Exigen la dimisión del primer ministro Erdogan

Manifestantes turcos siguen ocupando la plaza Taksim de Estambul

Estambul, junio 2 - Centenares de manifestantes turcos ocupaban el domingo la plaza Taksim de Estambul, abandonada por la policía tras dos días de violentos enfrentamientos, y seguían determinados a mantener viva su protesta contra el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan.

La retirada policial refleja la marcha atrás de Erdogan, cuyo gobierno fue muy criticado por la violenta represión del movimiento de protesta del viernes y el sábado. Las organizaciones de derechos humanos turcas y extranjeras cifran en un millar los heridos y Amnistía Internacional habló incluso de dos muertos.

Estas cifras no fueron confirmadas oficialmente. Según el ministro del interior, Muamer Guler, 53 civiles y 26 policías resultaron heridos durante los dos días de violencias en toda Turquía y 939 manifestantes fueron detenidos en 48 ciudades del país.

Horas después de la retirada policial de la plaza Taksim, nuevos incidentes de produjeron la noche del sábado al domingo en Estambul, pero también en la capital, Ankara, donde los manifestantes intentaron acercarse a las oficinas del primer ministro en las dos ciudades.

En Ankara, la policía dispersó con granadas lacrimógenas y cañones de agua a una muchedumbre de varios millares de personas que se dirigía a la sede de la jefatura de gobierno, cantando consignas hostiles contra Erdogan.

Los manifestantes replicaron lanzando ladrillos y destruyeron las vitrinas de varios comercios. Dos coches fueron incendiados, así como un kiosco de periódicos.

Según la agencia Anatolia, estos enfrentamientos dejaron 56 heridos entre las fuerzas de seguridad. Varios manifestantes fueron detenidos. El sindicato de médicos de Ankara había informado por su lado de que 414 civiles resultaron heridos el sábado en incidentes producidos en la capital, seis de ellos de gravedad.

Incidentes similares se produjeron en Estambul, en torno a las oficinas del primer ministro, en el barrio de Besiktas. La tranquilidad retornó el domingo por la mañana.

La plaza Taksim y el pequeño parque Gezi, cuyo proyecto de supresión generó el movimiento de protesta antigubernamental, fueron ocupados durante toda la noche del sábado por los centenares de manifestantes que festejaron la marcha atrás del primer ministro.

Sin embargo, parecen dispuestos a seguir librando su batalla, ya que la barricadas seguían el domingo erigidas en las calles que llevan a la plaza Taksim, con mobiliario urbano, coches o incluso autobuses volcados.

Al pie de las barricadas, con inscripciones como “hukumet istifa” (“gobierno dimisión”), grupos de manifestantes parecían prepararse a más enfrentamientos. “Todos los turcos están hartos desde hace 10 u 11 años, hoy todo el mundo quiere que el primer ministro se vaya”, dijo uno de ellos, Hallit Aral.

Enfrentado a una de las más importantes oleadas de protesta desde su llegada al poder en 2002, Erdogan ordenó a las fuerzas policiales que se retiraran de la plaza Taksim y del parque Gezi, donde está previsto construir un proyecto urbanístico que desató la ira popular.

Inmediatamente después de la salida de la policía, miles de personas con banderas turcas invadieron la plaza y el parque aledaño cantando consignas de victoria, entre fuegos artificiales.

No obstante, horas antes del repliegue policial, Erdogan había afirmado con energía que la policía permanecería en la plaza Taksim “hoy” (sábado) y “aún mañana”, porque ese lugar “no puede ser un área donde los extremistas hagan lo que quieran”.

Pero el presidente de Turquía, Abdulá Gül, lanzó luego un llamado al “sentido común” y a la “calma”, y consideró que las protestas habían alcanzado un nivel “inquietante”.

“En una democracia, las reacciones deben ser expresadas (…) con sentido común, con calma, y los dirigentes deben movilizar sus esfuerzos para prestar oídos a las diferentes opiniones e inquietudes”, había dicho el presidente.

Ante estas reacciones, el primer ministro dio marcha atrás y admitió que la policía había actuado en algunos casos de forma “extrema”.

Países aliados occidentales, como Estados Unidos y Reino Unido, instaron también al gobierno turco a la moderación.

Por su lado, el régimen sirio, ahora enemigo jurado de Ankara, acusó a Erdogan de “dirigir su país de forma terrorista” y “destruir la civilización y los logros del pueblo turco”, según afirmó el ministro sirio de Información, Omran Al Zohbi.


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