A casi medio siglo de la creación de la Unión
Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) —fundada el 22 de agosto del
año 1961—, tine lugar esta semana, entre el 1ro y el 4 de abril, en el Palacio
de Convenciones de La Habana, el VII Congreso de la Unión.
La UNEAC es una organización social, cultural y
profesional, no gubernamental, con Categoría Consultiva II en el Consejo
Económico y Social de Naciones Unidas. Tiene personalidad jurídica propia y
plena capacidad legal, y agrupa en su seno, con carácter voluntario y siguiendo
el principio de selectividad, (sobre la base de su currículum artístico y
literario) a los escritores y artistas cubanos.
La membresía en la UNEAC se alcanza por un creador,
partir del principio de la voluntariedad y luego de poner su obra a disposición
de ser evaluada y reconocida, por una comisión de reconocidos especialistas.
Ello hace que la valoración de la calidad creativa de la obra de cada uno de los
miembros, sea el sólido soporte profesional sobre el que se asienta la
organización. Desde su creación la Unión ha estado representada por creadores de
reconocido prestigio en todos los ámbitos de la cultura patria. Entre las
figuras fundadoras que han estado en su dirección se encuentran: el primer
presidente y Poeta Nacional Nicolás Guillén, los novelistas Alejo Carpentier y
José Lezama Lima y el creador plástico René Portocarrero.
En su constitución la organización se estableció
que los creadores que en ella participan, no sólo son productores y promotores
de arte y cultura, sino también activos y conscientes participantes de la
construcción socialista en Cuba. Con esta posición dan continuidad a una
sostenida tradición, basada en la patriótica vocación de servicio y principios
éticos de la intelectualidad cubana.
Desde los tiempos precursores de la nacionalidad y
la cultura cubanas, y con particular fuerza a partir de finales del Siglo XVIII,
aparece una peculiaridad cuya atención resultará decisiva para entender la
historia nacional, y en ella la historia de la cultura: Los sujetos del cambio
progresivo, en tanto asumieron la tarea de gestores de la cultura y de la
educación popular, fueron además de vanguardia cultural, vanguardia política de
su tiempo. Es por ello que no puede concebirse la tradición creadora del
pensamiento revolucionario cubano, sin tener en cuenta las ideas y proyectos
culturales que le han sido afines.
En las luchas políticas emancipadoras, desde las
guerras por la independencia en el Siglo XIX, hasta la última contienda
libertadora que se desarrolló a mediados de la pasada centuria, los sujetos
políticos son orgánicamente intelectuales o devienen en hombres y mujeres de la
cultura, en pueblo redimido por la alfabetización, la literatura y el arte.
Félix Varela, Carlos Manuel de Céspedes y definitivamente José Martí,
consolidaron una tradición que se recreó y multiplicó en las luchas contra la
neocolonia, en las victorias de enero de 1959, y en las batallas sucesivas por
el socialismo.
La historia revolucionaria cubana es la que hace,
que en el archipiélago se reivindique de manera permanente un pensamiento de la
emancipación y la dignificación humana, que se relaciona con la democratización
del producto cultural, con la importancia y la necesidad de ejercer la crítica.
Precisamente por eso en la historia más reciente, después del extraordinario
acontecimiento cultural de masas en que devino el triunfo de enero de 1959, los
intentos de desviarnos de esas esencias, no han pasado de ser momentos de
fractura e involución, sin duda traumáticos, pero que han podido rebasarse,
desde la cultura acumulada, y sobre todo con la propia acumulación de fuerzas
desatadas por las praxis de liberación de la Revolución socialista.
El camino del VII Congreso
La UNEAC llega a su VII Congreso con un importante
aval de trabajo y el apoyo de la mayoría de la intelectualidad cubana. No
obstante, se manifiestan diversos problemas de organización y funcionamiento en
la actividad de la Unión y sus asociaciones. En este período de casi diez años
sin Congreso, se acumularon muchas inquietudes, y ante la cultura nacional y en
particular en la producción artística y literaria, aparecieron nuevas
circunstancias sobre las que la UNEAC, no siempre pudo proyectarse con presteza
y eficacia.
A principios del 2007 se hizo público el
Llamamiento al VII Congreso de la UNEAC: “Se abre una nueva etapa de reflexión y
estímulo para el trabajo intelectual y artístico en esta «hora del recuento y de
la marcha unida”. Y a tal proclama se ha sido fiel.
