La Guerra si…La Paz no. …Ay Colombia

De nuevo los pueblos, es este caso el colombiano, sorprende al mundo con tan dislocado y bochornoso resultado consultivo, que sin duda, manifiesta una contradicción o una paradoja muy peligrosa para los intereses netamente populares y sociales de nuestra hermana republica. Nadie puede creer que más allá de intereses políticos o electorales, de algunos actores, que encierran este proceso para finalizar la cruda y cruenta guerra, haya prevalecido la ignominiosa decisión de continuar una matanza entre conciudadanos. Con toda la tragedia integral, nacional y mundial que esto transporta.

Hay muchas preguntas que emergen para el análisis y su posterior diagnostico o resultado. Ya saldrán sabiondos del tema a dirimir con una retorica trasnochada y televisada para apoderarse de la razón y sobresalir ante el mundillo farandulero público-político que los aplaudirá y se babeara con sus ponencias. La antropología como ciencia y sus conceptos le toca descubrir o dilucidar ¿Como un pueblo desbastado, trastocado en sus más fundamentales intereses y derechos, incluso, en la de su propia vida, votó por mantener la guerra?

¿Cómo se puede calificar al pueblo colombiano hoy? ¿Ignorante o desinteresado? ¿Rabioso o sometido? ¿Iluso o sedicioso? ¿Cómo se puede calificar tan particular decisión popular? No se puede obviar en este momento político colombiano, el hecho de la existencia de grandes intereses transnacionales mercantiles que viven de la guerra y su influencia en las altas y bajas esferas sociales colombianas. Estos tienen trabajadores, colaboradores, afines, socios, beneficiarios, operadores. Que sin duda jugaron su papel para que, en beneficio de sus intereses no llegara el fin de la guerra neogranadina.

La historia de esta guerra colombiana, tiene muchos e innumerables episodios. Hasta sus países vecinos han sido penetrados violentamente y sin justificación por su nefasta situación; llegando incluso al punto de; querer trasladar su conflicto fuera de sus fronteras. Sin bien es criminal el hecho de que los EE.UU promuevan guerras en todo el mundo, ¿Qué calificación entonces tendría el hecho, de no querer terminar una guerra entre hermanos de una misma patria? Algo pasa con la guerra colombiana, cuando, los que política y mercantilmente estuvieron involucrados en comenzarla, consolidarla y mantenerla; hoy estén divididos para su culminación.

La víctima más significativa de toda esta desgracia, sin duda es el propio pueblo colombiano, nadie le puede echar cuentos al que sabe historias. Fue su opinión (la del pueblo) que no se llegara al acuerdo final, fue el mismo pueblo que le dio al gobierno de Santos la confianza para que le ofreciera en sus tareas bienestar nacional. Y buscar una solución para traer la paz es parte de esas tareas. Sin duda es engorroso comprender esta realidad que sorprendió al mundo el 2 de octubre de 2016. Ya esconderán algunas y publicaran otras motivaciones, aquellos que promovieron la negativa de terminar la guerra. Los motivos para terminarla son obvios la paz es paz.

Las heridas profundas nacionales en Colombia siguen abiertas. También la oportunidad para la paz. Quedaron muy intactos los intereses que promovieron la guerra y que quieren mantenerla. Está vivo el egoísmo particular y colectivo. El militarismo fascista se empeña en el odio político. Con esta decisión pueblerina se trunca el nacimiento de nuevo liderazgo político. Sin duda el pueblo se castigó.

Será muy difícil descifrar acertadamente la explicación racional del resultado de esta consulta. Solo el treinta y tanto por ciento de los convocados aptos votaron. Hay que leer el porqué de la alta abstención; esa también es una opinión. Quizás hubo inmadurez política popular. Cuenta también la posición pública y colectiva frente al reto de vivir en paz, luego de más de medio siglo de estrés bélico. La incertidumbre sobre el nuevo paradigma político de liderazgos que emergerán en la paz pública y política. Al liderazgo tradicional lo inquieta el nuevo panorama y sus posibles contrincantes electorales en la post guerra colombiana. A lo mejor este elemento hizo reforzar la campaña por el no y logró su objetivo.

Muchos y poderosos intereses están resteados en mantener el conflicto. Otros quizás su interés sea una paz colombiana a su medida. Otros no querrán dejar de vender armas. Algunos seguir con el narco negocio, ese que filtró la política de Colombia y la guerra es su gran paraban. Muchos otros buscaran salir impunes, después de tantos desmanes de lesa humanidad. Quizás en Colombia esa paz anhelada traiga a flote verdades interesantes capaces de derrumbar imperios; económicos, mediáticos, políticos, militares y muchas trampas transnacionales.

La vida sigue, la paz espera. El pueblo perplejo ve los actores unos ahora con más, otros con menos fuerza. Los aprecia en batalla de intereses y cada uno en pos de la razón en pelea de iguales. La guerrilla con nueva arma según; la palabra. ¿Dejaran que la use? Sin embargo Colombia nunca deja de ser Colombia, su pueblo con sus errores o aciertos vive su esperanza de paz, la ve a veces embarcarse y regresar. Esta vez está más cerca que lejos. Solo su lucha, su trabajo, su estudio y su preparación y fogaje político lo harán madurar para regalarse el mejor futuro, el mejor progreso, una mejor patria. ¡Viva Colombia!



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Pedro Barrera


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