“Falta finura” asestaba hace años
el ex premier italiano Giulio Andreotti para referirse a la manera tosca
en que en general suele manejarse la política europea, y muy particularmente,
la española.
Tal es la aparente “finura” diplomática
a que aluden algunos quienes gustan de pregonar que diplomacia es el
arte de decir lindo perrito hasta tanto logras conseguir una piedra.
El ayer acusado de lazos con la mafia
italiana, y hoy senador Andreotti seguramente habría estado del lado
de quienes estacionan a las artes y en particular a la escritura de
la poesía en la orilla inversa al ejercicio de la política.
Pero preguntémonos: ?tiene o debe
la política, necesariamente, ser grosera, incivil, en dos platos, desprovista
de culturas y coloraciones éticas y estéticas?
El ex premier mediterráneo se hace
eco de una vieja tesis. Aquella según la cual la política opera sobre
un escaque a secas pragmático, instrumental y axiomáticamente des-estetizado
de la vida. Un universo de los medios, del poder por el poder, del dinero
y sus deleites, en absoluto de fines colectivos.
Tal paradigma coincide con el de quienes
postulan que la poesía narra sólo una peripecia individual que básicamente
atañe al pedazo áureo, agraciado, en lo absoluto sombrío de la vida.
De acuerdo con tales “discursos dominantes”
no sólo la política y la poética carecen de elementos en común sino
que convendría mantener sus respectivas esencias lo más a distancia
posible.
DE CUANDO LA POESÍA SE TOPA
CON LA GUERRA
La cosa comienza a complicarse, sin
embargo, cuando constatamos, por ejemplo, con el actor, cantante y activista
político antidictatorial italiano Yves Montand que: “Aunque no te
ocupes de la política, ella se ocupará de ti”.
Dicho en otros términos: aunque los
artistas decidan no meterse en política, la política sí se ha ocupado,
se ocupa y se ocupará de ellos así como del escaque íntegro de la
cultura. La opción escapista queda así como la de aquel célebre avestruz
que creía escabullirse de las dificultades zambullendo su cabeza en
el primer orificio que tropezaba.
Sin embargo, cabe preguntarnos: ?no
es tal lo que hemos aprendido (o deberíamos haber ya asimilado) en
carne propia los hombres y mujeres desde el inicio de los tiempos?
Esto es, que la guerra y su variante refinada apellidada diplomacia
—guerra por otros medios como lo veía Clausewitz— ha sino no solo
connatural al hombre sino por lo demás la regla para ventilar las más
intensas diferencias?
“El hombre es un animal político”
resonaba Aristóteles más de 300 años antes de Cristo.
Mas este Perogrullo que exteriorizó
el Peripatético en un tono relativamente antiséptico lo dijo bastante
más claro veintitrés siglos después el líder chino Mao-tse-tung:
“La política es una guerra sin efusión de sangre.”
La política es directa o indirectamente
responsable entonces de casi todo cuanto ha acaecido en la historia
de los hombres y los pueblos. Y principalmente ha zanjado el destino
de aquellos que han evitado ocuparse activamente de ella. Esto es los
que han resuelto no tomar suficientes previsiones para atajar el
carácter de suyo rapaz de todo sistema económico-político esclavista/
colonial/ neo-colonial, que han sido por cierto casi todos los que en
Occidente hemos conocido.
Rapacidad que impactó y que impacta
la vida y por ende envuelve y sobre-determina a todas las demás variables
humanas incluyendo, desde luego, la ética y la estética.
El diríamos postmoderno Fernando Savater
desnuda el asunto a su modo al recordarnos que “Idiota proviene del
griego ”idiotes”, y era utilizado para referirse a quien no se metía
en política, preocupado tan sólo de lo suyo, incapaz de ofrecer nada
a los demás”.
Así, todo poeta, todo arquitecto,
todo cineasta, todo músico, todo pintor, todo dramaturgo, todo actor,
y en general todo artista que no perciba y que no se ocupe activamente
de la política es un ingenuo.
O, mucho peor, un cómplice. Un compinche
del estatus quo, es decir del estado de sitio, esclavitud o semi-esclavitud
e ignorancia generalizados en que unos pocos han mantenido sumidos a
los más en sus respectivos contextos y tiempos.