Durante el año que ha transcurrido la membresía de
UNEAC realizó una profunda reflexión hacia sus propias insuficiencias e
inconformidades. Se trabajó inteligente y racionalmente. En esta labor la
Comisión Nacional Organizadora del VII Congreso, encontró mucha receptividad.
Miembros de la Comisión Organizadora y de su Grupo Ejecutivo, se reunieron con
los creadores en la capital y viajaron al interior de la Isla, primero en
reuniones y visitas de indagación, de búsqueda e identificación y definición de
problemas. Se confeccionaron las listas con las figuras que conformarían las
comisiones organizadoras en cada territorio y esas listas se sometieron a la
aprobación de los asociados y fueron aprobadas.
Dos fueron los canales principales de este proceso.
La organización activó trece comisiones de trabajo que se reunieron y trataron
temas trascendentes como la creación artística y literaria, relación cultura y
sociedad, cultura y economía, cultura y turismo, política editorial, derecho de
autor, enseñanza artística, relaciones con las instituciones estatales, el
trabajo comunitario, jóvenes creadores, patrimonio, ciudad y urbanismo,
promoción nacional e internacional del arte y la literatura, entre otras. Una
comisión se encargó en particular de los nuevos estatutos que se presentarán a
aprobación en el Congreso, y a través de los cuales se aspira alcanzar una mayor
eficiencia en el trabajo de los escritores y artistas.
A su vez los intelectuales que agrupa la Unión, más
de ocho mil en todo el país, organizados en filiales en todas las provincias,
realizaron profundas y críticas reflexiones en asambleas previas al Congreso.
Las reuniones pre Congreso, a las que pudieron asistir libremente todos los
afiliados, promovieron un acucioso y fructífero proceso de discusión. En general
se discutieron una gran diversidad de temas, pero el énfasis estuvo en asuntos
de importancia estratégica, en el ejercicio de la misión eminentemente cultural
de la UNEAC, y también en sus responsabilidades ideológicas y políticas para con
la nación y su proyecto socialista. Este proceso ha tenido lugar con
inteligencia, sin perder la objetividad y la alegría. En el se rescató, el
espíritu colectivo y reflexivo de la organización, el estilo de encuentro franco
y directo de los directivos con los miembros.
Las reuniones pre Congreso, contaron con la activa
participación de los dirigentes y funcionarios de los territorios y altos
directivos de los ministerios de cultura y sus instituciones, así como de otros
ministerios estrechamente relacionados con el trabajo cultural y con la solución
de diversas problemáticas de la cultura y los creadores.
Una discusión con plena democracia
Con plena democracia expresaron los creadores sus
críticas e insatisfacciones, alrededor del funcionamiento de la UNEAC. Hubo
aportes minuciosos que sin dudas brindan sustantivos elementos para el trabajo
perspectivo y otros más declarativos y generales, aunque no menos
valiosos.
En sus asambleas los miembros de la Unión evaluaron
aquellos aspectos en los que pueden aportar su esfuerzo. Se analizó el papel que
el sistema de la enseñanza artística, nacido casi con la misma Revolución, había
jugado en la formación de las actuales generaciones de artistas, y se constató
satisfacción por el nivel de recursos puesto en movimiento en estos años, para
resarcir el deterioro del sistema durante el período especial. En esta dirección
los miembros de la UNEAC hicieron particular énfasis en el aporte que pueden dar
a la recuperación de la calidad de la docencia, así como a la preservación y
desarrollo del patrimonio pedagógico de las artes.
Se realizó un análisis de los positivos avances que
se han constatado en el sistema de la cultura, en particular en la recuperación
material de las instituciones después de los años más severos del período
especial. La industria del libro ha salido de la crisis y se han fortalecido, en
las provincias la labor editorial, con nueva tecnología para publicar libros de
autores locales y de la literatura nacional y universal. Y por supuesto
afloraron validas críticas hacia aquellos aspectos que a juicio de los artistas
y escritores, deben perfeccionarse o definitivamente cambiarse. Hay que resolver
además problemas que tienen que ver con presupuestos destinados al desarrollo de
distintas manifestaciones artísticas y a la literatura, así como con la
recuperación del patrimonio, y la preservación de importantes colecciones
bibliográficas y documentales.
