La encrucijada mundial en el marco del proyecto civilizatorio emergente

1. Después de la Segunda Guerra Mundial, las potencias occidentales realizaron una serie de reuniones en 1945 y 1946 para fijar una nueva estructura económica internacional. En esos encuentros realizados en Bretton Woods, New Hampshire (Estados Unidos), se formaron varios organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Igualmente, se formaría la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que tendría como objetivo fundamental velar por la estabilidad política y la paz del mundo.

Tanto el FMI como el BM nacerían en calidad de instituciones destinadas a financiar la reconstrucción y el desarrollo de los países europeos devastados por la guerra, y garantizar el mantenimiento del equilibrio social y político. Un organismo como el otro, en su área de acción, deben realizar actividades de supervisión (análisis y valoraciones), de ayuda financiera (apoyo a políticas de ajuste y reforma, a programas y proyectos gubernamentales) y de asistencia técnica (en la formación de funcionarios y expertos locales, en el diseño e implementación de las políticas, programas y proyectos). Mientras las actividades del FMI estaban referidas a cuestiones macroeconómicas del país que se ayudaba (políticas cambiarias, déficit presupuestario, inflación, déficit comercial, deuda externa), el BM se encargaba de los aspectos estructurales decididos por los gobiernos (el gasto público, funcionamiento de las instituciones financieras, el mercado laboral, las políticas comerciales, entre otros elementos).

Se supone que ambas instituciones intentan impedir debacles económicos, para lo cual es necesaria la supervisión por parte del FMI de las economías y su asistencia con préstamos a las naciones que tienen circunstancias especiales de liquidez. Además, si las naciones lo solicitan, colaboran en la búsqueda de soluciones a los problemas económicos, proponiendo políticas y correctivos en su aplicación, para que consigan la estabilidad económica perdida.

Debe señalarse que el Banco Mundial es una institución que condiciona los préstamos al compromiso de que los países prestatarios deben hacer las reformas que el Banco considere convenientes, no sólo económicas sino también políticas. Este condicionamiento está sustentado en la creencia de que la institución posee la capacidad y ventaja técnica para saber cuál es "el mejor" destino de las economías y del desarrollo mundial. En otras palabras, bajo esta concepción, la democracia y la soberanía están tuteladas y los valores del proyecto inicial de la modernidad pretenden ser suplantados por una visión econométrica y productivista.
En el caso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se trataba de unir a todas las naciones en un esfuerzo colectivo para que se responsabilicen de discutir problemas políticos que podían poner en peligro la estabilidad política regional o global. No se trataba de ejercer control sobre los Estados-nación, sino de colaborar colectivamente para responder a coyunturas desfavorables a la paz del mundo. El funcionamiento de la ONU también depende de las contribuciones de todas las naciones, pero, básicamente, los países victoriosos en la II Guerra son los que ostentan mayor poder para imponer sus demandas y decisiones e, incluso, tienen la potestad de ejercer el derecho de vetar, en el Consejo de Seguridad, toda iniciativa que les disguste; así se expresa su anacronismo. Para hacer más completa la situación actual y sus perspectivas, afirmamos que pasamos por un periodo de privatización de la vida social, de los modelos de “desarrollo” y las utopías. Cabe destacar, lamentablemente, que los organismos referidos, tienen sistemas de decisión en los que los participantes son apenas una ínfima fracción de los líderes del mundo.

2.La caída del Muro de Berlín, la catástrofe del reactor de Chernóbil, la tragedia de las Torres Gemelas, el desprendimiento (por primera vez en la historia) de grandes masas de hielo en el Ártico y en la Antártida, la crisis de la planta nuclear de Fukushima, los fracasados ataques de la coalición de EEUU y de la OTAN en el mundo árabe, la colosal crisis humanitaria originada en las intervenciones a Libia, Irak, Siria y otros países del medio oriente, han creado una situación en la era moderna donde poco o nada es previsible. Antes de la caída del Muro de Berlín, por ejemplo, se tenía la impresión de orden y control en el mundo, y ésta derivaba de la autoridad que ejercían los organismos internacionales y los Estados nacionales a través de sus mecanismos institucionales y normativos (OMC, CEPAL, BM, BID, FMI, ONU, OEA, OCDE, LEA, UA, PNUD, OTAN, entre otros).

