Chavela Vargas, la voz amarga de la cantina

Nadie se lleva a la tumba tantas leyendas como Isabel Vargas Lizano, la Chavela.

De ella se dice que caminaba pistola en mano por las principales calles de Ciudad de México, que acabó en el tambo (cárcel) por sus excesos con el alcohol y que por su alcoba pasaron las mujeres más bellas, aunque sólo fuera en sus sueños.

A Chavela Vargas, fallecida este domingo a los 93 años, la descubrió el cantautor José Alfredo Jiménez en la Avenida Insurgentes, donde cantaba a cambio de unas monedas.

Él la rescató de la calle y la convirtió en artista profesional, con sus rancheras y boleros. En 1961 publicó su primer disco; luego vendrían más de 80.

Su "gran José Alfredo" era el socio con el que salía en las noches para cantar serenatas a sus enamoradas. A las de ambos.

Biografía

El nombre de Chavela Vargas se asocia a México y a su cultura, pero en realidad ella nació en Costa Rica: en San Joaquín de Flores, hija de Francisco Vargas y Herminia Lizano. Fue bautizada en la Parroquia de Guadalupe dos meses después, el 15 de julio de 1919 con el nombre María Isabel Anita Carmen de Jesús. Tuvo una infancia difícil: sus padres se divorciaron y se desentendieron de ella, quedando al cuidado de unos tíos, y sufrió poliomielitis. En México, país del que obtuvo la nacionalidad, residió por más de siete décadas y allí falleció.

Chavela destacó en el género de la canción ranchera no solamente por su personal manera de interpretar, sino también porque fue una pionera. La ranchera es un género musical muy masculino y sensual, cantado generalmente por hombres con el acompañamiento de mariachis. Chavela solía cantar sola, con apenas una guitarra y voz grave, canciones normalmente interpretadas por hombres sobre su deseo por las mujeres. En ocasiones, bajaba el ritmo de las melodías. De este modo, letras y músicas de sabor humorístico se teñían de más dramatismo. Vestía como un hombre, fumaba tabaco, bebía mucho, llevaba pistola y era reconocida por su característico gabán rojo. Recién a los 81 años, en una entrevista para la televisión colombiana en el año 2000, expresó abiertamente que era lesbiana.2

Chavela Vargas se trasladó a México cuando tenía 17 años3 y posteriormente adoptó la nacionalidad mexicana. Durante muchos años cantó en las calles a cambio de unas monedas hasta que a los treinta se hizo cantante profesional, de la mano de José Alfredo Jiménez, cantante y compositor de sus mayores éxitos. Cuentan que cuando Jiménez falleció, Chavela acudió a su velatorio y se desplomó llorando borracha. Cuando varias personas intentaron apartarla, la viuda de Jiménez las detuvo: «Déjenla, que está sufriendo tanto como yo».

A finales de los años cincuenta empezó a hacerse popular, en parte gracias a sus actuaciones en Acapulco, meca del turismo internacional. Allí actuaba en la sala Champagne Room del hotel La Perla. Actuó en la fiesta nupcial de Elizabeth Taylor y Mike Todd, a la que acudieron famosos como Cantinflas, Debbie Reynolds y su entonces marido Eddie Fisher. En aquella época Chavela conoció a Ava Gardner. Trabó una amistad muy íntima con los pintores Diego Rivera y Frida Kahlo. Se rumorea que tuvo una aventura con Frida, pero nunca dio muchos detalles. Sí confesó que se sintió atraída por ella.

Su primer álbum fue publicado en 1961 y desde entonces ha grabado más de ochenta discos.4 Se retiró a finales de los años setenta y durante un tiempo no se supo nada de ella, llegando a decirse que había muerto. Reconoció sus problemas con el alcoholismo, que consiguió superar, y regresó en 1991. No volvió a beber en sus últimos veinte años y se mantuvo fuerte hasta sus últimos años. Hacía ejercicio con regularidad, levantaba pesas, y cumplidos 80 años se echó en paracaídas.

Chavela debe parte de su fama a su aparición en varias películas de éxito, bien mediante canciones suyas incluidas en ellas o incluso interpretándolas en persona. Werner Herzog la incluyó, interpretando a una nativa, en su película Grito de piedra (1991). El director español Pedro Almodóvar fue uno de sus primeros difusores y contribuyó a su arraigo popular en España al incluir canciones suyas en varios de sus filmes. Chavela apareció después en la película de Julie Taymor, Frida, cantando sus clásicos «La llorona» y «Paloma negra», y también apareció en Babel, la multipremiada película de Alejandro González Iñárritu, cantando "Tú me acostumbraste", bolero de Frank Domínguez.

Fue muy sonada la aparición de Chavela en la Sala Caracol de Madrid. En una ocasión, Rocío Jurado la vio cantar y le gritó: «¡Viva tú!». Gracias a sus actuaciones en España recobró estimación y pudo hacer giras por varios países. Joaquín Sabina compuso en su honor, en 1994, una de sus canciones más conocidas: "Por el bulevar de los sueños rotos".

