A pesar de su extraordinaria capacidad de recuperación, el capitalismo vive el peor de sus momentos con el último suspiro de la globalización. De hecho, en cualquier momento recibe el tiro de gracia asestado por ellos mismos. Sus principales aupadores, Inglaterra y Estados Unidos, votaron por el proteccionismo y cerrar sus puertas hasta que acomoden la casa por dentro. Londres sale del eurocentrismo y el pueblo yanqui apostó a una especie de retrasado mental con dinero, pero que ofreció regresar las industrias al país y levantar muros para evitar mano de obra extranjera.
De tal manera que la globalización se convierte en el mayor fraude de la teoría económica que prometía villas y castillos, acabar con la pobreza y conducir un mundo pujante por el camino del bien, pero que en la práctica, en menos de 30 años, concentró aún más la riqueza y llevó a la miseria a naciones enteras, sumergió en guerra a decenas de países y generó la más grave crisis de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Ya comienza a ser una frase trillada "el capitalismo está en crisis". Pero en esta oportunidad, hay dos elementos que apuntan a su crisis real: la muerte de la globalización que era su apuesta luego de la caída del capitalismo de Estado Keynesiano; y la aparición de un poderoso bloque económico que viene haciendo las cosas a la callada pero con resultados impresionantes, esos que llaman las economías emergentes agrupadas en los Brics: Brasil, Rusia, India y China como agregado. Son países que cuentan con una gigantesca mano de obra y toda la gama de riqueza natural que se puede necesitar como materia prima para el desarrollo. Y además con un agregado: el desarrollo de tecnología propia que los pone a la par de las potencias hegemónicas conocidas. Ese es un factor que está golpeando muy duro al capitalismo como sistema, y además en crisis real.
A ellos tendríamos que sumarle la derrota político-militar sufrida por Estados Unidos en Siria, la más importante después de la derrota de Vietnam, 43 años antes. Aunque en Siria no fue una derrota militar directa, apostaban al triunfo cuando armaron a las organizaciones terroristas árabes.
¿A dónde nos lleva todo esto?
Estoy viendo al 2017 como la fecha del quiebre de la historia. Y me explico. Si lo expuesto arriba es cierto, está claro entonces que el lenguaje de los misiles se acerca cada vez más y la desintegración de los países también. Ahora, al menos seis naciones tienen capacidad de respuesta bélica de alto calibre, es decir, arrancarse pedazos y afectar a su propia gente de manera permanente. Y por otra parte, el capitalismo necesita con urgencia readecuarse y los Brics expandirse. Será un choque entre dos colosos que sin duda arrojará muchas víctimas. Y además, Estados Unidos traza estrategias para recuperar sus espacios perdidos, entre ellos su patio trasero, vulnerado descaradamente por Rusia y China, el primero con la venta de armas, y el segundo con la construcción de infraestructuras en todo el continente con el canal de Nicaragua a la batuta, una monstruosa obra que cuesta 50 mil millones de dólares. Así será de importante para China inversión semejante.
Dos puntos necesariamente deben ser tratados en este artículo, como agregados. Alemania es un volcán que no ha hecho erupción. Es no solo la economía más importante de Europa, sino que necesita expandirse pero no puede por sus limitaciones geográficas. Eso ha generado un poderoso movimiento puertas adentro que apuesta al "Mein Kampf" y ya es público, al que yo diría solo le falta un líder. Además, tiene un gravísimo problema social con los inmigrantes que no han podido dominar y se hace cada vez más grave. El otro elemento es Corea del Norte, puede que la sociedad más aislada de la comunidad mundial, de la que no sabemos nada. Nadie sabe lo que ocurre dentro de Corea. Lo que sí sabemos es que hay allí una cohesión total entorno a un líder que es una especie de Dios como lo fueron los dos anteriores. Y también sabemos que ha desarrollado una enorme capacidad bélica y que le tiene un odio profundo a Estados Unidos. ¿Cuál será su papel en esta crisis? No lo sabemos.
Todo esto, obligatoriamente nos trae a Venezuela. De entrada porque es el país con las mayores reservas petroleras del mundo, pero además porque tiene gas para 600 años, el alimento principal de la industria petroquímica. Y por otra parte, por su enorme y casi ilimitada cantidad de riquezas naturales de todo tipo, incluyendo la maldición amarilla, gigantescas betas que están destruyendo el sur del país.
Estados Unidos necesita de por sí ponerle la mano al país. Tener control sobre la explotación de todas sus riquezas. Eso llega directamente al plano político. Pero resulta que sus frentes políticos se sumergen cada vez más en el fracaso, en un mar de confusiones y de contradicciones, con una ausencia total de norte y una carencia absoluta de liderazgo. Necesariamente tiene que apostar a otra salida y siente que se le alarga el tiempo. Es por ello que hará lo imposible para subvertir el orden este año a como dé lugar, sin importar las consecuencias. Y creo que para ello no está contando con la dirigencia de la oposición, sino que está apostando a otras vías. Eso apunta a que comenzaremos un año con conflictos que no se detendrán con tanta facilidad. De nada valdrán los discursos fofos. Es cierto que lo de Ciudad Bolívar fue una provocación y el pago a algunos sicarios, pero también es cierto que hubo mucha participación voluntaria por la desesperación, y que la represión no fue una mamadera de gallo, incluyendo allanamientos, persecuciones y violaciones a los derechos humanos.
La otra parte es el gobierno que intenta avanzar con un asomo, por fin, de política económica y con una presión en las políticas sociales, manteniendo sus tres principales banderas: la construcción de viviendas, el otorgamiento de pensiones y el incremento de la matrícula escolar.
Pero todos sabemos que no es posible sentarse en un pupitre con el estómago vacío porque simplemente los ingresos no están alcanzando. Debió ser interesante hacer una encuesta para saber cuántas familias hicieron hallacas este año, pero seguramente que fueron muy pocas. No debemos olvidar que la hallaca tiene una razón cultural, no es una comida simplemente. No fue posible hacerlas por culpa de la crisis económica.
Y el otro problema es la corrupción que no tiene parangón en la historia del país. Ha crecido y se ha generalizado y el gobierno se niega a diseñar una estrategia para frenarla. Al menos para minimizarla. Hoy día, es un factor de gobierno y un problema de Estado.
De tal manera que la batalla de este año no será un juego, sino un problema profundo que deberá medirse con mucha cautela para no caer en errores de los que luego nos podamos arrepentir. Salimos de un 2016 que fue difícil, claramente difícil, pero este será el doble de complejo, y de paso, no habrá prisioneros. Al que caiga le pasarán por encima, y si le pueden pegar fuego ahí mismo, así será.