inSurGente.- Las victorias sucesivas y abrumadoras de Correa y Chávez, en Ecuador y Venezuela, han puesto sobre aviso al astuto presidente de Perú. El descendiente lejanísimo de Haya de la Torre; y con más inmediatez -según propia declaración- de esgrimistas de la contrarrevolución tan hábiles y cínicos como Felipe González; ha cambiado de cara, de gesto, y de verborrea en cosa de dos segundos. Alan no sólo ha visto que su entorno pasaba rápidamente de arisco a amenazante, sino que ha percibido también que su asidero para país dependiente y vasallo -el proyecto de los EEUU para el nuevo Imperio-, se estaba desmoronando estrepitosamente. García ha empezado a maniobrar a toda prisa. Ahora hace reverencias hacia los cuatro puntos cardinales mientras observa con la habilidad de los corruptos, y su popularidad cae todavía más aprisa que la de su antecesor Toledo cuando ganó la presidencia.


Prensa Latina.- El acercamiento del presidente Alan García a su homólogo venezolano, Hugo Chávez, y al mandatario electo de Ecuador, Rafael Correa, parece rendir tributo a las tendencias renovadoras que hoy predominan en la región.

El gobernante peruano, hábil y veterano político socialdemócrata, puso fin el pasado fin de semana a una dura controversia con Chávez y se apresta a normalizar las relaciones diplomáticas bilaterales, afectadas por las diferencias políticas entre ambos gobiernos.

Además, recibió con honores y promesas de pleno apoyo a Correa, quien ratificó aquí su amistad con Chávez y celebró la distensión entre Lima y Caracas, a tiempo de reiterar su rechazo al tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos.

El deshielo entre los presidentes de Perú y Venezuela dio por terminada una dura controversia y tuvo como escenario la Cumbre Sudamericana de Cochabamba, Bolivia, donde García, además, asumió compromisos integracionistas por la unidad latinoamericana.

Los movimientos de García, anunciados en los días previos, responden a lo que analistas locales llaman su pragmatismo y su sentido de la oportunidad y matizan su empeño de proclamarse firme aliado de Washington en la región.

Tras la derrota del régimen de George W. Bush en las elecciones legislativas de noviembre pasado, el presidente peruano llamó a Washington a ratificar el TLC bilateral, teniendo en cuenta la alianza entre ambos gobiernos.

Entre sus argumentos señaló, a modo de consejo a Estados Unidos, que no es bueno estar peleado con todos y quedarse sin amigos en el vecindario. Razonamiento que parece haber aplicado a sí mismo ante la tendencia regional confirmada con la reelección de Chávez y la victoria de Correa.

El analista político peruano Alberto Adrianzén, al evaluar los procesos electorales de los últimos 13 meses en América Latina, señala que hay un viraje creciente hacia la izquierda que permite prever un incremento de nuevos procesos políticos y los conflictos sociales.

El viraje, apunta, es mayor y más profundo en la subregión andina, en la que se ubica Perú y donde se concentran los triunfos y proyectos más radicales de la región, los de Venezuela, Bolivia y Ecuador.

En este contexto, según el comentarista, los gobiernos de Perú y Colombia están "descolocados" por sus posiciones políticas. Adrianzén considera lamentable que el presidente García, por su cercanía al régimen de George W. Bush y sus críticas a Chávez, Correa y el mandatario boliviano, Evo Morales, se ubique "al otro lado del mostrador".

En su reciente y auspiciosa visita a Lima, el presidente electo de Ecuador acotó que el desenlace de los comicios que encumbraron a García en Perú también forma parte de la corriente de cambio que recorre a Latinoamérica.

Recordó que la representante abiertamente conservadora Lourdes Flores no logró siquiera pasar a la segunda vuelta, dirimida entre un candidato nacionalista de izquierda, Ollanta Humala, y otro que proclamaba posiciones socialdemócratas, el actual gobernante peruano.