Chile 30 años del día del joven combatiente

El día 29 de marzo de 1985 en plena dictadura, se asesinó en Santiago, a tres de los mejores hijos del pueblo chileno. Los hermanos Rafael y Eduardo Vergara Toledo y la joven Paulina Aguirre, los tres eran miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR de Chile). Ninguno pasaba de veinte años, y fue tan grande el impacto provocado por el asesinato de estos queridos compañeros, que ese día se nombró el día del joven combatiente. A continuación una breve reseña de quienes eran:

MILITANTE PRECOZ

Paulina Aguirre pidió ingresar al MIR a los 15 años. A esa edad ya había comprendido de sobra lo que era vivir en dictadura. Vio a su padre, Luis Aguirre Smith, terriblemente torturado en Calama y después tras las rejas de la Penitenciaría de Santiago. Su tío Pedro, trabajador de Chuquicamata, estuvo recluido en la cárcel de Copiapó y su tío Carlos Acuña Álvarez fue fusilado en Antofagasta. "Ella quiso luchar contra los crímenes cometidos por la dictadura. Esperaba crear una sociedad más humana, justa e igualitaria -recuerda hoy su padre-. Paulina era una bella niña que continuaba asistiendo al Liceo Valentín Letelier en cursos vespertinos. Dibujaba y tocaba la guitarra con sus compañeros y amigos. Y escribía, sin olvidar jamás su compromiso político". A su padre le dejó versos como éstos:

Cuando el dolor,

la sangre, el odio y la muerte

son necesarios,

miles de manos se tienden

para tomar las armas.

Acuérdense ustedes de mí

Siempre.

La joven militante, cuyo nombre político era "Luisa", trabajó cinco años en la clandestinidad. Sus padres tuvieron que irse al exilio a Europa. Luis Aguirre a Francia y su madre, María Eugenia Tobar Andrade, a Suecia. A pesar de su juventud y la partida obligada de sus padres ella se quedó luchando por liberar a su pueblo.

Ella murió la noche del 29 de Marzo en un supuesto enfrentamiento con la policía política de la dictadura (CNI).

Los hermanos Vergara Toledo viven en el corazón del pueblo

Rodrigo de los Reyes Recabarren, Abogado - 28-03-2015

Hace 30 años en un modesto barrio de Santiago de Chile caían acribillados, en un siniestro y oscuro operativo, los hermanos Vergara Toledo. Rafael y Eduardo, hijos de Manuel y Luisa, desde pequeños destacaron en Villa Francia por su fuerte compromiso con las causas sociales y por su desinteresada entrega para ayudar a sus vecinos pobladores.

Existen muchas versiones de cómo ocurrió el crimen. Las usualmente frías investigaciones judiciales adquieren factura de gesta heroica cuando se testimonia los detalles de la vida y muerte de estos jóvenes cristianos. El 29 de marzo de 1985, Chile amaneció bajo la bota del Estado de Sitio. Las fuerzas represivas de la época montaron una emboscada en Villa Francia para capturar a los dos dirigentes juveniles militantes del MIR y activos integrantes de la Comunidad Cristiana de la Zona Oeste de Santiago. Rafael tenía 18 años y Eduardo 20.

Rafael y Eduardo son heridos, sin embargo logran romper el cerco hasta que una bala termina con la vida de Eduardo. Rafael es capturado es subido a un furgón policial y se le ejecuta, fríamente. La autopsia señala que tiene un disparo con arma apoyada, luego es arrojado cerca de su hermano que yacía en las calles desoladas del sector 5 de Abril con calle Las Rejas, Villa Francia. Testigos señalan que Rafael, aún con vida pero mortalmente herido, lograr arrastrarse hacia su hermano y compañero combatiente y en un agónico y supremo esfuerzo estira su mano para tomar la mano de su hermano. Luego expira. Ese día en los sectores populares de Santiago y de todo Chile la noticia se esparció como un reguero de pólvora "Mataron a Eduardo y Rafael Vergara Toledo" Las fuerzas represivas habían asesinado a dos de los mejores y más queridos muchachos de la juventud de la zona oeste de la capital. Dos hijos del pueblo de Dios en la Tierra.

Han transcurrido 30 años de este crimen de dos niños-muchachos de 18 y 20 años pero ellos no han muerto Como dijo el sacerdote diocesano Roberto Bolton en su texto "En La Memoria Histórica de los Oprimidos": "Desde ése trágico 29 de Marzo de 1985 sobre todo entre los jóvenes, las figuras de Rafael y Eduardo a su muerte, han ido gradualmente adquiriendo un dinamismo de fe y una fuerza de inspiración revolucionaria incontenibles, que el crimen que creyó acabar con ellos no hizo sino desencadenar. De muchas inscripciones y "grafitti" que puedo ver todos los días en los muros de la ciudad creo que no hay ninguna tan verdadera como la que leo, muy repetidas, en los sectores poblacionales del oeste de Santiago, que dice "Eduardo y Rafael Vergara Toledo: ¡viven!"

Eduardo y Rafael representan lo mejor de una generación que pudiendo refugiarse en el sopor de la enajenación pacifista o las drogas o la delincuencia o la indiferencia cobarde, supo romper la marginalidad cumpliendo con un compromiso histórico y optó frontalmente por cambiar un sistema social y económico que destruye al ser humano.

Ellos junto con asumir un compromiso político bajo las banderas rojinegras del MIR también vivieron intensamente el compromiso cristiano. Y buscaron a Jesús no al interior de cuatro paredes en el acto enajenante de mirar imágenes y al cielo negando la pasión de un pueblo mancillado en su dignidad y doliente en su fe. Como cristianos salieron a la calle, a las poblaciones, a los sindicatos, a la Universidad a vivir el evangelio en su piel y en su carne. Ellos, al igual que Cristo hicieron suyo el dolor del obrero, de la pobladora, del joven cesante humillado por el poder y al igual que Cristo enfrentaron la muerte con la misma dignidad con que enfrentaron la vida.

"Hasta siempre queridos compañeros"

"Solo la lucha nos hará libres"



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