El nazismo moderno como fuerza impulsora de la integración euro-atlántica

El crecimiento del nazismo que ha tenido lugar en Europa durante los últimos años, las crecientes actividades de los grupos fascistas, el cultivo de la ideología a nivel de líderes estadales y los repetidos intentos para revisar los resultados de la II Guerra Mundial, tiene causas profundamente enraizadas. En el corazón de este fenómeno radica el deseo de los arquitectos occidentales por "un nuevo orden mundial", de utilizar al nazismo moderno como herramienta para la integración europea, la cual aproximadamente ya se ha fusionado con la integración europea. En la práctica, esto asume la forma de movilización de la opinión pública en países separados y regiones enteras siguiendo consignas de euro-atlanticismo y rusofobia y tratan de provocar a los opositores a responder con el objeto de culparlos a ellos por la desestabilización de la situación.

Esta metodología fue primero ensayada en la década de los 90 en la colapsada Yugoslavia. En ese tiempo, el juego lo hacían los partidos nacionalsocialistas y abiertamente fascistas y organizaciones de Croacia para comenzar, luego en Bosnia y Herzegovina y finalmente entre los albanos de Kosovo. A ellos se les asignó el papel de catalizadores para desarrollar un sentimiento anti-serbio. Este fue el primer nivel de utilización del nazismo en torno a los intereses geopolíticos de Occidente. La transición hacia el segundo nivel tuvo lugar siguiendo la lógica reacción de Belgrado, la cual fue declarada ser una manifestación de "imperialismo serbio". Esto le permitió a Occidente desplazarse al tercer nivel de la intervención en los Balcanes –creando las bases para la intervención militar bajo los auspicios de resoluciones de Naciones Unidas (Bosnia y Herzegovina) y sin esas resoluciones (Yugoslavia en 1999).

Actualmente se está implementando un escenario similar con respecto a Ucrania. Sería ingenuo pensar que los líderes occidentales no tienen información acerca del carácter fascista de Pravy Sektor y de otras agrupaciones similares con las cuales el régimen ucraniano está compartiendo el poder. De manera especial, desde que las actividades de estos grupos ya están planteando una amenaza directa a la existencia de minorías étnicas con estrechos lazos con sus connacionales de Hungría, Rumania, Eslovaquia, Grecia y en un cierto número de países miembros de la Unión Europea. No obstante, el escenario que está siendo planteado, requiere que la Unión Europea haga la vista gorda ante este peligro de manera que pueda utilizar a estas fuerzas nacionalistas movilizar a los elementos anti-rusos y anti-Federación de Rusia en Ucrania hasta donde sea posible bajo las mismas consignas Euro-Atlánticas. Como parte de este enfoque, los nazis están siendo caracterizados como "campeones de la democracia y valores europeos" y sus opositores son representados por los residentes de Ucrania Oriental como seguidores del totalitarismo, como "quinta-columnas" de Rusia y terroristas. Al mismo tiempo, las legítimas acciones de Rusia al brindar apoyo político y humanitario a la población del Donbass están siendo tildadas de "anti-ucranianas" y como intervención en los asuntos internos de Ucrania.

Algo similar también puede observarse en otros lugares de la antigua Unión Soviética. Desde comienzos de la década de los 90 Estados Unidos y la Unión Europea han hecho la vista gorda respecto de las actividades de los movimientos fascistas y organizaciones neo-nazis en las repúblicas bálticas y han reaccionado de manera ruda contra cualquier intento de Rusia de llamar la atención del público y de los organismos internacionales sobre el renacimiento del nazismo en los estados bálticos y sobre el atropello a los derechos de la población rusa y una vez más tildando las acciones de Rusia como "intervención en los asuntos internos."

En momentos en que la idea de la integración europea ha perdido enormemente su atractivo ante los ojos de los europeos y existen crecientes conflictos y síntomas divisionistas internos en la Unión Europea, sería ingenuo esperar que Washington y Bruselas renunciaran a utilizar al nazismo como apoyo propagandístico para el proceso de integración europea.

Al mismo tiempo, el creciente desencanto de los estados miembros de la Unión Europea con la burocracia de Bruselas ya está forzando a los centros europeos a reajustar un tanto sus posiciones. Esto está siendo facilitado por el hecho que los neo-nazis han desarrollado la capacidad de escurrirse del control de sus mentores y guardianes. De este modo, la República Checa ya ha exigido una explicación de parte de las autoridades ucranianas respecto de una ley promulgada por la Verjovna Rada sobre la glorificación de la OUN-UPA* al tiempo que aclara que no ratificará el Acuerdo para la Asociación Unión Europea-Ucrania.

"Previo a la cumbre de Riga, es necesario que el Ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Klimins venga a Praga y explique cuál es la situación respecto de la ley sobre los Banderistas y otros", dijo el Ministro de Relaciones Exteriores checo, Lubomir Zaorálek.

Obviamente uno pudo haber esperado palabras más duras de parte de un ministro de relaciones exteriores de un país que en el año 1938 fue víctima de los Acuerdos de Munich entre Occidente y Hitler y especialmente con relación a la decisión de las autoridades de Kiev de señalar a la Alemania de Hitler y a la Unión Soviética igualmente responsables por el estallido de la II Guerra Mundial. Esto fue expresado de manera particularmente clara por el Director del Centro Simón Wiesenthal en Israel, Efraim Zuroff: "La puesta en vigencia de una prohibición contra el nazismo y el comunismo, iguala al régimen más genocida de la historia humana con el régimen que liberó a Auschwitz y contribuyó a poner fin al reinado de terror del Tercer Reich." (1)

Las evaluaciones objetivas sobre el fin de la II Guerra Mundial y sobre los medios de prensa de Europa Occidental, están perdiendo su norte. El periódico sueco Aftonbladet recuerda que "existe algo que no se les puede quitar a los líderes y a los pueblos de la Unión Soviética, su deseo de destruir al régimen de Hitler…. En la realidad, el Ejército Rojo luchó para liberar a la Europa Oriental del fascismo….

Cualquier falta de control sobre las organizaciones neo-nazis en Ucrania acarrea el peligro de ocasionar conflictos armados no solo en el oriente, sino también en el occidente del país. Si esto sucediera, los gobiernos de los estados miembros de la Unión Europea vecinos de Ucrania ya no se quedarán al margen. Razonable sería que los intereses de sus conciudadanos sean más importantes para ellos que estar jugando juegos geopolíticos con los neo-nazis para contribuir al triunfo del Euro-Atlanticismo.

*OUN: Colaboracionistas durante la ocupación nazi de Ucrania. UPA: Ejército Insurgente Ucraniano

1.-) The Jerusalem Post, 14-4-2015

Nota.- Sus comentarios y opiniones acerca de este artículo serán bienvenidos en

editorial@strategic-culture.org

 Traducción desde el inglés por

Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona

http://www.strategic-culture.org



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