El FMI: la nueva cara de la dictadura de Ennahda

Túnez: Un pueblo preparado para seguir avanzando en revolución

Durante la última semana de marzo y previo al Foro Social Mundial, se llevó a cabo en Túnez el primer Encuentro de Partidos Mediterráneos contra la Deuda, al que acudieron representantes de organizaciones políticas de trece países. La coincidencia absoluta entre los participantes: denunciar y rechazar la dictadura que pretende imponer el Fondo Monetario Internacional en la zona y la firme disposición de unificar esfuerzos para enfrentar la situación derivada de la deuda que empobrece y le confisca las conquistas a las poblaciones de ambas partes del Mediterráneo.

La acertada política del Frente Popular Tunecino de haber organizado este Encuentro contra la Deuda permite, en primer lugar, aglutinar a organizaciones de distintos países de la zona sobre la base de un funcionamiento y una articulación para luchar contra un mismo enemigo y con un mismo objetivo. Y en segundo lugar, en medio del proceso revolucionario abierto en Túnez, colocarse a la cabeza de las luchas por el rechazo a la deuda junto al movimiento popular que se empeña en recuperar su soberanía, terminar con duros años de nuevo colonialismo y, al mismo tiempo, mandar señales revolucionarias hacia los otros pueblos que luchan contra regímenes dictatoriales y gobiernos títeres en toda la región.
Ennahda y su complacencia con el FMI

Después de Ben Alí ha surgido un gobierno políticamente débil que cabalga un proceso revolucionario cargado de una inmensa disposición de lucha y cambio. La ausencia de dirección política revolucionaria condujo a un gobierno, lamentablemente, con quienes precisamente nada tienen que ver con la victoria aplastante que propinó el pueblo a Ben Ali y, menos aún, con las necesidades de los oprimidos y explotados. Los islamistas del partido Ennahda constituyen el pilar de un gobierno que se arrodilla frente al FMI y quedan al descubierto debido a su pretensión de hacer cumplir un Plan de ajuste estructural para Túnez, negociado con el Fondo Monetario Internacional y a espalda del pueblo tunecino. Es totalmente conocido, sobre todo por los pueblos que han sido víctimas de los planes de ajuste impuestos por las instituciones del Fondo Monetario Internacional, que el objetivo fundamental es hacer que la deuda la paguen los que viven únicamente de su trabajo, con consecuencias económicas y sociales que destrozan las condiciones de existencia de la población y sus propias economías nacionales.

Túnez y su revolución es producto de una crisis integral de carácter social, económico y político que se sigue agudizando. No encuentra salida con el gobierno de Ennahda que a simple vista pretende imponer otra dictadura, pero se le dificulta porque está obligado a otorgar concesiones “democráticas” frente a un pueblo revolucionado: un gobierno políticamente débil, que no golpea a los factores del capital nacional e internacional y que utiliza precisamente la vieja Deuda dejada por Ben Alí y la contraída por ellos, como un “mecanismo regulador” de mantenimiento del viejo régimen.

Es por ello que la aplicación de la Carta de Intención impuesta por el FMI y el gobierno encabezado por Ennahda, por más que pretenda utilizar la Deuda como excusa o pretexto para salir de la crisis, no empalma con el proceso revolucionario surgido de las entrañas del pueblo tunecino. Para el gobierno ese acuerdo con el FMI es de inevitable cumplimiento e implica, para poder imponerla, avanzar con toda intencionalidad hacia una dictadura férrea: que sepan que están rociando de gasolina la llamarada y el espíritu revolucionario del pueblo tunecino.

Esta Carta de Intención, que es un secreto a voces, impone duras medidas de recorte en el gasto social que potenciarán las movilizaciones del pueblo en la calle. ¿Cómo meter al pueblo en sus casas? La fórmula siempre es la misma en todos lados: indudablemente el gobierno acudirá al acostumbrado método de represión para poder cumplir las medidas de recorte… y a juzgar por los alambres de púas colocados a lo largo de toda la Av. Bourguiba, la más importante de la capital tunecina, el mensaje queda más que claro. La otra pregunta: ¿lo lograrán?

