Dos mociones de censura enfrenta el Ministro de Defensa Colombiano Diego Molano, una en Diputados otra en el Senado, esto debe ser un record. Quizás no pase de allí, de un acto simbólico, porque seguramente la bancada del gobierno oligárquico, esgrimirá razones, tratara de blanquear la conducta sanguinaria del Ministro, maniobrará e impedirá a toda costa que sea censurado, porque en la práctica será un veto al propio gobierno de Iván Duque.
Pero a pesar de esto y al bloqueo que pueda realizarse contra el voto de censura, ya la solicitud misma, realizada por diputados y senadores, recogiendo el clamor del pueblo, proyecta al mundo, el verdadero carácter del gobierno oligárquico de Colombia, que junto a sus antecesores han hecho de la violencia un sistema, manteniendo al pueblo, a su juventud, a los estudiantes, a los campesinos e indígenas desplazados de sus territorios ancestrales, prácticamente maniatados.
Y es precisamente por esa razón, que la actual Ministra del Exterior, María Lucila Ramírez, viajó rápidamente, ¿Dónde?, pues, vaya pregunta, a los Estados Unidos, buscando apagar los fuegos, buscando el blanqueo del gobierno colombiano, hoy repudiado no sólo internamente, sino internacionalmente, al caérsele la careta democrática que proyectaba, muy bien elaborada por su diplomacia y sus aliados.
Cincuenta congresistas de los Estados Unidos han solicitado al gobierno, en carta dirigida al Secretario de Estado, Antony Blinken, la suspensión de la venta de armas y equipos al gobierno de Colombia, porque estos son utilizados en sus ofensivas represivas. Por su parte, Philippe Nassif, directivo de Amnistía Internacional también ha solicitado la suspensión de venta de armamentos y equipos a Colombia, por las mismas razones. Y agregó: "El papel de los Estados Unidos es el de alimentar los ciclos incesantes de violencia contra el pueblo de Colombia y esto es indignante-agregó-.
Es decir que la violencia, hecha sistema por los gobiernos oligárquicos de Colombia está al desnudo y no hablemos de la histórica, es decir, la que tiene más de 70 años. Veamos por ejemplo, las más recientes:
La ONG, Indepaz, en corte realizado hasta febrero de 2021, se habían producido 12 masacres con 44 víctimas y en el 2020, hubo 91, con 381 víctimas. Según la citada ONG, la violencia en ese país es imparable y al ritmo actual en lo que va del año en curso, pareciera que se batirá un nuevo record de masacres y víctimas. Los líderes sociales asesinados casi a diario son un ejemplo de esta espiral de violencia. Configurando de esta manera una violación masiva de Los Derechos Humanos.
En las manifestaciones contra el régimen oligárquico de Duque-Uribe, que apenas tienen un mes, se reportan 43 muertes, más de 800 heridos; 1.181, casos de abuso policial, más de cien desaparecidos, abusos sexuales a jóvenes, lesiones oculares a jóvenes, disparándole a la cara como en Chile; y estas cifras a lo mejor se quedan cortas, frente a la intensa represión militar-policial, que utiliza las horas nocturnas, para evadir las cámaras de las prensa internacional.
A la par de esta violencia y terrorismo de Estado, el gobierno de Iván Duque al igual que los parlamentarios de su tolda política que defienden a Diego Molano en el Congreso, tratan de desviar a la opinión pública, buscando culpables. Es así, como han acusado a los disidentes de la FARC, a Cuba, a candidatos presidenciales que se le oponen, al Gobierno Ruso, al Gobierno de Maduro. Han detenidos personas y los hacen pasar en las fotos como venezolanos, para involucrar a nuestro país, en una espiral de violencia de la que ellos son parteros. Pronto dirán que son los murciélagos chinos o los extraterrestres, los culpables. Cualquier cosa puede esperarse de una oligarquía que boquea, lanza pancadas de ahogado, porque ya ni la represión puede callar la voz de protesta y la voluntad de lucha del pueblo colombiano.