11S: el pueblo catalán pone rumbo

Hacia la Libertad de Catalunya

El pueblo catalán ha dado un ejemplo de civismo al mundo. Por tercer año consecutivo, este 11 de Setiembre, se ha movilizado masivamente, más que nunca. Era el reto que tenía delante ante los rumores de violencia, ante la vergonzosa declaración del ex presidente catalán Pujol de estafar a la hacienda pública, ante las constantes declaraciones del gobierno de Madrid de que declarará "ilegal" la consulta y hasta amenazas veladas de suspensión de la autonomía.

El pueblo catalán sabía el reto. Y lo ha enfrentado sin vacilación, con energía, con coraje, con tranquilidad, con solidaridad. Durante la mañana del día 11 en todos los pueblos y ciudades se han celebrado concentraciones en Ayuntamientos y lugares históricos de la lucha de 1714. Al mediodía y por la tarde familias enteras, gente mayor con la silla a cuestas, niños, bebés cargados por sus padres, inmigrantes de diversos continentes que han hecho de Catalunya su destino, todos estaban ahí.

Ríos de gente que iban llenando las calles adyacentes a la "V" de Barcelona: 2.000 autocares, Trenes, Metros, todo lleno. Con civismo, soportando el calor y los empujones. Con sus "collas castelleras" que han subido decenas de castillos humanos al aire, simbolizando la cultura catalana de cooperación, de esfuerzo y de equilibrio. Agrupaciones voluntarias donde conviven personas de diferente piel y origen.

Una organización ejemplar

La organización de la Diada ha corrido a cargo de la ANC y Omnium, dos asociaciones cívicas que apuntaron por internet a 500.000 participantes días antes de la misma manifestación, les vendieron el kit de la camiseta de color rojo o amarillo y el tiket de bus, y los voluntarios"in situ" les dijeron el tramo donde debían colocarse para realizar la gran senyera (bandera) catalana, visible desde el cielo.

No ha sido ningún "calentón". No ha sido una improvisación. Es un proceso que se desarrolla consciente y organizadamente desde el 2010, después de que poco antes el Tribunal Constitucional, Gobierno y Parlamento españoles recortaran el Estatuto de autonomía de Catalunya, votado en referendum, y humillaran al pueblo catalán. Las manifestaciones han ido creciendo cada año: esta ha sido la mayor. Ha participado el 24% de la población de Catalunya, que son 7 millones y medio. ¿En qué país se está produciendo esto? Pero el gobierno de Madrid no oye, no escucha, no entiende.

No se trata de la falta de ingreso de dinero e infraestructuras que el estado acordó y jamás cumplió. Es también ataques a la lengua propia, a la enseñanza en catalán. El gobierno del PP ha emprendido un proceso de "uniformización españolista" que se parece mucho a las antiguas Cruzadas.

Ahora los catalanes y catalanas ya no piden otro Estatuto. Piden la independencia, un nuevo Estado. Simple y llanamente quieren decidir por sí mismos, ejercer su derecho a la autodeterminación como pueblo. Eso es lo que piden al gobierno español y a los pueblos y gobiernos del mundo para que les apoyen: que puedan decidir, que puedan hacer la votación que el gobierno español les niega. ¿Quién teme lo que pueda decidir el pueblo catalán?

Los "nacionalistas" catalanes mandan a los políticos: ¡pongan las urnas!

Esos son los soberanistas. Los que algunos europeos que no entienden lo que pasa califican despectivamente de "nacionalistas", como asimilándolos a gente inculta, estrecha de miras, atrasada. O peor: asimilándolos al nacionalismo opresor de los nazis. En cambio no ven nacionalismo en las actuaciones del gobierno español. La ciudadanía de Estados Unidos, de Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador, Panamá, Brasil...de toda América, posiblemente entienda mejor. Saben lo que costó su propia independencia. Entonces, como ahora, el único progreso nacional y general del continente sólo podía venir a partir de independizarse de Londres, Paris, Madrid o Lisboa. España aún tiene un régimen que vive del sueño de los tiempos coloniales. Sólo que, perdido el imperio, ahora sus colonias están dentro de la Península Ibérica, son sus pueblos vecinos: Catalunya, País Vasco y Galicia.