La relación de Chavela con México fue agridulce; hasta edad madura no se le permitió actuar en televisión o teatros públicos y labró su fama con actuaciones en pequeños locales, siendo por tanto una figura de culto. Su éxito en España, en parte gracias al apoyo de Almodóvar, le permitió actuar en el mítico Teatro Olympia de París. Allí acudieron a verla Almodóvar y la actriz francesa Jeanne Moreau, quien aunque no sabía español le dijo a Almodóvar: «No hace falta que me traduzcas lo que dice, porque la entiendo perfectamente».

En 2004, a la edad de 85 años, presentó el disco En Carnegie Hall. En estos años la colaboración de su guitarrista Luis Manuel Guarneros Marcué fue de gran importancia. Este gran guitarrista fue en su momento uno de los guitarristas mexicanos de Alfredo Zitarrosa (en el exilio). Por su maestría y gran talento Manuel Guarneros era capaz de seguir tonalmente a Chavela acompañando el estilo más que la voz.

Sus últimos años los vivió en Tepoztlán (Morelos), a las faldas del cerro del Tepozteco, con quien ella decía platicar todas las mañanas.

Durante 2009, con motivo de su 90 aniversario, el Gobierno de la Ciudad de México le rindió un homenaje nombrándola ciudadana distinguida. A este evento concurrieron, de manera presencial y a través de video, múltiples personalidades del ámbito artístico, cultural y periodístico de Iberoamérica, entre los que se cuentan la cantautora Julieta Venegas, la intérprete Eugenia León, el escritor Carlos Monsiváis, la periodista Carmen Aristegui y sus amigos Joaquín Sabina y Pedro Almodóvar.

Concierto de Chavela Vargas en 2006, Madrid (España).

En diciembre de 2009, en coautoría con María Cortina, se presentó el libro Las verdades de Chavela, que narra a modo de entrevista, los acontecimientos más trascendentes de la vida de Chavela Vargas. En abril de 2010, a los 91 años de edad, presentó su más reciente material discográfico: Por mi culpa. En el incluyó dúos con sus grandes amigos: Eugenia León, Lila Downs, Joaquín Sabina, La Negra Chagra y Mario Ávila.

En octubre de 2010 se presentó, en el marco de la Feria Internacional del Libro de la Ciudad de México, en un concierto junto con la Negra Chagra y logró reunir en el Zócalo de la ciudad a centenares de personas para el relanzamiento de su libro y disco.

En abril de 2012, con 93 años de edad, lanzó su disco-libro Luna grande, donde revivió, a modo de homenaje, relevantes poemas del escritor español Federico García Lorca y repasa algunos de sus mayores éxitos. En julio del mismo año viajó a España para presentar su último disco en un recital en la Residencia de estudiantes de Madrid. El 12 de julio fue hospitalizada en dicha ciudad por un cuadro de fatiga5 . Se recuperó poco después y emprendió viaje de regreso a México.

El 30 de julio de 2012 fue internada en el hospital Inovamed de la ciudad mexicana de Cuernavaca, con problemas crónicos en corazón, pulmones y riñones, esto tras el viaje a España, no quiso ser entubada ya que ella quería tener una muerte natural, se le preguntó que si se arrepentía de haber hecho ese viaje a lo que respondió:

Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos (del viaje a España), y claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país.

Chavela Vargas, en 2012

El 5 de agosto de 2012 se dio a conocer su fallecimiento 6 a través de su Twitter oficial.1

Pienso que sí me eternizaré. Pasará el tiempo y hablarán de mí una tarde en Buenos Aires. Cuando un día empiece a llover, les saldrá un lágrima, será una chavelacita muy chiquita.

Chavela Vargas, en 2004, en ocasión de despedirse del público argentino7

Reconocimientos

Recibió, entre otros, los siguientes reconocimientos:4

Discografía

  • El corrido hablado, 1991
  • Piensa en mí, 1991
  • Boleros, 1991
  • Colaboró también la banda de sonido de Kika con «Luz de luna», 1993
  • Sentimiento de México (vol. 1), 1995
  • De México y del mundo, 1995
  • Le canta a México, 1995
  • Colaboró también la banda de sonido de La flor de mi secreto con «En el último trago», 1995
  • Volver, volver, 1996
  • Dos (álbum), 1996
  • Grandes momentos, 1996
  • Macorina, 1996
  • Colaboró también la banda de sonido de Carne trémula con «Somos», 1997
  • Colección de oro, 1999
  • Con la rondalla del amor de Saltillo, 2000
  • Para perder la cabeza, 2000
  • Las 15 grandes de Chavela Vargas, 2000
  • La dama del poncho rojo, 2001
  • Grandes éxitos, 2002
  • Para toda la vida, 2002
  • Discografía básica, 2002
  • Antología, 2004
  • Somos, 2004
  • Chavela Vargas, 2004
  • En Carnegie Hall, 2004
  • La llorona, 2004
  • Colaboró también la banda de sonido de Babel con Tú me acostumbraste, 2006
  • Cupaima, 2007
  • ¡Por mi culpa!, 2010
  • Luna Grande, 2012