La disposición de cambio instalada en el imaginario tunecino es capaz de derrocar otras formas de dictaduras

Después de la revolución tunecina, parece poco probable, si no imposible, que las pretensiones del Gran Capital de imponer sus medidas se haga sin tener respuestas contundentes por parte del movimiento popular, mucho menos cuando estas medidas son la continuidad del pillaje de cuello blanco que expresa un capitalismo en crisis que pretende seguir actuando con total impunidad ante el robo descarado a los pueblos del mundo.
Hemos sido testigos de cómo las revoluciones árabes son las respuestas de masas en contra de las mafias corruptas de las instituciones del Capitalismo y sus verdaderos Capos.

En Túnez, cuna de las revoluciones de la Primavera Árabe, no sólo han derrocado a un dictador, sino que se siente en la gente, en su mirada, en sus consignas el hecho de haber tomado conciencia de su propia fuerza para luchar contra el poder constituido.

Compartiendo un poco la experiencia desde Venezuela, sólo puedo transmitir lo siguiente: el Caracazo de 1989 constituyó un salto gigantesco en nuestras conciencias frente a las medidas de ajuste económico de carácter neoliberal que hoy reedita el capitalismo en el mundo. Enterramos el bipartidismo, surgieron consignas que nos pueden decir hoy, en retrospectiva, cómo era el momento político: ¡No hay Pueblo Vencido! ¡Refundación de la Republica, Constituyente Ya! Así transitamos un aprendizaje colectivo y constituyente, hoy la tarea continúa siendo ardua a pesar que en el medio del camino tuvimos a un Chávez quien supo interpretar plenamente las claves de nuestra revolución. El aprendizaje inmediato que debemos instalar en los pueblos que luchan, sobre todo después de la muerte de Chávez, es que las direcciones políticas deben ser colectivas, se construyen y serán inexorablemente revolucionarias si actúan delegando poder decisorio en el pueblo, apelando al Poder Originario a través del Ejercicio Refrendario en la toma de decisiones, dirigiendo y sometiéndose al mandato del Pueblo Revolucionario que los llevó al gobierno, con el convencimiento pleno de que no existe salida en el marco de la Lógica del Capital y que el único futuro para la Humanidad es apostar al Trabajo y a su personificación: los que viven únicamente de él y conformamos el 99% de la población del mundo que tenemos pendiente esa asignatura.

No hay Poder que pueda cambiar en el imaginario colectivo del pueblo tunecino la recuperación de su dignidad. ¡Eso es imborrable! Reconstruir un nuevo Túnez, reaprehender el proceso vivido a lo largo de estos dos años y abrir paso a la dirección colectiva que luche contra la dictadura que ahora pretende imponer el FMI con todas sus manipulaciones “democráticas” de por medio: es la tarea.

El Frente Popular Tunecino: ¿Surgimiento de una dirección política revolucionaria?

En el 2011 cuando estalla la revolución tunecina, no existía la capacidad programática para aprovechar su propia victoria. Lo que ocasionó que los islamistas agrupados en el Partido Ennahda, por tener más recursos y más organización, llegaran al Poder sin tener nada que ver con la lógica y las razones del levantamiento de los tunecinos. Ese déficit de dirección coloca a la cabeza a un gobierno que está muy por debajo de los picos más altos de disposición de cambio del Pueblo Tunecino. Estos dos años, con Ennahda en el gobierno se han convertido en una fase muy importante dentro del proceso, porque agudiza la confrontación de clases, donde la dirección contrarrevolucionaria no puede cerrar el proceso y priva la disposición de cambio del pueblo.

Al parecer, esa ha sido la interpretación hecha por los partidos que han decidido juntarse en el Frente Popular Tunecino y que surge precisamente de la conclusión correcta que a la revolución le hacía falta: una direccionalidad rigurosamente revolucionaria que oriente, impulse y delegue poder decisorio en las bases del proceso para recorrer la Transición Revolucionaria, a todas luces es una definición y una decisión correcta en un período excepcional de ebullición y de grandes multitudes revolucionadas dispuestas a cambiar el rumbo para profundizar el proceso.

¡Viva la Revolución Tunecina!

¡Por las victorias de las revoluciones en el Mundo Árabe!

¡Por la irreverencia y rebeldía de los pueblos de Túnez, Egipto, Libia y Siria!




 



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Zuleika Matamoros / Marea Socialista

Zuleika Matamoros, docente de educación pública en la ciudad de Caracas. Publicadora del portal www.aporrea.org. Miembro de la corriente política Marea Socialista y de la Liga Internacional Socialista. Luchadora Social.

 zuleika@aporrea.org      @Matamoros36

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