(Entrevista) Régis Debray: "Si Marx no le da la mano a Bolívar entonces no funciona"

Régis Debray

Régis Debray

E n una entrevista realizada por Jean-Enmmanuel Ducoin y Charles Silvestre, publicada en el diario L’Humanité, el ex asesor de política exterior del Tercer Mundo del ex presidente de Francia, François Mitterrand. el filósofo, Régis Debray, expresó sus impresiones acerca de América Latina, región de la cual asegura haber sido "un buen conocedor".

¿Qué sintió usted al saber de la muerte de Augusto Pinochet?
Qué lástima, el gran juicio no se dio. Mejor dicho: el gran proceso de explicación y revelación del mecanismo dictatorial no se dio. En cuanto al hombre mismo, si tengo que admitir que nunca me interesó.

Sin embargo fue el hombre que fomentó el golpe de Estado e hizo matar al hombre que usted encontró y estimó, Allende...

Más bien fue el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, quien estuvo involucrado en este asunto. Sabemos por una parte, que el Golpe fue "montado" en Washington y, por otra, que Pinochet fue un traidor de comedia. Pinochet fue nombrado por Allende por consejo del general Carlos Prats, quien tuvo que renunciar antes del golpe de Estado y exilarse.

¿Tiene usted recuerdos precisos de su llegada a Chile en esa época? ¿Qué visión tiene del Chile de la "Unidad Popular"?.
Había una euforia maravillosa en Santiago. La vía chilena hacia el socialismo era sonriente, pero en esa época yo no creía en ella. Lo creía para Francia (hablé de una "vía francesa") porque Francia se basa en la libertad política, en una República parlamentaria, en organizaciones de masa, en sindicatos. Pero para Chile no lo creía, más bien formaba parte de los contradictores de izquierda. Tenía una posición un poco reservada pero solidaría hacia Allende. De hecho, él me había recibido fraternalmente... Cabe destacar que para cierta extrema izquierda de la época, Allende era percibido como un burgués moderado y meritorio, pero alimentando ciertas ilusiones. La experiencia enseño que este gran burgués fue un héroe porque se suicidio en condiciones estoicas, había en él una gran radicalidad moral, pero no política.

Para usted, ¿cómo definir este continente que ha coleccionado tantas dictaduras despiadadas y, que desde hace algunos años, está basculando masivamente hacia la izquierda, refiriéndose a Bolívar, pretendiendo ser más o menos revolucionarios y cuestionando con frecuencia la supremacía norteamericana?
Todo esto se puede explicar de manera bastante sencilla. Podemos llamar esto el "efecto olla de presión". La tapa siempre termina por saltar bajo la presión del vapor. Había tanta iniquidad, tanta opresión, tanta corrupción, tanta presión imperial, que la tapa tuvo que saltar. Es un mecanismo sencillo. Ahora yo veo esto de lejos, y desde ya mucho tiempo, sin embargo observo una cosa: el único país que sigue con un gobierno de derecha, Colombia, es el país en el cual persiste una lucha armada. Esto hace reflexionar. Colombia es el único país hoy en día donde sigue existiendo una guerrilla activa y donde los estados Unidos están "en su casa".

Justamente, la llegada al poder de Morales, Chávez, Lula etc. ocurrió democráticamente. ¿Esto tiene algo que ver con el Chile de la Unidad Popular de aquella época?
Las guerrillas fueron aplastadas. De esto se puede concluir que la vía armada no fue fructuosa. Pero tanto los motivos como las razones de ser de las guerrillas siguen siendo validos. Creo entonces que la deducción no era tan mala: lograr el mismo objetivo por otros medios. También asistimos a la fusión de muchos factores. Hay muchos ejemplos.

Hay un progreso indubitable en la constitución de organizaciones sociales y políticas. El papel de la iglesia católica en Brasil fue importante. Así como el nacionalismo de los oficiales subalternos, porque teníamos una visión demasiado mecánica de la fuerza armada como aparato de represión al servicio de la clase dominante, pero la realidad es mucho más compleja. Sin embargo, el punto esencial es la fusión entre nacionalismo y socialismo. Este es un elemento clave. La afirmación patriótica inseparable de la reivindicación social. Esto es básicamente la clave del éxito. En países donde los movimientos de guerrilla o las luchas armadas no fueron vistos como autóctonos o totalmente nacionales, vemos hoy la fusión exitosa de la justicia y de la independencia. Cuando la reivindicación de justicia no está vinculada a una reivindicación independentista, en otras palabras, ¡Si Marx no le da la mano a Bolívar, entonces no funciona! Porque, indudablemente, existe una debilidad en la tradición marxista sobre la cuestión nacional, lo que implicaba que los movimientos comunistas regularmente se encontraban en una situación incomoda en América Latina desde los años 30. Una vez que las dos corrientes se unieron, la formula resultó eficaz. Cabe destacar que lo que llamamos "revolución" en América Latina era un nacionalismo revolucionario. Es una tendencia que me corresponde bastante, dado que naturalmente, el nacionalismo de un país dominado no tiene nada que ver con el nacionalismo de un país dominante... No podemos comparar seriamente el nacionalismo francés o norteamericano con el nacionalismo boliviano o venezolano. Unos reivindican el derecho al imperio y la dominación, otros luchan contra el imperialismo y la dominación.

¿Y el petróleo?
Para hablar claro, desde 1930, el petróleo es de la derecha. De repente pasa a ser de izquierda. Era de los wahhabites y ahora es bolivariano. Es una revolución. ¡Lo que cambió, no es la izquierda, es el lugar del petróleo! Por primera vez, con Venezuela, vemos en acción un discurso voluntario que tiene los medios de cumplir su política: es un cambio considerable. Este país tiene una renta petrolera, desde luego, con todos los problemas que ésta genera, tales como la "flojera social", la corrupción, el clientelismo, etc....Ahora hay un régimen de pie, erguido sobre sus dos piernas, con el jefe en su casa, y además, con recursos para sus amigos. Nunca se había visto algo así. Esperemos que al final no acabe mal. El caudillismo nunca ha sido una solución.

Traducido por: Jérome Leguinio y Esther Francis


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