¿Ha llegado la hora de Cuba?

La página web rebelión.org ha publicado en su sección Libros libres 84 libros de Marta Harnecker, este libro que aquí presentamos —que fuera escrito hace 20 años— se había extraviado y la autora nos lo ha enviado para ser publicado este 26 de julio con la siguiente nota:

Al pueblo heroico de Cuba y a su indiscutido líder, Fidel Castro,
cuyo ejemplo de dignidad, unidad, resistencia y solidaridad
ha servido de aliento y de inspiración
a todos los que en América y en el mundo
luchan por un mundo mejor

¿Ha llegado la hora de Cuba?

Entrevista a Marta Harnecker [1]
junio de 1990

índice

I. La validez del marxismo

II. El socialismo que ha muerto no es el nuestro

III. El Partido único en cuba: Una necesidad frente al imperio

IV. El grupo de derechos humanos: Una cabeza de playa política 

V. De que democracia se trata

VI. ¿Hay que abandonar la dictadura del proletariado?

VII. Rectificación antes que perestroika

VIII. La situación de Cuba luego de la crisis de los países socialistas

IX. La juventud cubana busca caminos

X. Narcotráfico: el caso Ochoa‑De la Guardia 

XI. Por que todavía Fidel


I. La validez del marxismo 

¿Cómo se siente Marta Harnecker, autora de Los conceptos elementales del materialismo histórico, libro que ha formado en el marxismo a las generaciones jóvenes de los setenta y ochenta, con un tiraje de alrededor de un millón de ejemplares, con la crisis actual del socialismo y, por lo tanto, del marxismo?

Mira, primero creo que es preciso separar la crisis del marxismo y la crisis del socialismo. Son dos cosas distintas. El marxismo es una ciencia. El socialismo es un proyecto de sociedad.

Ahora, si el marxismo es una ciencia, la ciencia de la historia como dice Althusser, es lógico que su desarrollo deba ser permanente y si éste se detiene entra en crisis. Si su objeto es la historia de la sociedad, se requiere que se vayan creando nuevos instrumentos para dar cuenta de las nuevas realidades. Y es esto lo que no se ha hecho. De ahí que podamos hablar de una crisis del marxismo . Esta ha sido más profunda en los países socialistas debido a que, desde la época de Stalin, se transformó en ciencia oficial, es decir, en una anticiencia, en un dogma, permaneciendo estancada durante décadas.

Vale la pena recordar que Marx fue reacio a usar el término “marxismo” para denominar sus investigaciones científicas, y con toda razón, porque un dogma puede reclamar derechos de autor, pero jamás una ciencia. Como escribo en la introducción a mi último libro acerca del tema de la vanguardia, se habla de matemática, de física, de antropología, de sicoanálisis, pero no se habla de galileismo, newtonismo, levystraussismo, freudismo, porque toda ciencia tiene un desarrollo que trasciende su fundador y a la vez tiende a requerir un desarrollo cada vez más colectivo.

La crisis del marxismo no significa, sin embargo, que esta ciencia haya perdido su validez como instrumento analítico de la sociedad y su cambio. Si posee instrumentos mejores, por favor, que me los proporcione. Hasta la ciencia social contemporánea no puede prescindir de ellos. Es paradójico, pero los capitalistas usan más el marxismo para elaborar su estrategia contrarrevolucionaria que nosotros para nuestra estrategia revolucionaria. Basta examinar a fondo la estrategia de la guerra de baja intensidad para ver cuan útiles les han sido a ellos las categorías marxistas, y más aún si se examinan las reflexiones que plantea el documento Santa Fe II acerca de las instituciones permanentes del estado.

Es interesante, por otra parte, constatar que el marxismo, letra muerta para algunos, es instrumento eficaz de análisis y arma de combate para los revolucionarios latinoamericanos que están en las trincheras de lucha más avanzadas y que es allí donde se aprecia más su gran valor instrumental; precisamente porque son estos movimientos los que, a través de las exigencias de la práctica, han ido desarrollando esta ciencia, aunque todavía su sistematización esté en un estado embrionario.

II. El socialismo que ha muerto no es el nuestro

Tú decías que era necesario distinguir entre crisis del marxismo y crisis del socialismo, ¿reconoces entonces que el socialismo está en crisis y que es necesario volver la mirada hacia las soluciones capitalistas? Tú, que vives en Cuba, ¿no es un absurdo que en el actual contexto mundial Fidel Castro levante la consigna de “¡Socialismo o muerte” con la que suele terminar actualmente sus discursos?

Para responderte me parece necesario distinguir entre dos cosas muy diferentes: el proyecto socialista y un determinado modelo de socialismo.

Me parece que el proyecto socialista sigue tan vigente como antes. ¿Qué proyecto mejor puede ofrecerse a la humanidad que una sociedad en la que desaparezca la explotación del hombre por el hombre y este logre su pleno desarrollo individual, una sociedad de productores libremente asociados, una sociedad en que reine la libertad y la plena democracia hasta la desaparición del estado, una sociedad donde el desarrollo de las fuerzas productivas permita eliminar la escasez? Ese proyecto es el que motiva nuestra lucha por cambiar la sociedad. Esas banderas siguen siendo las nuestras.

Y más aún en América Latina. Porque aquí hay que tener muy claro que la alternativa no es entre capitalismo desarrollado y socialismo, sino entre capitalismo neoliberal subdesarrollado con las secuelas que ya conocemos, y que han conducidos a los estallidos sociales espontáneos en varias ciudades venezolanas y argentinas , en que masas populares movidas por el hambre han asaltado supermercados, y socialismo.

En Cuba el socialismo no sólo ha permitido realizar transformaciones sociales profundas que hacen de este país el más igualitario del mundo, sino que, además, ha significado independencia y soberanía nacional por la primera vez en su historia. Esto puede explicar que Fidel ponga tanto acento en valorar este proyecto de sociedad, cuando existe una fuerte tendencia en grupos, por desgracia cada vez más mayoritarios, en diversos países de Europa del Este y también, aunque en menor medida, en la propia URSS, que reniegan del socialismo y creen poder resolver sus problemas retornando al capitalismo.

Tú afirmabas que había que distinguir entre proyecto y modelo...

Efectivamente, esta distinción me parece básica, porque ¿cómo se ha materializado este proyecto en la historia concreta? En sociedades en que el pueblo dejó de ser el protagonista, en que los organismos de participación popular fueron transformándose en entidades puramente formales, en que el partido se transformó en la autoridad absoluta, en el único depositario de la verdad, que controla todas las actividades: económicas, políticas, culturales, es decir, lo que debía haber sido una democracia popular se transformó en una dictadura del partido... Esa ha sido un poco la historia del llamado socialismo real. El modelo de socialismo que se desarrolló fue un modelo fundamentalmente estatista, centralista, burocrático, donde el gran ausente fue el protagonismo popular.

Este modelo de desarrollo tuvo éxito en los primeros años, cuando había que cerrar filas en torno a la defensa del único estado proletario, la Rusia revolucionaria; cuando, una vez lograda la paz, era necesario desarrollar rápidamente al país para estar en mejores condiciones para defenderlo ante una guerra que no se podía descartar; y, posteriormente, cuando, después de la guerra antifascista, que costó millones de vidas a la URSS, había que reconstruir el país. Pero luego, ya a partir de los sesenta, este modelo de producción extensiva, basado en la existencia de materia prima y fuerza de trabajo en abundancia, empezó a tener problemas cuando la mano de obra y los recursos naturales empezaron a escasear. A esto se agregaron los requerimientos de la revolución científico‑técnica que exigía un modelo mucho más ágil y menos centralizado para poder rendir todos sus frutos. Se trata de lo que podríamos llamar la primera crisis estructural del socialismo.

No creemos correcto que se pretenda hacer un juicio moral de la crisis del socialismo. Tenemos que conocer sus causas objetivas. Sin los instrumentos de la teoría marxista, sin el análisis de la forma que adopta la lucha de clases en esos países, no podemos entender lo que ocurre en esas sociedades. Tampoco podemos analizar el socialismo sin relacionarlo dialécticamente con su lucha contra el capitalismo.

En este sentido es importante tener en cuenta que el capitalismo se fue constituyendo a lo largo de siglos: 500 años le costó al capitalismo llegar hasta la etapa actual de su desarrollo, 200 años para llegar a la revolución industrial, forma ampliada de desarrollo capitalista, y 300 años más para llegar a la revolución científico‑técnica actual.

Tenemos que reconocer que muchos marxistas cayeron en una visión muy simplista en relación con la evolución del capitalismo y, consecuentemente, del socialismo. Desde la época de Lenin se planteaba la crisis del capitalismo como algo lineal. Se pensaba que el capitalismo estaba en sus últimos estertores, que pronto desaparecería del mapa. Existía un pensamiento muy evolucionista, muy mecanicista respecto a los procesos de cambio: se establecía una secuencia un tanto mágica entre crisis económica, situación revolucionaria y revolución. Esto avalaba una tendencia a esperar con las manos cruzadas la llegada de la revolución. La historia nos ha demostrado que el capitalismo ha pasado por varias crisis estructurales y no ha desaparecido. Las crisis, por lo tanto, no tienen una salida única, existe siempre la alternativa de una salida revolucionaria o de una salida contrarrevolucionaria. La primera se da cuando existen condiciones subjetivas, es decir, una vanguardia capaz de aglutinar al pueblo en torno a un proyecto revolucionario y junto a éste aprovechar la crisis para tomar el poder y, desde allí, empezar el camino de la construcción de una nueva sociedad más humana y más justa. La segunda se da cuando no existen estas condiciones subjetivas y las fuerzas burguesas tienen espacio para elaborar una alternativa reformista de salida a la crisis, es decir, un nuevo modelo de desarrollo capitalista que supere las condiciones que generaron esa crisis. Ese ha sido el camino seguido por todos los países desarrollados hasta ahora.

La nueva situación que se ha creado en los países socialistas nos ha hecho pensar que el concepto de crisis estructural, hasta ahora aplicado sólo al capitalismo, puede y debe ser aplicado también al socialismo. Y aquí también existe la alternativa de una salida revolucionaria de la crisis hacia más socialismo, o de una salida contrarrevolucionaria de regreso al capitalismo. Tampoco se puede descartar que en los países socialistas se produzcan estallidos sociales que conduzcan a guerras civiles. Los presentes acontecimientos del mundo actualizan el concepto de revolución permanente de Marx, que la mayor parte de los marxistas aplicábamos sólo a las sociedades presocialistas.