Canciones conocidas

  • La llorona
  • El andariego
  • Macorina
  • En el último trago
  • Un mundo raro
  • Piensa en mi
  • Luz de luna
  • Las Ciudades
  • Las simples cosas
  • La Sandunga
  • El preso número 9
  • Paloma Negra
  • No volveré
  • María Tepozteca
  • Que te vaya bonito
  • Arráncame la vida
  • No soy de aquí, ni soy de allá

Muchos años antes de morir, a Chavela la dieron por muerta cuando se refugió en el alcohol y desapareció de la vista pública.

Había salido de Costa Rica, su país natal, con sólo 17 años, dejando atrás un país y una familia a los que nunca quiso. Así se volvió  mexicana.

Tan mexicana como La Casa Azul de sus grandes amigos Diego Rivera y Frida Kahlo; tan mexicana como Lola, su perra xoloitzcuintle.

O como el Tenampa, el salón de la Plaza Garibaldi donde tantas noches se pasó tequileando y que aún tiene en sus paredes los rostros de las grandes estrellas del país.

Hoy este espacio de Ciudad de México llora la muerte de su novia y sus decenas de mariachis están de luto.

Casi tanto como el día en que Jiménez falleció, el 23 de noviembre de 1973.

Aquel día Chavela, que ya se conocía todas las cantinas de la ciudad, se bebió de golpe tres botellas de tequila junto al féretro de su gran amigo.

Así fue como, a base de caballitos, desapareció de la faz de México. Desterrada en la barra de un bar, muchos la dieron por muerta.

Y así se sentía, reconoció alguna vez, cuando la rescataron de nuevo en 1990, ebria y con su inconfundible gesto amargo.

Ella nunca quiso hablar en detalle de cómo fue hallada, así  que la leyenda creció.

La de la anciana de pelo cano que cantaba -o lloraba, nunca supieron distinguir sus lamentos- en una esquina. La mujer solitaria ("independiente", se decía ella) a la que un día otro cantante reconoció demacrada y la sacó a rastras de la cantina.

A los pocos años ya estaba actuando en el Carnegie Hall de Nueva York y en las mejores salas de conciertos de México y Madrid. Esta vez sobria y con llenos absolutos.

Chavela se pasó sus últimos años diciendo que algún día, con la hora de su muerte, su hígado debería acabar en un museo.

La resurrección

Chavela Vargas fue objeto de la admiración de otros cantantes, como los españoles Joaquín Sabina y Martirio, con quienes grabó a dúo.

La Vargas, que en su juventud se rodeó del revolucionario León Trotsky y el compositor Agustín Lara, buscó nuevos amigos tras su "resurrección".

Uno de ellos fue el director de cine español Pedro Almodóvar, quien ya había puesto música de Chavela a sus películas.

"Chavela eliminó el carácter festivo de las rancheras, mostrando en toda su desnudez el dolor y la derrota de sus letras", escribió Almodovar en honor a la cantante.

"Añadía una amargura irónica que se sobreponía a la hipocresía del mundo que le había tocado vivir y al que le cantó siempre desafiante".

O el cantautor Joaquín Sabina, quien le dedicó su canción "Por el bulevar de los sueños rotos" ("¡Quién supiera reír como llora Chavela!").

En su segunda vida, la Chavela de 70 años se encargó de recordar a los viejos sus canciones: "Somos", "Luz de luna", "La llorona"...

Mientras, los jóvenes la conocieron por sus interpretaciones en la película "Frida", protagonizada por Salma Hayek. O en "Babel", de Alejandro González Iñárritu.

Su último trabajo fue un homenaje al poeta español Federico García Lorca, que representó en abril en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana.

Allí se celebrará este martes un homenaje de cuerpo presente, según anunció el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México.

"Como ella dijo: no muere, trasciende. Se queda con nosotros en sus canciones", expresó el presidente del país, Felipe Calderón, al conocer de la muerte de Vargas.

Junto al cerro mágico

Muchos detalles de la vida de Chavela son un misterio que ella misma alimentó o exageró.

Ella pasó sus últimos días grabando discos de colaboraciones, escuchando a las que algunos dicen son sus herederas naturales, la mexicana Lila Downs o la española Concha Buika.

Siempre recibiendo a sus amigos, renegando de sus difuntos padres y de su país natal, celebrando la vida y el momento en que probó  su último trago.

Sin niños cerca, porque nunca los soportó.

Y a menudo con sus gafas de sol oscuras y su pelo blanco, a juego con la guayabera en los jardines de su pequeña casa de Tepoztlán, donde "La Chamana" guardaba su premio Grammy.

Allí en las faldas del cerro Tepozteco, uno de los espacios más mágicos de México, meca para los peregrinos de la energía y el misticismo.

Un lugar cargado de leyendas. Como Chavela.



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