EE.UU.: debaten historiadores si Bush es el peor presidente de Estados Unidos



Nueva York, 11 de diciembre. El presidente, mostrando gran interés en las ideas de todo mundo para abordar el tema de Irak, se estará reuniendo con sus diplomáticos y militares esta semana y, tratando de hacer algo, lo que sea, para desviar la atención de dos grandes hechos: Estados Unidos está perdiendo la guerra en Irak, y el comandante en jefe de esa política bélica enfrenta su propia derrota histórica en casa.
Las encuestas más recientes constatan que la ciudadanía de este país no sólo condena su fracaso, sino que ahora reprueba su presidencia y los historiadores continúan un gran debate sobre si George W. Bush es el peor presidente de Estados Unidos.
Según una encuesta de CBS News dada a conocer esta noche, los estadunidenses nunca han estado tan pesimistas sobre la guerra en Irak como ahora; la mayoría duda que Estados Unidos pueda ganar, y 6 de cada 10 piensan que fue un error. La mitad opina que Estados Unidos debería comenzar su retiro de Irak; 85 por ciento califica la situación como guerra civil y la mitad piensa que las cosas empeoran. Sólo 21 por ciento aprueba ahora el manejo de la guerra por Bush, el índice más bajo registrado, y 75 por ciento lo desaprueba.
En el frente interno, 24 por ciento cree que este país avanza en dirección correcta, y 70 por ciento opina lo opuesto. El nivel de aprobación general de Bush es de 31 por ciento, igual que el punto más bajo de su presidencia registrado en mayo pasado.
Sólo 9% espera un triunfo
Otras encuestas indican tendencias similares; Ap-Ipsos registra que 9 por ciento espera que la guerra acabe con un triunfo estadunidense, números parecidos a los registrados en torno a la guerra de Vietnam, donde sólo 7 por ciento creía posible una victoria estadunidense.
En tanto, recientemente algunos reconocidos historiadores argumentaron sobre si es o no el peor presidente en las páginas del Washington Post. Eric Foner, profesor de historia de la Universidad de Columbia, comparó a varios presidentes, incluyendo los que crearon desastres por su falta de liderazgo, provocaron guerras bajo justificaciones falsas (menciona a Polk y la guerra contra México como ejemplo), otros que se colocaron sobre la ley como Richard Nixon y otros más por su corrupción al servicio del gran capital. Foner señala: "es sus primeros seis años en funciones (Bush) ha logrado combinar las faltas de liderazgo, políticas mal dirigidas y el abuso del poder de sus antecesores. Creo que no hay alternativa más que calificarlo como el peor presidente en la historia de Estados Unidos".
Recientemente, la revista Rolling Stone publicó un amplio ensayo del historiador Sena Wilentz de la Universidad de Princeton examinando si Bush era el peor de todos los presidentes, y concluyó: "parece estar rumbo a un desgracia histórica colosal".
Otros fueron más generosos. Vincent Cannato, profesor de historia en la Universidad de Massachussets, consideró, también en un ensayo en el Post, que no se puede calificar a este presidente ya que mucho dependerá de lo que suceda en los próximos años. Otros fueron un poco menos generosos y consideran que aún no es el peor, pero sí está entre los tres o cuatro peores de la historia.
Frente al juicio de la historia pero más inmediatamente ante el juicio de la opinión pública hoy, Bush inició una semana dedicada a consultar con su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, altos funcionarios del Pentágono y lo que se describe como "expertos" de afuera del gobierno, supuestamente para evaluar las "opciones" sobre Irak y encontrar, de acuerdo con las palabras del mandatario, "un nuevo camino para avanzar".
La idea es que toda esta actividad culminará con un discurso ante la nación sobre su "nueva dirección" en Irak, en donde, según Bush, "ellos sabrán que he escuchado todos los aspectos dentro del gobierno y que la manera de proceder es obtener nuestro objetivo: el éxito en Irak". Un "éxito" en Irak es, según él, un país que se puede autogobernar y defender, que goza de una sociedad "libre" y que es un "aliado" en la "guerra contra el terror". La Casa Blanca intentará tener preparado "el nuevo camino" en las próximas dos semanas para que Bush lo anuncie antes de Navidad.
Estas actividades son parte del esfuerzo de diluir las consecuencias de la presentación del informe del Grupo de Estudio de Irak la semana pasada, el cual concluyó que la situación en Irak era "grave y en deterioro" y que, esencialmente, todo lo que se había hecho política y militarmente ha llevado a un fracaso que podría tener poco remedio.
Aunque muchos elogiaron la conclusión del distinguido grupo bipartidista encabezado por el ex secretario de Estado James Baker, íntimo de Bush padre, como un retorno al "realismo", permitiendo que gente como el nuevo secretario de Defensa Robert Gates pudiera declarar que "no estamos ganando", el hecho, según comunicaciones internas del propio grupo y de otros observadores, es que Bush y su gobierno han perdido la guerra.
Como señala el columnista Frank Rich en el New York Times, lo más revelador del último memorando del secretario de Defensa saliente, Donald Rumsfeld, es que en esencia recomienda que "el gobierno no debería enunciar esa palabra (perder) aun si perder es exactamente lo que hemos hecho. La ilusión de no perder tiene que ser mantenida sin importar el precio en sangre".
Rich estima que el informe del Grupo de Estudio de Irak tiene como "objetivo real actuar una farsa sobre el progreso para pacificar al público mientras que Washington espera, sin duda en vano, a que Bush regrese al mundo real".
Pero como todos saben, no todo quedará suspendido mientras Washington reconozca la realidad. Es aquí donde varios señalan las lecciones de la guerra de Vietnam, donde cinco años antes de terminar, ya se había concluido que no había forma de lograr un triunfo militar, sin embargo, Washington se negaba a hacer lo que finalmente fue obligado a hacer: retirarse. Vale recordar que Henry Kissinger fue el gran estratega de los últimos años de Vietnam, y ahora es uno de los asesores más consultados por el equipo de Bush.
Tal vez por eso las encuestas registran no sólo la reprobación del comandante en jefe, sino serias dudas sobre su capacidad para resolver este fiasco en los últimos dos años de su mandato.


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