“Los experimentos en política —apuntaba
Benjamin Disraeli— significan revoluciones”. Pero, dialécticamente,
?no es verdad de igual forma que los experimentos en arte introducen
asimismo el germen de que esta empedrada toda aventura humana que culmina
en revolución?
John Fitzgerald Kennedy lo dijo de
manera resumida: “Si tuviésemos más políticos que supiesen de poesía,
y más poetas que entendiesen de política, el mundo sería un lugar
un poco mejor para vivir en él”.
Discrepamos de lo de “un poco mejor”.
Si los poetas entendiesen y participasen más en política y los políticos
entendiesen y se aventurasen a sentir y a escribir un poco más de poesía,
dicha operación de suyo sencillamente llevaría la revolución.
El poeta zambullido en su torre de
marfil, el político en su ayuntamiento o su partido político, o el
militar en su cuartel no hacen sino pensar y actuar desde los estrechos
escaques de la división occidental capitalista del trabajo. Una división
internacional del trabajo (y de la subjetividad) que no sólo los aliena,
separándolos de otros paradigmas más abarcativos desde donde entender
su realidad concreta. Una realidad siempre sobredeterminada por una
arena, la de la historia humana hecha de y para la lucha de clases (Marx)
pero de hecho descaminada y envilecida por el sistema capitalista.
La integración del hombre sensible
en libre ejercicio de sus diversas facetas lo conduciría a devenir
en un ser volcado hacia su realización más cabal, obstruyendo que
pueda despeñarse en la trampa en que cae Manuel Azaña, cuando llega
a concluir: “No sé si soy un estadista. Lo que es cierto es que,
de la política, lo que me interesa es mandar”.
El “animal político” a que nos
refería Aristóteles es además un animal asimismo poético, esto es,
consciente de la necesidad de advertir y dignificar la belleza contenida
en la gesta no por cotidiana menos magnifica contenida en la peripecia
del los hombres.
Poco importa que el año abundante
de poesía, suela serlo también de hambre” como decía don Miguel
de Cervantes. Pues como bien lo supo ese genio de la poesía hecha acordes
conocido como Johann Wolfgang Von Goethe: “el hombre sordo a la voz
de la poesía es un bárbaro, sea quien sea”.
DE CUANDO EL CAREO (REVOLUCIONARIO)
TÓPASE CON LA POESÍA
No parece así casual que, al menos
en Occidente los más colosales poemas épicos: La Ilíada, la Odisea
y la Eneida hayan tematizado —y realzado— la vida, costumbres, ansiedades
y sobre todo hazañas de los pueblos y sus héroes (políticos) de los
que brotó y se nutrió la ética y estética rectora s de sus respectivas
culturas.
Hoy día el Sub-comandante Marcos nos
conversa de la importancia de “armar la palabra” a partir de metáforas
y metonimias como menester previo a fundar un tiempo y un pueblo maduros
de una sensibilidad y una praxis nueva, lanzados a un hoy y un mañana
más hermoso, libertario, transparente y digno.
Un relato/ discurso a la vez político/
poético que visibiliza la historia como algo más, — mucho más—
que un terreno muerto, víctima, dotándolo de una utilidad, una actualidad
y una potencia transformativa.
Potencia siempre lanzada a un mañana
hecho de utopía pese a su recitación en cotidianidad. Utopía no en
clave de quimera alienada y separada de sus condiciones históricas,
objetivas y de una praxis necesaria. Potencia como hechura de lo sublime
colectivo. Hechura desde una épica ahora, cotidiana y rebelde en tanto
que bien ejecutada y humilde.
Hablamos de una enunciación hecha
del carácter semi-ajeno de la propia palabra (Bajtin). Enunciación
hija de una razón dialógica, polifónica, que responde y refuta a
la ya vetusta y dictatorial conciencia monológica, de un poder sin
fronteras, escrúpulos o porqués.
Referimos a una enunciación en que
resuenan y hacen ecos las voces de los hombres y mujeres que han ayudado
a hacer otra historia. Hombres y mujeres de la mano de sus pueblos,
acerados en una voluntad de no alienarse ni identificarse pasivamente
con una realidad ayer colonial, hoy neo-colonial. Hablamos de una voluntad
de no alienarse ni identificarse pasivamente con una realidad que artificiosamente
separa vida y arte, política y cultura, ética y poesía.
Decenas, acaso centenas o millares
de colectivos han ensayado y ensayan hoy en América Latina una apuesta
que cuestiona y refuta estas falsas dicotomías.
