Y cuando pierde arrebata. Utilizamos este refrán mexicano, que también es el nombre de un película, para caracterizar la actual conducta del Jair Bolsonaro, derrotado en las recientes elecciones de Brasil, pero que no sabe perder y pretende ahora, luego del reconocimiento interno e internacional de la victoria de Luis Inácio Lula da Silva, arremeter , cantando fraude.
La solicitud que ha hecho el mandatario derrotado, quien se ha negado públicamente a reconocer su derrota, al solicitar el reconteo de un grupo de mesas, precisamente, donde la victoria de Lula es inobjetable, y no de todo el proceso, porque donde el ganó, no pide recuento, es una demostración tardía de lo que el intento hacer durante la campaña electoral en Brasil.
Recordemos que en muchas oportunidades anunció su desconfianza por el sistema electoral de Brasil, lo que no hizo cuando el resulto ganador. Recordemos incluso, que hasta incitó a las Fuerzas Armadas, a dar un Golpe de Estado, si resultaba ganador Lula da Silva.
Si tomamos en consideración esa actitud, no nos extraña que ahora pretenda desconocer los resultados o estimular protestas violentas para altera los resultados y buscar de alguna manera enrarecer el panorama político brasilero, para negarse a entregar el gobierno, como correspondería hacerlo en el mes de enero de 2024.
No le bastó a Jair Bolsonaro, haber participado en el entarimado político- jurídico que se formó en Brasil, para anular la posibilidad de que Lula da Silva, fuera candidato presidencial, en la primera oportunidad, donde el salió electo. No, continuaron las acusaciones, las demandas, incluso las detenciones para lograr su muerte política y anular cualquier posibilidad de que se postulara como candidato.
Pero al final, la verdad salió a flote, no pudieron las maniobras y los tribunales absolvieron a Lula, quien reverdeció, renació de las cenizas, participó en la Campaña Electoral, con sus verdades y propuestas programáticas, volviendo a lograr la confianza que el pueblo le deposito en su primer mandato y obtener la Presidencia por segunda vez.
580 días pasó Lula da Silva en la Cárcel y des allí no desmayó para desmontar las acusaciones infundadas que se habían formulado contra él.
Corrupción, Lavado de Dinero, supuestos delitos con negocios realizados con Petrobras, toda una campaña impulsada por Medios de Comunicación, financiados y manejados entre bastidores por Jair Bolsonaro, quien apostaba a la corrupción judicial, para lograr una sentencia contra Lula, y sacarlo del juego político.
Pero al final se impuso la justicia y los organismos judiciales de Brasil lo absolvieron de toda culpa, dando al trasto con la maniobra de Bolsonaro, de criminalizar la política, para su propio beneficio y quitarse de encima a un contendor como Lula, que contaba como se demostró, con la voluntad mayoritaria del pueblo brasilero. Fue tan evidente la patraña formada contra Lula, que Sergio Moro, el Juez que lo encarceló, renunció, al Poder Judicial, para ser Ministro del Gobierno de Jair Bolsonaro, lo que puso en evidencia, como desde el gobierno se manejaba a los jueces para incriminar a Lula da Silva.
Ya los analistas y políticos brasileros empiezan a pronunciarse y ven en esta nueva estrategia de Bolsonaro, la continuación, de las denuncias previas que realizó para enlodar el proceso electoral, frente a una eventual derrota. Por ello, la gran mayoría de los analistas consideran que se trata de unas denuncias, que pretenden avivar a sus partidarios y crear un caos que pueda justificar cualquier invalidación de los resultados.
Poca posibilidad de resultados positivos puede tener esta estrategia de Bolsonaro, ya el Jefe del Senado, Rodrigo Pacheco se ha pronunciado y dijo que: "El resultado de la elecciones era incuestionable". También el partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), de centro derecha calificó las pretensiones de Bolsonaro como "insensatas";
Pero no deja a nuestro juicio de preocupar, la conducta futura de un fanático religioso, que siente afecto por las dictaduras militares asesinas, como podría con su actitud, llevar la violencia a la sociedad brasileña, sólo para satisfacción de sus interese ególatras. La conducta de Bolsonaro es típica de la Ultra Derecha, que utiliza y defiende los procesos y sistemas electorales cuando resultan favorecidos pero que los cuestiona y descalifica, cuando muerden el polvo de la derrota. "Jalisco nunca pierde y cuando pierde arrebata"