En medio del desastre, el portavoz del gobierno libio, Mussa Ibrahim, informó que un aproximado de “1.300 personas fueron asesinadas y 5.000 resultaron heridas” tras las primeras 12 horas de agresión. Cifra esta, que sin duda alguna, crecerá de manera exponencial a medida que los enfrentamientos se extiendan en el tiempo.
Adicionalmente, es importante tener en cuenta que la gran mayoría de las víctimas anunciadas por Ibrahim, resultaron ser civiles desprevenidos que no pudieron escapar del apocalíptico bombardeo desarrollado por las homicidas fuerzas extranjeras encabezadas por EE.UU, Gran Bretaña y Francia.
Se calcula
que desde el 17 de marzo, cuando el Consejo de Seguridad de la Organización
de Naciones Unidas aprobó una resolución que dio luz verde a los bombardeos
de las fuerzas imperialistas contra Libia, hasta la fecha, se han producido
varios miles de misiones aéreas, la mayoría de ellas, según informara
el Secretario
General de la OTAN, Anders Vogh Rasmussen,
para bombardear “zonas estratégicas del régimen de Gadafi.” Entre
los objetivos destruidos se incluyen escuelas llenas de niños, hospitales
repletos de enfermos y mercados copados de personas que buscaban conseguir
algún producto de los muchos que escasean debido al bloqueo naval internacional.
El desproporcionado
ataque de la OTAN contra el pueblo libio, es tal vez, la más grosera
demostración de que la guerra no debe ganarse sólo campo de batalla,
sino también en la opinión pública. Conocedores de esta realidad,
el complejo mediático privado, como nunca antes, ha creado todo un
teatro de operaciones paralelo, donde los mercenarios del complejo militar
privado son presentados como paladines de la justicia, los misiles asesinos
de la OTAN resultan ser estallidos de libertad con el cual el mundo
libre enseña a los pueblos del mundo su concepto de democracia, y los
lideres imperialistas – Obama, Cameron, Sarkozy y compañía – son
beatificados como la encarnación misma de los dioses del Olimpo.
Ahora bien,
en el teatro de operaciones real, los hechos son sin lugar a dudas muy
diferente al informado por el complejo mediático, en donde anuncian
victorias que no son tal; se informan conquistas que al final terminan
siendo la mitad de la mitad de lo anunciado. Esta forma de dar partes
de guerra no es nada nuevo, basta recordar los tempraneros anuncios
hechos por George Bush sobre las supuestas victorias en Irak y Afganistán,
que a la postre terminaron por convertirse en largas y penosas derrotas
cuyas heridas aun sangran entre quienes se lanzaron a esa aventura.
Como “Sirenas al amanecer” fue bautizada la operación militar-mediática con la cual las potencias occidentales y su aliado interno, el Consejo Nacional de Transición (CNT), buscan asaltar Trípoli. Según los medios, se pronostican que los rebeldes en cosa de horas tendrán el control casi absoluto del país; algo que aparentemente no es del todo cierto, al igual que no fue cierto el anuncio CNT en donde se aseguraba que habían capturado al hijo de Gadafi, Saif Al Islam, quien horas después apareció rodeado de seguidores llamando a la resistencia antiimperialista; de igual manera en su escenario virtual, las grandes transnacionales de la comunicación omiten mencionar la gran cantidad de mercenarios de distintas nacionalidades que han infectado a Libia entera, pero muy particularmente a Trípoli en las últimas horas, y sólo destacan las supuestas movilizaciones armadas de los “rebeldes” como una acción nacida, organizada, dirigida y ejecutada por los pobladores libios.
Es difícil no reflexionar sobre la analogía existente entre la operación “sirenas al amanecer” y el cuento mitológico sobre sirenas, las que, según los fantásticos relatos griegos, producían un hermoso sonido que hipnotizaba a los marinos, quienes aturdidos por el canto, perdían el control del barco y terminaban por estrellarse contra los arrecifes. Entonces las Sirenas devoraban a los temerarios navegantes. Al parecer, resulta premonitorio el empleo de esta figura mitológica por parte de la OTAN en la actual agresión imperialista. El pueblo libio parece encallar en los mares de una violencia sin fin; donde las sirenas la encarnan los grandes emporios industriales que, desde sus lujosas oficinas están a la espera de que sus vasallos logren vencer en el feroz enfrentamiento vivido en las calles de Trípoli, para luego devorar como aves de rapiña todo lo que puedan tragar.
Hay que recalcar un millón de veces y mas; que aunque de manera retorica los “altos voceros” desde Washington, Londres, Roma, Paris y demás capitales sumadas a la invasión del país norafricano, lo nieguen, con la ofensiva militar conjunta sobre Libia, bañan de sangre sus manos para saquear sus riquezas e instalar en Trípoli un gobierno súbditos a sus designios, uno que le permita además a los yanquis instalar el centro de operaciones del AFRICOM (el Comando Militar de Estados Unidos para África) en el continente africano, dado que hasta ahora, los países de la zona, independientemente de sus debilidades, han mantenido firme su negativa en cuanto de ceder algún territorio para su instalación, hecho por el cual se han visto obligados a instalarlo en Alemania.
Tan cierto es la anterior afirmación, que los miserables que rigen los gobiernos del mal llamado primer mundo, en pleno enfrentamiento, gritan ¡victoria! Y de una vez empiezan a repartirse el botín. Francia ha convocado a una reunión de emergencia en París, donde participarán los Gobiernos que están destruyendo y masacrando Libia, y que ahora se han comprometido a ayudar en la reconstrucción, usando para ello las inmensas reservas internacionales de Libia que saqueadas impunemente por ellos. Por su lado, el Reino Unido y Alemania anunciaron que van a descongelar las cuentas que tenía el gobierno de Gadafi en sus bancos, donde había ingresados 20.000 millones de euros, dichos fondos serán usado, con su visto bueno, para la reconstrucción del país. Italia, sin perder tiempo, ha enviado a un grupo de funcionarios a la localidad de Bengasi, para que asistan de forma inmediata en la restauración de las explotaciones comerciales de crudo y gas natural. En fin, un negocio redondo, pero no exactamente para los libios, sino para las elites que rigen el planeta.
En definitiva,
de algo si podemos estar todos seguro, independientemente de que alguna
bomba logre asesinar a Gadafi, indiferentemente de que la ocupación
de los “rebeldes” tomen el control aparente no sólo de Trípoli,
sino de todos los territorios y muy a pesar de que la prensa muestre
una victoria definitiva de las fuerzas occidentales… la guerra civil
en Libia ahora es cuando apenas comienza.
*Vocero Nacional MRT
Patria o Muerte Venceremos
Ni pacto ni negociación, profundicemos la Revolución