La gran equivocación de Fidel.

El fallecimiento de Fidel Castro Rus, llenó la TV de comentarios, documentales y análisis referidos a su personalidad y trayectoria política. La mayoría de dichas opiniones coinciden en señalarlo como factor de cambio, tanto en la conducción de la lucha social en Cuba, como en América Latina y el mundo. Vale preguntar ¿Cambio de qué?

Cuando en Cuba Fidel insurge con un movimiento de guerrilla campesina y urbana de amplia participación popular, para derrotar la dictadura impuesta por las trasnacionales capitalistas, las mafia de los casinos y el gobierno de Estados Unidos, el panorama de la lucha social en Latinoamérica cambia, se sale del molde que le habían construido personajes como Haya de La Torre (Perú), José Figueres (Costa Rica), Jorge Eliecer Gaitán (Colombia), Rómulo Betancourt (Venezuela). Según este modelo, la lucha social se reducía al electoralismo oportunista, colaboracionista con la oligarquía pro imperialista de cada país. El liderazgo que estos personajes mantenían sobre las mayorías nacionales, carecía del pragmatismo, ascenso de masas, lucha de clases y confrontación para la liberación nacional por la toma del poder. Respondía al trillado gatopardismo para que todo siga igual.

¿En qué consiste el cambio? El cambio que introduce Fidel consiste en transformar la lucha social en guerra de liberación nacional. Es el gran aporte revolucionario de los barbudos de la Sierra Maestra. A partir de ese momento histórico y durante 57 años, Fidel da muestras de coherencia ideológica y práctica revolucionaria. Cuba, a 90 millas del centro del poder mundial capitalista, consolida una Revolución Socialista que le respira al imperio en la nuca.

En medio de la gran confrontación que el proyecto socialista tenía y tiene, Fidel conduce con mano segura el timón de la nave. Y si en lo particular hubo algún error, la visión del conjunto es de éxito, reconocido hasta por los adversarios más obtusos. Para Fidel - Cuba y la Revolución - estuvieron siempre por encima de cualquier otro interés. Para avanzar, consolidar, defender el proceso revolucionario, busca aliados y sin renunciar a la soberanía, realiza pactos con quien le tienda la mano amiga: el PRIN (Méjico), Franco (España), la Unión Soviética.

La URRSS se constituye en el vínculo entre el centro y la periferia. Relaciones que perduran hasta su derrumbe, lo cual le trae a Cuba una etapa de penalidades económicas, conocida como, período especial. Para superar esta terrible situación, Fidel va a caer en la gran equivocación de su trayectoria revolucionaria.

La política es el arte de las conveniencias o mejor, el arte de las complicidades. En política el aforismo maquiavélico, "el fin justifica los medios", está siempre presente. Es de suponer que el gobierno cubano tiene un muy sofisticado servicio de inteligencia que le permite conocer los planes que el enemigo imperialista prepara para posibles agresiones. Ese servicio de inteligencia vale para todo. En consecuencia, cualquier pacto o acuerdo de colaboración con gobiernos, está vigilado, determinado por el servicio de inteligencia.

Fidel igual que el Che, venía percibiendo las contradicciones de la burocracia soviética y la amenaza que tal agudización podía tener para Cuba. En especial el suministro de petróleo. En prevención había mirado hacia su vecino inmediato, Venezuela, y realizaba el acercamiento al enemigo político que, en la reunión de Punta del Este (enero de 1962), concitó la expulsión de Cuba de la OEA: Betancourt y su heredero Carlos Andrés Pérez. El acercamiento se concreta y Fidel asiste como invitado especial a la II toma de la presidencia de CAP (febrero de 1989). El evento constituye algo así como la presentación de Cuba en sociedad, con la asistencia de 35 presidentes. Luego de años de extrañamiento, Fidel y la Revolución Cubana son admitidos en sociedad. A este evento, lo sucede la Cumbre de presidentes Iberoamericanos, que se repiten de año en año.