La propia existencia de dos bloques políticos, sociales, económicos y militares (EEUU y la antigua Unión Soviética) liderando el mundo daba la idea de que existía un propósito por el cual pelear y vivir. Se trataba de dos grandes potencias que, en su confrontación, imponían las reglas de la convivencia, y ello ofrecía a la humanidad la percepción de equilibrio.

Ahora se presenta un cambio sustantivo en la sociedad industrial actual, se trata de la emergencia de la “sociedad de riesgo globalizada”. En palabras del escritor y sociólogo Zygmunt Bauman (1999):

“Superado el Gran Cisma, el mundo ya no presenta el aspecto de una totalidad; parece más bien un campo de fuerzas dispersas y desiguales que se cristalizan en lugares difíciles de prever y adquieren un impulso que en verdad nadie sabe detener (…) .En pocas palabras: se diría que nadie controla el mundo. Peor aún; en estas circunstancias no está claro qué significa ” (“La globalización. Consecuencia humanas”. Fondo de cultura económica, México D.F., México.1999:79).

Ciertamente, estamos en un momento de grandes disyuntivas, aunque basta poner un poco más de atención y se encontraran posibilidades para la iniciativa y la acción de los pueblos, de las naciones y de los actores mundiales, regionales, nacionales y locales para construir sus alternativas de vida ante las perspectivas, en proceso de constitución, de un Estado universal, de un reacomodo hegemónico de los modelos y culturas excluyentes e imperiales.

A comienzos del siglo XXI, las instituciones internacionales y multilaterales, particularmente el FMI, el BM, la OMC, el BID, OEA, ONU y otras organizaciones, lucen con escasa credibilidad. Este desprestigio se agrava cada día con el culto al capitalismo financiero, al sistema económico de capitalismo extremo y de cierta versión del progreso tecnocrático e informático que solo ha servido para turbios manejos administrativos, contables y financieros por parte de las elites políticas y económicas de EEUU y de Europa en perjuicio de sus pueblos. Esta catástrofe está en pleno desarrollo provocando recesión, el desmantelamiento del Estado de Bienestar, aumentando las desigualdades y la pobreza, con políticas y decisiones hasta ahora impensables: reducción de los salarios, reducción de nóminas, eliminación de la seguridad social, ampliación de la jornada laboral, cambios en el régimen de pensiones, entre otras modificaciones. Se trata del modelo neoliberal Europeo en su apogeo, que ha tenido expresiones dramáticas y emblemáticas en Portugal, Grecia y España.

De acuerdo al pensador Renan Vega Cantor (2008: 70): “El capitalismo financiero tiende a presentarse a sí mismo como una fuente de riqueza, lo que es la expresión más extrema del fetichismo del dinero, el cual supone que puede engendrarse sin necesidad del trabajo ni de la producción material. Era lo que Carlos Marx denunciaba en su tercer tomo de El Capital, a final del siglo XIX, cuando señalaba la ilusión del dinero de reproducirse a sí mismo, es decir D-D’, sin que interviniera el trabajo, o mejor la explotación del trabajo”. (“Un mundo incierto, un mundo para aprender y enseñar”, Fondo Editorial el Perro y la Rana, Caracas, Venezuela)

El viejo Marx no se equivocó, los adoradores del capitalismo financiero suponían que el mundo había sido sustituido por Wall Street, por las instituciones económicas que soportan el totalitarismo económico global y por la realidad virtual creada por su red computarizada, para realizar sus turbias transacciones en el mundo. No obstante, la globalización sigue implicando la promesa del libre comercio y, detrás de ella, la falsedad de una relación respetuosa y de colaboración para superar los problemas comunes de la humanidad. Al contrario, los procesos globalizadores, las nuevas tecnologías de la información y los mecanismos técnicos e institucionales sobre los que se apoyan, están encadenados a los intereses de los países más fuertes e industriales y continúan creando disparidades sociales, marginación, segregación, guerras e inequidad en las naciones.