Los creadores cubanos se pronunciaron por rechazar
de manera vertical la devaluación de los valores artísticos, y condenaron las
superficialidades que nos agreden desde la llamada cultura de masas, la
mercantilización y la cosificación de la oferta cultural, fenómenos estos que no
solo están en el capitalismo que nos cerca desde el “exterior”, sino también
“dentro” del país, y se manifiestan en unas y otras producciones televisivas, en
espectáculos y otras programaciones que hacen concesiones estéticas e
ideológicas. Exponentes de la danza advirtieron sobre tendencias negativas que
olvidan componentes básicos de la nacionalidad cubana y apuntan hacia lo que
describen como “propensiones al blanqueo de la cultura”.
Fue recurrente la preocupación por la calidad del
producto artístico que se brinda en los medios masivos de comunicación. Se
expresaron también los criterios que existen en el seno de la Unión y sus
asociaciones alrededor de la prensa, la prensa cultural, la crítica
especializada y los medios masivos de comunicación.
En relación con el turismo, se insistió en como
había que combatir el peligro de que algunas ofertas y programaciones optaran
por una prefabricada y pobre subcultura “para turistas”, donde no falta la
irrespetuosa utilización del folklore religioso. La cultura cubana está creada y
espléndidamente establecida. De lo que se trata es de brindar al turista las
mejores expresiones del talento artístico nacional. Una solución propuesta
estuvo en la de favorecer las iniciativas ya en curso, de acercar a los turistas
a las propias instituciones culturales.
En lo referido a la promoción de las obras, afloró
la crítica a quienes asumen ciertas claves “disidentes” –“disidencia light” ha
afirmado con su fino humor el novelista y Ministro de Cultura Abel Prieto-, con
aquellos temas “críticos” que se hacen útiles para promocionar y vender las
obras en ciertos escenarios de Europa y América. Y precisamente este rechazo
como en su momento subrayó Prieto, no se centró en la preocupación de que tal
actuación sea políticamente dañina para la Revolución, sino que lo que está en
peligro es la propia creación (Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba: "A Cuba
se la sacrifica en un mediocre ajedrez internacional", 20 de marzo del 2006, www.lahaine.org).
En las asambleas se llamó la atención sobre la
urgencia de que sea mayor aún la presencia de la joven vanguardia artística del
país en la UNEAC. La Unión tiene en la Asociación Hermanos Saíz, una cantera que
aún no ha estimulado suficientemente. Se trata de una organización que agrupa a
más de 2500 jóvenes artistas y escritores, entre los que existen creadores que
ya son protagonistas de una producción de innegable calidad. Las asociaciones
sin perder el rigor a la hora del crecimiento, deben velar por acercar a quienes
serán los continuadores de la obra de las actuales generaciones de artistas y
escritores, jóvenes con resultados que ya contribuyen por derecho propio al
esplendor de la cultura cubana. En similar criterio preocuparse en unir a la
UNEAC a creadores con resultados loables, que sin embargo no han manifestado
interés por ingresar en la organización.
Los artistas y escritores que viven en el
exterior
El tema de los artistas y escritores que viven en
el exterior y la publicación de sus obras en Cuba fue objeto de atención en los
debates pre Congreso. Esta participación en la vida cultural nacional de quienes
residen fuera de Cuba, es parte del dialogo fluido de la nación con su
emigración y de hecho tales creadores forman parte del panorama literario cubano
actual.
Sin dudas la brutal agresión política e ideológica
que se desarrolla contra nuestro país inter-penetra este y otros temas de la
realidad cubana. Somos objeto de una sostenida guerra ideológica, de intentos
sostenidos de subversión político cultural, y no podemos pasar por ingenuos.
Existen quienes acompañan las campañas anticubanas, y como explícito pago les
fabrican expedientes de “intelectuales” y “artistas”, tienen solícitos y
generosos patrocinadores –jugosos premios incluidos- y siempre gozan de sobrada
promoción. A estos vendepatrias que nos agreden e insultan, más allá de las
respuestas que de la lucha político cultural dimanen, no tenemos que hacerles el
mérito de nuestra atención.
