La política, su ciencia y el entierro de la democracia

Escribió Goethe: "Prefiero la injusticia al desorden." El conservadurismo siempre apuesta por el orden. El progresismo por la justicia. La academia, como institución, siempre es parte del orden. La ciencia política hegemónica ha ido construyendo el actual modelo, caracterizado por el control político de todo el sistema por parte de los partidos, la ausencia de separación real de poderes, el alejamiento de los pueblos de las grandes decisiones, la supeditación del Estado social a la tasa de ganancia empresarial, y la pérdida de la apuesta por construir sociedades más igualitarias. Vaciamiento del contenido de la democracia que sólo es posible en la medida en que se asume socialmente la imposibilidad de dotar de contenido a la democracia cuando no existe homogeneidad social. En otras palabras, habiendo diferentes maneras de entender la democracia —como mero procedimiento de toma de decisiones, como una forma de igualación social, como una asunción de la corresponsabilidad, como un acuerdo a tomar entre élites—, se optó por las definición mínima. La que asumía que el objetivo de la democracia ya no era reducir las desigualdades.

El siglo XX, el primer hito con una gran capacidad de penetración lo encontramos en los planteamientos de Huntington en los años sesenta, consolidados en el informe La crisis de la democracia, donde se concentró el programa de máximos del neoliberalismo, resumidos en una idea: el nivel de participación siempre tiene que estar por debajo del nivel de institucionalización. De esta manera, ni en las transiciones ni mucho menos en la pugna de los movimientos sociales con el Estado, la presencia popular en los procesos políticos debe tener la fuerza de romper los marcos institucionales existentes. La influencia de la economía monetaria se trasladó a la ciencia política. Lo importante no son las condiciones sociales que producen la economía o la política, sino mantener situaciones estables y controladas que sean funcionales para la lógica del capital o el statu quo político. Para ganar un reino —diría Maquiavelo— necesitas más amabilidad que para mantenerlo.

Robert Dahl ayudó también a representar la democracia representativa desde una perspectiva llamada "pluralista". La política, al igual que el gobierno, sería una representación "plural" que reflejaría la misma composición variada de la sociedad. La disputa entre las élites políticas es, en esa interpretación, una forma pacífica de acompasar los diferentes intereses de una sociedad que mantiene unas diferencias que pueden solventarse en los niveles de gobierno (por supuesto, la propiedad privada de los medios de producción no se incorpora a esta discusión).

Sin duda, una de las más relevantes contribuciones para el asentamiento de la democracia representativa la realizó el jurista Norberto Bobbio, en especial en el contexto de la discusión con la izquierda marxista italiana. Para Bobbio, existía un problema de escalas. Mientras que la democracia original griega tenía lugar en ciudades con un número "operable" de ciudadanos —cabían en el ágora—, el crecimiento de nuestros países y ciudades hacía necesaria la democracia representativa. En realidad, lo que hacían era contribuir desde la academia a la expulsión del debate acerca de la calidad de la democracia.

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Manuel Taibo


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