Para tales fines (políticos) ha servido
—y de qué manera sirve— la palabra literaria. Pues si la literatura
usa, re-usa y se vale de la palabra ajena, reconociendo y visibilizando
las diferentes voces y experiencias que subyacen a esta, es de ver que
en tal operación esta palabra persiste siempre abierta, siempre porosa,
rebelde, cargada de potencia, siempre exotópica, diríamos, en tanto
que no se agota en un espacio, un tiempo o una corriente previamente
arreglados.
Palabra propia/ palabra ajena dejan
de ser entonces categorías dirimidas para abrirse a la ventana de una
utilidad. La utilidad para y desde donde armar la lucha individual y
colectiva por la emancipación y por la rearticulación de la hegemonía
en cada coyuntura especifica.
El discurso socio-político-cultural
revolucionario se apropia así del tiempo grande y ambiguo, polivalente
e irreverente, poroso y abierto de la literatura (Bajtin).
Tiempo abierto a las más disímiles
formas comunitarias, con sus tiempos de la fiesta, la comunión teñida
de momentos entrañables, el carnaval, la renovación del tiempo lineal
en la vivencia mítica (Mircea Eliade), realidades todas que se contraponen
al campo de concentración a que ha sido reducido tantas veces el trabajo
y la militancia transfigurándolas en subsidio, inercia o imposición
desde arriba.
El trabajo de préstamo de la palabra
del otro, su vivencia y re-significación en clave de hechura otra de
política, ahora en sintonía y en estética otra es algo a que asistimos
desde hace una década los venezolanos en Aló
Presidente: un ejemplo concreto de cómo es posible rehacer una
comunidad imaginaria nacional, popular, libertaria y rebelde, desde
una enunciación-narración pedagógica que contesta al fundamentalismo
globalizador.
Tras varias décadas de engañoso triunfo
tardo-capitalista en que la hegemonía capitalista casi consiguió cancelar
el uso de voces-categorías tales como: sistema capitalista, alienación,
revolución, clases sociales, lucha de clases, clase para sí, lucha
de todo un pueblo, e incluso rebeldía anticapitalista o anti-sistémica,
el narrador Chávez y algunos otros tantos narradores/ soñadores latinoamericanos,
armadores de utopías sobre la posibilidad y necesidad de erigir otro
país, otro continente y otro sistema-mundo más digno, anticapitalista
e igualitario esto es, socialista, irrumpen en escena.
PALABRA POÉTICO-POLÍTICA COMO GERMEN DE FUTURO
La locución margateth-thatcheriana
según la cual no hay otra alternativa al fundamentalismo neoliberal
en vigor es funcional a la presunción de que no hay ni puede haber
ya otra ética ni estética que la capitalista, formalista e hiper-individualista,
consumista y pornográfica, anti-ecológica, anti-solidaria y pro-yankee.
Como contrapunto tenemos en nuestra
historia de luchas nuestro-americanas el formidable y lamentablemente
todavía poco conocido legado de hombres y mujeres infinitos tales como
Guaicaipuro, Tupac Amaru, Atahualpa, Miranda, Petión, Bolívar, Manuelita
Sáenz, Luisa Cáceres, Zamora, Bello, San Martín, Hidalgo, Simón
Rodríguez, Zapata, Sandino, Caamaño, Martí, Lempira, Morazán, por
mencionar sólo algunos de los menos cercanos en el tiempo.
Pero como la historia de sujeción,
chantaje y demérito de todo lo nuestro-americano ha sido y sigue siendo
una constante de nuestra historia (dispositivos de opresión que según
los voceros de la Casa Blanca van a ser retomados y refaccionados) la
palabra crítico-poética, la palabra en historia, en lucha, en ética
y por ende en estética, vuelve a asumir, a ganar sus intuiciones y
a encender sus luces para iluminarnos y arrimarnos el hombro en las
nuevas y complejas tareas descolonizadoras a realizar.
Revisemos, por ver sólo un caso, la
carta a uno de sus generales que Sandino escribe el 07 de enero de 1929:
“Estamos solos. La causa de Nicaragua
ha sido abandonada. Nuestra causa ha ido debilitándose en el exterior
por falta de esa comunicación, por la falta de ese intercambio espiritual
que nos anima en la lucha. El dinero norteamericano por otra parte,
compra gentes e interpone influencias para restringir nuestras noticias
en el exterior, y ese aislamiento nos aniquila”.
