equivaldría al fin de su hegemonía como nación líder del mundo islámico y a la sumisión al dominio económico-militar del eje sionista capitalista en la región.

Y los ayatolas de Teherán tanto como el eje EEUU-Israel han dado reiteradas muestras de que no están dispuestos a suicidarse ni a abandonar sus intereses estratégicos y de supervivencia en la región.
Eso torna inevitable el desenlace militar.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y comunicación estratégica.
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