Hay obras cuyo valor y propuesta trascienden las
limitaciones y visiones ideológicas y políticas -muy adversas hacia la
Revolución- de sus creadores, y privar a nuestro pueblo y cultura de ellas,
sería tan bárbaro, como excluir de nuestras ciencias, los teoremas geniales de
un matemático o físico, por la oportunidad de sus posiciones ideológicas o
políticas. La idea de separar la posición política de un autor de su aporte a la
cultura cubana no es nueva. Empezó en el año 1985, con la publicación un libro
de Lilia Cabrera "El monte" un libro fundamental para entender la espiritualidad
cubana, las religiones de origen africano, el profundo sentido de esas culturas.
No importó para ello que su autora fuera en aquellos momentos una persona muy
activa en el campo de la contrarrevolución (Abel Prieto, ministro de Cultura de
Cuba: "A Cuba se la sacrifica en un mediocre ajedrez internacional", 20 de marzo
del 2006, www.lahaine.org). Un ejemplo más
reciente es el tratamiento respetuoso a la obra del historiador Manuel Moreno
Fraginals, una figura mayor de la historiografía cubana, que en los últimos años
de su vida desertó de la Revolución (Ver http://www.lajiribilla.cu /sumario/dossier6.html).
Publicar y promover todo lo progresivo y hermoso
que hacen nuestros compatriotas en cualquier parte del mundo, y no cerrarnos por
estrechas ideologizaciones, con la más amplia visión de filosofías, estilos y
movimientos, es tarea de la Unión. El requisito para todos los de dentro y los
de fuera, debe ser el mismo: calidad y trascendencia de su obra. Entonces el
problema no se trata de si se publican a unos u otros autores”, sino qué se
publica y promociona en el país, y además –muy importante- cómo y quien
decide.
Cultura, socialismo y Revolución
La estrecha relación entre cultura, socialismo y
Revolución se puso de manifiesto en los debates previos al Congreso. Se
precisaron las reflexiones sobre la defensa y revalorización de principios
ideológicos y políticos de la Revolución Cubana y su programa de futuro: Los
fundamentos martianos y socialistas de la Revolución, el debate sobre el
socialismo cubano y cuál debe ser su proyecto futuro. Las problemáticas de la
actual socialidad cubana, el ejercicio gubernamental, el democratismo socialista
y la participación ciudadana en la toma de las decisiones.
Una vez más se esclareció que el concepto “dentro
de la revolución todo, contra la revolución nada”, expuesto por el líder de la
Revolución Cubana Fidel Castro en las reuniones de 1961 con la intelectualidad,
que se conoce como “Palabras a los intelectuales”, no es una posición de
exclusión, sino una amplísima convocatoria a todas las tendencias (Fidel Castro:
«Palabras a los intelectuales», en Revolución, Letras, Arte, La Habana,
Editorial Arte y Literatura, 1975). El propio Fidel considera que dentro de la
revolución tiene que haber un espacio para que trabajen y colaboren con nuestra
obra cultural, inclusive aquellos intelectuales que no se consideren
revolucionarios (Ver: Arturo García Hernández: Entrevista a Abel Prieto,
ministro de Cultura, La Jornada, México DF, 26 de febrero de 2007).
La tesis de que el socialismo es la única
alternativa para la existencia de la nacionalidad, la cultura y la nación cubana
fue objeto de especial atención en los debates. Se demostró como el socialismo
en Cuba ha creado condiciones para la mayor libertad humana, base elemental para
el desarrollo de la cubanía y el despliegue de una fuerte cultura democrática y
popular.
Como proceso de desenajenación de los hombres y las
mujeres concretas, y de transformación progresiva de estos y de sus
circunstancias, el socialismo no puede ser un proceso fácil, lineal y siempre
ascendente. Es -y la historia cultural en la Revolución Cubana lo demuestra- un
complejísimo y no articulado movimiento, lleno de contradicciones, no exento
hasta de excrecencias, donde la lucha de clases se manifiesta como lucha
ideológica, como debate cultural y artístico, estético y siempre ético. En toda
esta forja se ha fortalecido la cubanía como condición de identidad. Hay en Cuba
una cultura de resistencia, cubanía y universalidad, que se expresa en multitud
de formas y manifestaciones, y donde el arte contemporáneo ha encontrado
excelentes claves para sus realizaciones. La identidad cultural del cubano de
hoy crece, se recrea y expresa, en todo este escenario de complejidades,
heroísmos y retos.
El socialismo en Cuba nos ha hecho llegar hasta
donde estamos, en el se han formado las actuales generaciones de artistas e
intelectuales y con el hemos asumido lo mejor de la cultura nacional y universal
de todos los tiempos, escuelas, formas, estilos y manifestaciones.
