Acaba de fallecer uno de los líderes más carismáticos de toda la historia de la humanidad; querido y odiado por millones en el mundo entero, fue, sin duda alguna, un personaje bien influyente en el contexto geopolítico global de la segunda mitad del siglo XX y primeros años del siglo XXI (protagonista de la célebre Guerra Fría). Y quizá uno de los aspectos más controvertidos y poco claros sobre el dirigente cubano, fue lo relacionado con su ideología política y filosofía económica, y es que se da por sentado, o al menos así es para la mayoría de sus seguidores y detractores, que Castro fue comunista o socialista, fiel seguidor de las ideas marxistas. Ahora bien, una cosa es lo que durante décadas se hizo creer mediáticamente a las masas en Cuba y el resto del planeta, y otra cosa es la realidad tanto de la isla caribeña como del verdadero pensamiento y praxis del carismático líder.
A continuación transcribimos algunos textos al respecto de lo señalado en el párrafo anterior, incluidas dos declaraciones de Castro, asumiendo de forma tajante que no era comunista. Si bien dichas declaraciones fueron realizadas a principios de la Revolución Cubana, trascendieron como parte de su ideario político-económico, al menos si consideramos el análisis llevado a cabo en los otros textos aquí citados. En todo caso que juzgue el lector, quien debe saber de entrada tres cosas: 1) El padre de Fidel Castro, de origen español, fue un rico terrateniente vinculado con la transnacional estadounidense United Fruit Company (y supuestamente odiaba a Estados Unidos debido a la derrota militar sufrida por España en 1898); 2) en la Unión Soviética, aliado "incondicional" de Castro durante la Guerra Fría, jamás hubo un socialismo y mucho menos un comunismo. Esta potencia simplemente luchaba palmo a palmo con Estados Unidos por el control de los mercados mundiales, y necesitaba ejercer una notable influencia y presión en América Latina, teniendo a Cuba como su satélite; 3) según la revista Forbes, Castro llegó a acumular una importante riqueza tras décadas en el poder. Aunque el líder negó esto, no se atrevió a demostrar que no obtuvo una amplia fortuna durante su Gobierno.
He aquí la cita parcial de los textos:
"Considero que no estoy diciendo más que una verdad histórica, y a mí no me van a llamar comunista por eso, porque yo no soy comunista; estoy diciendo la verdad (APLAUSOS). Aquí se han querido poner las cosas que quien no sea un vendido y un incondicional miserable de los norteamericanos, entonces es un comunista (APLAUSOS); pues yo no soy comunista, ni me vendo a los norteamericanos, ni recibo órdenes de los norteamericanos (APLAUSOS). Hacemos aquí en nuestra patria lo mismo que estarían haciendo en este momento Maceo, Máximo Gómez, Martí y todos los que nos dieron nuestra independencia (APLAUSOS). Pero lo cierto es que todo el mundo sabe las causas por las cuales fue derrocado aquel gobierno revolucionario: porque afectó intereses, intereses extranjeros, y, sencillamente, si hubiera sido un gobierno que no hubiera hecho una sola ley revolucionaria, se queda allí, lo respaldan, lo apoyan, le mandan tanques, le mandan aviones y le mandan de todo, como se lo mandaron a Batista". http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f150159e.html
"Siempre lo mismo, siempre lo mismo. Siempre lo mismo de Díaz-Lanz y de Urrutia. ¿Acusarnos de comunistas para qué? Acusarnos de comunistas para ganarse el halago y para ganarse el apoyo de la reacción, para ganarse el apoyo de cancillerías extranjeras; presentarse acusando a los compañeros más valiosos de esta Revolución de comunistas. Es decir, acusar a la Revolución de lo mismo que la acusan los latifundistas, de lo mismo que la acusan los criminales de guerra, de lo mismo que la acusan los garroteros, de lo mismo que la acusan los especuladores, de lo mismo que la acusan Trujillo y su emisora desde Santo Domingo, de lo mismo que la acusan los grandes monopolios internacionales. Quien se dedique a la innoble y ruin tarea de acusar de comunistas a los compañeros revolucionarios, lo que está haciendo es hacerles el juego a Trujillo, a la reacción nacional, a los grandes intereses internacionales, a los criminales de guerra, a Masferrer, a Batista, a Ventura, a Carratalá y a todos esos criminales" http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f211059e.html
"Fidel Castro es un caso único en la historia de la humanidad: un líder político al que sus enemigos acusan de lo mismo que él se jacta de ser: comunista. A nadie en su sano juicio se le hubiera ocurrido acusar a Stalin de comunista, a Mussolini de fascista o a Hitler de nazi. Sin embargo, a pesar de que no existe ni un ápice de evidencia que pruebe que Fidel Castro ha sido comunista, los anticastristas del exilio, salvo raras excepciones, han estado acusando a Fidel Castro de serlo por más de medio siglo, y aun lo siguen haciendo. No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Por otra parte, esta actitud tal vez explique la verdadera causa de los continuos fracasos de los anticomunistas cubanos en su lucha contra Castro. Si hubiesen leído a Sun Tzu, habrían comprendido por qué el teórico más antiguo de la inteligencia y el espionaje afirmó que sólo quien conoce a su enemigo y se conoce a sí mismo ganará todas las batallas. Desafortunadamente, los cubanos anticastristas han demostrado una y otra vez que ni conocen a su enemigo ni se conocen a ellos mismos.
Es difícil tratar de hallar una explicación a esta conducta tan irracional de la mayoría de los anticastristas cubanos en el exilio, pero considero que son dos los motivos que justifican esta anomalía. Uno es el hecho de que, desde el principio, el exilio original anticastrista estuvo controlado casi en su totalidad por la CIA, y a los conspiradores del CFR, que siempre han controlado la Agencia, el mito del comunismo castrista les convenía para sus planes. Es por eso que la CIA inculcó el mito del castrocomunismo en la mente de los cubanos anticastristas del exilio originario, y éstos, para congraciarse con sus "amigos" de la CIA, lo aceptaron sin chistar.
Otra razón, es que la mayoría de los cubanos del exilio inicial eran católicos militantes, y promover el mito del castrocomunismo les ayudaba a ocultar la dura verdad de que, lejos de ser el producto de las asambleas del Partido Socialista Popular [comunista], Fidel Castro es un fascista de pura cepa producto de las aulas jesuitas del Colegio de Belén.
En su enfrentamiento contra el hombre que les había quitado de las manos el control político y económico del país, los oligarcas cubanos, la mayor parte de ellos ya en el exilio en la Florida, desesperadamente trataron de hallar una posición ideológica que justificara su oposición a Castro, sin admitir que tal vez la razón principal era tan sólo porque les había robado sus propiedades y los había forzado a abandonar el país.
No obstante, lo que no podían ignorar era que Fidel Castro, el hijo de un rico terrateniente que había amasado su fortuna al servicio de los intereses de la United Fruit Company, era uno de ellos. Prueba de esto es que, tal como acostumbraban los miembros de la oligarquía cubana, Angel Castro envió a su hijo a estudiar a La Habana con los jesuitas en el exclusivo Colegio de Belén. Y cuando Fidel Castro se casó con la hija de un alto miembro de la oligarquía, también siguiendo la tradición viajó a los Estados Unidos a pasar su luna de miel, y a gastar los mil dólares que el Presidente Batista, buen amigo del padre de Castro, les había enviado como regalo de bodas.