La crisis que vive la sociedad hondureña es grave;
décadas de imposición del capitalismo neoliberal hundieron al país en la
miseria y la dependencia económica, destruyeron la producción nacional,
endeudaron al Estado hasta llevarlo a la servidumbre, cerraron los
espacios políticos a la participación del pueblo y generaron una crisis
social sin precedentes en la historia.
A pesar de esta situación, la oligarquía persiste en
su programa e ideología del egoísmo y la opulencia, mostrándose
insensible ante el desastre que ha creado y continuando en su dinámica
de acumulación de riquezas mientras empeora el hambre, la marginación y
los sufrimientos de las grandes mayorías.
Es en contra de esta situación que el pueblo ha
tomado el camino de la lucha pacífica por la transformación estructural
del sistema económico, social y político. Se trata de un movimiento que
no se conforma con la protesta para detener medidas impopulares o
revertir políticas específicas, sino que propone la refundación total
del Estado y la construcción de un sistema Socialista que responda al
momento histórico que vivimos y las condiciones particulares de
Honduras.
El protagonista de estos cambios es el pueblo; las
clases sociales marginadas y explotadas que dejaron de ser rebaño que
acepta la hegemonía de oligarquías e imperios, y que ahora exigen un
futuro con dignidad, igualdad y respeto a los derechos humanos, sobre la
base de la democracia participativa que garantice derrotar la dictadura
de la oligarquía y asegure la soberanía popular.