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A escasos días de evocar el Día Mundial del Medio Ambiente, que está pautado cada 5 de julio, Japón, lo va a celebrar, arrojando a los océanos, millones de metros cúbicos de agua contaminada. Es el regalo nipón a la humanidad.
No tienen que venir los seres extra terrestres como en la Película, la Guerra de los Mundos y otras de su estilo, para destruir al Planeta Tierra, esa ingrata tarea, la estamos haciendo, nosotros mismos, valga el pleonasmo, con nuestra conducta depredadora, destructora e insensata, frente a la cual la indolencia de las grandes potencias nos lleva a pasos agigantados a la auto destrucción planetaria.
Los Convenios que se firman para, supuestamente, preservar son letra muerta. No hay un país que pueda presentar un saldo positivo por su cumplimiento. Palabras, son palabras, que se las lleva el viento. Escritos que son archivados luego que pasan los vibrantes discursos en los organismos internacionales y los brindis por la Salud del Planeta.
Hoy observamos con asombro:
Desde que ocurrió el desastre, de la Planta Nuclear de Fukushima, en Japón, el 11 de marzo de 2011, se ha acumulado más de un millón de toneladas de aguas residuales, contaminadas radiactivas, que el gobierno de ese país, no haya que hacer con ellas, pero para desgracia de todos. La solución, que se les ha venido a la mente, es lanzarla a los mares, para que todo se contamine. Si nos vamos a joder, dicen los japoneses, pues, nos jodemos todos.
Así que con esa filosofía, tan profundamente humanitaria, el Gobierno de Japón, pretende lanzar esos desechos altamente contaminantes, al Océano.
¿Y a qué Océano? Al Océano Pacífico, es decir al de todos los habitantes de este Planeta, porque no existen barreras que impidan que estas aguas se esparzan por todo el mundo, ya que se comunican con el Atlántico y de allí, paren de contar. Su letalidad se extenderá a no sólo a las aguas, sino, a las criaturas vivientes que allí existen y de allí, a los que la consuman (aves y seres humanos), a cualquier ser viviente que este contacto con sus aguas y productos que de allí se extraigan. Es decir una tragedia total.
Las informaciones al respecto, son espeluznantes. La planta produce a diario agua contaminada (aproximadamente 100 metros cúbicos al día), que se almacena en tanques gigantescos.
Hasta el momento se han llenado más de 1.000 tanques. Japón dice que esta no es una solución sostenible a largo plazo, y quiere liberar gradualmente esta agua en el Océano Pacífico a lo largo de 30 años.
A confesión de parte, relevo de pruebas, a lo largo de 30 años o más, porque la magnitud del daño, hasta ellos la desconocen, pero quieren prender el ventilador, para que todos suframos las consecuencias de de ese grave error y desastre donde están inmersos. Es decir, si ellos se hunden, que nos hundamos todos.
La Organización de las Naciones Unidas, siempre complaciente con estas llamadas potencias, han consentido la descarga, simulando ante el mundo, que esas aguas han sido tratadas y que no implican riesgo, pero esto no se lo creen ni ellos mismos.
Tanto es así, que los países que circundan la región donde se pretende verter las aguas contaminadas, no se creen el cuento de vaqueros de la ONU, ni los argumentos del gobierno Japonés sobre la inocuidad de las aguas que van a derramar y se oponen. Yo me preguntó, y cualquiera puede preguntarse, entonces, si son inocuas y no constituyen ningún riesgo, ¿por qué no se la distribuyen a su población o la utilizan en las diferentes labores que se realizan allí, donde es indispensable utilizar agua?
En el mismo Japón, se estima que en diez años, es decir, ya, puede haber una escasez de agua, en Japón, calculada en un 20 %, Igualmente, nos preguntamos, entonces, ¿por qué botar al Océano?, millones de metros cúbicos de agua que ya tienen almacenados, si no son peligrosos y los utilizan o las guardan como reserva, utilizando su tecnología, para enfrentar lo que les viene a corto plazo.
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La respuesta que le voy a dar a ese "¿Por qué?", no es académica, no es científica no es tecnológica, es de sentido común del pueblo, es de pura sabiduría popular. Mi primo Ángel, de Maturín en el Estado Monagas, siempre suspicaz, tiene la respuesta correcta: ¡Porque ellos no son pendejos ¡Prefieren contaminar a todo el mundo, para no cargar con esa cruz solos. El egoísmo los lleva por ese camino, si nos hundimos, que se hundan todos. "Es inmensamente triste ver como la naturaleza nos está hablando y los humanos no escuchamos". Victor Hugo