La Revolución Bolivariana como epicentro de esperanzas para los Pueblos de América Latina, es un peligro para la democracia representativa (modelo obsoleto de preferencias de las oligarquías), en su búsqueda de perpetuar el capitalismo con su premisa clásica de explotación del hombre por el hombre.
Vaya que hemos logrado un largo avance en este proceso de despertar de conciencia, hacía la profundización de las nuevas formas adoptadas de hacer revolución.
No se trata de que (por su carácter pacifico), debamos convivir con el capitalismo, al contrario, es el elemento pacifista donde comenzamos muy silenciosamente a generar los espacios, para que el pensamiento crítico y la conciencia del deber social estamos comprometidos a profundizar.
La respuesta está en los antecedentes más recientes de revoluciones que han caído y que fueron fraguadas bajo la violencia, y es en ese elemento específicamente, por el cual han sido repudiadas mundialmente.
Es el socialismo que estamos adoptando, desde las fábricas de producción socialista, sindicatos, escuelas de formación socialistas y otros espacios donde el debate esta presente.
El próximo paso, como lo ha venido haciendo el presidente Hugo Chávez, es el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, con claridad en el discurso político y con un amplio sentido de pertinencia de la actualidad que esta viviendo el proceso revolucionario.
Estas posiciones, deben definirse en todos los planos, La Zona Socialista, debe aplicarse con una concepción de lo micro y lo macro, debido a que, en el universo de las ideas socialistas no debe existir los micro sin lo macro y viceversa, este carácter de internacional socialismo, debe concebirse como la visión cosmogónica que tuvimos incluso desde antes de la llegada de los españoles.
Por ello, se hace necesario, que así como los misioneros, no haya un espacio donde no se hable de Socialismo, en las fabricas en las escuelas, ministerio e instituciones públicas, lo debemos anteponer ante cualquier concepción dogmática de las practicas existentes del capitalismo. Hacer de cada espacio una tribuna donde genere el pensamiento crítico, como generador de la conciencia, liberadora y progresista.
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