Nuevo modelo administrativo requiere de gerencia capacitada

Politólogo José Mendoza: El Estado venezolano se enfrenta a un nuevo proceso de “sacudón”

El politólogo y profesor universitario, José Rafael Mendoza

El politólogo y profesor universitario, José Rafael Mendoza

Credito: Correo del Orinoco

13-07-14.-El politólogo y profesor universitario, José Rafael Mendoza, aseguró que en este momento no hace falta una transformación del Estado venezolano, tal y como se está planteando desde el Ejecutivo, sino más bien una transformación de su aparato administrativo. “Es necesario transformar el aparato de la administración pública, de manera que este pueda adecuarse a las nuevas condiciones históricas que presenta el país y responda de manera mucho más eficiente y eficaz a la demanda de los ciudadanos”, precisó.

Entrevistado por el Correo del Orinoco en el contexto del llamado “sacudón” al que convocó el Gobierno Nacional, recordó que la transformación que hacía falta fue propuesta por Hugo Chávez en 1998, durante su campaña electoral para los comicios presidenciales, y luego, tras la llegada de la Revolución, esta comenzó a desarrollarse mediante la convocatoria de la Asamblea Constituyente.

Afirmó que este proceso “permitió sentar las bases para un nuevo modelo de desarrollo, y ese fue un éxito alcanzado durante la gestión del presidente Chávez”. Sin embargo, considera que en la actualidad el país sigue manejándose bajo el antiguo modelo administrativo que representa a la “vieja burocracia”, por lo cual no se ha podido dar respuestas efectivas a la sociedad.

“Pulverizar el aparato de la administración pública para dar paso a una nueva estructura gubernamental que acompañe al proceso revolucionario, tal y como lo afirmó el comandante Hugo Chávez durante la campaña electoral para los comicios presidenciales del año 2006, es todavía una deuda y el elemento central que debe atender el Gobierno en este momento”, agregó el experto.

DEPURACIÓN GERENCIAL

Para lograr esa renovación, según José Mendoza, se necesita, en primer lugar, llevar a cabo una “depuración gerencial y directiva en los altos niveles de Gobierno, y capacitar a nuevos cuadros que asuman la dirección pública del Estado”.

Dijo que al tener cuadros mejor formados y una alta dirección pública con un mayor nivel de conciencia política, pero además con capacidad técnica de dirección, “se atendrían todas las áreas de desarrollo del gobierno”, permitiendo, entre otras cosas, “salir de la crisis económica y de la debilidad institucional que hay en este momento”.

Lo que se ha visto en los últimos años, criticó, “es una altísima rotación de los mismos cuadros ineficientes que salen de un ministerio y los colocan en otro; es decir, una gestión ineficiente, pero leal”. Por ello insiste en la necesidad de depurar los cuadros directivos.

Para el catedrático, “es fundamental tener una nueva visión desde el punto de vista técnico, jurídico y procedimental, porque al cambiar de raíz todos estos elementos podemos combatir con mayor eficiencia la corrupción, el despilfarro y el burocratismo, que no es lo mismo que la burocracia”.

De acuerdo con el especialista, “la burocracia es esencial en cualquier modelo administrativo y siempre va a estar presente”, pero lo que afecta realmente a nuestro modelo, resalta, “es el alto burocratismo que este presenta, pese a los esfuerzos que se han hecho para tener una gestión más eficiente”.

CAPACITACIÓN DE CUADROS

El investigador también propone la creación de un Instituto de Altos Estudios de Gobierno y Administración Pública, que vaya más allá de la capacitación requerida por las y los futuros cuadros que administrarán la gestión pública.

“Este instituto tiene que convertirse en el centro estratégico de pensamiento, de investigación para el Estado y para la Revolución, que proponga nuevos modelos, nuevas técnicas para hacer un Gobierno de calidad revolucionaria”, detalló.

Apuntó que los países con modelos socialistas disponen de grandes escuelas y centros de investigación y formación. “En China los tienen, en Cuba los tienen, en Vietnam los tienen”, referenció. Las experiencias del Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador y de la Escuela de Gestión Pública Plurinacional de Bolivia, añadió, son otro buen ejemplo en la región.

Asimismo, señaló que “en los países capitalistas, los centros estratégicos de pensamiento y estudio son las grandes universidades que reciben el financiamiento de grandes empresas privadas para producir las técnicas y los modelos de desarrollo dentro de ese sistema”.

