Países imperialistas estimulan la corrupción ll

Cuando hablamos de corrupción, nos estamos refiriendo a un tema económico-social complejo, que no tiene nada de novedoso, al menos que no sea el escándalo que suscita en forma itinerante por la cuantía de los montos en juego, por la jerarquía de los personajes involucrados y por los momentos políticos en que se produce.

En la mayoría de los países, el fenómeno existe, es de vieja data, como en nuestro caso, donde hurgando en la historia podemos encontrar decretos del Padre de La Patria, Simón Bolívar, emitiendo decreto muy severos sobre la materia, donde no se excluía, por ejemplo, la aplicación de la pena de muerte y los llamados a la probidad.

Y decimos que es complejo, porque la Corrupción, vista en extenso, a nuestro juicio no se limita exclusivamente a la extracción indebida del patrimonio nacional, es quizás una de su facetas, la más conocida, quizá, pero ella se extiende y abarca acciones, algunas con carácter delictivo que permiten este fenómeno, que revela a todas luces descomposición social y moral.

Hablamos que revela descomposición social y moral, ambiciones personales, ansias de poder político, porque sólo así puede explicarse que altos Ejecutivos, Presidentes de la República, Empresarios, parlamentarios a todos los niveles, funcionarios de alto y medio nivel de la administración pública y empresas del Estado o Privada, caigan en él.

Por supuesto, la existencia de un marco legal lenino, que limite la caracterización del fenómeno y además, carezca de penas ejemplarizantes contribuye a su florecimiento.

Decimos que el fenómeno es extenso ya que abarca diversidad de acciones, algunas no tipificadas como el delitos, porque no se trata exclusivamente del apoderamiento indebido de dineros públicos, sino que pasa por aspectos políticos como es el tráfico de influencia, el nepotismo, el amiguismo, el de fortalecer tendencias internas en los partidos políticos a toda costa, incluso con personas de baja catadura moral; el salto de talanquera a la que nos tienen ya acostumbrados algunos, políticos, que sirven de comodines para falsas mayorías o para vender su voto al mejor postor, el de seleccionar funcionarios a cargos de importancia, sólo por criterios políticos y no por capacidad técnico-intelectual.

Detrás de todas estas acciones está la Corrupción, por eso es un fenómeno complejo, a veces, en algunos casos difíciles de detectar, pero detrás de todos ellos y su base fundamental es la descomposición social y la pérdida de valores morales.

Si no hay una sociedad que encare esta situación frontalmente, si los partidos políticos que liderizan la opinión pública en la sociedad son tolerantes y muchas veces cómplices, se le está haciendo cama, se está fortaleciendo los procesos de corruptela.

En el artículo anterior sobre el tema que forma parte de una serie titulada " Los Imperios estimulan la corrupción", afirmamos y reafirmamos que estos países de vocación imperialista, el mejor caldo de cultivo que tienen, para mantenernos dominados, para controlarnos, para sobornarnos y chantajearnos, lo tienen en los procesos de corrupción y por ello los estimulan y fomentan.

Dimos ejemplos, en la reflexión anterior de cómo en la región Presidentes, Dictadores, Altos funcionarios, que se han prestado a desfalcar a sus pueblos, ni siquiera, en algunos casos son juzgados en sus propios países sino, que la legislación extranjera ha sido la que ha tomado cartas en el asunto, juzgándolos e incluso decretando la expropiación de los bienes adquiridos ilícitamente.

Es allí precisamente donde observamos la actuación de los países que con vocación imperialistas fomentan el fenómenos en función de sus intereses particulares. Les interesa tener presidentes, dictadores, diplomáticos y altos funcionarios corruptos, porque así pueden condicionarlos, obligarlos a actuar de determinada manera, que tomen partido por una y otra causa, siempre en función de sus intereses, so pena de ponerlos a la palestra pública.

No hay alguien más fácil de chantajear que un Presidente, o un dictador, un funcionario diplomático, o un alto funcionario público. Ese es su talón de Aquiles, allí está la debilidad donde apuntan los países de vocación imperial y ellos los aprovechan no sólo porque mantienen cautivo políticamente al político corrupto, amenazándolo con exponerlo públicamente, sino, que al final comparten la fortuna robada y como compensación le dejan una parte para que viva su vida y continué prestando servicios al imperio en otras vuelticas, que oportunamente le propondrán. Continuaremos abordado el tema y analizando en artículos posteriores las leyes que se están proponiendo para frenar la corrupción expropiar los bienes mal habidos.

 



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Jesús Sotillo Bolívar

Docente en la UCV

 jesussotillo45@gmail.com

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