-En estos días ha anunciado su intención de regresar a Honduras a cualquier costo. ¿Es una decisión definitiva?

-No se trata de algo que atente contra la estabilidad del país, sino que es una solución y la búsqueda de la estabilidad. Esperamos que ésa sea la mejor salida para emprender un diálogo interno que solucione el conflicto y termine con la represión que está sufriendo el pueblo hondureño.

-¿Un diálogo con quiénes?

-Con el pueblo, porque en una democracia es el pueblo quien manda. Los sectores de poder que han tomado las armas son grupos represivos y tienen que dejar de ejercer un mandato que el pueblo no les ha encomendado.

-¿Qué es lo que más le ha dolido en este golpe de Estado contra su persona y su gabinete de gobierno?

-Me duele que el país esté siendo destruido, que la sociedad esté sufriendo, que los avances que hemos logrado y los esfuerzos de tantas generaciones se estén tratando de destruir con el uso de las armas.

-El gobierno de facto está totalmente aislado a nivel internacional y se enfrenta a una fuerte e incansable resistencia interna por parte de los movimientos populares. No obstante, sigue con una actitud totalmente intransigente. ¿Se ha preguntado si se trata solamente de irresponsabilidad o si confia en el apoyo de actores externos?

-Son como las fieras de la selva que se aferran a su comida. Ellos consideran a Honduras como una hacienda personal. Son un grupo de diez familias queriendo afianzar sus prebendas económicas y privilegios. Es un temor infundado, porque nadie está atentando contra ellos; sin embargo, ellos creen que el desarrollo democrático les afecta y no aceptan la democracia.

-En conferencia de prensa dijo que hay sectores políticos de la derecha estadounidense que apoyaron y siguen respaldando el golpe de Estado. ¿Está convencido del involucramiento de estos sectores?

-Hubo manifestaciones públicas de estas personas apoyando el golpe, e inclusive de senadores y congresistas estadounidenses. El señor Otto Reich es un ex sub secretario de Estado para el emisferio occidental y se manifestó a favor del golpe, y hay muchos personeros en Estados Unidos que han hecho lo mismo. Así que hay pruebas, evidencias, de que los halcones del ex presidente George W. Bush están detrás del golpe. 

-¿Qué importancia ha tenido el movimiento popular, social y sindical en detener el avance del golpe?

-Son protagonistas de la dfensa de la democracia, porque consideran que la democracia es el instrumento con el que pueden obtener conquistas sociales. Están combatiendo el golpe y nunca van a dejar de hacerlo hasta que sean corregidos los efectos de este atropello contra del pueblo hondureño y contra de la democracia.

Los golpistas están desafiando al mundo, y hay que poner un precedente antes de que sea demasiado tarde.

-La UITA estuvo dándole seguimiento a los acontecimientos desde los movimientos populares, antes, durante y después del golpe. Para estas organizaciones hay dos elementos que no pueden ser negociados: el rechazo a una amnistía para los golpistas y que se siga con el proceso de la cuarta urna y la instalación de una Constituyente. ¿Qué opina de estos dos puntos?

-Sería ridículo que a los golpistas se les premiara por dar un golpe de Estado. Creo la posición de los movimientos sociales es que se busque una solución al conflicto pero que tampoco hayan premios o perdón para los delitos penales y comunes que se han cometido. Al mismo tiempo, creo que los siete puntos planteados por el presidente Oscar Arias hablan de amnistía política, pero no a los delitos comunes y penales. En cuanto a las reformas sociales, creo que el hecho de buscar una estrategia nueva para continuar con estas reformas debe ser parte de un proceso amplio de discusión dentro de la sociedad hondureña. No hay que parar las reformas sociales y tampoco el derecho de participación del pueblo, porque son derechos constitucionales. En este sentido, los puntos de Oscar Arias no se han discutido en su amplitud, porque lo que no aceptan los golpistas es la restitución del sistema democrático, quieren un régimen de facto, que no tenga leyes; quieren mantenerlo a punta de violencia y esto no lo podemos aceptar.

-Se ha dicho que en la búsqueda de una solución al conflicto hay dos elementos fundamentales: la posición de Estados Unidos y el papel de las Fuerzas Armadas. ¿Qué opina al respecto?

-Hoy enviamos una carta al presidente Barack Obama  pidiéndole respetuosamente que endurezca las medidas en contra no solamente del Estado represivo, sino también de las personas que conspiraron y efectuaron el golpe de Estado. Esperamos respuestas pronto, con el fin de que las medidas que se están tomando realmente restituyan el orden y el sistema de derecho. Si esto no ocurre estamos todos en precario, no sólo yo, que fui víctima de un golpe por defender los derechos de la sociedad, sino toda la población. Creo que el presidente Obama no sólo tiene los mecanismos diplomáticos para presionar, también tiene otros recursos fuertes y espero que los aplique igual que los otros países de América Latina.

Con respecto a las Fuerzas Armadas, si ellas van a servir para dar golpes de Estado lógicamente tenemos que evaluar su rol. No obstante, creo que en este caso ha sido una cúpula la que ha ordenado el golpe. Los oficiales y la nueva generación que va a recibir una Fuerza Armada manchada de sangre no están de acuerdo con este golpe.

-Se acerca el momento de su regreso a Honduras. ¿No tiene temor de ser detenido o asesinado?

-No tengo ningún temor, pero sí tengo precauciones y prudencia. Cuando la vida lo demanda hay que darle el sentido del esfuerzo y de la compensación del esfuerzo. A veces el sacrificio es necesario para hacer conquistas sociales, y estoy dispuesto a hacer el esfuerzo por la libertad, la democracia y la paz del pueblo.

-Pidió a los medios que le acompañen en el intento de regresar al país. ¿Es una propuesta real?

-He pedido que me acompañen. Voy a arriesgar todo y el mundo está arriesgando lo mismo con mi regreso. Ya he dicho que si va a haber un magnicidio el general Romeo Vásquez Velásquez va a ser el responsable de mi muerte.