Y como se trata de un problema de lucha de clases dentro de los países socialistas con el apoyo de fuerzas contrarrevolucionarias externas, nuestro análisis no puede ser simplista. No podemos ver todo en blanco y negro. Nuestro deber es ser solidarios con las fuerzas revolucionarias que dentro de esos países representan el proyecto socialista.

Por otra parte, si bien hay crisis estructurales en la mayor parte de los países socialistas, la estampida hacia el capitalismo ocurre sólo en algunos países de Europa del Este. Una inmensa población del globo, representada por muchos millones de habitantes, todavía opta por la búsqueda de perfeccionar el socialismo y no la de abandonarlo. Es importante, además, tener en cuenta que en varios de los países que hoy regresan bruscamente a soluciones capitalistas, la revolución no surgió desde abajo, no fue una revolución verdaderamente popular, como lo fueron las revoluciones, rusa, china, cubana, coreana, vietnamita. Aquéllas fueron revoluciones impuestas desde arriba, producto de la presencia del Ejército Rojo luego del triunfo antifascista.

Me he extendido mucho para responderte, pero creo que puedo sintetizar lo que te he dicho asumiendo la imagen de Eduardo Galeano, el escritor uruguayo que todos ustedes deben conocer, quien sostiene que nos han invitado a un funeral que no es el nuestro. Se llega por determinadas razones históricas, que no es el caso analizar aquí, a otra cosa que es lo contrario del proyecto inicial. El socialismo que ha muerto no es nuestro proyecto socialista. Lo que ocurrió en la práctica tiene muy poco que ver con lo que Marx y Lenin concibieron. Para ellos el socialismo era impensable sin un gran protagonismo popular.

Ese no era el socialismo por el que yo luchaba. En 1985 revisé mi libro Los conceptos elementales del materialismo histórico , y añadí un capítulo sobre la transición al socialismo. En ese capítulo - antes de la perestroika - ya se decían varias cosas sobre lo que yo pensaba sobre el tema. Estoy convencida de que no se puede estudiar teóricamente el socialismo sin distinguir los conceptos de relaciones sociales de producción y de relaciones técnicas de producción, o lo que Marx llamaba relaciones de apropiación real, dentro del concepto de relaciones de producción.

Ya Lenin decía que no basta estatizar o nacionalizar, que era necesario socializar, es decir, no basta con pasar las industrias y, en general, los medios de producción al estado, es necesario que los trabajadores se apropien realmente del proceso productivo, tanto a nivel de su fábrica, como a nivel de la sociedad global. Cómo hacer esto, es el gran desafío del socialismo.

Por último, quiero decirte que yo me siento corresponsable en cierta medida, no quiero cargarle toda la culpa a otros, de haberme quedado en silencio respecto a ciertos errores que veía. Me costaba mucho defender el socialismo. Alguien dijo recientemente que los verdaderos amigos son los que nos critican, y nos critican a tiempo, para poder corregir nuestros errores, y yo comparto esa opinión. Lo peor que podemos hacer es silenciar esas críticas.

Dado lo importante que es hoy comprender mejor qué ha ocurrido en el socialismo, creo que deberías detenerte aunque sea brevemente en aquello que querías obviar: los elementos históricos que nos permiten comprender por qué el socialismo se alejó tanto de los conceptos iniciales de los clásicos...

No es fácil ser breve, pero haré un esfuerzo por sintetizar. Pienso que el primer desafío teórico y práctico que Lenin y los bolcheviques debieron enfrentar, fue empezar a construir el socialismo en un país subdesarrollado, semifeudal, con un proletariado muy minoritario. Marx y Engels habían anticipado que el socialismo se daría en los países altamente desarrollados.

Y a éste se agrega el otro desafío, que ni Lenin ni los bocheviques habían calculado: el tener que comenzar a construir el socialismo en un solo país. Todos ellos consideraron que la revolución mundial o, al menos, en algunos de los países más adelantados estaba muy cercana y que la revolución rusa sólo se había adelantado a la ola revolucionaria mundial. Mientras ésta venía había que defender esa primera antorcha socialista. Ninguno de ellos imaginó jamás que la revolución rusa iba a quedar sola. Toda su estrategia inicial para construir el socialismo estuvo basada en la colaboración que pronto recibirían de las triunfantes revoluciones en los países desarrollados. Se pensó que con su ayuda se podrían resolver los problemas técnicos y económicos que planteaba el subdesarrollo ruso. La solidaridad de los países socialistas de Europa avanzada podría ofrecer a la Rusia poszarista de entonces los medios para superar su inmenso atraso.

Pero eso no ocurrió. En 1921 ya estaba claro para Lenin que la revolución mundial no venía, que se había establecido un extraño equilibrio de fuerzas, y que, aunque desde el punto de vista técnico las fuerzas militares del nuevo estado revolucionario eran mucho más débiles que las fuerzas de la coalición imperialista que luchaba en su contra, se había establecido un cierto equilibrio de fuerzas. Si bien la revolución mundial no triunfó, la clase obrera que conformaba la tropa de los ejércitos de los países capitalistas no estuvo dispuesta a aplastar al primer estado proletario. Sin esa situación en las tropas enemigas, jamás se hubiese podido sostener el primer estado socialista.

La guerra había terminado, al menos temporalmente, pero el país estaba en ruinas. Su situación era aún mucho peor que en octubre del 17. La intensa guerra civil había destruido todavía más las fuerzas productivas, las fábricas estaban cerradas por falta de materias primas, el hambre azotaba las ciudades, era necesario mandar a los escasos obreros que sobrevivieron ¾ ya que miles murieron en la guerra civil ¾ al campo para que pudieran subsistir. La situación eran tan catastrófica que Lenin sostiene que hay que emplear las reservas en oro, destinadas en el programa al desarrollo industrial del país, a la compra de alimentos para conservar al menos la fuerza de trabajo.

Esa era la situación de la URSS en el 1921. Una revolución proletaria con una clase obrera casi desaparecida y un partido casi sin cuadros...

Entonces aparecieron las voces derechistas que decían: “No debieron Uds. tomar el poder. Es imposible construir el socialismo con ese lamentable desarrollo de las fuerzas productivas”. En ese momento se plantea la alternativa de abandonar el poder y retornar al capitalismo, como lo planteaban sectores socialdemócratas europeos de aquella época, o aprovechar el poder popular conquistado para avanzar, lentamente y paso a paso, hacia el proyecto socialista, construyendo desde el poder los cimientos materiales de la nueva sociedad, con el consecuente ahorro de sudor y lágrimas al pueblo.

Esa salida, que fue la adoptada por los bolcheviques, implicaba que su partido asumiera durante algún tiempo la representación de la clase obrera, prácticamente inexistente, y que se tuviese que emplear una conducción muy centralizada para poder hacer frente a la reconstrucción acelerada del país en ruinas, que tenía que prepararse para una posible guerra, ya que se sabía que la paz lograda era muy inestable.

En una situación de este tipo no es extraño que los principios que Lenin planteaba en El estado y la revolución no se hayan cumplido. El dirigente bolchevique planteó que se debería pagar salarios obreros a los que desempeñaran las tareas administrativas del estado, sostuvo la necesaria revocación de mandato, la participación real de las masas. Todo esto no se dio. Se tuvo que recurrir a especialistas burgueses y pagarles salarios más altos. No se pudo aplicar la revocación por la escasez de cuadros. Ante el cúmulo de tareas y la adopción de éstas cada vez más por el propio partido, los soviets fueron perdiendo su empuje inicial.

Existieron entonces razones históricas que explican, en un determinado momento, la ausencia de gestión desde abajo: la urgencia de determinados planes, la preparación para la guerra, la propia guerra, pero son razones coyunturales. Lo peor fue que eso, que fueron los defectos de la dictadura del proletariado, como dice Etiènne Balibar en su libro Sobre la dictadura del proletariado , se transformaron en regularidades. De esa forma, el partido único - que no fue un proyecto de Lenin ni de los bolcheviques, ya que éstos hablaban de democracia de los soviets - se transformó en la dictadura del partido. El partido terminó sustituyendo a la clase y acaparando el estado. Y el gran ausente fue el control popular, eje del pensamiento leninista. Yo recuerdo que Althusser, preocupado por esa situación, creyó ver en la etapa inicial de la revolución cultural china, un mecanismo de control popular sobre el partido. Él sostenía, y creo que la historia le ha dado la razón, que un país gobernado por un partido único, en la que éste asume las tareas del estado, tiene que estar sometido a algún tipo de control popular.

Mis reflexiones sobre el problema de la vanguardia en América Latina y la crisis actual del socialismo me han llevado a pensar que quizás el ideal de conducción en el socialismo sea una vanguardia pluralista, compartida, en continuo debate y autocontrol, y no un partido único.

III. El Partido único en cuba : Una necesidad frente al imperio

¿Quiere decir que tú consideras que es un error la existencia de un partido único en Cuba ?

Antes de responder directamente a la pregunta me parece importante recordar que Lenin, el inspirador de la mayor parte de esos partidos y de nuestros partidos revolucionarios en América Latina, no pretendió fabricar una fórmula universal de partido. Por el contrario, tanto teórica como prácticamente él sostuvo la necesidad de que la organización política revolucionaria se adaptara a cada país. Entendía que el partido era un instrumento y no un fin, un instrumento de carácter organizativo para conducir al movimiento revolucionario a la toma del poder y a la construcción del socialismo en un determinado país. Muchos revolucionarios olvidan el carácter instrumental del partido y se dedican a perfeccionar el instrumento, olvidándose de que es su objetivo la conducción de las masas.

Quizás sea importante señalar también en este sentido que Lenin no critica el modelo del partido socialdemócrata europeo de comienzos de siglo, lo que él sostiene es que si bien ese modelo es apto para Europa occidental, donde las formas democrático burguesas prevalecen y esos partidos tienen espacios legales donde desenvolverse, no lo es para la Rusia zarista, estado autocrático, represivo, con mínimos espacios legales.

No debemos tampoco olvidar que la concepción de partido único no es una concepción leninista. Lenin planteó la democracia de los soviets como la forma ideal de estado de la nueva sociedad. Y en estos soviets participaban diversos partidos: los socialistas revolucionarios de izquierda y de derecha, los mencheviques, los anarquistas. Lenin como marxista sabía que los partidos son la representación política de diferentes clases o sectores de clases. Era, por lo tanto, natural que aceptara que en una sociedad que no había eliminado las clases, existieran diferentes expresiones políticas o partidos.

