La devolución de Escocia y la corona británica

En el mes de octubre pasado, Londres entregó al Parlamento escocés la autorización para realizar un referéndum sobre la independencia.  Se le solicitará al público responder a esta pregunta: ?¿Deberá  Escocia seguir siendo parte del Reino Unido o abandonarlo??  La fecha del referéndum coincide con el 700 aniversario de la Batalla de Bannockburn, cuando los escoceses infligieron a los ingleses una aplastante derrota y ganaron la independencia.  De acuerdo con David Mundell, Ministro de Estado para Escocia, ?la voluntad de la nación se manifestará en el otoño del 2014.?

Durante varios años los nacionalistas del Partido Nacional Escocés, SNP (iniciales en inglés) han agitado el tema de un referéndum sobre la secesión del Reino Unido.

Sobre la base de los éxitos económicos de Irlanda e Islandia el SNP había planeado realizar el referéndum en el año 2008 pero esto fue impedido por la crisis económica.  El tema del referéndum reapareció otra vez en el 2011 luego de la victoria electoral del SNP lo que permitió a los nacionalistas formar esencialmente un gobierno unipartidista.  El Primer Ministro de Escocia, Alex Salmond,  de inmediato se comprometió a la realización de un referéndum sobre la independencia de Inglaterra el 25 de mayo pasado, anunciando el lanzamiento de la campaña por el ?SI? diseñada para persuadir a los escoceses a votar a favor de la secesión.

Hace años los mismos escoceses ya hablaban acerca de la independencia cuando efectuaron un referéndum por la restauración del Parlamento Escocés el cual entonces eligió al SNP por una mayoría absoluta de votos.  Si los promotores del referéndum resultan victoriosos, para el año 2016 Escocia será un país totalmente independiente después de 300 años como parte del Reino Unido.

Además de las razones internas (petróleo y gas) y las externas (la crisis económica del 2008) no fue posible realizar el referéndum sobre la independencia en esa época, pero la llegada al poder de los nacionalistas ha despejado el camino y se ha convertido en un incentivo adicional para esta consulta, señalando que los estados pequeños están mejor capacitados que los grandes para enfrentar la crisis.  Podemos distinguir dos grupos de factores que inducen a los escoceses hacia la independencia.

Factores políticos.  Comentaristas y reporteros que se han venido refiriendo a las urnas desde hace varios años, han notado que ?la mayoría de los escoceses están descontentos con la política exterior de Londres, con la participación del Reino Unido en las campañas de Irak y Afganistán que han convertido al país en blanco para el terrorismo internacional como también el alto costo de mantener el status de gran potencia con el programa de modernización del arsenal nuclear.? De ahí que los nacionalistas estén a favor de una Escocia independiente, que permanecerá como miembro de la Unión Europea pero no de la OTAN y el retiro de su territorio de los misiles nucleares British Trident y los submarinos atómicos con base en la costa occidental de Escocia.

Factores económicos.  Aparte de la exportación de whiskey, la preocupación constante es la migración, especialmente de jóvenes, hacia Gran Bretaña.  La población de Escocia ha estado permanentemente declinando y la motivación principal dentro de la búsqueda de la independencia es el petróleo y el gas en el Mar del Norte.  Escocia posee en la adyacente plataforma continental reservas de petróleo y gas que están entre las mayores de la Unión Europea.  Esta industria subsidia las regiones de Gran Bretaña a través de los ingresos gasíferos y petroleros con alrededor de 20 mil millones de dólares al año, los cuales van directamente a Londres.  A nadie sorprende que el actual nacionalismo escocés floreció bajo la consigna ?El petróleo es escocés.?  De acuerdo con cálculos de sectores independentistas, los ingresos por concepto de recursos naturales alcanzarían a un 10 por ciento del PIB y que una Escocia independiente haría que su economía se desarrollara dinámicamente.

Según investigaciones sociológicas, el número de personas en Escocia que desea la independencia y aquellos que desean seguir siendo parte del Reino Unido, es casi el mismo, cerca de un 40 por ciento.  Estos últimos incluso un dos por ciento más alto.  No obstante, dado que su nivel de vida se elevaría, el número que apoya la independencia aumentaría de inmediato en un 50 por ciento alcanzando a los dos tercios de los escoceses.

Igualmente, la actitud de los ingleses sobre este tema está  lejos de ser clara.  Por un lado, una parte de la percepción de los ingleses es que el separatismo es algo malo, ya que Gran Bretaña podría colapsar (dejaría de existir como estado) en los años siguientes.  Incluso altos funcionarios lo admiten abiertamente.  Por ejemplo en diciembre del año pasado el ex secretario del gabinete, Gus O?Donnell, dijo durante una entrevista con The Daily Telegraph: ?en los próximos años tendremos que enfrentarnos con enormes desafíos, por ejemplo, ¿seremos capaces de mantener el Reino Unido???