3.Ciertamente, el momento es de muchas contingencias y peligros. No obstante, hay en el escenario mundial un reacomodo de fuerzas y naciones disímiles por su historia, religiosidad, carácter político, disposición económica, distribución y peso territorial, poder militar, adelanto social e identidad cultural. Se trata de una reconfiguración planetaria que propugna la paz, la estabilidad, el dialogo respetuoso, que no acepta la imposición de modelos o de supremacías culturales, políticas y económicas desde EEUU y Europa. Con este propósito presenciamos nuevas alineaciones más tolerantes, democráticas y anti hegemónicas, que buscan el retorno del dialogo internacional, el respeto por la autodeterminación de los pueblos y de su soberanía. América Latina, en especial, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Nicaragua se inscriben en esta línea. Buena parte del mundo árabe y de la áfrica profunda (Siria, Irán, Irak, Líbano, Argelia, Guinea, Suráfrica, Ghana, Etiopia, Senegal, Tanzania, entre otras naciones). Hay que hacer mención especial al papel que pueden cumplir Rusia, China, India, Brasil e Irán en el reacomodo mundial.


La imagen de nuestro mundo actual, su complejidad, sus incertidumbres, su caos incesante, la pobreza en aumento, el calentamiento global y más aún, la saña y el encono de una pandilla de mafiosos (EEUU, Unión Europea y OTAN) siempre pendientes de controlarlo todo, de evadir toda normativa internacional para imponer sus propósitos, revela el desafío que tiene la humanidad para defender lo mejor de sus valores.

Hay la necesidad urgente de confeccionar una alianza estratégica entre los pueblos que detenga, entre otros aspectos, la intención creciente de los poderosos intereses corporativos, transnacionales y de los países más ricos, para intervenir las organizaciones e instituciones internacionales y nacionales, en desmedro de las capacidades democráticas de las naciones y con el propósito de apropiarse de las riquezas naturales del planeta. Por tanto, la ONU y los organismos multilaterales deben ser reformados. Lo que es actualmente la ONU podría dividirse en un parlamento (cuerpo representativo de los pueblos), un consejo permanente de seguridad con una alta representación de los pueblos en condiciones de igualdad (asociación intergubernamental) y un tribunal de justicia (con magistrados de mucha solvencia profesional y moral, escogidos en todos los continentes). Por otra parte, la OMC, el FMI, el BID, el Banco Mundial y la OECD podrían estar integrados en un solo cuerpo. Sin estas iniciativas u otras que se encaminen a recuperar la gobernabilidad del planeta, no se podrán evitar los desmanes de las naciones poderosas, la fragmentación acelerada del planeta y la conflictividad aumentara vertiginosamente en un camino, que con seguridad, no tendrá retorno.

Todo apunta a propiciar ante la “situación de riesgo globalizada” a un nuevo proyecto de reconciliación y de comunicación que retome el dialogo y el respeto humano, que ponga en sintonía a los ciudadanos del mundo con sus semejantes, con la naturaleza y que vuelva a otorgarle a las naciones y a los pueblos la condición de actores sociales y protagonistas de su destino. Hay que curar el daño infligido a la humanidad por los líderes y grupos de la derecha internacional, procedentes del sistema despótico estadounidense y europeo. Inclusive, en la búsqueda de un nuevo proyecto civilizatorio, hay que recobrar la esencia de los grandes supuestos religiosos cristianos condensados en determinados valores (bondad, compasión, humildad, justicia, misericordia, generosidad, perdón, solidaridad y amor), por supuesto, desligándose del pensamiento y de los sentimientos de culpa y fe ciega, que cierta religiosidad formal instrumental impuso durante largo tiempo y que impidió el cultivo de la inteligencia y sensibilidad humana, la complementariedad entre la razón, el goce espiritual, lúdico y el placer humano.

En este sentido, son muy significativos los discursos del papa Jorge Mario Bergoglio Sivori (papa Francisco), realizados entre el 28 y el 03 de Septiembre en la sesión de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y en su gira reciente por EEUU. Sin duda, el papa Francisco puso en el tapete la debilidad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) ante los problemas del mundo, el contraste entre los manejos diplomáticos, que son de una elegancia incomparable y la pobreza y el sufrimiento creciente de la humanidad, emplazo a quienes continúan con la explotación irracional de los recursos humanos y naturales en desmedro del planeta y de quienes lo habitamos, solicito a la comunidad internacional a prestar mayor atención a las crisis humanitarias. Sin duda, hay al interior de la iglesia católica, un proceso que trasciende la mente medieval, se constata una fuerte corriente progresista de la cual el papa es su expresión más legítima. Se trata de un ascenso histórico de una nueva teología, que sale del aislamiento meditabundo para contribuir al mejoramiento de la sociedad actual.