A tal punto valoró Lenin el pluripartidismo que, a pesar de que los bolcheviques arrasaron en las elecciones de octubre de 1917 en los soviets, éste insistió en formar un gobierno de coalición con los socialistas revolucionarios, es decir, un gobierno que reflejara la alianza de clases obrero‑campesina, la base social fundamental del nuevo poder. Fue la historia concreta, es decir, la forma en que se dio la lucha de clases en dicha revolución lo que llevó a la existencia de un solo partido. Y este hecho histórico propio de la revolución rusa, fue luego transformado en una de las tantas regularidades que había que seguir como ley, según los manuales soviéticos, si se quería hablar de construcción del socialismo. Se llegó así a caer en el absurdo de introducir en la constitución de muchos países socialistas un artículo en que se decreta que el Partido Comunista es la vanguardia de la clase obrera y el que dirige la construcción del socialismo, como si la condición de vanguardia se pudiese definir por decreto.

Resumiendo, en un país que se propone construir el socialismo la existencia de varios partidos o de uno solo no es una cuestión de principio, no es un dogma, depende de la forma concreta que adopta la lucha de clases en cada lugar, que no es ajena a la lucha de clases a nivel internacional.

No debemos caer ni el fetichismo del pluralismo, ni en el fetichismo del partido único. Hay tipos de pluripartidismo que son puramente formales. Eso ocurre cuando hay dos partidos diferentes con un programa muy similar, como es el caso de los partidos Republicano y Demócrata en los Estados Unidos. Pero esto no quiere decir que esto sea siempre así. Existen formas de pluripartidismo en que los diferentes partidos realmente reflejan diferentes intereses de clase como sucede en muchos países europeos y de América Latina . De igual modo el partido único que ha sido un instrumento valioso en algunos países socialistas, puede derivar, si de él se excluye el debate intenso y toda forma de control popular sobre sus militantes, como ha ocurrido en los países socialistas del Este, en una dictadura del partido. Allí el partido perdió su carácter instrumental para volverse un objetivo en sí mismo, desvinculado totalmente de las masas.

Al analizar entonces la cuestión del partido revolucionario en Cuba , lo primero que debemos tener en cuenta es la realidad histórico‑social que existe en ese pequeño país a 90 millas del imperio más poderoso del mundo, y qué estructura política e instrumentos de conducción ella requiere para llevar adelante el proyecto socialista.

Es preciso empezar por aclarar que el Movimiento 26 de Julio, la organización que condujo al proceso revolucionario a la victoria, fue una organización política creada por Fidel y un grupo de revolucionarios cubanos que no se inspiraron en los partidos comunistas clásicos, sino en las ideas organizativas de Martí.

José Martí, prócer cubano que luchó por independizar a Cuba de España, comprobó que los patriotas no lograban sus objetivos libertarios - Cuba fue el último país de América Latina que alcanzó su independencia -, porque existía desunión entre las fuerzas independentistas. Estas divisiones no eran sólo divisiones en el terreno político, sino también entre quienes hacían política y quienes empuñaban las armas. Para superar este problema, concibió la idea de reunir en un solo haz a todas las fuerzas dispuestas a luchar por la independencia de su país y, al mismo tiempo, de Puerto Rico .

Martí, quien vivió largos años en Estados Unidos y afirmara: “Viví en el monstruo y conozco sus entrañas”, había previsto - mucho antes de que Lenin elaborara su teoría del imperialismo - que una vez liberadas las últimas colonias del dominio español, la futura potencia imperial caería sobre América Latina con gran fuerza y que, por lo tanto, era necesario crear un muro de contención en las Antillas que impidiera la expansión de los Estados Unidos por América.

Surge así la idea del Partido Revolucionario Cubano, con una concepción no de partido clasista, sino de partido‑frente, ya que pretendía agrupar a todos los patriotas cubanos, sean cuales fueran los sectores sociales que representaran, en una sola organización política que superase los errores y divisiones del pasado.

Fidel, a pesar de tener una concepción marxista de la política, no ingresa al Partido Socialista Popular, nombre que había adoptado el Partido Comunista, sino en el Partido Ortodoxo, que representaba a la pequeña burguesía radical antimperialista y desde allí comienza a conformar el núcleo inicial del Movimiento 26 de Julio, inspirado en la concepción martiana de partido.

De igual manera que para implementar la guerra de guerrillas recoge las tradiciones de lucha de su pueblo. Esta forma ya había sido empleada por los esclavos que huían de las plantaciones y se iban a refugiar a la sierra y luego por los mambises en su lucha contra el ejército español.

Fuertemente insertado en las tradiciones nacionales y en el pensamiento martiano, el Movimiento 26 de Julio conducido por Fidel ¾ levantando un programa que reflejaba los intereses de todos los sectores oprimidos ¾ logra hegemonizar a amplios sectores populares y luego, en la medida en que va constituyéndose en una real alternativa de poder contra la dictadura, también logra atraer a sectores burgueses en la lucha contra Batista.

Fidel, desde un comienzo, tenía claro que era importante tratar de unificar a todos los revolucionarios. Y consecuentemente con esto, hace esfuerzos por obtener acuerdos unitarios con las otras fuerzas de la izquierda cubana: el Partido Socialista Popular (PSP) y el Directorio Revolucionario. Antes de lanzar el desembarco del Granma, logra lanzar un manifiesto conjunto con el Directorio Revolucionario. Posteriormente, pocos meses antes del triunfo, algunos cuadros del PSP se integran a la lucha guerrillera.

Y una vez logrado el triunfo, es importante apuntar que los comunistas cubanos tienen el gran mérito histórico de haber reconocido el liderazgo indiscutido de Fidel. Hay otros partidos comunistas que no han sido capaces de realizar este gesto. En el caso de Nicaragua, por ejemplo, algunos partidos marxistas no fueron capaces de reconocer el liderazgo sandinista y continuaron luchando contra el FSLN después del triunfo, y en los últimos comicios electorales prefirieron aliarse con la burguesía representada por la UNO antes que apoyar al FSLN.

Pero en Cuba no sólo hubo un gesto del PSP, sino también de Fidel. El máximo dirigente cubano, adoptando una posición patriótica y antisectaria después del triunfo, dejó de pertenecer - según sus propias palabras - al M‑26 de Julio y adoptó como suya la bandera de la revolución, que era algo mucho más grande que su organización político‑militar, porque en ella participaba todo el pueblo. En lenguaje popular, Fidel abandonó la camiseta del partido y se puso la de la revolución.

Nos parece también importante recordar, por otra parte, que inmediatamente después del triunfo en Cuba ya no existían partido burgueses. Sus dirigentes se habían ido a Miami durante la dictadura de Batista o inmediatamente después de su derrocamiento.

En esas circunstancias, cuando la lucha contra Batista había concluido en forma exitosa, pero ya comenzaba a iniciarse una guerra más larga y dura: la lucha contra el imperialismo - prevista y anunciada por Fidel cuando estaba en la sierra, en carta a Celia Sánchez -, cobra más fuerza la idea martiana de agrupar a las fuerzas revolucionarias en un solo partido. En ese momento existían tres organizaciones políticas opositoras importantes: el PSP, el Directorio y el M‑26 de Julio.

Fidel sabía que cualquier fisura que pudiese darse en las filas del pueblo podía permitir al imperialismo empezar a horadar esa revolución desde adentro. De ahí que, a medida que la lucha contra los Estados Unidos se acrecienta, se acentúe también su esfuerzo por lograr dar una estructura única a los tres partidos señalados. El primer intento fue la formación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).

Ernesto Che Guevara cuenta cómo la dirección de la revolución pensaba en un organismo de cuadros estrictamente seleccionados y ligados a las masas, en una organización centralizada y elástica a la vez, y, como ésta, confió ciegamente en la autoridad ganada en muchos años de lucha por el Partido Socialista Popular, dejando en sus manos la materialización de este proyecto.

En ese contexto, y contra el criterio de antiguos dirigentes de su propio partido y de Fidel, es que Aníbal Escalante, dirigente del Partido Socialista Popular y secretario de organización de las ORI, cae en desviaciones sectarias tratando de controlar el naciente organismo unitario, copando los cargos con militantes del PSP.

Estas desviaciones sectarias son detectadas a tiempo y el 26 de marzo de 1962 se realiza el llamado “primer proceso a Escalante”, donde Fidel critica el sectarismo y responsabiliza de esta desviación a una serie de cuadros del PSP, especialmente a Aníbal Escalante. Este proceso termina con la disolución de ese primer intento de unificación de las fuerzas revolucionarias.

Una de las grandes debilidades de las ORI es no haber sabido integrar a las masas.

Ese mismo año se inicia un nuevo esfuerzo unificador creándose el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), que responde al carácter socialista que abiertamente toma el proceso cubano después de la invasión de Playa Girón.

Después de la negativa experiencia de las ORI, se asimilan sus enseñanzas y se decide que sean las masas las que seleccionen a los candidatos al partido entre los trabajadores más destacados, considerándose muy importante que los militantes de la nueva organización política tengan pleno apoyo y prestigio entre las masas.

Durante esos años el PURS no crece, se depura.

Alrededor de tres años después, se crea el 3 de octubre de 1965 el Partido Comunista de Cuba (PCC) y se constituye su primer comité central, cuando ya se considera superada la etapa de los distintos matices y de los distintos orígenes de los militantes revolucionarios.

Esta es la historia y el contexto en que nace el partido único en Cuba, un pequeño país situado a tan sólo 90 millas del monstruo imperial, que no ha cesado en estos 30 años de intentar derribar su revolución.

IV. El grupo de derechos humanos: Una cabeza de playa política

Si Fidel tiene tanto apoyo popular como se dice, si cuenta con la simpatía de la inmensa mayoría del pueblo, ¿por qué no legaliza ese pequeño grupo de personas que forman parte de la Comisión de Derechos Humanos? ¿Qué peligro puede significar para Cuba ese pequeño grupo? Eso es algo que no se entiende...