Existen razones que sustentan este pesimismo.  Las  tendencias separatistas en Irlanda del Norte (el Ulster) Gales, la Isla de Wight, incluso Cornualles que reclama autonomía, tierra del legendario Rey Arturo y muy rica en estaño.  En estas áreas viven los descendientes de los Celtas (no de los Anglo-Sajones) y desde la década de los 90 han estado coincidiendo con Escocia en la cuestión de la independencia.  Muchos problemas económicos se mantienen, aquí mencionaré solo algunos de los más importantes: en términos de deuda externa (más de 9,8 millones de millones de dólares) Gran Bretaña es el segundo país en el mundo, la deuda británica supera 18 veces la deuda griega y su deuda externa supera en 435 por ciento del PIB, existe un enorme hueco de 42 mil millones de dólares en el presupuesto lo cual obliga a recortes en el gasto militar el cual si la tendencia continúa, significa que ejército dejará de existir en el año 2020 (dicho por el Comandante John Muxworthy, fundador y presidente de la Asociación Nacional de Defensa del Reino Unido), elevado desempleo, más de 8%) la venta de infraestructuras a extranjeros (chinos e hindúes) y la desaparición de industrias completas (como la industria automovilística) que siempre fueron consideradas como símbolos del poder británico.

Sin embargo, sondeos de opinión señalan que los ingleses que favorecen la separación de Escocia, superan a aquellos que la adversan (40 por ciento a favor y 30 por ciento en contra).  Primeramente, muchos británicos creen que esta tendrá un impacto beneficioso en la economía, no solo en Escocia sino también en otras partes del Reino Unido.  Hubo una vez en que Escocia quiso unirse a Inglaterra de manera voluntaria a cambio de beneficios económicos tales como acceso al mercado de Inglaterra y sus colonias y beneficios políticos tales como la autonomía.  Hoy en día Escocia es ?autónoma? dentro del Reino Unido, con su propio parlamento, iglesia y sistema legal el cual le brinda considerables beneficios sociales, especialmente para los jóvenes y los ancianos.  Por ejemplo, la educación en las universidades escocesas es gratuita para los residentes locales, mientras que un estudiante inglés tiene que pagar 9 mil libras al año por ella.  En cuanto al gasto social en general los escoceses reciben al año más que los residentes en Inglaterra (alrededor de 1.600 libras por persona al año).

Los pagos emanan del presupuesto del estado, es decir,  de la cuenta de los contribuyentes británicos.

Del mismo modo, aunque Escocia obtenga el status de estado independiente, la reina de Gran Bretaña, Elizabeth II seguiría siendo la jefa del estado (como sucede con otros países de la Comunidad de Naciones tales como Australia, Canadá, etc.).  El ?principal separatista? el Primer Ministro escocés, Alex Salmond y su diputado, Nicola Sturgeon hacen hincapié en que no se trata de una ?ruptura? sino de una ?separación? del Reino Unido porque ?nosotros tenemos todavía mucho en común, pero la independencia nos permitiría a los escoceses tomar nuestras propias decisiones en los campos de la política y de la economía.? Además Londres mantendría suficientes controles quizás hasta para bloquear la voluntad de la nación escocesa (o desbaratar el referéndum o cuestionar sus resultados) y luego emplear esto a su máxima ventaja.  De paso, ?apretarle las riendas? económicamente a los separatistas más fanáticos.

Para continuar se podrían actualizar las siguientes preguntas. ¿Cuándo y cómo una Escocia separada podría pagar la actual deuda de 287 mil millones de dólares al Reino Unido?  ¿Quién y cómo alguien invertiría en la economía de una Escocia independiente?  ¿Algunos inversionistas nacionales se tornarán internacionales?  ¿Qué ocurrirá con los impuestos, las tarifas aduaneras y con la moneda, especialmente en el caso que Escocia se convierta en miembro de la Unión Europea y la conversión de libras a euros?  Y finalmente, la más seria carta de triunfo a jugar ?el empleo del separatismo contra los mismos separatistas.  El petróleo, que es el factor principal dentro del separatismo escocés, es abundante en las islas norteñas Orkney y Shetland, que alguna vez fueron parte de Noruega.  Su población no gusta de los escoceses y abiertamente expresan su deseo de una propia independencia, o aun más, permanecer dentro del Reino Unido si les resulta lucrativo.

La experiencia colonial de siglos indica que la Corona Británica, cuando no puede detener un proceso, trata de conducirlo y dirigir esta energía para su propio provecho.  En principio, este escenario es hoy en día posible.  Dentro del Reino Unido una Escocia soberana podría ser utilizada para resolver problemas económicos.  Más allá de esto, el patrón Anglo-Sajón de fragmentación puede observarse en la Unión Europea, en los Balcanes, en Eurasia y hasta en Canadá, donde este otoño el Partido de Quebec ganó las elecciones y plantea la creación de un estado soberano separado de Canadá que es miembro de la Comunidad Británica de Naciones?

*Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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