A las 17.14, simbolizando la fecha de supresión de la autonomía catalana, en 1714, por la monarquía absolutista de Felipe V, un millón ochocientas mil personas (1.800.000) hacían la "V" multitudinaria de 11 kilómetros en las dos vías principales de la ciudad de Barcelona. "V" de Votar el próximo 9 de noviembre. "V" de Victoria.

Cuanto más ataca el Partido Popular y el gobierno de Rajoy el proceso independentista catalán, más potente resurge la movilización popular. En verdad los que más han trabajado en favor de que crezca el movimiento por la independencia en Cataluña, ha sido el gobierno de Madrid. Cuanto más miedo intenta meter con acusaciones de estar "fuera de la Constitución", más cerca pone a la monarquía al borde del abismo. El pulso entre el "régimen constitucional", la monarquía borbónica y sus partidos, y el pueblo catalán movilizado, puede ser el elemento que inicie el fin de la monarquía.

Ridícula la movilización de los "antisoberanistas" reuniendo apenas a 2.000 personas en Tarragona y con el bloque desesperado e improvisado de los partidos de la derecha españolista -PP, Ciutadans- y con... la ex ministra socialista Carme Chacón, ahora responsable internacional del PSOE. ¡Y con esa "base" el PP y PSOE achacan al soberanismo de "dividir" Catalunya!

No una, ni dos, sino tres veces lo ha dicho el pueblo catalán: quieren votar, quieren decidir. Y lo van a hacer el próximo día 9 de Noviembre. Al gobierno catalán de Artur Mas le tiemblan las piernas y cada dos por tres matiza su disposición a sacar las urnas. Pero este 11 de Setiembre el pueblo está dispuesto a ello, caiga quien caiga. Aunque caiga el gobierno catalán de Artur Mas... si cede a las presiones de Madrid y de la alta burguesía industrial y financiera catalana. La presidenta de la Asamblea Nacional Catalana expresó el clamor de la sociedad catalana: "Presidente, Gobierno, Parlament: ¡pongan las urnas!" (.

La burguesía catalana se divide y debilita

La burguesía catalana está dividida. Su cúpula oligárquica no quiere la independencia ni en pintura. Temen que su clan no pueda controlar un proceso en el cual el pueblo, las capas trabajadoras, elementos populares junto a los más cultos, junto a juventud innovadora, jueguen un papel destacado. En cambio, los burgueses pequeños y medianos ven en la independencia su única posibilidad de supervivencia.

Mucha gente normal y corriente, no politizada, ha ido acercándose a defender la independencia conforme ha visto que hay que terminar con la crisis, la corrupción, las políticas profundamente antisociales. Los recortes de salarios, de servicios públicos esenciales como la sanidad o enseñanza, el paro desbocado y crónico, los deshaucios de las casas, la desesperanza de la juventud, han sido la puntilla para una movilización que pide cambios de fondo, estructurales, de ruptura democrática. No están conformes con las políticas neoliberales de Mas, pero menos aún que esas políticas sean definidas desde Berlín y Madrid y que cada vez aprieten más las tuercas a los trabajadores y a la gente catalana.

El partido de la burguesía catalana, CiU, está pues pillado entre dos fuegos, dividido profundamente. De un lado el pueblo que exige celebrar la consulta el 9 de noviembre. Del otro, el sector oligárquico y financiero que hace sus negocios con Madrid, junto a los bancos, el PP, el PSOE, la monarquía y el ejército.

Cada dos por tres asoman amenazas veladas a usar "la ley" . La "democrática" Constitución española tiene un artículo que dice que "el ejército es garante de la unidad de España". Eso podría ser usado para suspender la autonomía, enviar la Guardia Civil o incluso enviar a la cárcel a los políticos que llaman a la desobediencia civil, como propone Oriol Junqueras. Pero eso significaría de nuevo una guerra civil y ni la burguesía española ni la europea están dispuestos a una "balcanización" de la península ibérica, como quisieran algunos del PP, como Aznar.

Junqueras es el líder de Esquerra Republicana de Catalunya -un partido de la pequeña burguesía y de pequeños sectores trabajadores- y es el político más en alza entre el pueblo catalán. Ha ofrecido a Mas entrar en el gobierno si con ello se garantiza la consulta. Pero si cayera Mas por una combinación de factores, Junqueras podría verse impulsado a dirigir un gobierno de ruptura entre centroizquierda y la izquierda.

