Copenhague, ¡auxilio!

La Madre Tierra se queja, el calentamiento global, producto del proceso industrializador en el marco del modelo capitalista nos ha llevado a la peor crisis ecológica que haya vivido la especie humana.

El modo de producción capitalista en su afán de acumulación ha desarrollado un patrón de producción y consumo del despilfarro, de lo superfluo, del lo “in” que ha producido tal maltrato y depredación sobre la Naturaleza producto del incremento, desmesurado, de gases con efecto invernadero como el CO2, oxido nitroso, metano, clorofluorucarbonados que ha conllevado un incremento, promedio de la temperatura de la superficie de la tierra, en 0,7°C, resultando en el fenómeno del cambio climático que ha traído consigo: sequias, inundaciones, incremento en la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos como huracanes, aumento del nivel del mar debido al deshielo de glaciares y casquetes polares y otras calamidades.

Lo más grave es que la vida en el planeta se está afectando, la contabilidad de especies extintas es de miles y expertos aseguran que a finales del siglo XXI habrán desaparecido al menos el 50% de todas las especies, ante esta amenaza la especie humana también está en riesgo.

Lo que se discute en Copenhague, sede de la XV Convención de las partes de Cambio Climático es de suma importancia para la vida del planeta y hacemos votos por que los países industrializados asuman su responsabilidad en la reducción de la producción de GEI y a su vez incrementen sus aportes financieros para que los países más pobres puedan desarrollar mecanismos de adaptación ante las amenazas del calentamiento global.

Esta crisis global solo podremos superarla si hay un acuerdo global, muy difícil de alcanzar pero indispensable, para asumir, desde una nueva perspectiva ética, un modelo de desarrollo que parta del reconocimiento del vinculo indisoluble entre la Madre Tierra y la humanidad que conlleve a una relación armónica, respetuosa, amorosa que resulte de relaciones de producción distintas, donde produzcamos lo que verdaderamente necesitamos para el bienestar de la sociedad y no para la satisfacción de necesidades artificiales basadas en un mito de “calidad de vida” que antepone el TENER delante del SER.

kawanayen@gmail.com


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Ana Elisa Osorio


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