Se destacó de manera muy nítida la conciencia y el
sentido de pertenencia de los intelectuales cubanos, su participación en la
batalla de ideas en defensa de la humanidad, en la lucha por la globalización de
la solidaridad, frente al enajenante proyecto ideológico y cultural neoliberal.
Se ratificaron las posiciones socialistas y antimperialistas, de denuncia contra
el bloqueo, las agresiones y planes genocidas del actual gobierno de los Estados
Unidos, en el intento de aplastar la Revolución Cubana y retrotraer la historia
con una regresión capitalista y la recolonización del país. Los problemas del
mundo moderno también están en el universo de preocupaciones de la
intelectualidad que se pronunció en el proceso asambleario de la UNEAC y sus
asociaciones, en particular la lucha contra la guerra y la protección del medio
ambiente.
La Comisión Organizadora
La Comisión Nacional Organizadora del Congreso y
sus comisiones provinciales y temáticas han realizado una loable labor. Nuestros
enemigos guardan silencio sobre estos compañeros y su desempeño, porque la UNEAC
una vez rompe su lógica: No son “funcionarios” designados. Si artistas y
escritores de amplio y reconocido prestigio nacional e internacional, liderados
por el conocido actor y director teatral Sergio Corrieri -fallecido en plenos
trabajos pre Congreso-, por el multipremiado poeta, novelista y etnólogo Miguel
Barnet, y por brillantes intelectuales como la profesora, ensayista y crítica de
arte y literatura Graziella Pogolotti, y el escritor y guionista de cine Senel
Paz. Y aquí está la base el éxito de su misión coordinadora.
Estos creadores dieron pruebas de inteligencia
organizacional, mesura y visión unitaria, sin por ello dejar de mostrar la
energía necesaria para enfrentar momentos difíciles, problemas y criterios
adversos. El trabajo del Congreso, coincidió con la protesta y el debate, contra
la salida de programas de televisión donde se reconocía a figuras vinculadas con
errores de dirección y maltratos en el sector cultural en los años finales de la
década del sesenta y principios de los setenta. En la conducción de los
criterios e intereses de los intelectuales en tales acontecimientos se ratificó
el liderazgo de la Comisión Nacional Organizadora del IIV Congreso.
Un logro ostensible descansa en que la conocida
como “guerra de los correos electrónicos”, por la cantidad de opiniones que se
expresaron a través de este medio, se centra ahora más que en las personas, en
las ideas, en la recuperación de una historia cuya evaluación crítica estaba
pendiente, en el debate y la reafirmación sobre los errores denunciados, de los
valores humanistas, democráticos y socialistas.
Trabajaron los miembros de la Comisión Organizadora
Nacional en equipos, muy dinámicos y participativos. Con plena conciencia de su
responsabilidad histórica. La elección de los miembros del Consejo Nacional de
la UNEAC y de los ejecutivos de las asociaciones provinciales será mediante voto
secreto. Podrán ser electos o no en el Congreso, hay entre nuestros creadores
una inmensa cantera de personalidades, con condiciones, aptitudes y disposición,
pero sin dudas estos compatriotas, por la labor realizada, ya han ganado un alto
reconocimiento entre todos los asociados y en muchos otros sectores de la
sociedad, que se han mantenido atentos a la marcha de los acontecimientos de la
UNEAC.
Todo listo para una buena y trascendente
reflexión
El proceso del Congreso fue un espacio oportuno
para resolver un grupo de problemáticas que se habían acumulado. Se ha dado un
importante paso con el pago de la actividad oral de los escritores, muy
solicitados para impartir conferencias o presentaciones de libros. Ya se han
aprobado por el Ministerio del Trabajo nuevas disposiciones legales que
garantizarán la seguridad social de creadores sin vínculo laboral estable, y
también se ha avanzado en referencia al derecho de autor. Pero otros asuntos
quedan pendientes del VI Congreso y del trabajo que posteriormente tendrá que
realizarse.