La izquierda social y política se reorganiza

La izquierda trabajadora catalana empezó dividida, un mal que se arrastra de lejos. No hay una autoridad clara de ninguna de sus tendencias. El socialismo catalán oficial está en crisis desde el inicio del proceso soberanista. Aliado con los "socialistas de orden", monárquicos, centralistas, capaces de pactar con la derecha cualquier cosa con tal de mantener "España unida". Aunque dando una imagen de buscar una "reforma constitucional" pactada que siga el modelo lampedusiano de cambiar algo para mantener lo esencial. Es decir: se sigue oponiendo tozudamente al derecho a la autodeterminación del pueblo catalán. Por ello el PSC se desgaja en corrientes: unas de ellas se colocan en el campo del soberanismo y otras en el centralismo español.

Los aires de libertad que insufla el pueblo catalán están dando vida a las corrientes políticas y movimientos sociales más cercanos al pueblo, a la gente trabajadora. A nivel ciudadano la plataforma "Guanyem Barcelona" (Ganemos Barcelona) constituye ya una unidad muy superior a la que se había logrado sólo entre partidos: incorpora a los movimientos sociales y algunas de sus caras visibles son las mismas que han estado llevando las luchas contra los deshaucios y recortes. Otro fenómeno que expresa ese proceso es Podemos, cuya proyección electoral sigue creciendo en las encuestas.

A nivel de Catalunya se ha formado una plataforma de izquierdas que responde a ese deseo de unidad, de diálogo y confluencia, para responder al deseo mayoritario de unir un cambio social al propio cambio de libertad de Catalunya. Esa plataforma se llama "Esquerres pel Sí-Sí/ Izquierdas por el Sí-Sí", en respuesta a las dos preguntas de la consulta: Sí a constituir un Estado catalán y Sí a que sea independiente. Este frente va desde independentistas de la CUP, de la coalición ICV y EUiA, sectores de la ANC -Asamblea Nacional Catalana-, de ERC, ex socialistas, de Proceso Constituyente, sindicalistas de CCOO, UGT, Intersindical, formaciones de izquierda radical, personalidades, artistas, profesionales. Su reto es conseguir inclinar el voto favorable a la constitución de un Estado en Catalunya de la gente trabajadora, en especial la que aún está bajo la influencia de la propaganda mediática y de los líderes antisoberanistas.

El grueso de hombres, mujeres, jóvenes de la clase trabajadora aún no han entrado en la discusión. Actúan disueltos en las manifestaciones. Se hacen bromas y puyas verbales en las redes sociales sobre la independencia, pero sin un debate serio. Omnium Cultural, asociación cívica co-organizadora de la Diada, quiere conseguir 100.000 voluntarios para ir a cada casa a ESCUCHAR qué país quiere la gente y trasladarlo a los dirigentes políticos. Una magnífica iniciativa.

La izquierda tiene la posibilidad y la responsabilidad de organizar el debate entre la gente trabajadora. Son la parte más difícil de la sociedad donde hacer ahora un debate político. Difícil por la precariedad, la dispersión, la débil cultura política y democrática en estos momentos. Pero es la parte social decisiva para inclinar la balanza hacia el Sí-Sí. Y para hacerlo tiene que mostrar que es implicándose en medio de este proceso de separación/independencia cómo la clase trabajadora puede jugar su papel: tiñendo de color rojo las reivindicaciones de tipo social, la definición del nuevo estado, el papel de los servicios públicos, la garantía de unos derechos mínimos.

En definitiva, se trata de abrir el debate sobre "¿Qué nuevo país quiere la gente trabajadora?". No hay nada garantizado: se trata de meterse y luchar por ello. Pero está claro que estamos ante la mayor oportunidad que se ha abierto en Catalunya desde la llamada "transición", hace cuarenta años.

Una República catalana...¿aislada?

La gente, las familias trabajadoras, las personas que toman en serio este proceso y dudan entre las ventajas o inconvenientes que puede traer una ruptura con España, se preguntan sobre cuál será el futuro en caso de una independencia. "¿Y después de votar la independencia qué pasará?".