Yo creo que para entender esto hay que tener presente la correlación de fuerzas mundial en la que está inserta Cuba en la actualidad y concretamente el que sea el objetivo número uno del imperialismo norteamericano en la región. Si no se ven las cosas en forma global no se pueden entender una serie de medidas que se adoptan en la isla. A mí me parece que una comparación ayuda a entender esto. De la misma manera en que fue fundamental para Cuba desbaratar los planes que tenía el imperialismo con la invasión de Playa Girón, para impedir que se estableciese allí una cabeza de playa contrarrevolucionaria que permitiese instalar en territorio cubano un gobierno provisional que recibiría todo el apoyo de los Estados Unidos para ir reconquistando, desde allí, el resto del territorio; de la misma manera, legalizar la Comisión de Derechos Humanos o transformarla en partido, o permitir otro partido distinto al Partido Comunista de Cuba, en estos momentos de la correlación de fuerzas mundial, significaría permitir que se pudiese establecer en el territorio nacional una cabeza de playa política que serviría para que por ese canal penetrase toda la propaganda política y los recursos de la contrarrevolución instalada en Miami y del propio gobierno de los Estados Unidos. Sería un absurdo que después de 30 años en que la revolución ha logrado liberarse de la contrarrevolución, ahora, en aras de satisfacer las demandas de algunos sectores demócratas burgueses, cediera ese espacio a la contrarrevolución en forma gratuita.

Quiero aclarar, sin embargo, que estoy hablando de la actual situación en la que vive el país. Si estas condiciones cambiaran, si cambiara la correlación de fuerzas a nivel mundial, si el imperialismo llegase a aceptar una necesaria convivencia con regímenes que no comparten su sistema de gobierno ni su concepción del mundo, esta situación podría variar.

Si dentro de un tiempo, en otra correlación mundial de fuerzas, las masas cubanas pidieran la formación de otros partidos, podría entrar a discutirse esta cuestión. Pero nadie que tenga un mínimo de representatividad está pidiendo hoy que se forme otro partido en Cuba .

Por otra parte, estoy convencida de que la dirección de la revolución está empeñada en producir un proceso de democratización dentro del propio partido y su relación con las masas que, si se realiza en profundidad, como entiendo es la voluntad de la dirección, dejará a la Comisión de Derechos Humanos sin banderas.

V. De que democracia se trata

Te has referido a un proceso de democratización en Cuba . Esto es muy importante, ya que debes saber que las mayores críticas que se le hacen a la revolución cubana se concentran precisamente en la falta de democracia interna en el país...

Sí, conozco esas críticas, pero antes de abordar el tema de la democracia me parece necesario hacer unas breves precisiones conceptuales.

Existen tres definiciones de democracia y empezaré por la más conocida: la democracia representativa o formal, o lo que algunos han llamado el gobierno del pueblo. Esta democracia representativa que se dice gobierno del pueblo, puede ser, y de hecho en la realidad lo es en el caso de la democracia burguesa, una democracia que favorece a las minorías. Por eso es que algunos la llaman formal, porque en nombre de ese pueblo se favorece sólo a una minoría...

Existe también la democracia sustancial o social o gobierno para el pueblo, cuyo propósito fundamental es la búsqueda de la solución de los problemas reales más sentidos por la población: pan, tierra, trabajo, educación, vivienda, todas cosas que permiten avanzar hacia una sociedad más igualitaria. En la práctica esta forma de democracia puede ser ejercida por una dictadura en función de los intereses generales del pueblo.

Una primera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿qué es más democrático, un gobierno del pueblo, en beneficio de una minoría, o un gobierno para el pueblo, en beneficio de las mayorías, pero ejercido en forma autoritaria?

Por último, existe la democracia participativa o gobierno ejercido por el pueblo.

El socialismo debe combinar estos tres tipos de democracia. Debe buscar un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.

Un gobierno del pueblo es el sistema donde los intereses de los diversos sectores de la población están representados en el estado. No se puede gobernar sin delegar las tareas de gobierno en representantes del pueblo. La democracia directa es correcta a nivel local, en comunidades pequeñas, pero no puede ser ejercida a nivel nacional. Pero el socialismo, que conoce la demagogia de las campañas electorales burguesas en que se promete el oro y el moro y nada se cumple, se plantea como un principio básico de esa representatividad la búsqueda de mecanismos de revocabilidad para poder sustituir a los representantes cuando éstos han dejado de cumplir los mandatos de sus electores. A esto debe unirse también algo en lo que Lenin no insistió suficientemente, porque siempre vio la función burocrática como transitoria, como una constante rotación de los cuadros, y es en la necesidad de poner limitación a los mandatos otorgados por el propio pueblo, para evitar lo que ha ocurrido en la mayor parte de los países socialistas, donde se ha producido el fenómeno de la llamada gerontocracia, algo absolutamente extraño al pensamiento leninista.

El socialismo debe realizar también un gobierno para el pueblo, que ponga en práctica transformaciones sociales profundas y tienda hacia una igualdad social cada vez mayor.

Pero lo más característico del socialismo es la puesta en práctica de un gobierno por el pueblo o democracia participativa, donde las masas sean las verdaderas protagonistas de la construcción de la nueva sociedad.

El socialismo, por lo tanto, es la mayor expresión de democracia, una expansión enorme de ésta en relación con la limitada democracia burguesa. La bandera de la democracia es de los revolucionarios y no de la burguesía que se apoderó de ella, aprovechándose de las deficiencias que en este sentido tenían los países socialistas. Los únicos que podemos realizar una democracia consecuente somos los revolucionarios.

VI. ¿Hay que abandonar la dictadura del proletariado?

¿Quiere decir entonces que tú estimas que hay que abandonar el concepto marxista de dictadura del proletariado?

Yo creo que aquí hay que aclarar muy bien de qué se está hablando. Si tú te refieres al término dictadura del proletariado yo creo que es una palabra que debe ser abandonada, porque las palabras sirven para comunicarse y cuando tú usas un término y nadie entiende lo que estás diciendo o entienden otra cosa diferente a lo que tú estas pensando, ¿qué sentido tiene usarlo? Para usar una imagen, cuando le hablas al pueblo del líquido para beber usas el término agua, no le hablas de H2O. De la misma forma, no tiene ningún sentido hablar de dictadura del proletariado en el discurso político, y mucho menos cuando nuestras experiencias en América Latina, lo que hemos visto, lo que el pueblo conoce son dictaduras militares. ¿Cómo vamos a decirle nosotros a ese pueblo que no ha estudiado marxismo, que no tiene conocimientos científicos: compañeros, venimos a ofrecerles una nueva dictadura, sólo que ahora es la dictadura del proletariado? Creo que Lenin fue el primero en enseñarnos a dejar de lado los términos desgastados, por ejemplo, el de socialdemocracia cuando la experiencia de las masas europeas de su época relacionaban esa palabra con socialchovinismo y traición al internacionalismo proletario.

Ahora bien, una cosa es el discurso político y otra el discurso teórico. Desde el punto de vista teórico, para que un sistema político democrático pueda reflejar los intereses de la mayoría del pueblo, hay que limitar necesariamente la realización de los intereses de quienes se oponen a que se adopten esas medidas en beneficio del pueblo. Toda sociedad concreta no es una sociedad en el aire donde todos los interesen coinciden. Hay que tener en cuenta que la sociedad está compuesta de intereses contradictorios y evidentemente hay que someter los intereses de la minoría a los de la mayoría. Y aquélla sólo se somete cuando se la presiona. Esa es la ley de la historia. Si la minoría se sometiera a los intereses de la mayoría popular en el poder, ésta podría poner en práctica una democracia sin límites. Los límites no los impone el pueblo, los impone la propia actuación del enemigo.

La dictadura del proletariado no es sino la otra cara de la democracia popular más amplia, es decir, de la fuerza de la mayoría. Si no se practicara esa fuerza contra los opositores se estaría yendo en contra del propio concepto de democracia, se estaría irrespetando a la mayoría.

Marx, y especialmente Lenin en El estado y la revolución, desarrollan el concepto de dictadura, para explicar cómo funciona todo estado. Según ellos aun las democracias burguesas más representativas, es decir, más democráticas, son dictaduras burguesas, porque la fuerza de esa clase es la que se impone. Ningún político burgués, por supuesto, va a hacer campaña política levantando la bandera de la dictadura de la burguesía, tratará, por el contrario, de hacer creer que su sistema es el más democrático del mundo.

Volviendo al esfuerzo de democratización en el que dices que está empeñada actualmente la dirección del PCC, hasta el punto de que podría dejar sin banderas a la Comisión de Derechos Humanos, ¿podrías señalar en qué consiste este proceso?

Pienso que Cuba, a pesar de todas sus dificultades, está viviendo un buen momento y que ese buen momento se expresa en el contenido de la Convocatoria del IV Congreso del Partido Comunista de Cuba que se dio a conocer al país en marzo de 1990. El Congreso se realizará en el 91. Allí, luego de hacerse una buenísima síntesis de lo que pretende el proceso de rectificación, se señala críticamente, por ejemplo, aquello que no nos convencía a ninguno de nosotros, el asunto de la unanimidad. En todas las reuniones todos estaban de acuerdo. ¡Qué cosa más extraña que en un país como Cuba, con diez millones de habitantes, en las reuniones que se hacían en los CDR, la CTC, la juventud, el partido, en la Asamblea Nacional, todo era aprobado por unanimidad! Hay una crítica a esta cuestión en ese documento. Se insiste que unidad no es lo mismo que unanimidad, y que la unanimidad lleva al formalismo y a la doble moral.

En ese documento se plantea también la necesidad del debate, que es algo fundamental, y es especialmente importante cuando existe un partido único. Debe existir un espacio para que puedan expresarse opiniones diversas y para que se vayan construyendo, a través de un fructífero intercambio de ideas, las mejores soluciones para los diferentes problemas que aquejan al país.

Se planea asimismo la necesidad de desarrollar las ciencias sociales que a diferencia de las ciencias básicas, estuvieron estancadas durante unos 18 años, ya que es imposible que estas ciencias se desarrollen sin libertad de debate.

Esta falta de desarrollo del pensamiento social se hace sentir hoy con gran fuerza cuando se trata de retomar el desafío de buscar un modelo propio, sin que se haya desarrollado durante muchos años una reflexión profunda acerca de los problemas de la transición al socialismo en un país subdesarrollado. No es de extrañar entonces que se camine mediante el método de ensayo de error, y que a veces se cometan errores...

Yo creo que hay que entender que se trata de una dirección que percibe los problemas que nosotros también percibimos y que está haciendo esfuerzos sobrehumanos por solucionarlos, pero sin romper la unidad nacional, que es, como dice Fidel, la OTAN de la revolución. Cualquier fisura que se abriera en el pueblo sería de inmediato aprovechada por el imperialismo. La historia nos lo ha enseñado. Basta recordar el papel que jugaron los grupos étnicos, insignificantes minorías opositoras que habitan la costa atlántica en Nicaragua , como cuna de la contrarrevolución en ese país, y lo que recientemente ocurrió en los países del Este.