4. Pues bien, el proceso que supone la construcción de una especie de Estado universal con su sede hoy en Washington, debe cesar. Este modelo global de capitalismo extremo, se vale de grandes cadenas comunicacionales para la producción de una nueva conciencia planetaria e imposición de un ¨nuevo estilo de vida¨, organizado alrededor de la noción de consumo, a fin de desaparecer las barreras que impiden el comercio omnipresente, que favorece la destrucción del concepto de soberanía e identidad nacional, la degradación de la noción de democracia, que, como herramienta de ejercicio político no es útil a las transnacionales ni a la Global Class.

La decisión de la elite global es tan férrea que si hay oponentes o factores críticos a los planes económicos y financieros imperiales, en forma inmediata, grandes cadenas de comunicación construyen matrices de opinión que los desacrediten, y, en última instancia, fuerzas militares o mercenarios a su servicio se encargan del asunto con todas las previsiones del caso. La tragedia en el mundo árabe, la campaña continua de falsedades sobre los gobiernos y sociedades latinoamericanas, por ejemplo, es apenas una muestra de lo que son capaces de hacer.

Vale agregar, que el sistema de ayuda humanitaria en la ONU funciona con mucha precariedad mientras que los países capitalistas más poderosos destinan todo el dinero del mundo a gastos militares, por ejemplo, a sus operaciones militares en el mundo árabe. No olvidemos que EEUU y el liderazgo neoliberal de Europa, mantiene un estricto control de los medios de comunicación e informáticos en el empeño de justificar e imponer sus planes de intervención política, económica y militar en todo el mundo. De cara a esta circunstancia aparecen las acciones de la fuerza aérea rusa a solicitud de la Republica Árabe Siria y de la Republica de Irak, para eliminar a las fuerzas del Estado Islámico (EI) y de Al-Nusra afiliada al Al-Qaeda. Las operaciones militares rusas llevadas a cabo hasta los momentos, han sido de tal contundencia que pusieron al descubierto el fracaso de la OTAN y de EEUU y desenmascararon la geoestrategia estadounidense y de sus aliados para desmembrar y destruir a varios estados árabes, dejaron al descubierto la ilegalidad y la manipulación de los países altamente industrializados en su supuesta guerra al terrorismo mundial. Pasado un año de bombardeos “aliados” las bandas criminales se fortalecieron y aumentaron sus operaciones. Quedo en evidencia que el EI y Al-Nusra fueron entrenados y financiados por EEUU y que sus rutinas antiterroristas resultaron una farsa que ocultaba la intensión de la elite capitalista mundial para ocupar los territorios árabes, derrocar republicas estables y ocuparlas con grupos afines a sus intereses geopolíticos.

Esta emergencia neoconservadora y de liberalismo extremo es examinada por el filósofo, lingüista, escritor y profesor de la Universidad de Columbia (New York, EEUU) Noam Chomsky en un canal de noticias independiente Democracy Now (04 de Octubre de 2015), en la que precisa: “La doctrina de EEUU en los asuntos internacionales es de la mafia. El padrino no acepta la desobediencia”.

No obstante, aunque la realidad se nos presente aterradora, basta poner un poco más de atención y se encontraran posibilidades para la iniciativa y la acción de los pueblos, de las naciones y de los actores mundiales, para construir sus alternativas de vida ante las perspectivas, en proceso de constitución, de un Estado universal, de un reacomodo hegemónico de los modelos y culturas excluyentes e imperiales. En la actualidad se asoma a la superficie, con vitalidad, la noción de la soberanía nacional, la resistencia de los pueblos, puesto que se ha comprendido que el pensamiento moderno del Estado-nación y los valores fundacionales de la era moderna, son una herramienta excepcional que los ciudadanos del mundo pueden usar ante el avasallante empuje de los rasgos más perversos de la expansión global capitalista. He aquí la trascendencia de los planteamientos del papa Francisco y su convergencia con los discursos de algunos de los Presidentes progresistas del mundo en la reciente conferencia de la ONU: Rafael Correa (Ecuador), Cristina Fernández de Kirchner (Argentina), Mahmud Abás (Palestina), Evo Morales (Bolivia), Nicolás Maduro (Venezuela), Vladimir Putin (Rusia), Xi Jinping (China), Hasán Rouhaní (Iran) Dilma Rousseff (Brasil), Walid al Maulem (Canciller de Siria), entre muchos otros.

humbertodaza458@gmail.com


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