En Venezuela, contrastó, todos los esfuerzos son aislados: “La Escuela Nacional de Administración Pública va por un lado, la Escuela de Planificación por otro, lo mismo sucede con el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual y el Instituto de Altos Estudios de Defensa de la Nación, cada quien va por su lado y no hay organización”.

CONTROL DE EMPRESAS

Para José Rafael Mendoza, también es prioritario determinar si es viable seguir manteniendo esquemas de control estatal pleno sobre algunas empresas de producción de bienes y servicios. “Como no tenemos hasta ahora los cuadros políticos y técnicos preparados para asumir la dirección pública, las empresas estatales que se han creado, o las que estaban en manos privadas y se nacionalizaron, se volvieron ineficientes y han bajado sus niveles de producción”, describió.

Como ejemplo citó el caso de Lácteos Los Andes, “una empresa que había posicionado sus productos en el mercado y de pronto bajó sus niveles de producción”. A su criterio, esto no sucede por culpa de las trabajadoras y los trabajadores, sino por una “mala visión estratégica y gerencial”.

El politólogo estima que “el Estado no lo puede absorber todo”, por lo que asegura que es necesario “establecer alianzas estratégicas con el sector privado”, nacional e internacional, dado que este tiene la experiencia y la capacidad de producción necesaria para lograr una administración eficiente.

“Hay que buscar mecanismos mixtos de propiedad y permitir la participación de particulares, pero con controles estatales”, sostiene el especialista, pues de esta manera “no se descuidaría el tema de la productividad, y se evitaría que los recursos vayan a parar, como el capitalismo lo pretende, en manos de pocos”.

La experiencia desarrollada en China, refiere, da cuenta de que esa modalidad de trabajo puede ser exitosa: “Si bien es cierto que el modelo chino ha ampliado los mecanismos para que el sector privado pueda participar dentro de la dinámica económica, el control de la planificación lo tiene el Estado”.

A su parecer, “no es contradictorio establecer este tipo alianzas”, de hecho, el presidente Chávez siempre lo dijo, además resalta que “es hora de ir superando los viejos modelos y paradigmas del socialismo totalitario, porque la actual dinámica que hay a nivel global no los permite”.

DIAGNÓSTICO AMPLIO

Mendoza también sugirió hacer un diagnóstico de la situación económica, política y administrativa “mucho más amplio” del que se ha realizado, mediante un plan que involucre a académicos y especialistas, nacionales e internacionales, que apoyen a la Revolución.

“El Gobierno tiene que ampliar la base de discusión con centros de estudio, de investigación, con los partidos políticos, con los movimientos sociales, para abordar un diagnóstico mucho más serio, más amplio y participativo de la situación del país”, enfatizó.

Esa discusión, acota, tiene que darse -en principio- con los sectores progresistas, porque lo que está en juego es a la Revolución. “Sentarse con los sectores más racionales de la oposición es un deber del Gobierno, porque hay que atender a la demanda nacional entera y no todo el país apoya el proceso revolucionario”, añadió.

Un ejemplo de economía sólida producto de ese esquema de trabajo, ilustra, lo constituye la gestión de Rafael Correa en Ecuador. A su juicio, el Gobierno venezolano “tiene el deber de buscar otras fuentes de información desde el punto de vista político, científico y técnico, que le permitan elaborar un diagnóstico más acertado sobre lo que está sucediendo”.

En ese sentido, el especialista en análisis y evaluación de políticas y servicios públicos resaltó que las medidas que se están aplicando en este momento “son extremadamente efectistas y coyunturales, por lo que no se está atacando la raíz de los problemas”.

De acuerdo a los sondeos realizados por distintas empresas consultoras, reseña el profesor, se ha podido determinar que esa actuación está provocando una “enorme caída en la popularidad y la aceptación de la gestión gubernamental”, aunque aclara que, “afortunadamente para la Revolución, la oposición no ha podido capitalizar eso”.

Carlos Blanco

NO ES UNA NOVEDAD

La transformación del Estado, tal y como se presenta en este momento, no es una novedad del proceso revolucionario, pues ese es un tema que ya se había discutido en Venezuela desde hace muchos años, sostuvo el economista y profesor universitario Carlos Blanco.

“Existía la convicción, en muchos sectores, de que el Estado venezolano ha sido poco eficiente, poco democrático, con poderes concentrados y centralizados y por eso, desde finales de la década de los 80, se planteó la necesidad de transformarlo para hacerlo más eficiente y democrático”, declaró al Correo del Orinoco.

