Obama u Obomba –¡Oh, bombas!–, ¡Booom!

Fesniu o fakes new desclasificados, al parecer revelan que el ex Presidente Obama, de joven no era una cosa ni la otra sino lo contrario pero dejan entrever que el cerraba sus ojos, despierto, cuando tenía arrebatos propios de su ser disipado y, en consecuencia, vulnerable a ser manipulado.

Quizá la verdadera gringa máquina imperial de guerra se dijo para sí, éste es el tipo especial para el momento, entonces, y lo hicieron Presidente, antifaz del real emperador, el complejo militar, la demoledora y sanguinaria corporación de muertes de inocentes.

Siendo Obama un blanco con aspecto de negro resultaba perfecto para Presidente de la militarmente poderosa nación gringa; o como se dice, un prototipo del racismo híbrido, un Tío Tom cruzado con el Tío Sam, un fanerógamo, un prét a porter del Pentágono; Obama solía jugar al golf de punto en blanco, hasta con corbata, o al menos así lo presentaban las revistas del jet-set, facha que también trataron de inventar con el par monifato de acá, Guaidó, otro perfecto títere, pero se equivocaron con Venezuela porque aquí no pudieron ni podrán.

Obama, finura, delicadeza, moralmente frágil pero, anzuelo, era además ideal para captar el voto negro, especialmente el de Alabama (aunque en mucho, de otras partes) donde a la sazón rugían recias protestas populares del esclavizado pueblo negro contra el despiadado mafioso establecimiento –The establishment– que impera en ese acomplejado país del burro y del elefante, respectivamente símbolos del Partido Demócrata y del Partido Republicano, ahí no se mete más nadie, que no el partido de las Panteras Negras (The Black Panthers).

Y Obama firmó un decreto contra Venezuela, decreto que fue redactado por el real emperador. Naturalmente, Obama, que de niño en Africa se le llamó Obombo, dispuso millones de bombazos contra decenas de países del mundo, él mantuvo guerras en diferentes frentes desde su primer día de pantalleo hasta su último día presidencial.

"Los pajaritos de Palestina también son pajaritos" – y que está en red, por lo que puede ser escarbado por, a quien pueda interesar un complemento sustantivo a estas reflexiones – es contentivo de un discurrir a la putridez del Nobel de Paz concedido a Obama y a otros de su misma ralea, para curar en salud.



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Guillermo Guzmán


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