El interés de la relación con CAP, se traslada a Hugo Chávez, el golpista que cercena la base política de CAP, por la deserción del 4 de febrero de 1992 (intento de golpe de Estado), lo cual abre la posibilidad del juicio, destitución y posterior condena contra CAP por actos de corrupción en el manejo de fondos públicos. Fidel aplaude al desconocido militar golpista, lo acuna en su seno, le da el visto bueno, le da carta de presentación para que la izquierda claudicante venezolana lo acoja como candidato a la presidencia de la República. Fidel le coloca el paracaídas y lo lanza al vacío. ¡Al vacío ideológico!

Así como en su momento a Fidel le interesaba CAP, ahora le interesa Chávez, el militar golpista promovido por la embajada yanqui, formado en la Escuela de las Américas, con gran admiración por los "carapintada" argentinos. Es tal su admiración por estos militares fascistas de la Triple A, que al salir de la cárcel, el primer viaje al extranjero lo realiza a la Argentina. El segundo viaje lo realiza a España, para reunirse con Pérez Jiménez. Fidel soslaya el origen oscuro del personaje, lo incluye en sus planes, lo invita a La Habana y le brinda recepción de jefe de Estado al recibirlo en la escalerilla del avión. Mayor demostración de interés ¿A un desconocido? ¡Imposible!

La coyuntura política en Venezuela, luego de los hechos anárquicos del "caracazo" es de cambio y Fidel, por su profunda visión y conocimiento de la política, visualiza en Chávez el futuro instrumento de su único objetivo y supremo interés: el suministro de petróleo. A Fidel poco le importa el personaje y su oscuro origen militarista, "el fin justifica los medios". Con CAP o con Chávez, el objetivo es el petróleo, sin importar las consecuencias nefastas que el personaje de marras le va a ocasionar a la revolución venezolana y latinoamericana. Luego de 18 años, los resultados están a la vista. ¿Qué diferencia hay en que el petróleo lo suministrara CAP o Chávez? Se ha dicho que no hay un gobierno más parecido al de CAP, que el gobierno de Chávez, así como no hay un demagogo más parecido a Chávez que Trump.

La conveniencia y objetivo de Fidel se imponen y se crea la complicidad de erigir como agente o instrumento de una falsa Revolución Socialista, a un militar de raigambre anticomunista – confesión de parte - fascista (macartista), distintivos de los militares latinoamericanos. El socialismo jamás figuró en la mente de Chávez como proyecto político. La idea se la brindó Fidel y la izquierda claudicante venezolana, se la acuñó como un tatuaje. En esencia el proyecto político de Chávez es capitalista, pro imperialista de los militares y para los militares. El poder ejercido durante 12 años lo demuestra: en lo personal, hiperliderazgo, culto a la personalidad, contradicciones ideológicas; y en lo militar, todo el escalafón de la administración pública lo ocupan los militares: ministros, embajadores, gobernadores de 13 entidades federales, presidentes de institutos autónomos y hasta diputados en la Asamblea Nacional. En el último año (2016), vemos como, ante el desastre y ruina nacional, la entrega es total (CAMIMPEG) ¡Todo el poder a los militares! Reminiscencia de, "Todo el poder a los soviet".

Demostrar que el socialismo no figuraba en el proyecto militarista de Chávez está a la vista de quien lo quiera ver:

Primero, en la elaboración de la Constitución Nacional (1999), la palabra socialismo no aparece en ninguno de los artículos. Es una Constitución capitalista y socialcristiana desde la A, a la Z.

Segundo, durante cinco años (2006-2010), el chavismo mantuvo la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Pero, no utiliza dicha mayoría para reformar la Constitución ni elaborar leyes para consolidar el socialismo que pregonan.

Tercero, la clase obrera no figura como vanguardia de la Revolución que se proclama socialista. La vanguardia chavista está formada por militares anticomunistas. En las academias militares no enseñan socialismo. Socialismo sin clase obrera no es socialismo. Vemos como en las ciudades de mayor concentración obrera: Caracas (Miranda), Valencia (Carabobo), Maracaibo (Zulia) el chavismo sale derrotado en todas las elecciones.

