Hacia una sociología de las ausencias y de las emergencias

En el proyecto de la modernidad se establecieron las cartas náuticas para el liberalismo y su ícono, el capitalismo, sirvió de artificio para enunciar la noción de bienestar colectivo que alcanzaría la humanidad. Por supuesto que todo resultó una ilusión. Si apuntáramos los resultados históricos del neoliberalismo, esquema de predominio de la modernidad, donde se piensa al hombre como un ser ahistórico, cuya felicidad debe buscar él mismo, donde la comunidad está subordinada al individuo, entonces podemos decir que esa escuela neoliberal forjó una persona alejada del afecto colectivo. Desde luego que se crearon las comunidades científicas destinadas a la promoción y preservación de ese ideal, para lo cual esos grupos de pensadores  hicieron de sus postulados unos principios hegemónicos, convirtiendo esos cánones como los privilegios de Occidente. Se convirtió el mundo occidental, en consecuencia, como centro del pensamiento único. En el ámbito del dominio Norte/Sur, de la globalización neoliberal, el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, llevó a cabo un proyecto para describir las alternativas que movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales podrían ofrecer al respecto. El propósito de Santos era determinar si desde abajo podría existir una especie de globalización alternativa y cuáles eran sus posibilidades. Eligió seis países: Brasil, Colombia, Sudáfrica, India, Portugal y el más periférico de todos: Mozambique escogido para la confirmación de hipótesis.

     Santos recogió material sobre la cual hizo grandes reflexiones epistemológicas, y anota las circunstancias que las hicieron posible: El proyecto se realizó  fuera de los centros hegemónicos de los sectores dominantes, a fin de crear una comunidad científica independiente de esos centros; la elaboración del estudio implicó la mezcla de diversas tradiciones interculturales, con la inclusión de conocimientos científicos y no científicos; además lo realizado tuvo lugar en sitios remotos, dando lugar a las facilidades que se tienen como para desacreditar el tipo de conocimiento que hay en esos lugares, y que se supone incapaz de enfrentarse al capitalismo. El mismo Santos ofrece tres conclusiones: la experiencia social relativa a los tipos de conocimiento es tan valiosa, variada y amplia de lo que en Occidente se considera importante; esas representaciones abrigadas por asociaciones alejadas del centro están siendo desperdiciadas, lo que da oportunidad para la existencia de ideas a través de las cuales se proclama que no hay alternativa posible; por último, a través de  la ciencia social tal y como la conocemos, es muy difícil darle credibilidad a esas iniciativas y experiencias que se están desperdiciando. Es ese tipo de ciencia, la dominante, la que esconde o desacredita las alternativas, sin embargo, para resolver esto no basta con proponer otro tipo de ciencia social. Ese modelo de racionalidad imperante desde hace más de doscientos años impedirá el abordaje correcto de cualquier propuesta distinta a la aceptada por la ciencia social tradicional. Se hace necesario un modelo diferente.

     Para impugnar esa racionalidad, Santos cita a Leibniz (2000, 67) y la llama razón indolente, y la opone a su razón cosmopolita, tal es la insinuación de Santos, sobre la cual funda tres proyectos sociológicos: La sociología de las ausencias, la sociología de las emergencias y el trabajo de traducción; y Santos parte de tres puntos: pensar el mundo excede en mucho a la comprensión occidental del mundo; el tiempo y la temporalidad tienen mucho que ver como la comprensión occidental que legitima el poder social; y la comprensión occidental del mundo expande el futuro y comprime el presente. Santos plantea un reacomodo en la razón, la que él llama cosmopolita, y lo hace de la siguiente forma: contraer el futuro y expandir el presente, y agrega que sólo de esa manera se podrá crear el espacio-tiempo para comprender y valorar la inmensa experiencia de hoy. La sociología de las ausencias expandirá el presente y el futuro será comprimido por la sociología de las emergencias. Conviene mencionar la crítica que Santos hace a la razón indolente de la que él habla. Esta razón se da bajo cuatro formas: la razón impotente, que no se ejerce pues no se puede hacer nada en algo que es exterior a ella misma. La arrogante, no tiene necesidad de explicarse a sí misma pues considera que es totalmente libre. La razón metonímica, se considera como la única forma de racionalidad, todo lo que se pueda descubrir lo convierte en su propia materia prima. Y la proléptica que piensa el futuro como una superación infinita del presente.