El derecho de autor aún presenta violaciones e
insuficiencias. La nueva ley el país debió ponerla en vigor hace años. Las
tarifas para las colaboraciones periodísticas vienen desde los años 80. No
siempre el escritor recibe lo que le corresponde cuando publica un libro,
cuestión que contradice lo acordado en el anterior Congreso de la UNEAC. Con los
músicos también hay problemas similares y algunos demoran meses sin cobrar el
trabajo contratado. Existen inconformidades con la política de promoción que
privilegia a determinados géneros y agrupaciones. Estos hechos no se enfocaron
sólo como un interés económico. Los artistas cubanos insistieron en que en la
solución de tales comportamientos debe prevalecer sobre todo, el respeto y la
valoración por el trabajo artístico y el interés por el papel que desempeña la
cultura en el desarrollo de la vida espiritual de nuestro pueblo. Otro de los
problemas pendientes está en que existen compañeros que están insatisfechos con
el estado actual de la organización y decidieron no asistir, ni participar en
los debates.
Quienes en minoría, manifestaron posiciones
alejadas en una u otra dimensión del consenso revolucionario, los que realizaron
propuestas de indudable matriz liberaloide, u oscilaron entre derrotismos e
hipercriticismo, pudieron ejercer su voz con plenitud. La UNEAC preservó con
particular cuidado, el derecho a ser escuchados, a disentir, y recibir el trato
respetuoso de una membresía madura, que en el propio proceso de análisis y
discusión, avanzó sustantivamente su cultura del debate. Este ejercicio de plena
libertad de expresión no significó la ausencia de respuesta a los planteamientos
ideológica o políticamente desacertados, y la defensa de las posiciones más
revolucionarias.
En todas las asambleas y espacios de debate
prevaleció el afán por perfeccionar la labor de la Unión y su influencia entre
los creadores. Fue mayoritaria la voluntad por aunar criterios y buscar
soluciones.
El aflorar de ideas, criticas y recomendaciones en
el período preparatorio del Congreso, necesariamente diverso, discrepante,
contradictorio, expresó en amplitud y naturaleza del amplio mosaico de criterios
y posición de los creadores que se nuclean en la organización. En ellos
cohesiona el patriotismo, la valentía, y sinceridad en los
planteamientos.
Los mecanismos de elección para integrar los
ejecutivos provinciales y ser electos delegados al Congreso, fueron
transparentes: Por vía de la propuesta pública en asamblea y voto secreto,
fueron electos los 414 delegados al cónclave. Se protegió y estimuló de manera
particular la presencia de delegados de las provincias, pero no en cumplimiento
de una directiva voluntarista, sino sobre la base real de que en Cuba hay un
estallido de talento y calidad artística a lo largo y ancho de todo el
archipiélago. La voluntad de ser democráticos fue tan marcada, que en su defecto
no faltó la asamblea que ciertamente resultó caótica.
De la presencia y debate directo de los asociados,
las comisiones creadas por la Comisión Organizadora, precisaron los puntos más
trascendentales y fueron las encargadas de preparar los proyectos de dictámenes
del Congreso. Precisamente en el cónclave está previsto el trabajo por
comisiones, para analizar el pre dictamen de cada una primero en su seno, y
luego en plenaria. Estos documentos contienen enfoques actualizados y propuestas
que serán fertilizadas en el debate por los delegados. Entonces, todo está listo
para una buena y trascendente reflexión.
El Congreso
El Congreso, ha afirmado Senel Paz, “es la
oportunidad para que los creadores aporten una reflexión responsable y culta
sobre el país” y también para que la intelectualidad asuma el papel relevante
reservado a ella (Ver: Cubarte: Año 8 Número 3 , 16 de Enero del 2008, www.cubarte.cult.cu). La cita no será para
refundar a la UNEAC ni para deslindar un antes y un después, sino para dar
continuidad y secuencia a la misión unitaria, aglutinadora y formadora de
valores que están. Criterios con los que coincide la inmensa mayoría de la
intelectualidad asociada a la Unión. Y el proceso que ha transcurrido adelanta
un Congreso de intercambio maduro, de valoración de los elementos esenciales de
la cultura nacional y universal.
El Congreso se inicia con una debilidad de
representatividad, que nuestras féminas del arte y la literatura sabrán sortear.
Solo un 25 por ciento de las delegadas electas son mujeres. A su favor tiene la
amplitud verdaderamente nacional de los electos, su representatividad por
territorios y manifestaciones, la propia fortaleza alcanzada en la preparación
de los delegados, los temas y documentos a debatir, y sobre todo el talento de
los creadores electos.