Cuarto, un gobierno que se proclama socialista no tiene nada que buscar en organismos como Mercosur. Una economía subsidiada como la venezolana ¿Puede ingresar en un organismo económico capitalista de competencia y libre mercado? Pretender ingresar envuelve una gran contradicción, muy propia de Chávez y su sincretismo ideológico. Cuando hubo la solicitud de ingreso en Mercosur, escribimos una nota de prensa y decíamos: "Venezuela no tiene nada que buscar en Mercosur". Pasan los años y ante la dificultad para ser admitida como miembro, recurre a una componenda política (Lula, Cristina, Mujica), que utiliza como subterfugio la expulsión de Paraguay de Mercosur por el golpe de Estado contra el presidente Fernando Lugo. Lo que es igual no es trampa. Por ello la expulsión de Venezuela es producto de otra componenda política (Macri, Temes, Cartes), que le escamotean la presidencia pro tempore, y le exigen el cumplimiento de los protocolos. Pelea entre pillos.[1]

En Venezuela, el socialismo sólo figura en el discurso de los jerarcas del chavismo y de la izquierda claudicante que, en Latinoamérica y el mundo, aplaude los fracasados éxitos del chavismo. Es una gran infamia contra el socialismo identificar el chavismo como proyecto socialista. El socialismo no tiene nada que ver con el desastre, ruina, miseria económica y moral que el chavismo le impone a 30 millones de habitantes del país.

Resulta difícil aceptar que Fidel por la información que tenía de los temas más variados (servicio de inteligencia); la relación con políticos e intelectuales de su época; y la experiencia personal en mil percances; no percibiera las limitaciones ideológicas de Chávez y las terribles contradicciones que acusaba en su discurso cotidiano. El ejemplo más elocuente lo encontramos en el sincretismo ideológico de pretender juntar la ideología militar de Juan Vicente Gómez, con el socialcristianismo del doctor Caldera y el Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Mayor incongruencia ¡Imposible! Chávez fue incapaz de dilucidar lo que todo revolucionario tiene muy claro, la contradicción entre Fe y Razón. Esa gran falla conceptual lleva a Chávez a inventar –por ejemplo - un Simón Bolívar, que no existe en las páginas de la Historia. Bolívar, según la concepción de Chávez, iba a las batallas con un cristo en una mano, un rosario en la otra y en el cuello le colgaba el escapulario de Maisanta. Chávez, es el personaje caricaturesco, creado por Fidel, cuyo único interés giraba en recibir petróleo para darle vida a la Revolución cubana. Domingo Alberto Rangel, que conoció y diseccionó la personalidad de Chávez, decía, es un gran farsante que engañó a medio mundo.

No nos estamos oponiendo al suministro de petróleo a Cuba y demás islas antillanas, así como a los países de Centroamérica (Petrocaribe). Estamos denunciando y rechazando el daño que Chávez, falso revolucionario, le causó a la revolución venezolana y latinoamericana. Y lo más lamentable, que Fidel haya sido el artífice de tamaña impostura. Durante cien años o más, el socialismo ha sido el centro de la campaña capitalista de negación de la idea, de liquidación física de luchadores socialistas, de invasiones y guerras contra los países donde surge el intento de consolidar el socialismo. Ya esa campaña, de por sí inconmensurable, resulta mucho más apabullante al endilgarle al socialismo los fracasos del chavismo, en lo cual el socialismo no tiene arte ni parte. Al socialismo hay que defenderlo y liberarlo de la horripilante carga que significa los horrores del chavismo. El desprestigio chavista no tiene por qué manchar la limpia trayectoria de lucha del socialismo creado por Marx y Engels, enaltecido por Lenin, Trotsky, Stalin, Mao Tse Tung, Ho Chi Min, Rosa Luxemburgo, Fidel, el Che y ennoblecido por la legión de luchadores comunistas, el proletariado soviético y el Ejército Rojo, que entregaron la vida para derrotar el fascismo en la Segunda Guerra Mundial. ¡Honor y gloria al socialismo! 4.12.2016.

Diciembre 11 del 2016

[1] León Moraria, El Triángulo Negro:

http://www.autoreseditores.com/libro/5366/leon-moraria/el-triangulo-negro.html.

http://www.amazon.com/dp/B01D7E5HE4?ref_=pe_2427780_160035660



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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