     La sociología de las ausencias nace en pleno ejercicio de la razón metonímica, y es el intento de Santos por ampliar el presente. Es una investigación para demostrar que lo que no existe es activamente considerado como no creíble si se compara como lo que es tenido como existente. Las ciencias sociales convencionales rechazan el objeto de estudio de la sociología de las ausencias. ¿Y de qué se ocuparía esta disciplina?, de convertir lo imposible en posible, y transformar las ausencias en presencias. La razón metonímica desplaza hacia lo no existente todo aquello que no concibe como un modo cultural suyo, todo conocimiento producido alejado de la racionalidad metonímica, y que Santos señala como modos lógicos de producción de no existencia, todas atribuidas a la razón metonímica. Santos distingue cinco de estas lógicas: la primera es identificada como la monocultura y el rigor del saber, y está referida a la soberbia de la ciencia de considerar como no existente e ilegítimo todo conocimiento creado fuera de sus criterios de verdad. Como dice Santos (2000, 75), es el modo de producción de no existencia más poderoso. La segunda contiene la idea según la cual la historia tiene un sentido único y lineal. Ejemplo de ello son las nociones de desarrollo, globalización, progreso, revolución, modernización. La tercera o la lógica de la clasificación social señalada como la ineludible clasificación social de las poblaciones, estableciendo una jerarquía.

Todo para justificar la dominancia de las naciones del centro. El fatalismo derivado de la misión del hombre blanco en su acción civilizadora ilustra bien esta acepción. La cuarta, la lógica de  la escala dominante, una forma de abatir todas las escalas rivales posibles. Los sectores dominantes establecieron la globalización como una escala, de modo que lo local, regional o nacional sean entidades incapacitadas como para ser alternativas. Quinta y última lógica productivista, identifica con los términos de crecimiento económico, productividad, categorías aplicadas tanto a la naturaleza como al trabajo. La no existencia, según esta lógica, da cuenta de naciones con tierras improductivas y de pereza y descalificación profesional referida al trabajo. Todas estas especies de lógicas conforman un conglomerado de ausencias que contraen el presente y facilitan el desperdicio de las experiencias. Este es el campo destinado por Santos (2000,77) para la promoción de la sociología de las ausencias.

Por consiguiente desde la sociología de las ausencias se pretende identificar el ambiente de todas esas sustracciones y contracciones para poder darle libertad a toda esa experiencia, y que por fin se hagan presentes. Es decir, que sean tomadas como alternativas a las resoluciones hegemónicas, que puedan ser examinadas, discutidas, argumentadas. Pero es necesario agregar que con la sociología de las ausencias no se van a eliminar categorías como ignorante, inferior, residual, local o improductivo. La intención es que esas categorías dejen de ser referencia de un sólo criterio, que rechaza ser considerado como un criterio alternativo. Este razonamiento sociológico tiene su punto de partida desde dos interrogantes: ¿Cuáles son las razones por medio de la cual esa concepción tan extraña y excluyente de totalidad haya imperado por más de doscientos años? Las respuestas han sido desplegadas por la sociología crítica, por los estudios culturales, por los estudios de las ciencias, entre otros. La otra interrogante tiene que ver con la confrontación que se tiene sobre esa totalidad y la razón metonímica que le sirve de base.

  Por otro lado la sociología de las emergencias se ocupa de la contracción del futuro. Del examen de un futuro posibilista plural, concreto, utópico y realista a la vez. Santos (2000,83) enuncia el concepto del "Todavía-No", que ya había sido propuesto por Ernst Bloch (1995). La sociología de las emergencias se sitúa en la ampliación simbólica de los saberes, prácticas, modos que identifican las posibilidades del futuro. Lo cual conlleva a un imaginario sociológico de doble entrada. Por un lado, conocer las expectativas de la esperanza, y por el otro las posibilidades de hacer realidad esas esperanzas.

*Docente UPT Sede Punta de Mata

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