En síntesis, yo creo que se puede entender y justificar la existencia de un partido único en Cuba , tanto históricamente, como en este momento en particular, vista la posible agresión de Estados Unidos, pero si hay partido único tiene que haber debate interno, porque las ideas sólo maduran en función del intercambio. Las ideas no pueden madurar en un sistema donde se supone que las ideas salen de abajo para arriba y vuelven de arriba para abajo, un sistema vertical que yo creo que no es ni nunca fue leninista, porque con ese sistema no se logra conformar una corriente de opinión que profundice en los problemas. Lenin jamás condenó las corrientes de opinión o tendencias ideológicas, lo que no hay que confundir con fracciones. Una fracción es una estructura orgánica que no reconoce las decisiones adoptadas por la mayoría e implementadas por la dirección del partido. Y sin ese mando único es imposible una conducción política eficaz. El problema es que Stalin asimiló tendencias a fracción y aún hoy en Cuba no se aceptan las tendencias, porque se siguen asociando con fracción, y por asimilación, con trotskismo. Pero de hecho la vida lleva a las tendencias, porque naturalmente uno se junta con sus amigos más afines a discutir y a elaborar.

Esto que dices ¿no será el reflejo de lo que tú deseas para Cuba ? ¿Cómo puedes asegurar que la Convocatoria al IV Congreso a la que te refieres no es un documento más y que la dirección de la revolución está realmente empeñada en llevar adelante un proceso de democratización desde adentro?

Mira, yo creo que después de 18 años de ausencia de debate interno y de conducción burocrática y verticalista no es fácil iniciar un viraje como el que se propone en la Convocatoria. Sin embargo, si tú sigues lo que ocurrió después del llamamiento, creo que puedes detectar los grandes esfuerzos que está haciendo la dirección del partido por llevar adelante este proceso, que implica - no podemos ignorarlo - vencer la resistencia de los cuadros medios, habituados al viejo estilo de trabajo. Es mucho más fácil bajar órdenes que estimular la actividad creadora de la población.

Hemos visto cómo Aldana, encargado de los aspectos político‑ideológicos del partido y Machado Ventura, encargado de organización, han criticado las primeras reuniones que han tenido lugar para discutir la convocatoria porque se cayó nuevamente en el formalismo, en la ausencia de un verdadero debate. Tanto ellos como muchos otros dirigentes están llamando a que se dé una real discusión en la base.

Por otra parte, la TV que tendía a hacer entrevistas a la población en las que todos estaban de acuerdo y apoyaban las medidas planteadas, hoy está dando cada vez más espacio a las opiniones críticas.

A eso habría que agregar la transmisión completa por TV en el mes de abril de la reunión que Fidel mantuvo con diversos grupos cristianos cubanos. Durante dos sesiones de hora y media cada una, pudimos oír, junto al apoyo de esos creyentes a la revolución, sus críticas por la discriminación que suelen sufrir en sus centros de trabajo u organizaciones de masas cuando se trata de nombrarlos para puestos de representación gremial.

A pesar de que Fidel dejó sentado su criterio respecto al papel que podían jugar los cristianos en la revolución en su larga conversación con Frei Betto en 1985, libro que fue publicado en Cuba en cientos de miles de ejemplares, muchos cuadros del partido, educados durante años en el famoso “ateísmo científico”, pensaron que se trataba de un libro para la exportación y no de una orientación para una política interna.

Una anécdota que me tocó vivir muestra cuán cierto es lo que digo. Una vez, preocupada por la situación de unos jóvenes en mi cuadra, porque no los veía trabajar, señalé esto a un compañero de la dirección del Comité de Defensa de la Revolución, y éste me contesta: “no te preocupes, no hay problemas con ellos. El único problema que tenemos en la cuadra es el de una viejita que todavía es cristiana”.

Sabemos además que existe la disposición de recoger cada una de las opiniones críticas y aportes que surjan en las reuniones donde se debata la Convocatoria por todos los cubanos.

Me parece interesante al respecto señalar que en el caso del Congreso del PT de Brasil, partido conformado por varios grupos que de alguna manera siguen actuando todavía como fracciones, existirán varias ponencias, que deben ser votadas por los delegados al Congreso y la que obtenga la mayoría es la que se discute luego en varias comisiones. Toda enmienda que surja de ese debate y logre más del 25% de los votos irá al Plenario, como una forma de defender las posiciones de minorías. Y ¿por qué sólo aquellas que obtengan un 25% de los votos? Para evitar ¾ me decían ¾ que cualquier loco salga con una idea estrafalaria. En Cuba , en cambio, se tomarán todas las ideas. Yo creo que esto es lógico porque en muchos casos, dado la ausencia del hábito de debate, aquéllos que planteen opiniones críticas y sugerencias no previstas pueden ser considerados algo desajustados por esos colectivos acostumbrados a la aprobación formal de todo.

Te vuelvo a repetir que yo tengo grandes esperanzas en este proceso y me estoy preparando para participar en la reunión de mi cuadra.

VII. Rectificación antes que perestroika

Tú te has referido recientemente a la rectificación, ¿se puede pensar que es el proceso de la perestroika el que impulsa la rectificación en Cuba ? ¿Por qué entonces en los discursos de Fidel no se valora en forma positiva ese fenómeno, porque parece condenar el proceso de democratización y glasnost?

Es importante señalar que el proceso de rectificación que vive Cuba empezó antes de la perestroika. La revolución cubana detectó sus errores antes de que comenzara el proceso en la Unión Soviética. El detonante fue la escasez de divisas producto de los efectos de la crisis del capitalismo. Según algunas fuentes, las divisas disponibles cayeron a la mitad. Se hizo necesario racionalizar al máximo su empleo. Con este objetivo se empiezan a hacer una serie de reuniones con directivos de las empresas, con campesinos, con obreros, con dirigentes del movimiento sindical, etc. y se constata una serie de errores y deformaciones en la economía. Como señala un economista cubano: había una situación de dilapidación de recursos escasos; una multiplicación de la burocracia y el burocratismo en las estructuras organizativas de Cuba; aparecieron una cantidad de pagos indebidos por trabajos no realizados; una buena cantidad de empresas durante un largo período se dedicaron a cobrar servicios que realmente no prestaban; por ejemplo, una determinada empresa cuyo trabajo era, entre otros, pintar edificios, vendía la pintura que en Cuba es muy escasa, y cobraba el servicio que no hacía.

Había una cantidad grande de plantillas artificialmente infladas; una apelación desmedida al interés material individual; una privatización excesiva de ciertos servicios; la utilización de cargos para obtener privilegios; procesos de corrupción; burla del ordenamiento legal y económico por empresas y organismo; falta de iniciativa; seguimiento acrítico de otras experiencias socialistas; empobrecimiento del trabajo político‑ideológico. Este podría ser un inventario de los principales problemas que se identificaron dentro de la sociedad cubana y que fueron asumidos por el proceso de rectificación como cuestiones fundamentales a superar.

¿Cómo se explica que la dirección del partido tomase tanto tiempo en darse cuenta de la situación?

Lo que ocurre es que el Sistema de Dirección de la Economía que se implanta en 1975 tuvo éxitos económicos importantes en sus primeros diez años de aplicación, durante ellos casi se duplicó el producto social global, creció el sector industrial, se iniciaron inversiones estratégicas importantes para desarrollar la economía del país, y, todo esto acompañado de un gran esfuerzo por aumentar la calificación de la mano de obra, un descenso importante en la mortalidad infantil y un aumento de la esperanza de vida de los cubanos.

Pero, volviendo el tema, frente a este tipo de cosas reacciona la dirección de la revolución vanguardizada por Fidel. Se buscan mecanismos para reducir las plantillas infladas, para lograr una mayor participación popular, para que los trabajadores se sientan parte de la gestión, se pone el acento en la preocupación por el hombre concreto; el trabajador no puede ser considerado como un simple tornillo de una máquina.

Este proceso de rectificación busca caminos propios para resolver los problemas. ¿Cómo resuelve, por ejemplo, la cuestión de las plantillas infladas si no se puede echar a la calle a la gente? A través de estos 30 años en Cuba se logró materializar una amplia democracia sustancial o social, es decir, un sistema que ha resuelto las necesidades básicas del hombre: alimentación, educación, salud, derecho al trabajo... Ya en Cuba no se puede concebir el desempleo. ¿Cómo resolver entonces el problema de las plantillas infladas sin provocar desempleo? La dirección de la revolución encuentra una solución creadora. ¿Cuál es ésta? Que una parte de la mano de obra sobrante vaya a trabajar a la construcción. La construcción en un país socialista como Cuba es considerada un trabajo duro, y como todo el mundo tiene el trabajo asegurado, la gente no quiere ir a la construcción. Ese es un problema... ¡Imagínense que dictadura tan horrible existe en Cuba que es incapaz de imponerle al trabajador un trabajo que él no quiere ejecutar!

Para resolver las necesidades de la construcción de hospitales, círculos infantiles, fábricas, carreteras, aeropuertos, hoteles para el turismo y viviendas, aún escasas, surge la idea de destinar una cantidad de los trabajadores sobrantes a la construcción. Esto se resuelve a nivel de colectivo de trabajadores y éste decide cuáles son los trabajadores que van a esa tarea. Hay muchos que se ofrecen, porque eso significa poder resolver el problema de la vivienda que en Cuba todavía es un problema no resuelto, sobre todo en la capital. Estos trabajadores van a la construcción durante un tiempo y luego regresan a su centro de trabajo. Saben que van a estar 2, 3, 4 años en la construcción, que con ello van a lograr una vivienda para sí y luego podrán volver a sus puestos de trabajo anteriores.

Esta es una solución original para racionalizar la mano de obra en las empresas y, al mismo tiempo, resolver las necesidades constructivas. En Cuba el problema de las empresas no rentables no puede resolverse como se resolvería en los países adelantados. En este país subdesarrollado cada empresa, cada medio de producción es importante; no pueden cerrarse. Tampoco podíamos hacerlo en el Chile de Allende.