La UNEAC está en la obligación de realizar un
ejercicio de talento crítico más profundo y activo, con el objetivo de
perfeccionar lo que se ha logrado –que en mi opinión es sustantivo-, y continuar
en el desbrozar causes nuevos a lo mejor del arte y la cultura cubana y
universal. Hay que reivindica la critica como función imprescindible que
propugne la creación de un arte que se involucre y proponga, no sólo que
embellezca. Este debate tanto en el Congreso como fuera de el, necesariamente
tiene que ser plural y a la vez comprometido, sin ablandamientos ideológicos ni
estéticos.
En consecuencia con lo que piensa su membresía, el
VII Congreso retomará la denuncia del hegemonismo cultural imperialista
profundamente tratado durante el VI Congreso en 1998. Será un Congreso de
rechazo a la mercantilización y banalización de las propuestas artísticas y
literarias.
Ser artista y escritor “revolucionario”,
“socialista”, ”comunista”; primero que el dominio de una “teoría” y antes de una
decisión personal de naturaleza político partidista, es sobre todo un
posicionamiento ideológico, un sentirse comprometido con la causa del bien sobre
el mal, de la justicia sobre la injusticia, con la causa de la dignificación y
la libertad humana, en todas y cada una de sus disímiles manifestaciones. Dentro
de las personas en primerísimo lugar, en también en cuanto a profesionales de la
cultura. En tal criterio nuestra UNEAC cuenta con una rica base y suficiente
tradición, y que debe comprometerse mucho más –con tareas y proyectos
concretos-, en la promoción y formación de valores a escala de sus miembros y de
toda una sociedad, cada vez más necesitada de defender y construir el ser sobre
el tener.
El Congreso tendrá entre sus misiones reforzar el
trabajo y la atención a los jóvenes artistas e intelectuales, a los cuales
corresponderá continuar la obra de las generaciones precedentes.
El Congreso permitirá proseguir y avivar el diálogo
cada vez más cercano de los creadores, con las autoridades del país. Eso lo ha
ganado la UNEAC y el Congreso debe fortalecer esos lazos. Puede la Unión ayudar
a encontrar las vías más pertinentes, vías culturales, socialistas y
eminentemente democráticas, para la toma de decisiones que se hacen “en nombre
del pueblo”, pero en las que no participa de la manera más efectiva ese sujeto
popular, del que los intelectuales son parte y “conciencia
crítica”.
Los creadores –como trabajadores de la cultura-
deben tener un papel mas activo sobre los factores de poder. Y hay preguntas que
ya están formuladas: ¿Cómo representan, cómo acogen, quién decide si se promueve
una obra o no, cuáles son las facultades que tiene una institución, los derechos
y deberes en relación con los creadores, cuáles son los derechos y deberes de
estos con respecto a las instituciones, cómo pueden los artistas e intelectuales
tener una participación más activa en la toma de decisiones, cómo pedir cuentas
por el trabajo de los funcionarios, cómo reclamar una atención que tiene que ver
con quejas, opiniones, sugerencias, ¿quién atiende las reclamaciones? ¿cuándo?
(Ver Isachi Fernández Fernández: Entrevista a Eliades Acosta ).
Las políticas editoriales no puede ser solo la
facultad de sus directivos. Los consejos y comisiones asesoras deben ser
propuestos por las asociaciones de artistas y escritores, y seleccionados por
mecanismos democráticos, como un primer paso para ser efectivamente incorporados
sus representantes, a los consejos de dirección de las instituciones culturales.
Ahora la UNEAC en el Congreso está en oportunidad de precisar esta necesidad de
perfeccionar la toma de decisiones, pero definitivamente después, cuando el
Congreso sea “historia”, hay que saber construir esa voluntad de exigencia,
cooperación y acompañamiento propositivo. Y en ello, desde y para la promoción
de las obras de arte y pensamiento, sin dudas la organización podrá dar una
contribución al sistema del socialismo cubano en su conjunto, al
perfeccionamiento de la participación de los cubanos y cubanas, en la toma
efectiva de las decisiones, tanto las operacionales, como las
estratégicas.