En ese periodo, mencionó, se produjo una gran discusión sobre el tema, y para el segundo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez (CAP) “se logró avanzar en la descentralización político-administrativa con la figura de los gobernadores y los alcaldes”.

La tesis que en ese momento imperaba, destaca el exministro para la reforma del Estado y presidente de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (Copre) durante la gestión de CAP, fue que en el país había demasiadas resistencias para el cambio y que las únicas posibilidades venían por un fuerte movimiento de opinión pública que, finalmente permitió que el cambio se lograra.

Recordó, en ese sentido, que la campaña electoral para los comicios presidenciales de 1988 estuvo dominada por el tema de la reforma y los candidatos más importantes para ese momento, que eran Carlos Andrés Pérez y Eduardo Fernández, se comprometieron a realizarla.

No obstante, dice que hacía falta crear una situación en la que las reformas se hicieran irreversibles, “y para que estas se hicieran irreversibles había que crear unos dolientes”, que fueron los gobernadores y alcaldes, quienes por primera vez se eligieron en diciembre de 1989.

A partir de ese momento, relató, comenzó una dinámica de transferencia de competencias, de atribuciones y de recursos del poder nacional a los estados y a los municipios. “Fue una época muy importante en la que se generaron liderazgos nuevos, ya no provenientes solo de los partidos políticos, sino de todas estas estructuras que se fueron desarrollando”, complementó.

RECENTRALIZACIÓN DEL PODER

Producto de la crisis política de finales de los 80 que culminó con la salida de Pérez de la Primera Magistratura, analizó, esas reformas se detuvieron y, después, en la gestión de Rafael Caldera, con el breve periodo de Ramón J. Velázquez, la descentralización se frenó.

Cuando llega Hugo Chávez al poder, añadió, la propuesta de transformación cambia, pero por otras razones: “Desde la perspectiva de Chávez y el régimen que encabezó, se planteaba que ese proceso se lograría por medio de una Revolución, y hacer una Revolución, desde ese punto de vista, implicaba no solamente ganarle a unos adversarios, sino destruir a unos enemigos”.

En palabras del vocero, eso significaba la destrucción del poder constituido previo a 1999, “y para destruir un poder, desde la lógica de esa visión revolucionaria, se impuso una concentración masiva del poder del Estado y de la sociedad”.

Según el analista, eso explica que durante los últimos 15 años –“aunque ahora la situación es más compleja porque Maduro no es Chávez”- se haya instaurado un proceso mediante el cual “la concentración de poder llegó a niveles desconocidos, en toda la historia independiente y petrolera del país”.

Aseveró que de esta manera, “el Estado se recentralizó aún más de lo que estaba en los años 80 y concentró masivamente los recursos”, lo que hizo que las competencias de gobernadores y alcaldes fueran sustraídas de nuevo, “no solamente a quienes tuvieran posiciones contrarias, sino incluso a sus propios partidarios”.

Amparado en ese poder, y con la ejecución de “expropiaciones, confiscaciones y nacionalizaciones”, el Estado se fue haciendo cada vez más ineficiente, afirma Blanco. “Un ejemplo claro de eso se puede ver en Guayana, donde el control del Estado es cada vez mayor”, argumentó. En su opinión, “no hay gerente en el mundo que pueda gestionar un nivel de concentración de instituciones como el que hay en este país”.

A esto se añade, en las circunstancias actuales, “la idea de que el Estado es el ductor de la sociedad”, un elemento que a su parecer “no es solamente institucional y administrativo, sino también ideológico”. Para el economista, “las determinaciones ideológicas y políticas que tiene el actual Gobierno le impiden llevar a cabo ese proceso de reforma que sigue esperando el país”.

PRINCIPIOS PARA LA REFORMA

De acuerdo con el titular de la antigua Copre, los principios de un proceso de reformas tienen que apuntar a tres aspectos básicos: En primer lugar, hay que hacer que el Estado “se torne más democrático, tenga capacidad de contacto con la sociedad y sea capaz de responder a la participación de los distintos sectores y aceptar sus demandas”.

En segundo lugar, detalla, ese Estado tiene que actuar de forma más eficiente, “porque el que teníamos era ineficiente y el de ahora se ha vuelto más ineficiente”. En tercer lugar, dice que para alcanzar los dos objetivos anteriores, hay que trabajar arduamente para tener un Estado descentralizado.