Existe otra experiencia muy interesante: la de los contingentes ligados fundamentalmente a la construcción, pero también los hay en la ciencia, en la biotecnología. Son equipos de trabajadores que se plantean trabajos de choque, es decir, de gran esfuerzo físico y mental. En el caso de la ciencia, hay investigaciones muy necesarias con respecto a determinados virus, determinadas vacunas, etc., que requieren de investigadores con una gran dedicación de tiempo y con especiales condiciones personales. Quizás ustedes no sepan que Cuba ha descubierto una vacuna muy efectiva contra la meningitis meningocóxica antes que los países más avanzados, y gracias a eso ha logrado no sólo salvar vidas humanas, sino además vender a Brasil en divisas una parte importante de estas vacunas.

Pero hablábamos de los contingentes. Estos abordan obras de choque, obras muy necesarias como la construcción de aeropuertos, hoteles, círculos infantiles, hospitales... En esas obras de choque se reúne gente que está dispuesta a trabajar más de las 8 horas de trabajo diarias.

Nosotros pensamos que esto de alargar las horas de trabajo es muy difícil de defender. Sabemos que Marx hablaba de 8 horas de trabajo y que el socialismo debe encaminarse a la reducción de esas 8 horas. Sin embargo, en Cuba, país subdesarrollado, se ha planteado la necesidad, durante algún tiempo, que no va a ser eterno, de que un grupo de trabajadores hagan un esfuerzo extraordinario por uno, dos o tres años, trabajando 12 horas diarias para sacar adelante determinadas obras que por su magnitud e importancia lo exigen. Estos contingentes están conformados por varias brigadas cada una de ellas tiene unos 60 hombres. Ellos han disminuido enormemente la burocracia en su organización. Existe el jefe de contingente y el jefe de la brigada y los miembros de la brigada participan en la planificación de su trabajo, discuten los planes, los plazos, cómo hacer las cosas, y algo que demuestra el nuevo espíritu que reina en esos colectivos, en los comedores el personal administrativo sirve a los trabajadores...

Apenas como una muestra, puedo decirles que entre otros aspectos, también se está rectificando en el partido la existencia de algunos privilegios que tenían los dirigentes como el recibir medicinas en forma gratuita. Hoy deben pagarlas como cualquier ciudadano.

Las reuniones de protocolo que antes eran reuniones bastante fastuosas a las que iban muchos dirigentes y, además, con sus esposas, se han reducido a reuniones mucho más austeras, a las que actualmente sólo debe concurrir el dirigente o funcionario por sus tareas específicas.

Esas son cosas que no aparecen en la prensa, porque no ha hecho Cuba una campaña de prensa respecto a la forma en que está terminando con algunos privilegios que tenían los dirigentes, pero esto denota la voluntad de irlas eliminando paulatinamente.

Hoy cuando Cuba está buscando su propio camino después de haber caído en la copia durante 10 años, más o menos, del modelo aplicado por el campo socialista, es comprensible la carga emocional con la que reacciona Fidel cuando se pretende relacionar la rectificación con la perestroika y se exige que Cuba siga el camino de los países que dicen aplicarla. Los mismos que durante años acusaron a Cuba de ser satélite de la URSS, ahora pretenden aconsejar al gobierno cubano para que siga el camino de la perestroika.

¿Pero cuándo empezó ese fenómeno de la “copiadera” de que habla Fidel?

Antes de responderte, quisiera darte algunos antecedentes.

La revolución cubana no fue creadora sólo en cuanto al partido y sus formas de lucha, sino que también lo fue en el terreno económico, en la búsqueda de un modelo propio para encaminar a este país subdesarrollado hacia el socialismo.

Es la época en que el Che procuraba crear un sistema de la economía adecuado a la realidad cubana: el Sistema Presupuestado de Financiamiento, que ponía énfasis en la planificación central del estado, en normas y controles rigurosos y en los estímulos morales como palanca fundamental del desarrollo, sin desechar los estímulos materiales.

Sin embargo, cuando su modelo estaba en plena experimentación, su creador se fue a cumplir tareas internacionalistas y lo que luego se aplicó no fueron sus planteamientos económicos, como algunos piensan, sino otras ideas teñidas de fuertes desviaciones idealistas, como lo reconoce el propio Fidel en su Informe al Primer Congreso del PCC en 1975.

Este idealismo tuvo su punto culminante en la zafra de los diez millones de toneladas de azúcar. A pesar de las advertencias de diversos economistas - a mí personalmente me correspondió asistir en París en 1968 a una discusión sobre el tema donde se preveía el fracaso del proyecto y se señalaban las desviaciones estructurales que sufriría la economía, al concentrarse todos los esfuerzos en dicho objetivo; porque, para poder lograr este objetivo, se hizo necesario trasladar gran cantidad de mano de obra al campo, se cerraban las aulas universitarias, se trasladaban trabajadores urbanos, se traspasaban los equipos del transporte, de la industria, etc. - , se mantuvo la meta de los diez millones.

No es ajeno a los grandes dirigentes revolucionarios la tendencia a transformar sus sueños en realidad, imaginando que puedan pasar por encima de las leyes objetivas.

En Cuba se cayó en ese idealismo. Se creyó que se estaba ya en un momento muy avanzado, en que ya se podía suprimir el papel moneda, por ejemplo; en que la lucha contra la burocracia se podía hacer rompiendo papeles y estadísticas...

Cuando fracasa la zafra del 70, Fidel se hace una autocrítica ante el pueblo, reconociendo su responsabilidad ante este hecho. Esa fue, podría decirse, la primera gran rectificación cubana.

Una vez fracasado el camino propio, ¿qué hacer? Fue entonces cuando se dirigen las miradas hacia los países socialistas que parecen tener un modelo ya probado.

Entonces viene el período de la “copiadera”, como dice Fidel en sentido despectivo. Se trasladó a Cuba un sistema económico que estaba reformándose en la década del 60 - ya se habían empezado las reformas impulsadas por Kruschov - y que no fue implantado en forma correcta.

El cálculo económico que allí se aplicaba se trasladó en forma mecánica a Cuba con todas sus imperfecciones.

Las imperfecciones y deformaciones que allí se dieron fueron las mismas que afectaron a Cuba , con el agravante de que Cuba tiene la dimensión del soviet de Moscú. Se aplicó el modelo de un país enorme, con grandes recursos naturales y especialmente energéticos, a un país pequeño sin estos recursos, el modelo de la república federativa soviética a Cuba que es como el soviet de Moscú. Se buscó descentralizar las decisiones para dar mayor participación a las masas en ellas, pero no se definió en forma correcta qué era lo que se podía descentralizar y qué no. Así fue, por ejemplo, como se cayó en el error de descentralizar los recursos constructivos y esto, junto con la desviación producida por una incorrecta forma de pago a las empresas, determinó que se cayese en el absurdo de empezar muchas obras en muchos lugares sin que se concluyese ninguna.

Se cayó también entonces en problemas con respecto al partido. Se trasladaron las fórmulas de las escuelas de cuadros de la Unión Soviética y sus manuales a las escuelas de cuadros del partido en Cuba . En Cuba existía una revista, Pensamiento Crítico, que aunque algunos opinan que cayó en posiciones unilaterales, fue en todo caso una revista de intercambio de opiniones de pensadores revolucionarios extranjeros como de los propios cubanos. Se suspendió su aparición. Se acabó con el espíritu creador y el debate.

Por otra parte, se fue perdiendo, poco a poco, la práctica de que los trabajadores, de alguna manera, controlaran al partido a través de la selección de los candidatos a militantes. El problema del partido único, que además es el partido que controla el estado, es el problema de quién ejerce control sobre éste.

En la introducción a mi libro Cuba : ¿dictadura o democracia? yo decía que el hecho de que los militantes surgieran con el apoyo de los trabajadores era una forma de control del pueblo hacia el partido; porque, además, los trabajadores tenían derecho a criticar a los militantes y un militante criticado no podía seguir como tal dentro del partido.

Pero ese mecanismo, por distintas razones, válidas algunas, no continuó operando como en sus inicios. Se argumentaba que con un método de ese tipo no podía llegar a ser militante una persona antipática, los trabajadores no la elegirían. Es cierto, hay personas que son muy abnegadas y consecuentemente revolucionarias, pero que caen mal y por esta razón no eran elegidas y, de esta forma, quedan marginadas de las filas del partido. Otras, por tareas de seguridad u de otro tipo no tenían posibilidad de tener un centro de trabajo que las designara como candidatos. Son entonces distintos elementos los que hacen llegar al famoso “duo”. Esto quiere decir que para llegar a ser militante ya no eligen al aspirante los trabajadores, sino que basta que tengas el aval de dos militantes del partido. Pero eso, en un partido único, puede implicar que si tú quieres llegar al partido, te comportes en la fábrica en una forma tal que logres avales, y si allí los cuadros administrativos son militantes del partido y tú quieres llegar a ser del partido, es difícil que te decidas a ser combativo y plantees críticas a la administración. Así se crea el famoso oportunismo y lo que yo llamo el fenómeno del “ovejismo”, es decir, seguir las instrucciones mansamente, sin combatir los errores, porque el cuadro más “disciplinado”, menos “conflictivo', tiene más oportunidades de llegar al partido, que es, reconózcase o no, una forma de ascenso en la sociedad socialista unipartidista.

Si bien siempre se conserva la consulta posterior con la base de los militantes, ya la forma de hacerlo es distinta. Ahora es el partido el que luego de realizar las investigaciones pertinentes propone los nombres de quienes estima pueden ser militantes y los somete a la aprobación de la asamblea de trabajadores. Por desgracia, muchas veces esas asambleas se transforman en asambleas formales, en que los trabajadores aceptan el veredicto del partido sin mayor discusión.

Yo digo que el prestigio que tenía el partido en el 75, cuando yo hice el trabajo sobre el poder popular, fue disminuyendo. En el 75 toda la gente miraba a la militancia del partido con orgullo, cuando alguien no estaba en el partido sentía, te decía, que él no era merecedor de estar en él, porque era imperfecto, porque no había llegado a lograr el grado de madurez o las cualidades necesarias para ser miembro del partido. Luego fue cambiando el sistema de reclutamiento y, mi opinión muy personal, es que el partido fue perdiendo prestigio entre las masas.

Este y otros problemas son los que hoy se están buscando rectificar en Cuba .

VIII. La situación de Cuba luego de la crisis de los países socialistas 

¿Cómo puede afectar a Cuba lo que ocurre en el campo socialista? ¿No caerá Cuba como cayeron otros países socialistas cuando la situación económica se vuelva cada vez más difícil, sobre todo sabiendo que es un país que depende en gran medida de las relaciones comerciales con el COMECON o el CAME?