Los miembros de la UNEAC están de acuerdo en la
necesidad de utilizar al máximo esta oportunidad de aunar talento y patriotismo
a favor del socialismo cubano. Se trata de que el Congreso no va a obviar el
discutir cuestiones nacionales trascendentes, incluida la política y la
economía. El tema de cómo los intelectuales cubanos intervienen en la defensa y
avance del proyecto socialista de la Cuba del 2008, resulta el tema central que
debe llevar el Congreso. Es por demás un asunto peliagudo, que no se reduce a
cómo el arte, la literatura y el pensamiento histórico, filosófico y
culturológico, tienen un lugar indiscutible e indiscutido en la definición
programática y en la lucha cultural e ideológica por el socialismo, sino que
también se inserta en la imprescindible articulación con la sociedad, con los
aprendizajes en la vida socio política y económica, con la crítica y
construcción del propio proyecto, y su íntima relación con el florecimiento de
la educación, la ciencia y la cultura.
Nuestro socialismo está en el camino certero de
concretar en un proyecto país claro y definitivo: Desde el socialismo que
realmente tenemos, el queremos y el que podemos “objetivamente” tener. La UNEAC
en este Congreso debe avanzar al país, sustantivos elementos sobre tan
trascendental problemática. En las asambleas de las asociaciones y provincias
hay un legado intelectual que merece alcanzar un nivel de concreción en este
cónclave.
El Congreso, de hecho, reconocerá y estimulará el
papel crítico del arte y el pensamiento revolucionarios, sus aportes en la lucha
por el perfeccionamiento de la sociedad y el logro de una vida plena y auténtica
para los cubanos. La cultura, el arte, la literatura, la historia y el
pensamiento filosófico y culturológico deben dar un trascendente aporte al
pensamiento estratégico de la Revolución Cubana.
Con su meridiana lucidez Graziella Pogolotti, ha
precisado que el VII Congreso no es un punto de llegada sino de partida, un
momento de definición de coordenadas sobre el papel que corresponde a los
escritores y artistas para convertir esos lineamientos en labor sistemática (Ver
www.lajiribilla.co.cu/2006 /n264_05/264_17.html
).
El VII Congreso comenzó escoltado por dos ideas
centrales de expresiva elocuencia: Una, tomado de Nicolás Guillén: “Hemos de ir
andando, severamente andando, envueltos en el nuevo día que nace”. Con ello se
expresa la continuidad con los fundadores.
Será este el primer Congreso de la UNEAC que no
cuente con la presencia física del líder de la Revolución, pero su pensamiento y
experiencia sin dudas acompañará los debates: “Lo primero que hay que salvar es
la cultura”, proclamó Fidel Castro en noviembre de 1993, precisamente en el V
Congreso de la UNEAC, y esta idea matriz fue retomada como eje del proceso
preparatorio y del Congreso.
Una observación
Resulta significativo el silencio mediático de
quienes acostumbrar a hacer del más pequeño incidente cubano –cuando no lo
fabrican-, un motivo de escándalo, con profusos artículos y comentarios y
cientos de miles de reproducciones e impactos en Internet.
En ningún otro lugar de América Latina existe una
organización semejante a la cubana, que reúna en su seno a diferentes exponentes
de disímiles manifestaciones de la cultura, sin embargo este hecho tan singular,
no es noticia para el circuito de la “neutra” propaganda de las transnacionales
de la información. Menos para quienes han hecho del ejercicio de la
desinformación un jugoso negocio.
En el mundo no deben ser muchos los países en que
los intelectuales y artistas estén en condiciones de organizar un evento de la
magnitud histórica del que hacemos los cubanos. Y dudo de que llegado el
momento, sus criterios sean escuchados y tenidos en cuenta por las autoridades
para desarrollar su política. Sin embargo sobre esta realidad se tiende el velo
del silencio.
¿Dónde están nuestros severos jueces del
democratismo burgués? ¿Y los corresponsales de las grandes agencias, que en la
capital cubana cubren disímiles eventos y compiten por los temas más
intrascendentes, siempre que tengan su arista de crítica política? Al parecer si
de la UNEAC se trata nada ha sucedido delante de sus “objetivas” pupilas desde
el pasado un año?
¿Y los mercenarios periodistas dependientes de la
nómina de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana? Es
evidente que para cubrir el tema de la UNEAC no paga el imperio.
El silencio otorga y de hecho es una respuesta.
Saben nuestros adversarios perfectamente, qué ha ocurrido con la UNEAC, y
pretenden desconocerlo. El público que someten a engaño y manipulación constante
no merece saber, no debe razonar.
felipe@cubarte.cult.cu