Sandino habla aquí de su sensación
de soledad, de su conciencia de aislamiento de la causa debido a la
ausencia de una adecuada comunicación, del déficit de fuego de intercambio
cultura-espiritual que nos debería animar en la lucha. Habla de la
política sistemática estadounidense de comprar cuadros para desmoralizar
luchas, y concluye que esa realidad y más cultural que militar es lo
que en verdad nos aniquila.
Examinémonos: ¿cuánto de esta misma
desazón no embarga y carcome hoy a líderes y pueblos enteros en Nuestra
América?
¿Es que la palabra crítica, ético-estética
de Sandino ha muerto?:
Consideremos, a manera de ejemplo esta
situación que se repite contenido en la vigencia de un texto escrito
por el poeta brasileño Mauro Mota (1911-1984) hace ya varias décadas.
Un texto que engañosamente refiere
una desviación climática por medio de una economía metafórica pero
que en verdad no hace otra cosa que nombrar en clave la situación de
censura y despotismo capitalista en su variante de “promoción de
la democracia” vía apuntalamiento imperial de dictaduras militares
en buena parte de nuestra región.
BALADA DEL VIENTO FRÍO
Viene venteando el violento viento,
zumbando zigzaguea,
frío, frígido, violento,
varea el vidrio de las vidrieras,
gime, gorjea, golpea.
Corre del sur hacia el norte
el viento frío de la muerte.
Viene venteando el violento viento
ejerciendo infanticidios.
Mata las rosas en botón,
las rosas cubren otras rosas
dejadas muertas en el piso.
Corre del sur hacia el norte
el viento frío de la muerte.
Viene venteando el violento viento,
gime, gorjea, golpea,
zaherido, zumbando en el zumbido,
la centella chicotea
la noche despedazada.
Corre del sur hacia el norte
el viento frío de la muerte.
Recula y ruge enrabiado
el viento vertiginoso.
Conoce el terror de los pájaros,
feroz, fusila familias
completas con sus nidales.
Corre del sur hacia el norte
el viento frío de la muerte.
Suicidio de las aguas vírgenes
que se arrojan en la amplitud,
cuerpos desde las cascadas
a las duras piedras del suelo.
Las aguas novias vestidas
de espumas para casarse
el viento violento ahoga
en las honduras del mar.
Corre del sur hacia el norte
el viento frío de la muerte.
Violento, violento veloz
pasó por el camposanto,
que en los largos dedos fríos,
el viento veloz transporta
los heridos hilos henchidos
del cabello de la muerta.
Corre del sur hacia el norte
el viento frío de la muerte.
Pregunta: ?aplica este texto al clima
post-golpe que se vive hoy en Honduras o al clima post-invasión humanitaria
que sobrelleva Haití, o a lo que se teme en diferentes perímetros
del continente tras la proliferación de nuevas bases de guerra estadounidenses
en la región, el crecimiento de medias lunas, las nuevas arremetidas
oposicionistas y los cañonazos de maletines llenos de dólares a cuadros
estratégicos?
¿Qué anacronismo de la historia es
lo que hace a este texto de Mauro Mota asumir una nueva y escalofriante
validez?
POESÍA, ALEGRÍA EN LA LUCHA Y
APUESTA
Pero si vuelven la coacción y la imagen
de fuerzas militares de ocupación, legiones policiales, de mercenarios,
de integrantes de escuadrones de asalto y de “grupos de seguridad
privados” rastreramente al servicio de la política de ocupación
de siempre, también vuelve a nuestra Patria Grande con más fuelle
que nunca la palabra en fuego ético y arresto estético de nuestros
héroes más lejanos y más contemporáneos.
Recordemos el pasaje “Acerca de las
ondas” de Sandino en sus conversaciones con Belausteguigoitía recogidas
en el libro Conversaciones con Sandino con base en charlas mantenidas
por ambos en febrero de 1933:
"Logré inculcarles los ideales
a mis soldados hablándoles muchas veces de los ideales de la justicia
y sobre nuestro destino, inculcándoles la idea de que todos somos hermanos.
Sobre todo cuando el cuerpo desfallece es cuando he procurado elevar
su espíritu. A veces hasta los más valientes decaen. Es necesario
conocerlos, seleccionarlos. Y alejar el temor, haciéndoles ver que
la muerte es un ligero dolor, un tránsito”.