Creo que lo primero que habría que decir es que el campo socialista, al menos para nosotros, no se limita a lo que habitualmente se ha entendido por ello, sino que también lo conforman países socialistas como China , Vietnam , Corea. Ahora, sin duda que la crisis estructural que sufre el socialismo en países de Europa Oriental afecta a Cuba fundamentalmente en lo económico, pero ya comienza a insinuarse una independencia en este aspecto.

Cuba ya no es sólo exportadora de azúcar, sino que está produciendo cosas que a cualquier país le interesa comprar: medicamentos, vacunas, biotecnología, pequeños elementos de electrónica y otros rubros que le permiten cierta autonomía, que habrá de consolidarse a mediano plazo. Por otra parte, en Cuba existe un gran potencial tecnológico o acumulado en estos 30 años de revolución. Un estudio de 1980 recoge que Cuba graduaba un 40% más de estudiantes universitarios per cápita que Checoslovaquia y un 33% más que la RDA. Esto está dando resultados cada vez más evidentes en la medicina y la biotecnología. Cuba tiene también el liderazgo mundial en la tecnología de la industria azucarera.

Además, se está desarrollando con gran fuerza toda una infraestructura hotelera para hacer del turismo una de las principales fuentes de divisas. Se han iniciado una serie de inversiones en forma de empresas mixtas, especialmente con empresarios españoles. Y dentro de esto, el turismo médico adquiere una relevancia cada vez mayor, ya que este tipo de turismo puede aprovechar todos los adelantos de Cuba en el sector salud.

En el 93, por otro lado, se supone que se terminará la construcción de la planta termonuclear que liberará a Cuba en gran medida de la asfixiante dependencia del petróleo.

Pero sin duda hay dificultades económicas y el pueblo ya se está preparando para lo que pudiera acontecer en una situación de estrechez económica. Se ha denominado a esto el “período especial en tiempo de paz”. La preparación para la guerra de todo el pueblo que se inicia a comienzos de los 80, cuando los estrategas norteamericanos señalan que si no logran desintegrar la revolución a través de una emisora radial dirigida a su pueblo, deben prepararse para llevar a cabo un movimiento de liberación nacional, contribuye enormemente a enfrentar en mejores condiciones la nueva situación para la que se preparó en todos los años anteriores. Los preparativos de entonces para descubrir formas de alimentación y de supervivencia en caso de bloqueo total, pueden servir en caso de que se planteen dificultades económicas extremas.

El imperialismo especula con mellar la resistencia , apuntando al descontento económico. Es cierto, en Cuba la gente está descontenta porque hay menos productos, tiene que hacer colas, le sobra dinero que no sabe en qué gastar y reclama. Ese es uno de los desafíos: cómo resolver la situación cuando la productividad es menor que la demanda, sin recurrir al desempleo y medidas de corte fondomonetarista.

Los próximos años serán difíciles, sin duda, pero yo estoy convencida de que la conciencia del cubano está sobredeterminada y que si bien existe malestar económico domina en su conciencia el aspecto referido a la soberanía nacional. Cuando el cubano siente agredida a su revolución, la reacción natural es salir sin vacilación alguna en defensa de ella. Los americanos se han equivocado muchas veces al interpretar mecánicamente el descontento económico como reflejo de una actitud contrarrevolucionaria.

Todo lo que hace hoy Estados Unidos con su agresividad a Cuba, tanto en lo que se refiere a TV Martí, como a los movimientos navales o el ametrallamiento a un barco cubano, produce justamente el efecto contrario al buscado: fortalece la unidad nacional en torno a la revolución.

Ustedes deben saber que hay muchos periodistas que hace meses están en Cuba , esperando la caída del régimen. Asimismo, muchos cubanos en Miami han empezado a preparar su equipaje para partir de regreso al país. Creo que todos ellos se quedaran esperando. Se equivocan completamente los que miden a Cuba con los parámetros de los países de Europa del Este.

IX. La juventud cubana busca caminos 

Yo he estado en Cuba recientemente y he comprobado que existe malestar dentro de la juventud. No me estoy refiriendo a ese sector que rodea los hoteles de turismo y que se te acerca para cambiar dólares o para ofrecerte una chica - sé que éstos son una pequeña minoría -, sino a los jóvenes estudiantes. ¿Cómo resolver los problemas de las generaciones que nacieron después de la revolución y que hoy aparecen con otras aspiraciones?

El problema de la juventud es evidentemente un problema muy serio en el socialismo. El problema de esas generaciones que surgen cuando ya todo está resuelto, o sea, cuando ya no hay hambre, cuando ya no hay problemas de salud, cuando ya la educación no es un problema... Esa gente, con esos problemas resueltos, evidentemente exige más y tiene la vista puesta en mejorar su forma de vida. Los jóvenes cubanos quieren pitusas [2] , quieren lo que está de moda, lo que ven en las películas, en los turistas, en los propios programas de televisión. Personalmente yo opino que la televisión cubana no contribuye en nada a disminuir el consumismo. No se puede controlar el estímulo al consumismo que proviene de las películas norteamericanas o del turismo, pero resulta contraproducente que el estímulo al consumo venga también vía las imágenes que la propia televisión cubana proporciona, entre otras cosas, a través de sus animadores. Estos aparecen vestidos a la última moda, en lugar de vestir en forma sencilla, pero atractiva y al alcance de las posibilidades de consumo de los cubanos.

Pero volviendo a la juventud. Yo creo que, realmente, si visitan Cuba pueden encontrar jóvenes descontentos. Aunque una parte no despreciable de la juventud cubana, a diferencia de la juventud de otros países, no ha vivido en un lecho de rosas, ha participado en tareas internacionalistas en países del Tercer Mundo mucho más subdesarrollados que Cuba . Ha conocido así, de cerca, lo que es la pobreza, la falta de higiene, de educación, etc., y, por lo tanto, ha aprendido a valorar lo que la revolución le ha dado. No obstante, no podemos negar que hay descontento en un sector de la juventud.

Pero el partido - y tengan claro esto - tiene su sistema de encuesta, y está informado de este malestar y hace ya varios meses, desde fines del 89, se ha ido logrando cambiar este ambiente. El dirigente de la juventud, Roberto Robaina, que es un líder joven y carismático - no como aquellos dirigentes de la juventud de los países del Este que a pesar de ser personas de más de 40 años se mantenían a la cabeza de las organizaciones juveniles -, ha logrado encontrar caminos para entusiasmar a la juventud. Una juventud a la que tanto le gusta bailar y no tenía adónde hacerlo, ha contado en el Día de los Enamorados, el 14 de febrero, con distintos lugares para bailar animados por las mejores orquestas en el malecón habanero. Se han hecho manifestaciones juveniles, con formas juveniles, con iniciativas atractivas. El periódico de la juventud ha cambiado totalmente. No sé si ustedes han podido comparar el periódico Juventud Rebelde de antes con el de hoy. Si miran un periódico de meses atrás y el de hoy no lo reconocerían. El día de la Juventud Comunista se celebró con varias fiestas en distintos lugares para que la juventud pudiese recrearse y para que pudiese encontrar alguna de esas chucherías, no sé si la palabra se usa aquí, es decir, adornitos que son baratijas que a la juventud le gusta...

Yo digo que la juventud se está poniendo las pilas hoy día en Cuba y creo que si sigue adelante va a resolverse el problema, porque la juventud necesita espacios, necesita tener espacio de recreación, espacios para organizar cosas nuevas, necesita desarrollar su espíritu de aventura, necesita que no todo le venga hecho desde arriba.

Yo creo que hoy hay conciencia de eso en Cuba y pienso que las manifestaciones que ha habido son el reflejo de que ya se está revirtiendo ese descontento; que todavía quizás esto sólo alcance a la vanguardia de la juventud. Pero esa vanguardia, por el estilo que está adoptando, tiene todas las posibilidades de atraer al resto de la juventud. No tengo preocupaciones por ese lado.

Da la impresión de que Cuba está quedando cada vez más aislada, ¿qué opinión tienes al respecto?

Yo creo que la revolución está más sola hoy que ayer. Es cierto que un número creciente de gobiernos, cuando se trata de un voto secreto en las Naciones Unidas, vota por Cuba . También creo que los pueblos de América Latina, los obreros, los campesinos, los pobres del campo y la ciudad están entusiasmados con la revolución cubana, porque saben que ahí está la solución a sus problemas, pero creo que donde se ha perdido espacio es en la intelectualidad progresista de América Latina y de Europa.

Podemos no compartir todo lo que se hace en Cuba , pero sí podemos estar convencidos de que el proceso camina hacia adelante, y que necesita más que nunca de la solidaridad internacional. Hoy es imperioso convocar nuevamente a la intelectualidad que fue atraída por el desafío creador de la revolución después del triunfo del 59, que avanzó con ella durante toda una primera etapa porque convocaba justamente a la imaginación y a la creatividad, pero que luego, durante la etapa en que la revolución se burocratiza y se vuelve más rígida, cuando la originalidad tiende a desaparecer, se va poco a poco alejando. Se va desencantando y su simpatía se vuelca hacia la frescura y creatividad de la revolución sandinista.

Hoy día, que se está retomando el espíritu creador que animó a la revolución, es necesario convocar a los intelectuales latinoamericanos y del resto del mundo a apoyar nuevamente a la revolución con la fuerza y la pasión de los primeros años.

Y esto no es cualquier cosa, porque son sectores que crean opinión. Si no se reconquista el apoyo de este sector, el imperialismo se puede sentir con las manos más libres para actuar. Creo que es aquí donde tenemos que trabajar con esta historia, con estas reflexiones, no con la teoría ni la copia de lo que ocurre en Europa del Este, sino con el proyecto histórico que levantó Cuba y que está tratando de reencontrar en este momento.

X. Narcotráfico: el caso Ochoa‑De la Guardia

Las implicaciones del general Ochoa y los hermanos De la Guardia con el narcotráfico nos han conmovido profundamente. ¿Cómo es posible que haya ocurrido esto en Cuba ? ¿Cómo es posible que la corrupción haya llegado a tan altos niveles y que se sostenga que el gobierno cubano no está implicado en ello? ¿Por qué una sanción tan drástica? Se rumorea que detrás de todo esto lo que existe es un castigo a una disidencia política, ¿qué hay de cierto al respecto?