Por supuesto el gobierno español del PP -lamentablemente ayudado por el nuevo y flamante secretario general del PSOE, Pedro Sánchez- se encarga de transmitir, día sí y día también, los graves acontecimientos que ocurrirán en cuanto los catalanes -o el presidente Mas- decidan separarse. Si alguien vivió la campaña de Felipe González para ingresar a la OTAN recordará el mismo tipo de malos presagios y amenazas a las que recurrió para que España votara sí. Miedo, chantage, amenazas, insultos...esa es la campaña "positiva" en favor de la "unidad de todos los españoles". ¡Qué lejos de la aceptación y acuerdo democrático de otro gobierno conservador como el de Cameron !

En efecto, "España es diferente", como decía un viejo eslogan durante el franquismo. El miedo de la monarquía y de toda la élite oligárquica y política es tal que es de presumir que no cederán en su intento de sabotear la votación del 9 de noviembre. Y el pueblo catalán intuye que los primeros tiempos de un hipotético estado catalán serán duros. Pero sigue adelante año tras año. Esa misma reacción crea simpatías en la otra parte, la parte de los trabajadores y trabajadoras, de los demócratas, de los sinceros amigos de la paz y la convivencia entre los pueblos. Como la carta que hace un año escribió actor madrileño Juan Diego y publicó el diario La Vanguardia, apoyando la independencia catalana. La perseverancia del pueblo catalán es vista cada vez más como un ejemplo a seguir ante la mayor crisis económica, democrática, de cultura, de incertidumbre de las últimas décadas.

La vía catalana hacia la independencia abre paso a la República. En primer lugar a una República Catalana, claro está. El pueblo catalán, a diferencia quizás del escocés, no se quedará con el rey Felipe VI que, día sí y día también, toma partido contra el derecho a la consulta y la separación. Pero hay más partidarios de separarse. Para empezar, los vascos, quienes a poco que resuelvan internamente su debate sobre la forma de integración de Navarra en un conjunto país vasco, seguirán -o quizás sobrepasarán- a Catalunya en su lucha por la independencia. Tampoco parece que el País Vasco tuviera inclinación por poner una monarquía. También la República hace tiempo se está abriendo en España, y las banderas, actos y exigencia de una referendum sobre el modelo de estado y régimen, empieza a estar presente en amplias capas de la sociedad.

Por tanto, Catalunya es una oportunidad para toda España. Es la mejor oportunidad que se ha dado en las últimas cuatro décadas. Es la oportunidad de realizar -¡esta vez sí!- la ruptura democrática que no se realizó tras la muerte de Franco. Para llegar a un cambio democrático y decisivo en las formas de estado: las Repúblicas. Ahí es donde tiene la izquierda la mayor posibilidad de corregir el tiro del error de aceptar la monarquía. De no volver a pactar una democracia "que no lo es" a cambio de algunos puestos institucionales -en el caso del PCE-PSUC- o de participar plenamente en la gestión de un estado corrupto -en el caso del PSOE y de los nacionalistas catalanes y vascos. Ahora lo que toca es unir fuerzas las diferentes izquierdas, independentistas, soberanistas, partidarias de una ruptura democrática y un cambio social, junto a los movimientos sociales y plataformas cívicas; es luchar por Repúblicas avanzadas socialmente. Empezando por la Catalana.

Por ese motivo la lucha por la independencia en Catalunya no es un proceso "exclusivamente catalán". Forma parte de un proceso que recorre todo el actual Estado español. Forma parte de un proceso europeo. Escocia-Catalunya se alimentan mutuamente. Sin embargo también Grecia alimenta la visión de que es necesario otra forma de hacer Europa. Y España. Y Portugal. Y Francia. Y Italia...

La lucha por la independencia va unida pues a la necesidad de dar un vuelco a las políticas neoliberales, austericidas, de la señora Merkel y la troica. Eso es lo que todas las oligarquías temen: que la desestabilización que provoquen esos procesos sea aprovechada para que las clases populares irrumpan y "tiñan" de contenido social los futuros estados o regimenes que pueden salir.

Estamos viviendo tiempos muy interesantes. Si queremos cambiar las cosas, hay que implicarse.

Alfons Bech

13 Setiembre 2014

 


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Alfons Bech

Militante obrero, y revolucionario marxista. Miembro de de la CCOO, la federación sindical más grande de España. Activista político de L?Aurora y EUiA.

 albech12@gmail.com      @alfonsbech

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