“Es preciso bajar competencias y atribuciones, así como los recursos o la capacidad tributaria a estados y municipios, a gobernaciones, alcaldías, parroquias, comunas, de manera que estos niveles subnacionales puedan ser autónomos, que no es lo mismo que ser independientes”, teorizó.

REESTRUCTURACIÓN PRESIDENCIAL

Al cumplir esos tres objetivos, Carlos Blanco indica que el siguiente paso sería avanzar en otros aspectos, como la reestructuración de la Presidencia de la República.

“En Venezuela y América Latina, la Presidencia de la República es el reflejo de la historia caudillista del siglo XIX, donde el presidente es el mítico concentrador de todos los poderes”, vociferó.

Lo ideal, según su visión, sería crear una oficina adjunta, “independiente del grado de intuición de la figura presidencial”, que sea capaz de manejar el poder ejecutivo de manera más flexible, con equipos de asesores, tecnología avanzada y modernos criterios de gerencia.

PODER CIUDADANO

El catedrático indica que, de igual forma, es importante que se desarrolle el poder ciudadano. “La descentralización no funciona si no hay instrumentos de control, por parte de los ciudadanos, y no se implementa una política transparente”, afirmó.

A su juicio, el poder ciudadano es también un importante mecanismo de participación. “Muchas veces, aunque existan los canales para hacerlo, la gente no participa porque no tiene la cultura de la participación”, relató.

En otros casos, como ha sucedido en los últimos años, acota, “la gente participa, pero esos han sido instrumentos controlados por el Partido Socialista Unido de Venezuela y la Presidencia de la República”. A su criterio, “no se puede crear un poder desde abajo, controlado desde el Ejecutivo, porque entonces dependería del poder central”.

Carlos Blanco abogó por una reforma profunda dentro de la administración pública. “Este debe ser el país con más ministerios en el mundo. La idea que dominó a Chávez y ahora a Maduro -que por cierto no nació en este Gobierno- es que los problemas se resuelven con la creación de nuevos ministerios”, fustigó.

BLANCO: PROFESIONALES QUE NO SEAN CAMBIADOS POR SUS SIMPATÍAS POLÍTICO-PARTIDISTAS

Más allá de la cantidad de instituciones que pueda haber, Carlos Blanco señala que el funcionamiento de la administración pública depende de quienes la gerencian: “Los gerentes públicos tienen que ser profesionales que no cambien por sus simpatías o antipatías de naturaleza político-partidista”.

A ese respecto, acusó al Gobierno de haber “excluido progresivamente” en los últimos 15 años a miles de profesionales competentes por múltiples razones, hecho que a su criterio generó una “sangría intelectual y profesional de gente con muchos años de formación y de experiencia que se han ido del país”.

Insiste en que hay muchas personas que, aunque no tienen una determinada orientación política, cuentan con las competencias profesionales necesarias para gerenciar cualquier institución pública, “pero como el Gobierno no lo asume así, siempre vemos la rotación de las mismas caras”. El centro de una reforma de la administración pública, reitera, es el respeto profesional y la formación de las y los gerentes.

MENDOZA RECOMIENDA HACER AJUSTE PARA ACABAR CON EL “DESORDEN ADMINISTRATIVO”

José Rafael Mendoza indicó que hay que hacer una serie de ajustes en lo que respecta a la planificación y control presupuestario, para acabar de una vez por todas con el “desorden administrativo” que se presenta en esta área. “Por lo general se trabaja con un presupuesto nacional con base en un precio del barril de petróleo que no es tal, porque realmente el precio está por encima de lo que se presupuesta”, asintió.

Además señaló que “muchos ministerios trabajan con recortes presupuestarios por austeridad, o por buscar mecanismos de eficiencia, pero al terminar el año fiscal se les terminan aprobando créditos adicionales que son mayores al presupuesto ordinario”.

En su opinión, urge implementar técnicas administrativas “mucho más coherentes”, así como mecanismos “más efectivos” de planificación y control. “No es posible que hayan presupuestos muy recortados en algunos ministerios y presupuestos extremadamente abultados en otros, incluso no justificados”, fustigó.

El anacronismo que existe actualmente en el sistema presupuestario venezolano, añadió el especialista, “lesiona la posibilidad real de que el Gobierno pueda aplicar políticas públicas coherentes, que además sean eficientes y de calidad”.

T/ Héctor Escalante
F/ María Isabel Batista


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