Respecto a las inquietudes en relación con el caso Ochoa‑De la Guardia, yo creo que para poder hacerse un juicio correcto sobre el asunto es necesario tener claro el contexto en el que se inserta este lamentable episodio.

Ustedes deben conocer el esfuerzo que están haciendo los estrategas yankis por identificar el narcotráfico con la guerrilla insurgente, incluso ha creado el concepto de narcoguerrilla. Basta conocer el Documento Santa Fe II de 1988 para darse cuenta de esto. Después del trauma de Vietnam , el gobierno de los Estados Unidos sabe que la opinión pública norteamericana no está dispuesta a aceptar enviar tropas norteamericanas a participar en guerras locales en otros países.

Pero si se trata de un combate contra las drogas, cuestión que afecta profundamente a la sociedad norteamericana, la opinión pública tenderá a ser favorable. Una parte cada vez mayor de su juventud se esta destruyendo por vía del consumo de drogas. ¡Cuántos padres de hijos drogadictos no serán ganados para una causa aparentemente tan justa como ésa!

Con el pretexto de la lucha contra las drogas, se busca tener las manos libres para movilizar tropas yankis hacia terceros países. Para los estrategas del imperio las guerrillas están conectadas con el narcotráfico - de ahí el término de narcoguerrilla - y, por lo tanto, los operativos para destruir los campos de siembra de coca o la detección de los laboratorios para su procesamiento, les permiten, a la vez, detectar los campamentos guerrilleros y hacer todo un trabajo de inteligencia en ese sentido, y, donde sea posible, eliminar a sus combatientes como si fueran narcotraficantes.

Pero no se trata sólo de “narcoguerrillas”, sino ahora también hablan de “narcogobiernos”. Con ese pretexto, y después de un trabajo de relojería de varios meses acusando al gobierno de complicidad con el narcotráfico, pudieron trasladar tropas a Panamá para derrocar a Noriega. Un trabajo semejante empezaron a hacer hace ya algunos años con Cuba . A través de los medios de comunicación y sus redes a nivel mundial, han estado lanzando acusaciones acerca de la complicidad del gobierno cubano con los narcotraficantes. Se ha hablado de involucramientos de distinto tipo: lavado de divisas, uso de aguas territoriales y espacio aéreo para operaciones de narcotráfico, etc.

Los estrategas norteamericanos esperaban, de esta manera, preparar a la opinión pública nacional e internacional contra Cuba de tal forma que no se reaccionara frente a gestos agresivos contra la isla, e incluso se justificara el envío de tropas a este país.

Es en este contexto que la dirección de la revolución constata el involucramiento de un alto jefe militar, el general Ochoa y del grupo De la Guardia y otros altos funcionarios del Ministerio del Interior en actividades de narcotráfico.

Sólo conociendo el objetivo perseguido por la estrategia norteamericana y cómo estos dirigentes le hicieron el juego a esa estrategia es que podemos comprender la severidad de las penas acordadas. Lo que estaba en juego en el país en aquel momento no era uno o varios delitos de corrupción, sino un problema de seguridad nacional. Si el gobierno cubano no hubiese descubierto a tiempo la conección Ochoa‑De la Guardia con el narcotráfico, y se hubiese adelantado en esto el gobierno de Estados Unidos, que ya tenía bastantes pruebas de las operaciones que se estaban llevando a cabo y que no compartió esa información con el gobierno cubano, difícilmente se hubiese podido desligar al gobierno de dichos hechos.

Pero como el gobierno cubano se adelantó, reveló el escándalo y adoptó las drásticas sanciones que todos conocen, Estados Unidos ya no pudo acusarlo de narcogobierno. Pero había que sacarle filo al asunto por algún lado y fue entonces cuando se empezó a hablar de la disidencia. Ochoa y compañía habrían sido juzgados tan severamente por sus concepciones políticas disidentes y no por sus conexiones con el narcotráfico. El imperialismo no tiene el menor escrúpulo de abandonar un argumento y levantar otro para conseguir sus objetivos. De lo que se trata es de crear un estado de opinión pública desfavorable al gobierno cubano, sea, como sea y usando cualquier medio a su alcance.

Pero ¿cómo es posible que la dirección de la revolución no haya conocido a tiempo estas actividades? ¿quiere decir que existía un gran descontrol?

Creo importante explicar que desde sus inicios la dirección de la revolución cubana se ha caracterizado por tener una excesiva confianza en el hombre. Se pude decir que casi no han existido mecanismos de control sobre los dirigentes políticos ni los cuadros administrativos del estado, especialmente sobre los de mayor nivel. El control popular, que en los primeros años de la revolución se ejerció con gran fuerza y eficacia para detectar y luchar contra los elementos contrarrevolucionarios, nunca se ha ejercido para controlar a los dirigentes u organismos del estado. Un ministro, hasta antes de lo ocurrido con el caso Ochoa, no tenía prácticamente que rendir cuenta a nadie de las inversiones en divisas que hacía y cómo gastaba el presupuesto de su ministerio.

Llegó a ser habitual que los dirigentes de alto nivel viviesen en una situación bastante mejor que el grueso de la población. A pesar de que en la escala salarial no existen grandes diferencias: un dirigente de alto nivel gana un salario sólo 4 a 5 veces superior al de un obrero que gana el salario mínimo. Sin embargo, este salario es realmente un salario formal, porque si se toma en cuenta las condiciones en que ese dirigente vive, por distintas razones o conceptos, sus gastos reales sobrepasan con creces ese salario. La revolución ha creado determinadas normas para impedir esto, pero han quedado hasta ahora en el papel. Entre ellas podemos recordar aquélla que plantea que todos los regalos recibidos por los dirigentes deben ser entregados al estado.

No estamos planteando la necesidad de caer en el igualitarismo. Parece lógico que los dirigentes que tienen un peso de trabajo y responsabilidades mucho mayores, puedan tener mejores condiciones de vida. Se trata, al fin y al cabo, de que se cumpla el principio socialista del pago según el trabajo. Pensamos que se podrían evitar muchos problemas si se readecuaran los salarios de acuerdo a las funciones y responsabilidad de cada cual y que el nivel de vida de cada cubano pudiese responder a las entradas de los miembros de cada familia. Eso sería más justo y permitiría estimular el control popular sobre cada ciudadano y, por lo tanto, sobre cada dirigente.

Leyendo diversos aspectos del juicio publicado en Granma Semanal es sorprendente ver lo poco se profundiza en las causas que llevaron a que estos hechos se produjeran y en cambio, especialmente en las intervenciones del Consejo de Estado, se insiste mucho en que lo que no se puede perdonar es la deslealtad de los acusados con respecto a Fidel, y que éstos hayan traicionado su confianza. Si se conocen los juicios de Moscú de la época de Stalin y lo que ocurrió en el caso de Ochoa los argumentos de la traición al líder tienen en ambos procesos un peso muy grande. Algunos periódicos han publicado trozos de uno y otro proceso para que se puedan comparar. Eso me preocupa enormemente. Yo esperaba explicaciones más profundas...

Yo no conozco los juicios de Moscú. Lo único que puedo responderte es que los miembros del Consejo de Estado sienten un gran cariño por Fidel y les duele que haya tenido que pasar por una decepción tan profunda como ésa y que ésta haya provenido de personas tan cercanas a él. Ahora, yo creo que realmente faltó profundidad para analizar las causas que llevaron a estas consecuencias y concretamente con respecto al problema del control del que hablábamos anteriormente. Pero sé que ésta es una preocupación central del partido en la actualidad.

XI. Por que todavía Fidel

¿No crees que es mucho 30 años de Fidel? ¿Por qué no se retira y deja el espacio a nuevos cuadros?

Yo creo que Fidel es el gran líder de este siglo. Por un lado, con un enorme carisma y muy consecuente en todo lo que hace. Jamás ha claudicado en cuestiones de principios. Y es además un tipo valiente. En Cuba funciona mucho lo de los “cojones”. Al cubano, Fidel le ha dado la sensación de ser un pueblo que en lugar de una hormiga se siente un gigante. Fidel es capaz de decir a los yanquis lo que quiere, cuando el resto de los presidentes latinoamericanos no se atreve, o está amarrado. Por el bloqueo, por la forma en que Estados Unidos ha llevado las relaciones con Cuba , Fidel ha tenido las manos libres para poder enfrentarlo sin tapujos. Es un orgullo nacional para los cubanos y yo creo que es un orgullo para los latinoamericanos. Eso por un lado. Por el otro, es un líder muy ligado a su pueblo. Es incluso terrible, ya que uno se pregunta a qué hora descansa. Él está en todo. El pueblo siente que si hay algún problema hay que comunicárselo a Fidel. Sin duda que la gente tiene mucha más confianza en él que en los cuadros del partido.

Hay que entender que la magnitud de los problemas que es necesario rectificar es tal que es comprensible que a una persona tan capaz como él, le cueste delegar decisiones, porque sabe que puede resolver con mucho más agilidad, visión y rapidez los problemas que se le planteen al país.

Esa fuerza de Fidel, ¿no es al mismo tiempo una debilidad de la Revolución?

Fuerza telúrica la calificaba el Che. Sí, sería una debilidad en el futuro si no tuviese conciencia de esa realidad. Yo creo que hay claridad sobre la necesidad de promover el relevo, porque además Fidel sabe que no es eterno. Ya hoy están surgiendo cuadros nuevos a los cuales se les está dando cada vez más autonomía. Es el caso por ejemplo del dirigente de la juventud Roberto Robaina como ya señalaba.

Tener un dirigente genial tiene aspectos positivos, pero, evidentemente que esto tiene también una cara negativa. Y como yo estudié sicología, me parece que puede parecerse al problema de los hijos de padres famosos. Estos tienen mucha dificultad para construir su propia personalidad cuando llega a la adolescencia. No es lo mismo romper con la imagen de un padre normal que con la de un gigante.

Yo creo que la apabullante personalidad de Fidel inhibe un poco el surgimiento del nuevo liderazgo; eso es una consecuencia negativa. Pero sé que Fidel es consciente de eso, que está tratando de promover nuevos cuadros y pienso que ya existe un relevo significativo que en muchos casos no ha tenido ocasión de ser puesto a prueba.



[1] . Texto que reúne respuestas a diferentes entrevistas realizadas entre marzo y mayo de 1990. Publicado como libro en: Uruguay 1990, Editorial Compañero, España 1990, Comité Solidaridad con Nicaragua ,.

[2] . Blue jeans, pantalones de mezclilla.



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Marta Harnecker


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